Partida Rol por web

De alguna forma mi disparo no ha tenido efecto en Orem, porque su herida ha desaparecido luego que el malnacido ha regresado en un santiamén junto a la roca. Y lo que es peor el monstruo que ahora protege el preciado tesoro brillante que todos tratamos de destruir, incluso a costas de nuestras vidas.

-¡William! – alcanzo a gritar, fútilmente cuando el avejentado héroe es despedazado grotescamente por el monstro.  Es una imagen que solo la muerte podrá borrar. Ni mil noches de borrachera podrán.

Ver como ese monstruo poco a poco sesga la vida de mis compañeros y como lentamente Caridbis comienza a salir de entre las nubes es desesperanzador. Entonces la conjunción de eventos requiere jugar otra carta, una que la distancia me impide continuar disparando y que la protección del monstruo y el pésimo estado de los demás me deja solo una opción.

-¡A un lado! ¡Abran paso! – vuelvo a gritar, en esta ocasión hacia Leon y los demás, porque rápidamente subo a la furgoneta y tras encender el motor me dirijo a toda velocidad hacia Orem y su maldita piedra. Quizás, con algo de suerte me lleve por delante también al monstruo…

Escuchaba gritos que parecían lejanos pero que llegaban a mis oídos como si me estuviesen susurrando en una primera cita. Todo se movía a cámara lenta. Leon, vociferando improperios contra Orem. Joseph corriendo hacia la furgoneta. Todo se me antojaba distante como si fuera un cinematógrafo. Y a eso se le sumaba la sensación de que nada de aquello iba conmigo. Parecía un mal sueño del que fuese a despertar de un momento a otro, empapada de sudor pero con una sonrisa en el rostro indicativa de que se sabe que se está a salvo en casa. No era el caso.

Aquella furgoneta avanzaba hacia la posición de Orem y la piedra. Y daba la maldita casualidad de que había algo en medio. Yo.

Siempre he pensado que hay que ser estúpido para quedarse quieto en una situación de peligro. Como les pasa a los conejos y otros animalillos del bosque cuando mueren aplastados en las carreteras, incapaces de moverse mientras miran hipnotizados a esas luces que se acercan a gran velocidad. Pero en aquella ocasión el conejo era yo y mis músculos se resistían a obedecer la orden que mi cerebro gritaba a los cuatro vientos.

¡Corre!

Nada. Era como si estuviera enterrada hasta las rodillas en cemento. Hubiera querido llorar de impotencia pero mis ojos estaban secos.

Aunque sea lánzate contra Orem para que no escape. ¡Haz algo maldita sea!

Y cuando intenté reaccionar metí el pie en un agujero entre dos piedras. Iba a ser imposible que Joseph no me atropellara.

Al menos evitaré que Orem huya.

Y al girarme para intentar atraparle para que nos arrollaran a ambos mi tobillo crujió y se rompió. El sonido fue como un disparo y estoy segura que el dolor hubiera sido el mismo, o menor incluso. E impulsada por la inercia y sin poder moverme caí de bruces a los pies de aquel malvado psicópata.

Ya está. Sólo tiene que pisarme la cabeza. Se lo he puesto en bandeja.

El cielo esta casi completamente abierto a la negritud de la que siguen brotando dientes y tentáculos. La presencia de aquel ser se hace notar en cada fibra de vuestro ser y entendéis que nada puede el ser humano contra eso. A vuestro alrededor, la realidad misma parece sufrir la presencia de Caribdis y todo comienza a temblar, el viento es cada vez más fuerte y entonces cosas aun más raras comienzan a ocurrir.

Un gato salta, intentando huir del lugar, para, en mitad del aire, envejecer de golpe hasta caer hecho polvo. Un pájaro se intenta alejar, pero su tamaño disminuye hasta convertirse en un polluelo hasta finalmente desaparecer. Las rocas a vuestro alrededor parecen envejecer y recomponerse, nada tiene sentido. hasta que los primeros cascotes comienzan a ascender hacia el cielo. Parece que finalmente ha llegado el momento de que ese ser sacie su apetito.

Todos sentís como una fuerza extraña intenta tirar de vosotros hacia arriba, pero aun no es lo suficientemente fuerte, como una energía que os atrae a ese mar de dientes y oscuridad. Orem rompe nuevamente a reír al ver a Caribdis y Leon puede fijarse en que tiene lágrimas en los ojos. Ese loco está realmente emocionado.

Un disparo resuena entre los luchadores, pero no va a ningún lado y Leon puede ver como Lilian se ha tirado al suelo y está rezando en voz alta.

Pero algo hace que todos bajen la vista de los cielos a la tierra y es un enorme vehículo que desciende a trompicones en el que un detective privado, cegado tal vez por la locura, quizás por el miedo o puede que incluso por el deber, se lanza sin pisar el freno contra su objetivo.

La piedra brillante.

Al verlo, Orem cambia su expresión a absoluto terror.

- ¡NOOOOOOOOO! NO AHORA, ASÍ ES COMO DEBE SER. ¡¡¡¡ES MI DESTINO!!!! –

Orem propina un puñetazo en el abdomen de Leon que, debido a la herida, no puede evitar soltar la presa. En cuanto se ve libre, se lanza hacia la piedra. Al ver esto, Alice intenta detenerle, pero debido a lo inestable del terreno, su pie se introduce entre dos rocas y puede sentir como se le rompen varios huesos del pie, cayendo al suelo con un fuerte golpe. Orem, que pasa a su lado, la lanza una mirada de desprecio y asco y sin frenar su carrera, descarga una fuerte patada contra la cara de la mujer.

El impacto es atroz, su mente se nubla por un momento y siente un sabor metálico en su boca, su sangre. Intenta incorporarse, pero el dolor es demasiado, entonces alza la cabeza y ve la furgoneta que ya está casi sobre ella. Le duele todo demasiado, los horrores vividos son demasiado y piensa que, tal vez, una muerte rápida no sea tan mala después de todo. Y como si el destino quisiera concederle este último regalo, así lo hace y cuando el vehículo impacta contra ella, todo se vuelve negro de golpe, apenas nota dolor, ve una imagen de su hermano y finalmente, la vida se apaga en el cuerpo de Alice McMillan

Orem llega hasta la piedra y se planta entre la furgoneta y la piedra, pero esto solo hace que Joseph apriete más fuerte el acelerador. Tiene el volante firmemente sujeto y ahora incluso con más ganas de golpear en su objetivo. Tras él, el último barril de gasolina golpea contras las paredes. las cabezas se abalanzan sobre el vehículo pero este lleva demasiada velocidad, demasiada inercia. La primera cabeza simplemente choca contra el frontal y sale despedida hacia un latera, una segunda arranca un trozo del techo, haciendo que una ola de aire caliente golpee el frio rostro de Joseph.

Y en su interior, el detective se permite sonreír. No sabe si lo que va ha hacer realmente ayudará en algo o no, pero al menos se contenta al ver que se llevará consigo a ese monstruo de Orem.

Una cabeza intenta interponerse, pero la furgoneta golpea y rebota, alzándose del suelo. Los ojos de Joseph se desvían un momento hacia el lateral y ve a Leon cogiendo a Lilian y arrastrándola fuera de ahí. Entonces vuelve a mirar a Orem, por ellos, por todos.

Ha llegado la hora y Joseph nunca había estado más preparado en toda su vida. Simplemente suelta por fin el acelerador y se recuesta sobre el asiento. Por fin podrá descansar.

Y el coche cae, impactando justo en el centro de invocación haciendo que la piedra estalle en mil pedazos y aplastando por completo el cuerpo de Orem. El vehículo se convierte entonces en una gran bola de llamas cuando el depósito y el último barril estallan al mismo tiempo, impactando con su fuerza por completo contra la criatura de siete cabezas que ahora se sacude en agonía mientras los cuerpos antes unidos comienzan a separarse.

En la memoria de Leon queda el recuerdo de su compañero Joseph sonriendo mientras iba a su muerte, y por su sacrificio, no está dispuesto a dejarse morir aquí. Lilian ya ha empezado a reaccionar, pero se mueve lentamente. Los gritos de la criatura son terribles y la fuerza que les empuja es cada vez mayor. A su alrededor, los escombros más grandes se alzan y moverse se ha vuelto demasiado peligroso.

El cielo parece estar a punto de partirse, los tentáculos se mueven con violencia, parece que el mundo se va a acabar. ¿Acaso no han podido detener nada? Un trozo de plancha metálica sale volando hacia los dos reporteros pero no les es posible detenerlo, este impacta contra ellos y todo se vuelve negro…

…

…

…pero amaneció un nuevo día en Cleveland.

En la oscura habitación de un cuartucho de motel, una figura  se sienta en la cama y pone la televisión ara escuchar las últimas noticias.

- Ya ha pasado una semana desde el fallido intento de Elliot Ness por capturar al asesino del Torso y sus brutales acciones han llevado al gobernador a tomar cartas en el asunto. La operación que ya ha sido tildada de macabra y digna de un loco, aun muestra sus secuelas. Muchos policías se aquejan de terribles pesadillas y alucinaciones en las que dicen que el cielo parece querer devorarles mientras un demonio les arrastra a los infiernos, algo normal según los psicólogos que están tratándolos después de las terribles imágenes que vieron y vivieron aquel día. Aun se están contabilizando los muertos que… -

La figura cambia el canal.

- Se cierra el caso del incendio en la antigua estación de Kingsbury Run en la que dos personas perdieron la vida. Alice McMillan y Joseph Miller. Finalmente se ha establecido que el motivo de estas muertes fue debido al incendio que ellos mismos causaron por motivos religiosos tal y como revelan las condiciones de los dos supervivientes que allí se encontraron. Lilian Myers se encuentra internada en el psiquiátrico de Cleveland con pronóstico reservado. Según sus palabras, el incendio lo provocaron para impedir el fin del mundo a manos de Caribdis, una criatura mitológica de la antigua Grecia. El otro superviviente, Leon B Wilson se encuentra en custodia policial mientras se esclarece hasta que punto es responsable de todo lo ocurrido aunque desde el periódico en el que trabajaba, ya informan que no volverá a trabajar con ellos... –

La figura vuelve a cambiar.

- A día de hoy, sigue sin tenerse noticias del asesino del torso y el miedo sigue estando en los corazones de todos los ciudadanos de Cleveland. –

Entonces la figura apaga la televisión y se dirige a la ventana, perdiendo la vista en el horizonte. Orem Van Schaen sonríe burlonamente mientras la luz del sol se filtra por la ventana, iluminando el cadáver de una joven que yace en la cama.

- Siempre hay más de un camino. Solo hay que buscarlo... Al fin y al cabo, es mi destino… -

La cortina se cierra.

-FIN-