Partida Rol por web

- No seas burro Marcus - le espeto cuando empieza a esnifar el ungúento de mis dedos - esto va aquí - y le embadurno el remedio por debajo de sus orificios nasales.

- Así no te hará falta sorber los mocos que te queda poco elegante.

Seguimos adelante para ir a toparnos con el maldito loco nigromante que ha desatado el horror que tantos hemos combatido. Mi impulso de guerrero es ir a la carrera a aplastarle la cabeza, pero me extraña tanto encontrarlo allí solo y aparentemente desprotegido que me detengo y observo el entorno esperando ver hordas de muertos agazapadas en la oscuridad u otras artes que nos dejen fritos nada más acercarnos.

Allí estaban frente al gran nigromante sin embargo los 3 que iban delante se dieron cuenta de algo. Entre los escombros había una gema color azabache sin cortar. Quizás... ¿una trampa? ¿Un tesoro?...

Pero Marcus se fijó en algo más, el ladrón tenía experiencia en eso de sustraer gemas "olvidadas sin querer" y se dio cuenta de que algunos de los huesos de alrededor parecían tallados y afilados, como si de cuchillas se tratara.

Ante nosotros se desarrolla una escena de nigromancia sin duda. Pero yo arqueo una ceja, con elegancia por supuesto y señalo con mi zurda a los huesos afilados que protegen el único detalle realmente importante de la escena.
Amigos. Posible trampa a la vista y también, posible mejora en nuestra economía.
¡Ah!. Que tentadora resulta esa belleza oscura que brilla en medio de los huesos punzantes.
Seria, sin duda alguna, un pecado permitir que semejante engendro siguiera disfrutando de tan magnifico tesoro.

Pero lo cierto es que el pícaro se equivocaba. Tendrían suerte si aquello no era su fín.

-Estúpidos-les insultó el nigromante mientras los señalaba con un dedo- ¿creeis poder derrotarme? ¿A mi? esta será vuestra tumba-el tono amenazador de su voz era suficiente pero el nigromante entonó unas palabras que muy pocos conocían. Entonces fue cuando el grupo descubrió a lo que se enfrentaban.

Los huesos que había en el suelo empezaron a moverse como atraidos entre si por un iman formando una grotesca figura. Como si de un troll se tratara, al menos en altura y corpulencia, el golem de hueso se formó ante sus ojos en un instante. La joya negra situada en el pecho, justo debajo de la pieza que sería la barbilla si aquella cosa tuviera cara. Era un ser horrible y espeluznante pero lo más peligroso eran sus brazos formados por docenas de huesos afilados. 

El gólem se interponía entre los aventureros y el nigromante, que continuaba sus rituales sin dedicar mas atención a sus adversarios.

Con seco gesto, mi zurda aparta mi capa de la empuñadura de mi leal sable.
Mi diestra, en un movimiento rápido como el de una sierpe, desenvaina mi audaz acero el cual relampaguea.
Mis ojos, reducidos a sendas rendijas se centran en nuestro objetivo
Y por ultimo, resuenan mis botas sobre el suelo de la mazmorra cuando avanzo impeterrito y listo para entablar combate.
¡Nigromante!, ¿como osas?. ¡En este instante, tu destino te alcanza!. Tu vida termina, pues tus designios, chocan con nuestra voluntad. Preparate para morir.
De nuevo en guardia, examino al Golem que se alza terrible y amenazante ante nosotros, mas he aquí que mi sable, ya apunta hacia nuestro objetivo y mis músculos se tensan, mientras alzo la cabeza aceptando el desafio.
¡Estamos listos, es hora de bailar con la parca una vez mas!
Y mi voz acerada resuena en la mazmorra resonando y provocando ecos. Lo cual hace que la baje un poco antes de añadir.
Psst compinches, no perdáis de vista la joya. Que vosotros no se pero yo, tengo un orden de prioridades.

Y sin mas preámbulos, cargo con mi acero perfectamente equilibrado y lanzo un tajo horizontal con un seco giro de muñeca hacia la derecha.
Esquirlas de hueso salen disparadas desde la pierna izquierda del monstruo que nos acecha al mismo tiempo que salto hacia un lado para dejar espacio a los ataques de mis compañeros.
Entre tanto, el nigromante sigue a lo suyo canturreando y yo, sigo a lo mio sin perder de vista la joya en cuestión.
Es que se diría que palpita como si fuera el corazón de la bestia. Cosa que, por supuesto, solo hace que desee echarle el guante con mayor determinación.

Estupefacta vi cómo el gólem se elevaba imponente ante nosotros, todo huesos duros que no tenía ni idea si mis flechas podrían causarle algún tipo de daño. Me moví lateralmente, buscando la mejor posición para atacar a la bestia que el nigromante había invocado y fijándome en cualquier detalle que me pudiera dar algún punto débil del gólem. Fueron precisamente las palabras de Marcus las que me dieron una pista de lo que podía ser ese punto débil que buscaba.

La joya en el pecho era el elemento discordante, algo que no parecía pegar con los huesos que formaban el cuerpo del gólem. Eso tenía que ser lo que andaba buscando y, con sumo cuidado, puso la mayor atención y concentración en ese pequeño punto brillante del pecho, el centro de la diana que tenía que alcanzar con sus flechas.

En ese momento de inspección de la zona perdí la oportunidad de atacar directamente al maldito brujo de lo muerto. Se alzó entre nosotros y él un maléfico golem huesudo pero no por ello menos peligroso. Todo él eran huesos afilados que lo hacían poderoso por el mero hecho del peligro que suponía estar a su alcance o fallar un ataque.
Y eso mismo ocurrió. Mi martillo no impactó directamente sinó que se coló entre los huesos de una de sus piernas.
Con gran enfado retiré con todas mis fuerzas y rápidamente el martillo para evitar que un movimiento del mastodóntico huesudo me desarmara.
Ahora sólo esperaba que la voluntad de Ylas no fuese verme caer ante la deshonra provocada por mi fallo y prometí honrar su poder hasta el último de mis alientos.

Fui escuchado y la retirada del martillo de su pierna resquebraja algunos de sus huesos con gran satisfacción por mi parte.
Pareciera incluso una jugada maestra, sinó fuese por la gota de sudor que bajaba de mi sien.
- ¿Duele eso, huesitos? - me río del gólem.
- ¡Brujo! Tus vasallos serán todos derrotados. No vas a camuflar tu cobardía detrás de ningún saco de huesos o detrás de tus muertos pestilentes. Vas a saborear mi martillo.

El Golem recibió los ataques de el enano y el humano, haciendo que saltaran astillas de hueso en todas dirección mientras se quebraban. Pero la criatura parecía aguantar eso y mucho más pues terrible era la magia que poseía aquellos huesos. Las flechas de Zorro pasaban entre los huesos, sin hacer daño al golem, pero con un objetivo claro: La gema negra. Era muy probable que si destruían esa gema el golem caería, pero aquello no era nada facil pues no paraba de moverse hecho una furia. Tanto es así que logró dar un fuerte tajo a Ramel quien se salvó de ser partido por la mitad gracias a la armadura de malla que llevaba. Quizás no tuviera tanta suerte la próxima vez.

Mi intención estaba más que clara y no era otra cosa que alcanzar aquella joya que lucía el gólem en el pecho. No sabía muy bien el motivo que me llevaba a intentar destrozar la gema, pero algo me decía que si se rompía nos encontraríamos ante un problema menos.

Pero era imposible, por más que lo intentara mis flechas no alcanzaban el objetivo y se perdían en el vacío sin tan siquiera rozar al gólem. Era frustrante para mí. Miré a mis compañeros, en especial la pericia del enano, y me maravillé ante la fuerza, la potencia y el acierto de cada uno de los golpes que daba. Por mi parte, sólo quedaba tomar aire e intentar relajarme, misión bastante difícil dadas las circunstancias, para que mis siguientes disparos fueran tan certeros como los golpes de mis compañeros.

Tras los impactos de compinche Paladin y míos, veo como una flecha vuela a través del costillar del Golem de hueso.
Y yo, asiento satisfecho. A la hora de tratar con el perista, mejor llevar la joya adecuadamente troceada para sacar el maximo beneficio.
¡Excelente plan Dama arquera!
Entretanto, desde mi posición de guardia, vuelvo a centrar mi vista en nuestro objetivo.
Pues este Golem es sorprendentemente ágil. Asi que nos vendrá bien ralentizarlo.
Cuando se dispone a avanzar, descargo un tajo vertical de nuevo sobre su pierna izquierda. Pues mi intención es destrozarle la rodilla y lograr que pierda el equilibrio o bien, algo de velocidad

... suena bien... aunque lo veo algo difícil. Llegar a la gema y destruirla.
Con lo alto que es este bicharraco y lo afilado de sus huesos... pero me la voy a jugar.
La idea de nuestra arquera era bien plausible. Podía residir en esa gema el poder que el nigromante insuflaba a ese maligno montón de huesos.
Sin pensarlo más de un salto me apoyo en una de las rodillas medio flexionadas del gólem y tomo impulso blandiendo el martillo en dirección a la gema incrustada en su pecho.
Ahí va mi golpe, y luego caigo de pie al alcance de su furia. Intento protegerme sin esperar ver el resultado de mi ataque, pues la brutalidad de su respuesta puede ser fulminante. Que Ylas me guarde para futuras batallas.

Atacar al golem era una buena idea, y parece que la gema era el punto debil...pero Mel tenia otra idea, ir a por el problema primario...el nigromante asi que se intento mover para encontrar un buen angulo de tiro y lanzo su magia contra el.

Acertar en la joya era una tarea muy difícil con los movimientos de la criatura. Zorro seguía lanzando flechas una tras otra pero parecía imposible darle en medio del combate. Por suerte para ellos los continuos ataques del enano y el humano hicieron que la criatura cayese. Entre los dos rompieron primero los huesos de sus piernas, momento en el cual Ramel aprovechó para darle el golpe de gracia haciendo que ésta se hiciera pedazos inmediatamente.

-¡Noo! ¡Estúpidos!-gritó el necromante- ¿Creeis que me habéis derrotado? Ahora suf...-De pronto tuvo que interrumpir lo que decía para apartarse de la trayectoria del peligroso hechizo que le había lanzado Mélura. Sus ojos brillaban llenos de ira.

El grupo había conseguido interrumpir el ritual pero no debía confiarse pues aquel era un terrible enemigo, el peor de todos.