Partida Rol por web

—Puede sacar a un par con cualquier excusa, y que le acompañen hasta aquí; una vez neutralizados podemos entrar a por los demás, y serán dos menos — susurró — Nuestra ventaja es la sorpresa: tenemos que aprovecharla.

La otra opción era tirar una granada dentro, pero si el prisionero estaba allí le harían puré junto al resto: tenían que ser sutiles.

A todo esto: Arthur tenía la tarjeta que le quitó al anterior soldado. La sacó, y se quedó mirando la puerta: ¿funcionaría?

Asintió quedamente. -No es mala idea. Además puede quedarse en la puerta con nosotros apuntándole y llamarlos -comentó, señalando a Johann. Si no quería un tiro por la espalda no tendría otra opción que ejecutar sus órdenes, y por ahora habían demostrado que su intención no era matar. Ninguno de los soldados había perdido la vida, lo cual era significativo y el propio alemán se habría dado cuenta, pero no se andarían con medias tintas si las cosas se ponían feas.

La frente de Johann se perla de gotas de sudor mientras os escucha hablar, nervioso.

Aquella opción era menos macabra que la que había bailado por la mente de Luna, pero no era peor. La joven se daba cuenta de que tenía que ser amable con su prisionero, pero por mucho que lo intentaba, sus palabras siempre salían bruscas y duras.

—Los tuyos no dudarán en dispararte si te usamos como escudo humano. Lo sabes muy bien. Tenlo en mente cuando entres —Luna no hizo hincapié en que aquellos nazis en su lugar habrían asaltado disparando a todo lo que se movía, pero si en aquel detalle. Había posibilidades de que finalmente entrasen a sangre y fuego, pero nunca de que disparasen a uno de sus propios compañeros para conseguir su objetivo. Despacio, la chica dijo— Rápido, que alguien le de un papel o un móvil o algo. Dibújanos la sala, por encima, como está distribuida y después que entre. Si las cosas salen mal, tenderemos que saber como es la sala.

Mientras esperaba a que alguien le diese su movil y el alemán obedeciese, Luna lanzó una pregunta que llevaba tiempo pensando. Y es que que el hijo de uno de los nazis más poderosos del III Reich se montase aquel castillito sin que nadie se preguntase donde estaba, le parecía raro. 

—¿El hijo de Goering ese estará ahí dentro?

Johann os describe una sala rectangular, en cuyo centro hay una celda especial con gruesas paredes, haciendo que la estancia quede con forma de "U". En dicha sala, afirma, se encuentra vuestro amigo. La sala es especial, asegura: doble puerta reforzada con acceso mediante tarjeta electrónica y huella dactilar en la primera y exploración de retina en la segunda. Únicamente tienen acceso los generales y el miembro de la Gestapo.

Respecto al hijo de Göering, se muestra extrañado. No sabe nada de ningún hijo. Sí afirma que Göering está en ocasiones en el castillo, pero no su hijo.

Pancho observaba cómo evolucionaba la situación mientras volvía a sacar sus dos recortadas de debajo del chaquetón esperando órdenes de Janet y echando vistazos cortos al dibujo de la Sala de Control. Escuchó lo que contaba el soldado de la Sala de Control, que era ese cuadrado y el tipo de Seguridad que tenía, Pancho resolvió rápido el puzzle de aquellas dos puertas, pero necesitaba información, así que se acercó al soldado y señaló hacia la Sala de Control con el dedo. 

-Generales dentro? Alguno? 

Trató de hacerlo rápido y directo para que no se perdiera información importante en la pregunta. Si había un general en esa Sala el tema de la huella dactilar y el scaner de retina iba a ser pan comido. 

Johann asegura que como generales, está Göering, pero no le es posible saber con certeza si está en el castillo en este momento, pues entra y sale para ocuparse de otros asuntos.

Luna empezaba a estar confusa. No era muy buena en historia, geografía o cualquier estudio reglado, pero había cosas que eran de conocimiento general. 

—Espera, espera... con Göring te refieres a Göring. Al tipo ese de Hitler. Pero ¿no le mataron?—Luna hizo cálculos intentando calcular cuantos años tendría, se rindió y sacudió la cabeza— Y aunque escapase, ¡tiene que ser una jodida momia!

La muchacha miró nerviosa a todos lados. Aquello se ponía raro, pero tenían que entrar. 

—Venga, hagámoslo— Luna le dio un suave golpe al alemán en la espalda— Saca a un par de tus compañeros de ahí. Si está el general, sácalo a él... y recuerda que si la lías o que si matan a nuestro amigos habrá muchos trozos de Johann por la pared, ¿eh?

Dubitativo y balcuceante, Johann se acerca a la puerta empujado por Luna, la cruza y comienza una conversación en alemán con entre varias personas. Hasta vuestros oídos apenas llega el rumor continuado de la conversación, pero imposible de entender. Poco a poco, notáis cómo las voces se van acercando a la puerta, y ésta comienza a abrirse...

Arthur se situó a un lado de la puerta y preparó la TEC-9, agarrándola por el cuerpo del arma, con la intención de utilizar la empuñadura para golpear al primer alemán que saliera y no fuera Johann.

—Cocotazo y a dormir — pensó, mientras lanzaba una rápida mirada a los demás — Rápido y sencillo.

Las cosas nunca eran sencillas, claro... pero hasta el momento les había ido bien.

Confiando en que Pancho les cubriría las espaldas si algo salía mal, Luna se puso frente a Arthur preparada para atacar. Desde su posición hizo un gesto al resto para que se apartasen y no estuviesen a la vista de los enemigos. Aquella estrategia les había salido bien antes y no tenía porque fallar. Al haber dado su arma a Jason no disponía de la posibilidad de darle un golpe con ella pero disparar no era lo único que la cazadora sabía hacer con el arco, de modo que se preparo para acabar con el nazi que pasase más cerca.

La puerta era estrecha y no todos podían estar ahí. Jason decidió vigilar las otras vías de entrada. No quería que les sorprendieran por la retaguardia.

Como encargada del accionador se mantuvo en segundo plano cerca de Jason. Eso de ir durmiendo nazis según salía le gustaba, era una idea simple y sencilla y tanto Arthur como Luna parecían más que dispuestos a ello. Además, qué demonios, hasta el momento había funcionado, sólo necesitaban extender esa suerte un par de veces más y podrían descubrir qué era verdaderamente lo que se estaba cociendo allí.

Pancho se situó tras Luna, no era tan sutil como ellos así que mejor esperar para entrar con todo si algo salía mal. Las voces estaban cada vez más cerca y había llegado el momento de actuar. Allí se jugaban la misión, si todo salía como habían planeado el resto sería pan comido, pero como saliera mal estaban realmente te jodidos. 

Apretó sus puños y esperó a ver que sucedía en los próximos segundos, preparado para ayudar si hacía falta. 

Por la puerta aparece un tipo grande y calvo, con un espeso bigote rubio, seguido de otro con el pelo cortado a cepillo y de no más de treinta años. Cuando os ven, ponen cara de asombro y el grandote escupe aquello que estaba masticando, mientras que ambos buscan en su espalda sus armas. Ya no hay vuelta atrás.

Los ojos de Luna brillaron con el fuego del combate

Comienza el baile, y Luna es la primera en saltar a la pista. Usando el arco como bate de béisbol, atiza con él a uno de los dos neonazis, que lo pilla tan de sorpresa que no sabe por dónde le ha venido el golpe.

Al ver el ataque de Luna, Arthur descargó un golpe a la mandíbula del otro nazi con todas sus fuerzas.