Partida Rol por web

La joven permanece impasible en una mesa cercana a la puerta, desde donde puede controlar la entrada de gente al local. Tiene una taza de té ante ella, pero no parece hacerle ningún caso. Luce ropa negra, casi parece un traje de uniforme, si no fuera por el sueter rosa que lleva debajo.

No parece dejar de observarlo todo, pero no se para a mirar mucho tiempo la misma cosa ni a la misma persona.

Llegar levemente tarde es una de mis virtudes más encantadoras; no porque me apetezca, sino porque siempre ocurre algo que me retrasa. Tal vez una llamada, un encontronazo por la calle que acaba en charla...ese tipo de cosas que ocurren cuando la gente disfruta de tu compañía.

Al entrar parecía haber más gente de la que esperaba de madrugada en un simple 24h, pero es remarcable la variedad para la proporción de personas. La que más llama mi atención es Marielle Watson, porque la reconozco (como para no hacerlo), y ya sólo por eso la saludo con una sonrisa antes de acercarme a la barra. ¿Qué haría ella aquí también? ¿la habrían citado?

Antes incluso de hacer ningún comentario entra más gente: esta vez al ver sólo a José Luís ya me escamo, o igual sólo es que he bebido un poco más de la cuenta.

-¡Buenas madrugadas!-les saludo a ambos en tono dulce, llamando su atención con el brazo levantado y ladeando la cabeza. Por lo menos no me siento una total extraña.

Erick llevaba ya casi una hora esperando. Le gustaba llegar antes para poder tener las cosas un poco más controlado. A medida que se acercaba la hora de la cita empezó a llegar una variedad curiosa de personas.

La oriental destacaba en el local más que él, sobretodo la forma de sentarse vigilandolo todo. Al igual que la afroamericana, demasiado bien vestida para un tugurio como aquel. A la americana no le habría hecho caso si no la hubiese saludado la otra. Quizás estaba en un error y era una simple coincidencia. Pero claro, no existian las coincidencias.

Al poco entraron dos tipos más. El mexicano podría ser del lugar, pero estaba claro que el arabe estaba de más en un lugar como aquel. Además su sonrisa era... incomoda.

Cuando la afroamericana saluda también al mexicano ya si que no acaba de entender nada.

No estaba seguro de qué esperar con ese misterioso benefactor. Pero aquí hay demasiada gente que no cuadra.

Instintivamente se llevó el bastón a la mano y lo dejó ahí mientras bebia lo que los americanos llamaban café.

-Sea una trampa o una reunion, una cosa esta clara, jefe.-Dije risueño, esbozando aquella sonrisa afilada mientras me frotaba las manos.-Ahora tengo mas claro que nunca, que esta noche va ser dificil de olvidarla.

En cuando Bern nos saluda, la respondo de inmediato levantando un brazo en señal de saludo. Siempre era bueno ver una cara conocida en un sitio extraño, y aun mas, cuando se trataba de una cara bonita y agradable.

-!Bern, preciosa¡¿Que haces por aqui?- Exclame euforico y en voz alta, mientras me acercabe y le daba dos besos en la mejilla, una costumbre que adquiri en españa.-¿Cuanto hace que no nos vemos?¿Desde aquella fiesta con aquellos chalados colocados y mascaras raras?

Como de costumbre yo me quedo en un solo beso al saludar a Ab cuando él se extiende a los dos. Ya me he acostumbrado, y de todas formas todo el mundo me saluda de formas distintas.

-Pues ya ves si hace tiempo, porque de eso debe hacer un puñado de fiestas, ¿no?-le respondo, riendo, quizá demasiado por culpa del alcohol. Si, yo el tiempo tengo que contabilizarlo por fiestas.-Por casualidad no estaréis por aquí por una carta que os haya llegado hoy...-les pregunto ahora a ambos, adecentándome el vestido un poco.-Porque sabéis que no creo en la casualidad.

Los comentarios de la chica no dejaron lugar a dudas. Tanto ella como los dos hombres se conocian. Y si ella había recibido una carta que la enviaba a este lugar. Lo más probable es que alguien más también. Lo cual sería el caso de la oriental y la otra joven con gafas. Si la respuesta de los dos hombres era afirmativa, estaba claro que alguien les había reunido porque no eran personas normales.

Erick decidió no arriesgarse. Este era un buen momento. Se concentró en su "cafe" e invocó los dones que le otorgó su padre.

Te ves a ti mismo, vestido al estilo de un guerrero nórdico, junto con otros cinco extraños: una mujer oriental equipada con una armadura samurai, otra mujer afroamericana con un sombrero de copa, un traje de enterrador y unas gafas de sol a las que les falta un cristal, un hombre semidesnudo armado con venablos y cubierto por una capa de coloridas plumas y capucha con forma de cabeza de águila, otro hombre vestido como un guerrero egipcio y con cabeza de cocodrilo, y otra mujer que lleva un mandil de cuero como el de los herreros. Estáis viendo una representación en la que sale gente bailando con espadas y que parece representar el viaje de un héroe, y culmina en una imagen del personaje principal descendiendo por una cueva a las profundidades de la tierra. La escena desaparece en un remolino de plumas negras, y la visión termina.

-Orale ,si es mi angelito negro,que tal Bernardita-Digo mientras saco el cigarro y beso la mano de Bernardettecon cuidado y caballerosidad.

Si hace mucho de aquella fiestesita,montamos una buena bronca aquel dia ,aun la recuerdo.

Doy vueltas al cigarro en la mano y como sin darme cuenta lo vuelvo a la boca, mientras megiro hasta mi compañero ,con una mirada de confirmacion ,por el tema de la carta.

-Pues si mi dama ,venimos por eso tambien la recibimos.....

Por el asunto que allí le acontecía, decidió que era mucho mejor ir con ropa cómoda que formal. Así que fue con una camiseta negra, unos pantalones vaqueros con su correspondiente chaqueta. Tenía sobre las piernas un chaquetón marrón.  El pelo simplemente lo tenía recogido en una coleta y si algo brillaba en su apariencia era la falta de maquillaje e incluso adornos. No llevaba anillos ni pendientes aunque habían señales de que no siempre era así. Tan solo un colgante, un hilo negro con una pequeña cruz egipcia de plata con algunos jeroglíficos escritos en ella, y sus gafas era todo lo que adornaban su belleza.

Marielle devolvió la sonrisa a Bernardette y se fijó en los dos hombres que acababan de entrar. Y que parecían ser conocidos.

-"Buenas noches"-dijo hacia el grupo que se acababa de formar.- "Disculpadme pero os he escuchado sin querer. ¿Una carta con el bastón de Hermes? Yo también la he recibido. Pero ayer, no hoy. Soy Marielle."-ofreciendo la mano a modo de saludo. Se había acostumbrado tanto a este saludo más formal que le salía de manera intuitiva.

-¿Tu tambien?- Pregunte algo consternado, cuando aquella mujer americana se acerco a nosotros.-Vaya, esto si que es casualidad ¿A que si Jose? Cuatro "hijos" reunidos por un desconocido. Alguien ha estudiado muy bien sus deberes.- Argumente alegre, mientras examinaba de reojo a Marrielle. Parece agradable, si acaso algo aburrida, me costaba imaginarmela portando armas y luchando contra titanes ¿Quizas por eso, no la habia visto ahora?- Mi nombre es Abdallah, y mi compañero es Jose Luis. Encantado de conocerla, señorita.- Salude sonriente, mientras le cogia de la mano y le saludaba de la misma forma que habia hecho con Bernardette.

Despues de la visión Erick levanta la cabeza de la taza con brusquedad, mira fijamente a los cuatro que se han reunido y acaba posando su mirada escrutadora en la joven oriental.

Sí, está bien claro lo que son. Interesante, muy interesante. Nunca antes me había topado con gente como yo. Y la variedad de panteones aquí reunida es cuando menos curiosa.

Erick se apoya en su bastón de madera para levantarse y se acerca a los cuatro justo cuando escucha lo del bastón de Hermes.

¿El bastón de Hermes?. Es raro, mi carta no tenía ningún simbolo así. Lo habría reconocido, creo.

En fin. Señoritas, caballeros. Mi nombre es Erick y me parece que alguien se ha tomado muchas molestias de reunirnos a los seis aquí. Parece ser que tenemos un viaje juntos. Un viaje peligroso además.

Con la última frase mira a la oriental que está en un rincón sola vigilando el lugar.

Señorita, si hace el favor de unirse a nosotros tal vez sepamos que hacen aquí seis individuos tan... especiales.

La joven oriental miró al hombre rubio que le habló tan directamente, igual de inexpresiva que antes, se levantó de su asiento y se acecó tranquilamente.

Entonces pudisteis observar como colgaba en su lado izquierdo una hermosa katana, cuyo mango estaba tallado y parecía bastante hermoso, le colgaban dos cintas blancas, finas y sedosas.

La joven se movió con gracia y agilidad, casi como si sus pies no tocaran el suelo, cuando llegó cerca del grupo hizo una reverencia bajando su parte superior del cuerpo y habló por primera vez.

- Oyasuminasai*, soy Konomichi Dai. Encantada. Yo también he recibido esa carta que me citaba aquí esta noche. Pero no esperaba encontrar a más gente con la misma cita. Sin embargo, la mía no llevaba ningún distintivo. dijo sonriente cuando terminó su reverencia. Y quedó parada ante los demás con una cara algo más amigable, pero bastante seria, con las manos juntas delante de ella y algo alejada, a unos dos pasos del grupo. Parecía que no se confiaba en acercarse mucho más.

No era raro que aquel extranjero no se hubiese dado cuenta del símbolo. Ni estaba escrito en fosforito, ni mucho menos estaba bien escrito, al menos, en la carta que ella recibió, aunque estaba claro que algo había. Tenía dudas si fuera el mismo símbolo que el de ella o no. A fin de cuentas, ¿por qué iban a recibir un mensaje enviado por Hermes, o uno de sus hijos, si pertenecían a otros panteones? Pero quién sabe, y la curiosidad es algo difícil de callar.

Escuchó pacientemente a la japonesa, iba a preguntarle Erick por su carta cuando ella se presentó y lo último que quería era parecer maleducada.

-"Hajimemashite. Marielle desu. Dôzo yoroshiku"-e inclinó la cabeza a modo de saludo. Apenas sabía japonés, pero los negocios le habían obligado a aprender algunas pequeñas formas de ese idioma, entre ellas, como presentarse cuando conoces por primera vez un japonés. Cuando levantó la cabeza le esbozó una cordial sonrisa.

-"Encantada de conoceros a todos, soy Marielle. ¿Estáis seguros que no tenía distintivo? ¿Podría ver alguna de vuestras cartas? A la mía casi se le había borrado, pero fui capaz de restaurarla."- Algunas veces tenía que subirse las gafas ya que poco a poco se le caían, nada que no hiciera cualquiera que llevara unas, aunque nunca se caerían del todo, siempre había un tope en el que ya no podían ceder más.

Mientras habláis de las presentaciones, entra en el local otro hombre. Va desaliñado, tiene una abundante barba y las venillas de la nariz indican que bebe con asiduidad. Su ropa, informal, arrugada y algo sucia, contrasta con el elegante maletín negro que lleva. Se acerca a vosotros y se os queda mirando. 

- Así que ya estáis todos. Disculpad el retraso, pero no encontraba sitio para aparcar. Mi nombre es Leo; vuestros benefactores me han enviado para que os de instrucciones. Bueno, ¿nos sentamos?

El hombre se sienta en una mesa y llama a la camarera

- Unos huevos fritos poco hechos con bacon, y una cerveza por favor. ¿Vosotros queréis algo?

Aquel hombre y su maletín encajaban menos que Marielle en un ring de boxeo. Lo observó hasta que se sentó, cosa que ella también hizo.

"No, gracias, a estas horas no soy capaz de comer nada y ya estoy servida" mientras movia el refresco que tenía en la mano para que captara la atención de todos los presentes.

Dai agradeció las palabras en su idioma natal y le hizo una reverencia mostrando de nuevo una tímida sonrisa.

Antes de poder contestar a sus preguntas, entró en el local un hombre de aspecto desaliñado, nada fiable, lo cual llevó a Dai a mover su mano a la empuñadura de su katana y mover sus pies a postura defensiva. Algo que apenas se notó, pues sus movimientos era siempre muy ligeros y inapreciables.

Cuando aquel hombre inició su explicación, Dai se acercó a la mesa y esperó que todos tomaran asiento para hacerlo ella por último lugar. No contestó acerca de tomar nada, no era momento de llenar el estómago.

Después le pareció que podría verse como un ofensa, así que simplemente dijo: No deseo tomar nada, arigato*.

Todo esto comenzaba a ponerse extraño para mí, así que discretamente pedí una cerveza después de presentarme con la japonesa, Dai, aprovechando que estaba en la barra; fresca para quitarme la sed que me habían dejado las otras copas que tomé antes de llegar. Iba a sacar mi carta, aprovechando la petición de Marielle, para comprobar específicamente lo del simbolito del bastón de...¿Hermes? No sé si lo hubiera reconocido de haberlo visto por la mañana; no es mi campo.

Justo a tiempo llegó un hombre, y por lo menos parecía que iban a quedar las cosas más claras que nosotros haciendo pesquisas. Mejor, seguramente íbamos a perder el tiempo. En los asuntos del Destino sólo puedes sentarte a escuchar lo que te toca cuando llega. Porque una reunión de, al parecer, seis hijos, es para hablar de destino casi con certeza.

Me siento yo también en la mesa con la cerveza que había pedido en una mano. Nadie parece querer nada, pero a mí no me da vergüenza en absoluto.

-Yo también querré unos huevos con bacon; tengo hambre.-sonrío, mordiéndome suavemente un dedo.

Erick estaba intrigado con lo de la carta y estaba sacando la suya para enseñarsela a Marielle cuando la visita que esperaban, más o menos, llegó.

Desde luego era un tipo peculiar. Pero uno no podía fiarse de las apariencias. No despues de lo que había visto y hecho. Despues de mirar hacia fuera un momento para asegurarse de que no entraba nadie más se acercó con el resto a Leo. No pensaba pedir nada, ya había cenado mientras esperaba. Y desde luego no pensaba pedir otro brebaje asqueroso y aguado que hacian pasar por café.

Yo no quiero nada gracias. Ya he cenado.

Acercó una silla a la mesa y se sentó, dejando apoyado el bastón entre la mesa y él.

-Yo tomare salmon ahumado acompañado de unos huevos fritos. Agua como bebida, no tengo estomago para el alcohol.

Dije precavido, podria pedir mas, pero que yo recuerde, el tipejo no habia dicho de invitarnos, asi que me abstengo de abusar. La verdad, una vez sentado y puesto ante la mesa, no puedo sino mirar con sospecha al tal Leo, tamborileando los dedos cada vez que me sale una pregunta en la cocorota ¿Quien es este tio?¿Porque tiene pinta de ser un borracho, de la clase que sale disparado del bar, impulsado por los seguratas, para luego acabar vomitando en un callejon?¿Y lo mas importante, que clase de persona, puede tener el suficiente prestigio, para hablar en nombre de varios panteones? Sospechoso, supongo que le atosigare a preguntas, una vez el camarero este lo suficientemente lejos para  no poder oir "Semos semi-dioses, y venimos a matar titanes" y demas temas que parecen haber salido de un juego de rol para frikis adolescentes.

Asi que aquel tipo era el que lo habia organizado todo entre los panteones diversos y presentes,no parecia gran cosa poco mas que un indigente pero bueno no convenia bajar la guardia.

-No yo no pedire nada.Y para que carajos se supone que nos juntaron aqui ,de que deberiamos hablar esta noche??

A veces tenia poca paciencia...