Partida Rol por web

En el pequeño pueblo de Melttown se celebra una Gran fiesta, Hace unas semanas tuvieron un accidente, un terremoto arraso varias casas, dejando al pueblo con muchos problemas económicos, aunque eso fue solucionado fácilmente, cinco grandes hombres que vivían cerca al pueblo hicieron una gran donación, la cual ayudo a salir al pueblo de la crisis en la que se encontraban.  La fiesta que están celebrando es en honor a estos hombres, sin los cuales el pueblo seguiría arruinado y posiblemente sin todas las reparaciones que hubiese necesitado.

Todo el mundo se había juntado en la plaza del pueblo, ya que no tenían un lugar lo bastante grande para poder hacer una fiesta.  Todo el mundo estaba allí, y los invitados debían estar a punto de llegar a la fiesta, algo que esperaba todo el mundo, aunque casi ninguno conociese el aspecto de estas personas, ya que pocas veces han bajado al pueblo.

Negocios. 

Los negocios lo son todo en el mundo en el que vivimos. Deja de atenderlos un día, y al siguiente te arrepentirás de ello. Melttown era un lugar agradable donde alejarse de ellos hasta que volvieran a reclamarte. Uno que no iba a dejar que se hundiese, ¿pues cuán costoso es encontrar en este oscuro mundo un lugar en el que sentirse cómoda? Por ese motivo, mi generosa donación al pueblo escocés donde tenía mi morada no tardó en sucederse. ¿Agradecimientos? No buscaba ninguno. Pero recibí aquella misiva invitándome a una fiesta que habría rechazado de no ser porque podría desaparecer de ella sin que nadie fuera a ofenderse por mi ausencia. Después de todo... ¿no se había extendido entre esas gentes mi fama de esquiva? 

Pasamos por la mansión, situada en las afueras, antes de ninguna otra cosa. Derek, mi fiel sirviente desde hace más de veinte años, dispuso todo para permanecer en el pueblo otra larga temporada. Ayleen iba a mi lado, como de costumbre, y fue ella la que juzgó el vestido que esa noche llevaría. Negro y elegante, pero tampoco en exceso. Luciéndolo con mi velo de apariencia, mi imagen haría las delicias de los ojos de cualquier hombre, sin ser tampoco provocativo, pues no apreciaba la vulgaridad bajo ninguna de sus formas. 

Llamé a Ícaro, quien voló hasta mi hombro desde la repisa de la ventana, dejando su plumaje de obsidiana brillar con la luz de la luna. 

-Ve a la plaza y observa desde lo alto, Ícaro. Atento a los invitados...-mi rostro giró hacia Ayleen, quien observaba la escena con expresión distraída.- Ve tu también, amiga mía. Y aguza tus sentidos cuando lleguen los otros. No queremos perdernos nada que tengan que decir... tal vez sean demasiado tímidos para decírnoslo en voz alta...

Y tras esto, unos minutos más tarde de la hora exacta, me presenté discretamente en la plaza del pueblo, acompañada de Derek, a mi diestra. No me esforcé en llamar la atención de nadie, ni hice ademán alguno de entablar conversación, aunque tampoco rechazaría la que se me ofreciera.  

Clave siguió caminando por la plaza tranquilamente, la verdad es que era una mujer poco conocida, siempre evitaba que los demás la vieran, parecía que no le gustaba nada estar cerca de otras personas, en el pueblo era la benefactora menos conocida, aparte del alcalde poca gente más le conocía en el pueblo.

Aunque era poco conocida en el pueblo no pasaba desapercibida, ya que no era un pueblo demasiado grande, asique todos se conocían. El primero en acercarse fue el Alcalde, con una gran sonrisa.  Era un hombre con el pelo cano, aunque no era excesivamente viejo, se le veía que era fuerte, y su mirada demostraba ser un hombre bastante inteligente.

- Bienvenida Vika, es un placer que hayas venido a vernos, tu presencia honra nuestro pueblo, es un placer que hayas venido a visitarnos, por fin todo el pueblo podrá conocerte, junto con los otros benefactores.

Esa noche, era una gran noche, era su noche, todo el pueblo la esperaba, y todo esto lo hacían por ella, aunque había oído que no había sido la única con invitación de honor. Le gustaban las fiestas de noche, eran sus preferidas y solían ser elegantes, aunque no sabia si lo serian en un pueblo como ese, aún así ella no seria menos y no bajaría su nivel.

Se fue hacia un armario enorme de cuatro puertas correderas que tenia en su habitación, suspiro mirando sus vestidos y finalmente escogió uno de los muchos de fiesta que tenia, por supuesto negro, era su color favorito y para su gusto era el color mas elegante que había. Se recogió al larga melena rizada en un sofisticado moño con dos mechones que le caían por el rostro, escogió unos tacones negros de aguja y el vestido, no quiso ponerse collares ni pendientes, pues no sabía como respondería el pueblo a tanta elegancia y derroche.

Salio de su mansión, acompañada por su ghoul, que por supuesto, hoy iba de traje, espero es la puerta a que le trajeran el coche, se monto y mientras iban pensó en como sería el pueblo, había bajado alguna vez, pero por negocios y se había relacionado poco.

Una vez hubieron llegado, se bajo del coche cuando su ghoul le abría la puerta y se cogió de su brazo, andando elegantemente y pausadamente donde se veía más alboroto. Habría preferido que fuese en una mansión como la suya, pero no podía pedir mucho más a las gentes de ese pueblo. Dibujo su mejor sonrisa y siguió adelante.

Lucreccia avanzó por donde se encontraban todas las personas del pueblo, pocas personas la habían visto, pero aun así llamaba la atención, no solo por su belleza y su elegancia, sino porque ese pueblo era muy pequeño, y todos se conocían, aunque todos sabían quién debía ser ninguno se atrevía a hablar con ella, muchos hombres le dedicaban sonrisas, y muchas mujeres también, aunque era bastante obvio que entre los hombres era donde mas había llamado la atención. Mientras paseaba al lado de su acompañante pudo ver que el alcalde estaba hablando con una mujer bastante atractiva, aunque no se podía comparar contigo.

Parecía que el alcalde no se había percatado de tu presencia, era probable que esa mujer fuese otra benefactora.

La voz remotamente conocida del alcalde llegó a mis oídos alta y clara. Ante mi, aquél hombre de profunda mirada y tenaz aspecto reclamó mi atención... ¿por qué negársela? 

-El placer también es mío, alcalde... aunque no puedo evitar apreciar cierta ironía en esas palabras. Os dirigís a mi como a una antigua conocida, y sin embargo insinuáis que soy una desconocida. ¿Acaso no llevo conviviendo entre estas gentes varios años?

Una sonrisa se dibujó en mis labios, formando un gesto de picardía, seguido de una tenue y enigmática risa.

-Aah, pero comprendo esas palabras. Nunca he sido una mujer a la que le guste reclamar atenciones, y conozco las historias en torno a mi nombre... ¿Cuáles son los nombres de esos otros benefactores, si puedo preguntarle?

Aparqué mi Ford Mondeo verde oscuro en las afueras del pueblo y me dirigí a pie atravesando varias calles antes de llegar a la plaza principal, donde se suponía que sería la "gran fiesta".

Llevaba puestos unos vaqueros, una camiseta amarilla y una chaqueta marrón de piel sintética y por lo que vi podría pasar perfectamente por cualquier otro de los lugareños.

Di un par de vueltas sin llamar mucho la atención, viendo puestos de comida y golosinas sin mucho interés.

La verdad que no sé por qué tanta insistencia con que viniera, ellos ya tienen el dinero y yo ya estoy recibiendo el incremento en las compras, así que no sé que más tengo que ver con esta gente...

Seguí dando vueltas, con las manos en los bolsillos y escuchando la música que resonaba por todo el lugar. Total, tampoco había mucho más que hacer.

No estaba muy acostumbrado a reunirse con gente despues de todo pasaba mucho tiempo en su biblioteca,una existencia de estudio es lo que requeria. Esta era una de las pocas veces que bajaba,habia sido invitado asi que decidio dejar sus estudios por una noche. Llamo a su chofer para que le acercase en su audi al pueblo.Cogio ropas de invierno y una gran tunica para el frio con todo esto portaba su baston el cual no dejaba en ningun lado ya que era su simbolo y orgullos.Asi monto en el coche y mando poner rumbo a la plaza del pueblo donde abria la fiesta.

La verdad es que no se sentía nada incomoda siendo admirada, era lo que se merecía y sabia que normalmente producía eso en la gente, admiración.

Con paso lento, fue hacía el que parecía ser el alcalde y su acompañante, sin soltarse en ningún momento del brazo de Dimitri, su ghoul, que para la ocasión se había vestido con un traje negro de alguna marca italiana por la perfecta confección y hecho a medida para él.

-Buenas noches- se dirigió a la pareja y sonrió.

Antes de que el alcalde pudiese contestarte apareció una mujer con una belleza increíble, la cual iba sujeta de un hombre con también un gran atractivo. No parecían pertenecer al pueblo, ya que se ve que sus trajes son demasiado buenos, parece que los han hecho a medida, unos trajes de gran nivel.

La pareja se os acerca y la mujer dice:

- Buenas noches.

Cuando Lucrecia saludo El alcalde fue el primero en sonreír a la pareja. Parecía contento de verlos.

- Otro de nuestros benefactores, es un placer verla señorita Lucrecia, te presento a Vika, la cual estaba preguntando justo ahora mismo por los benefactores, conociéndoos en persona es más fácil que diciendo nombres sin más. – El hombre levanto la mano ofreciéndosela primero a la mujer y luego al hombre. – No sé donde están mis modales, debería ser mas cortes.

Mientras dabas un paseo y observabas a todo el mundo pudiste reconocer entre todo el mundo al Alcalde, el cual parecía hablar con un par de bellas mujeres y un hombre bastante fuerte, el cual iba con la mujer más bella de las dos. Era obvio que esas personas no eran del pueblo, todos iban vestidos con trajes más elegantes que cualquiera de los presentes. Los de la pareja parecían a medida.

El alcalde seguía igual que siempre, su pelo era canoso, y su constitución fuerte, Sus ojos demostraban que era un hombre muy inteligente, ahora sonreía a sus interlocutores, parecía contento de hablar con ellos.

El chofer le llevo rápidamente hasta el pueblo, aunque no pudo dejarle en el centro de la ciudad, ya que al haber una fiesta no podían meter el coche tan dentro del pueblo como les gustaría al vampiro, definitivamente le iba a tocar andar aunque no fuera su primera intención.

Sonrió al alcalde, cierto que debía haber besado su mano, pero no le pedía demasiado al alcalde de un pueblo -Es muy amable invitándonos a una fiesta en su precioso pueblo, es todo un detalle sobre todo haciendo nosotros tan poco, es lo menos que podíamos hacer ya que vivimos aquí gozando de  paz y  tranquilidad- miro a la mujer que estaba con él.

Comienzo a andar por las calles de la ciudad humana ,a paso lento apoyado en mi baston .Despues de todo tendria que hacer el resto de viaje solo ,auqnue estaba poco acostumbrado a moevrse mucho ,tantos años de estudio.Pero bueno esta vez haria una excepcion,veriamos que tendrian que ofrecer esos humanos.

La curiosidad me asaltó de pronto al ver a ese grupo de personas hablando con el alcalde.

Vaya, que grupito más variopinto. ¿Serán otros donantes?

Cogí un palo de algodón de azúcar del puesto que tenía al lado, pasándole un billete de cinco libras doblado en cuatro al tendero.

Procurando taparme lo más posible de la cara con la golosina me apoyé en una esquina y empecé a observarlos, buscando también algún punto más cercano desde el cual pudiera oir la conversación.

Sonreí a la otra benefactora, parecía una mujer a la cual le encantaba ir de fiesta. Cuando el alcalde las presento ofreció la mano. – Es un placer conocerla señorita Lucrecia. Espero que pronto conozcamos a los demás benefactores.

Llegaste a la plaza del pueblo, allí pudiste ver que todo el pueblo se encontraba en la plaza. Mientras avanzabas por la plaza pudiste ver que no había un grupo con el alcalde, al único que conocidas del pueblo,  ya que cuando habías bajado al pueblo era con el único con el que habías tenido relación. El alcalde se encontraba hablando con otras tres personas, las cuales no tenían ni idea de quienes eran, pero no parecían gente del pueblo. Cuando te acercaste un poco mas pudiste ver que había un hombre con ropas llamativas tapándose con un palo de algodón la cara, ese tipo parecía vigilar al alcalde y compañía, aunque con poco disimulo.

Te pusiste en una esquina, aunque no era un lugar demasiado escondido, cualquiera podría verte sin demasiado esfuerzo, mientras buscabas un lugar donde acercarte más sin que te vieran te distes cuenta que era bastante imposible, no podrías encontrar un lugar mejor para ocultarte que en el lugar que estabas, aunque tampoco podrías encontrar ninguno peor.

Saludo a la dama que le saludo -El placer es todo mio, señorita Vika- sonrió ampliamente -Sin duda los otros benefactores no se caracterizar por su puntualidad- dejo el comentario mordaz como siempre, movió la cabeza suavemente que hizo que sus dos mechones rizados se moviesen graciosamente -¿donde están mis modales? este es Dimitri- Dijo aún cogida el brazo de este.