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TURNO 1A La reunión

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09/05/2019, 23:09
Nardhol

 

Sabías que aquello no era un ataque, ya que si así hubiera sido, todo Rivendel sería armado y puesto a defender aquel refugio. No estaba siendo el caso, y no tardó alguien de la guardia en llamarte para que, bajo petición de tu padre, asistieras a una Reunión del Consejo.

- Pasa niña pasa. Comentó tu padre tras que los guardias te dieran paso a una agetrada sesión donde parecía, por lo viciado del ambiente, que las discursiones habían sido acaloradas. Máxime, cuando se te habían entregado aquellos trastos en la mesa del Pañolillo de la Guardia. Aquella habitación que usaban como vestuario y armería. Era la primera vez que entrabas allí, y tus pertenencias se habían abultado. Una enorme espada, mucho más pesada que con la que años atrás habías practicado, un broche para una capa verdosa y una túnica, como la que vestías siempre, pero ... más pesada y de un material que se reservaba para las armas y armaduras de los héroes. Eso te dio que pensar y no tardaron en asustarte.

 

El mismo Elron hizo un gesto con la mano, tras acercarte a Nardhol y este siguió hablando. - Hemos encontrado unas referencias que hemos de comprobar, y urge, porque el enemigo está sobre la misma pista que nosotros. Inspiró profundo, con un aire de grandilocuencia y te pidió, mirándote a los ojos. Parecía que te quería pedir un gran sacrificio - Primero tendrás que regresar a casa. Parecía que se le rompía la voz pidiéndote aquello. - Allí, entre las ruinas está el Libro del Saber Primero y Segundo. Aclaró. - Hay que traerlos. Después hay que negociar con Erebor ... Las voces protestaron, muchos se oponía, otros simplemente refunfuñaban ... y los que menos, presentaban un rostro de disgusto que te hacía temer porque estallase una pelea allí mismo, pero tu padre, tras amainar un pocos las voces, por un lado por un gesto del propio Señor del Valle, por otro, por la severa mirada que Nardhol les dedicaba, continuó: ... para obtener materiales que sólo en Khazad-dûm se porducían, y por último hay que averiguar si el enemigo ha conseguido algo de esto. Abrió sus manos para que las apoyases en las suyas, como si te pidiera consentimiento, en lugar de ordenarte que emprendieses un largo viaje en una arriesgada misión. - Será largo, será duro, será peligroso, y sobre todo, no puede caer la información en manos de los poderes que enfrentamos. Te acarició el pelo, y preguntó: - ¿Serás capaz?

Era impensable para ti aquello. No sabías casi nada de lo que te pedía, luego negociar con esos barbudos desagradables, y para rematar la faena, hacer de espía en un lugar en el que en el mejor de los casos, acabarías igual que la esposa del que presidía aquella "ceremonia". Te habías dedicado estos últimos siglos a la meditación a aprender sobre el cuerpo y sus dolencias, y sobre todo a combatirlas. No eras una luchadora y ahora tenías una espada que aún pensabas que era más grande que tú. - ¿Por qué yo? ¿Por qué a mi? Las dudas te asaltaban en todo momento, pero no mostrabas sentimiento alguno. No podías. Estabas demasiado irmpesionada por estar en este salón y por lo que allí se había discutido. Malas palabras se habían pronunciado. Ofensas, maldiciones y cosas peores se habían dicho allí, y si tenían razón los que alarmaban del peligro ... 

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10/05/2019, 12:01
Besnayä

Hoy es la fiesta del solsticio de verano, cerrando una semana de festejos en Imladris. Todo el lugar está ornamentado con guirnaldas tejidas con flores y retales brillantes de tela. Por cada columna hay varias lucernas que serán encendidas usando el fuego bendecido en la ceremonia del atardecer. Todos disfrutamos de una tarde de descanso. La semana anterior ha estado por completo dedicada a los festejos previos, que comienzan con el engalanado de los patios.

Todos los eventos se suceden en la Casa del Oeste. La celebración del solsticio es un evento que marca la llegada del verano y en el que rememoramos a los grandes árboles Láurelin y Telperion, cuando Láurelin, en su apogeo, derramaba su fulgor dorado por toda la bendita Tierra de Amán. Son pocos los que habitan aquí que pueden describir la belleza de las luces de los Árboles de Yavanna, aunque su luz mezclada nos sigue alumbrando gracias al Silmarill de Ëarendil que cada noche se eleva al anochecer y que hoy cobra especial significado.

   Es por eso que las decoraciones abundan en lucernas que recogerán el fuego, dorado como la luz de Láurelin. Y las guirnaldas son rojas y doradas, igual que las cintas que lucimos las doncellas en nuestros cabellos. Por unos días, cambio mi habitual túnica blanca por otra con reflejos dorados a causa de los bordados con hilo de oro. La dama Undómiel me halaga con semejante presente, pero es algo que ella hace con toda la bondad de su corazón para que todas luzcamos hermosas y los vestidos brillen alegres con el reflejo de la luz del fuego en los hilos del bordado.

   Los torneos y justas han sido el gran entretenimiento de estos días. Nuestros soldados han mostrado sus habilidades en la liza, tanto a caballo como a pie. Además de otras distracciones como la sortija, en la que los jinetes mostraron su habilidad para ensartar un pequeño aro con su lanza, o espada. También competiciones de arco en el que algunas damas mostraron su destreza. Y el más divertido de la quintena, en el que el estafermo gira al ser golpeado y el jinete ha de estar bravo para no recibir el golpe. Este año además fue especial para mí, pues el ganador me declaró Reina de la Belleza, haciéndome sonrojar ante todos los presentes, pues mi humildad natural me impide comportarme de otra forma. Además de no ser yo la más bella de Imladris, por causa de la cicatriz que adorna mi sien. Muchos dicen que apenas se nota, pero yo sé que está ahí y jamás habré de olvidar cómo fue ganada, pues nunca se hará justicia al terrible secuestro de Celebrían y su rescate. Gracias a Elrond, el raspón de la flecha que recibí mientras volaba a caballo para avisar del ataque orco a nuestra caravana, no fue peor. Pero ahí quedó. Y yo no deseo borrarla.

¿Habrá sido por eso que los hijos de Elrond, declarados unánimemente vencedores, me han hecho entrega de sus cintas? No podría decirlo, pero mi aversión por los orcos es tan fuerte como la suya. Celebrían y yo teníamos buen trato, igual que nuestras madres. Y con cierta frecuencia recorríamos juntas el camino entre Imladris y Caras Galadhon. Si aquél día no corrí su misma suerte fue porque estaba algo alejada recogiendo hierbas y mis agudos sentidos me avisaron de que algo pasaba. Pero no fui lo suficientemente rápida y aquel orco casi puso fin a mi huída. Luego participé en el rescate y en cuanta caza de orcos me permitieron mis estudios con Elrond. Muy apreciados por los participantes para que los librase de los moratones y otras heridas menores en las contiendas del torneo.

No ha podido faltar comida y bebida en abundancia, siendo necesaria la colaboración de todos para que nada faltara. Trabajando en camaradería, disfrutando del momento de asueto, en el que sirvientes y altos señores se mezclan para celebrar la llegada de la nueva estación. Pero la elevada temperatura ha terminado haciendo que se gestase una pequeña excursión a la poza que se forma cerca de la confluencia del Mitheitel y el Bruinen. Cuando llego, veo que todos están disfrutando del baño y no dudo en hacer lo propio. Alguien ha pensado en traer comida, bebida, mantas… Despojados de las túnicas, el agua fresca constituye un alivio y también un rito de purificación, pues es la misma Arwen la que solicita celebre allí este ritual previo a la Gran Bendición. No me parece mal, pues es el lugar el apropiado.

Entro al agua con los cabellos sueltos que me cubren como una túnica, ataviada únicamente con la diadema y un colgante recuerdo de mi madre y bendecido en el Espejo de Galadriel. Lo tomo entre mis manos y, con los ojos cerrados, entono un cántico en llamada a las bendiciones de Varda, evocando también a Ulmo, consagrandonos a Ilúvatar.

Me sumerjo entonces totalmente en el agua y salgo, abriendo los brazos, invitando al resto a que hagan lo mismo. Terminado el ritual, uno de los gemelos de Elrond, Elladan, se acerca sonriendo y así resulta que no veo a su hermano que me agarra por detrás y me hace caer chapoteando. Por toda respuesta, me levanto y los lanzo agua, retándolos luego a una carrera nadando hasta la otra orilla. Por supuesto, me ganan, pero yo dejo que continúen mientras Arwen se pone a mi lado y nos reímos de ellos cuando ven que han ido hasta el otro lado para nada.

Los juegos y las risas se suceden, bien en el agua, bien en la orilla. Música y cánticos no pueden faltar, todos de carácter festivo igual que la tarde. La suave brisa resulta refrescante sobre la piel húmeda y la fina tela de las túnicas se pega por efecto de la humedad. Estoy sentada disfrutando de las atenciones de los gemelos cuando siento una vibración en el suelo. Los tres nos ponemos alerta hasta que vislumbro la figura de mi hermano mayor que viene a caballo. Lo veo hablar con la gente y me pongo en pie para dirigirme a él. Por el rictus de su barbilla veo que hay tensión, preocupación. Se acerca y me urge a que marche con él. Me despido de mis acompañantes con un suave beso y monto a la grupa con mi hermano. Noto la mirada de algunos de los vigías, extrañados por la situación pero me aferro a mi hermano y ambos partimos raudos hacia la casa de Elrond.

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10/05/2019, 13:55
Besnayä

Cuando llegamos hasta Imladris, mi hermano no frena hasta llegar frente a las mismísimas puertas de entrada en el patio de la casa principal. Pronto veo a uno de los capitanes acercarse para ayudarme a descender de la montura. Cuando mi hermano hace lo propio, le indican que tome un caballo fresco y haga que regrese todo el mundo. Miro alrededor constatando que hay rostros muy serios en contraposición con el ambiente festivo del que vengo.

—Mi dama- se dirige hacia mí el capitán-, os esperan en el salón. Os convoca el Señor de Imladris.

—Debo cambiar mis ropajes, no puedo presentarme así en público- pues una cosa era mi vestimenta en medio de una tarde de juegos y otra presentarme en audiencia con Elrond… y más gente, pues por lo poco que me ha contado mi hermano, llevan reunidos los sabios y notables de la casa desde poco después que marcháramos a la ribera del río.

—Por supuesto, mi señora. Cuando terminéis, si tenéis a bien, pasad por el Pañolillo de la Guardia. Hay algo que debo entregaros personalmente- solicita cortésmente antes de franquearme paso hasta la escalera que conduce a mis aposentos en la cuarta planta. Me pregunto qué será tan urgente como para que me convoquen así y además… ¿pasar por el pañolillo? Apenas sí he estado alguna vez, pues mi curiosidad natural me lleva a interesarme por todo y por todos. Algo que muchos aprecian, pues me encanta escuchar todo lo que tienen que decir y eso, muchas veces, alivia las cargas espirituales e insufla nuevos ánimos en los corazones. No pocos me lo han reconocido en más de una ocasión.

Me coloco una de mis túnicas blancas y cepillo mis cabellos dejándolos libres, pues no dispongo de tiempo para trenzarlos ni recogerlos. En su largura total bajan hasta la mitad de mi muslo y son totalmente negros, en contraste con mi piel blanca. Compruebo mi reflejo en el espejo y me fijo en el tono tan particular de mis ojos. Según incide la luz pueden pasar de un azul cielo despejado a uno brumoso de intenso gris azulado. Coloco mi diadema y mi colgante, así como las muñequeras con runas recuerdo de mi padre, uno de los más grandes Mírdain, que feneció en la última y desesperada resistencia de Celebrimbor ante Sauron.

Ciño mi breve cintura con un cordón de plata obsequio de mi padre adoptivo, Nardhol. ¡Cuánto le debo por cuidar de mis hermanos y de mí tras la muerte de mi padre y la partida de mi madre!. Es un bellísimo trabajo que muestra la maestría de los Mírdain que aún quedan. Bajo las escaleras con toda la rapidez que puedo y, al llegar abajo, me encuentro al mismísimo Glorfindel que me tiende su brazo para acompañarme a recoger un abultado saco. Todo me es familiar y ajeno. Yo no soy soldado, pero sé defenderme con un arma y ésa en concreto es mi favorita. No digo nada mientras un soldado nos sigue cargando con el bulto.

Ya ante las puertas noto la firme mano de Glorfindel sobre la mía apoyada en su antebrazo transmitiéndome su serenidad. Entramos a la sala y observo todas las miradas posarse sobre mí. No obstante, mi entrenamiento para enfrentar el público en las ceremonias viene en mi ayuda y mantengo la compostura. Me vuelvo ante el Señor de la Casa y hago la debida reverencia. El devuelve el saludo e indica a padre que continúe hablando. Escucho con atención todo lo que narra y, ante la petición de volver a casa, un escalofrío recorre mi columna. En los largos años transcurridos tan sólo regresé para salvar parte de las pertenencias familiares que pudimos rescatar en las ruinas. Y para enterrar a mi padre. El dolor al entrar en la casa de Celebrimbor fue tan grande que a duras penas pude soportarlo. Pero madre se mantuvo serena y pronto vimos como los cuerpos fueron prontamente colocados en tablillas y portados hombros. Incluso madre y yo portamos a mi padre. Yo misma lo preparé para el entierro asistida por mis hermanos. Madre lo vistió y aseó. Fue una ceremonia en la que se mezcló el dolor y la esperanza.

Pero ya nunca había vuelto y Nardhol sabía lo que signifaca Ost-in-Edhil para mí. Mi primer hogar, donde crecí, jugué y aprendí. Donde mi padre me llevaba a los talleres para mostrarme los trabajos. La presencia de Annatar, ante quien nunca me sentí cómoda. A pesar de él llegué a conocer bien aquellas estancias. Incluso la casa de Celebrimbor no me es desconocida.

Ante el gesto de mi padre, doy las gracias educadamente a mi gentil acompañante y avanzo para tomar sus manos recias entre las mías más pequeñas y delicadas. Acaricio la mano que se desliza en mi pelo y asiento, con gesto firme y sereno en mi rostro. Todas las miradas están puestas en mí, pero pese al primer momento de desconcierto por la petición, me vuelvo hacia Elrond y, solicitando venia para hablar, pronuncio en voz alta, con timbre claro y argenteo:

—Acepto, ante los aquí presentes la tarea. Si por mi mano, sabiduría o voz el Enemigo puede ser dañado, así sea. No obstante, mi señor- digo dirigiéndome a Elrond-, no soy yo experta combatiente y precisaré de apoyo para llegar hasta Ost-in-Edhil y rescatar esos volúmenes. El resto de tareas… - suspiro ante la idea de negociar con enanos- El resto de tareas también serán cumplidas. Frecuenté en su tiempo los salones de Khazad-Dûm y si hay en Erebor algún superviviente, eso facilitaría la negociación. ¿De qué términos de negociación estamos hablando?

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10/05/2019, 17:57
Elrond

Elrond se puse en pie, y pareció que todos suspiraron. Fue una extraña sensación que incluso a ti te afecto, y eso que habías trabajado, colaborado y aprendido algunas de tus artes sanatorias de este carismático y sabio líder.

Fue como un escalofrío, y no de temperatura, sino de poder y sabiduría.

Había muchos gestos que no terminabas de entender, pero entre El Señor del Valle y el Señor de los Herreros se hicieron un gesto, el primero, como pidiendo permiso, el segundo asintiendo en una humilde y sencilla reverencia. Sentenció: - Te acompañará como escolta el más grandes de todos los habitantes de este valle. No dudó Gorfindel, que te había acompañado, esperando en la puerta del pañolillo, hasta entregarte a tu padre en dar un paso al frente, pero Elrond no era ajeno a aquello y se apresuró a impedir que su mejor luchador se marchase de su lado. - No hermano. Acompañado de un gentil y amagle gesto de la mano. - Te necesito aquí, junto a nosotros. Eres el más grande de los guerreros que conozco y sólo tu puedes enfrentar al peligro que los tres espectros del Anillo que rondan por Rhudaur puedan dañar este hogar. Sus palabras no sonaban taxativas, ofensivas ni imponiendo sino que demostraba una sabiduría que no solo requería atención y obediencia, sino un algo nivel de comprensión y Gorfindel era tan inteligente como buen luchador. Un gesto humilde le hizo dar dos pasos y entremezclarse entre todos los presentes. Estaba satisfecho, incluso parecía que un brillo de orgullo aparecía en los ojos del Jefe de la Guardia de Imladris. Tu hermano era un estrecho colaborador de este guerrero, y sabías que aquellos que habían aprendido a luchar de las manos y golpes de Gorfindel, ganarían cualquier combate. Al menos, eso pensabas de tu hermano.

Tras el inciso continuó:

- Niña. No te tenía adoptada, pero sabías que cuando te daba clases, o mientras curabais a alguien, o a algún animal, y estaba por enseñarte algo, te trataba así, con esas mismas palabras y tono cariñoso y comprensivo. - Sabes que no puedes desvelar tu misión, pero tendrás colaboración, y además... En ese momento tu padre levantó una pequeña bolsita de cuero negro. ...100 diamantes y otras tantas monedas del material que más aprecian los Hijos de Durín te abrirán algunas puertas. Puede que para comerciar, cuando llegase el momento, sería muy apreciado aquello, pero para el día a día del camino, era demasiado. Muy peligroso enseñar aquellas alhajas a nadie, y menos a los codiciosos ojos, y ante las malas intenciones que puedan cruzarse con tus pasos. Tu padre levantó un viejo pergamino, con tonos ocres y bordes quebradizos. Lo abrió, para que pudieras leerlo, así que soltó tus manos. La perdida de aquel contacto te hizo temblar las piernas. Ya estabas en camino. Lo acababas de sentir. Y no solo eso, sino que además eras responsable de una misión, que si fallaba, no solo podría destruir tu hogar, sino hacer perder la vida, ante el "Mayor Enemigo" de todos los que eran tu vida. No tenías claro que si sucedía aquello a todos de los que tú cuidabas ... tu cuerpo lo soportase. Tu alma, sabías que no podría hacerlo, y puede que Amán no fuera suficiente cura.

Ahora entendías a tu maestra. Aquella que te inició en el culto de Varda: - La soledad de la responsabilidad. Ahora sabías lo que pesaba el tener el mando y tener que cuidar de "los tuyos". - Ante los cultos estarás sola. Ante Varda estarás sola. Todas las miradas se centrarán en ti. Sus ojos se clavarán en tu alma como alfileres congelados, y sabrás que aquellas miradas, unas temerosas, otras llenas de esperanza, y otras suplicando que soluciones el pesar que atormenta sus almas serán la menor de las miradas, ya que La Reina de las Estrella y de los Valar estará fijando su atención sobre tí… y apoyado en su hombro, tras ella, Manwë también estará observando. 

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10/05/2019, 20:58
Besnayä

Inclino la cabeza con humildad cuando Elrond, mi maestro, mi mentor, casi un familiar para mí, se pone en pie. El afecto que me une a él y a su familia se ha cimentado en años de trato y trabajo, de profundo respeto. Y me consta es recíproco pese a nuestra diferencia en edad y sabiduría. Cuando habla, sus palabras me llegan al corazón, pues en su voz siempre hay sabiduría. Giro mi rostro hacia Glorfindel, siempre presto en la lucha contra el Enemigo y le dedico una sonrisa luminosa agradeciendo su caballerosidad. Retorno mi vista a Elrond al escuchar el apelativo cariñoso que sale de sus labios y no puedo evitar que los míos se abran por la sorpresa. Mi padre Nardhol me está entregando una pequeña fortuna. Y junto con ello, un antiquísimo pergamino que espolea mi natural curiosidad, propia de los Mírdain por el conocimiento. Y templada por las enseñanzas de la Dama Galadriel, cuyas palabras me vienen a la memoria. 

...

Cuando por fin se desveló mi destino como Sacerdotisa de Varda, también llamada Elbereth, y Gilthoniel y Tintallë, la iluminadora de Estrellas, la que consagró las Lámparas de los Valar en Almaren, la que rechazó a Melkor y fue la luz de Ilúvatar acompañando a Manwë; entonces, la Dama de Lothlórien me llevó con ella hasta su espejo y me pronunció aquellas palabras que jamás habría de olvidar: 

—La soledad de la responsabilidad. Ante los cultos estarás sola. Ante Varda estarás sola. Todas las miradas se centrarán en ti. Sus ojos se clavarán en tu alma como alfileres congelados, y sabrás que aquellas miradas, unas temerosas, otras llenas de esperanza, y otras suplicando que soluciones el pesar que atormenta sus almas serán la menor de las miradas, ya que La Reina de las Estrella y de los Valar estará fijando su atención sobre tí… y apoyado en su hombro, tras ella, Manwë también estará observando. 

—Y, sin embargo, Galadriel, jamás me siento sola. Pues si Manwë está con Varda, ve más lejos que cualquier otro; ve traspasando la más negra oscuridad. Y ella oye mejor que cualquier otro; incluso desde el más negro pozo llegarán los lamentos de sus hijos. Los que contemplaron el brillo de sus estrellas en la laguna del Cuivienen. Los que cada noche rezamos al elevarse nuestra estrella más preciada, Ëarendil.

—Así debe ser, pues en la virtud de ambos, inquebrantables ante la Oscuridad del Gran Enemigo, el que nos robó los Silmarils y confabuló para agostar a Telperion y Láurelin, es en ellos en quien debes fiar y porfiar. Pues nadie está más cerca de Ilúvatar y sólo en el rostro de Varda vemos el reflejo de la luz de Eru. Sean su amor y su compasión las guías de tus pasos. Pues toda vida es preciosa en sí misma y debe ser preservada; pues sólo Eru conoce el destino de todo lo que ha sido, es y será.

...

Pero a pesar de todo, saber que cuento con la vigilancia de Varda y Manwë hace arder mi corazón en amor hacia ambos y se eleva silenciosa una agradecida plegaria por haber sido elegida por ella. Extiendo las manos, mentiría si dijera que no hay un breve temblor por la nueva responsabilidad adquirida. Y despliego el pergamino, poniendo gran cuidado en no romperlo o dañarlo. 

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11/05/2019, 09:49
Nardhol

El pergamino tiene unas letras difusas. Aparecen y desaparecen como si fueran llamas en una brasa que se alzan y apagan según el son del calor y del aire que les llega. Durante un momento el papel parece estallar. Explosión silenciosa y sin metrallas, que te hace apartar los ojos y el rostro en si, esperando un dolor que nadie ha podido percibir. Miras hacia lo lados pero nadie lo ha visto. Todos te miran extrañados. Todos menos Elron y Nardhol. Ellos te miran con unos ojos que incluso parecen reflejar miedo.

Entre todos ellos. Los incrédulos, una voz se alza. Era Coibor. Coibor Dan, un silvano, sacerdote como tú, pero de orientado a otro Valar, y no sabes cual. Puede ser que el más independiente de todos los sacerdotes, que suele viajar como mensajero o cartero entre multitud de puestos élficos. El único teleri que has visto que cojea de forma natural y que siempre porta un bastón para ayudarse a caminar. Muchos lo consideran el Sumo Sacerdote no Reconocido: - Es la elegida. Y brúscamente ordenó: - ¡Dáselo!. Tu padre no tardó en obedecer. Jamás hubieras pensado que acataría una orden de nadie, pero en este caso, ni lo dudó. No sabías si quiera si Nardhol obedecía a Elrond alguna vez, a pesar de estar en su casa y ser este el Señor del Valle. Pues al Sacerdote Peregrino no tardó. Tu padre lo enrolló y te lo dio, siendo un movimiento instintivo y visceral, y lo posó en tus manos con un temblor reverencial y lleno de un temor que no era miedo. Era distinto. Algo pudiste ver en aquel documento extraño mientras era "tratado" por las manos de tu familiar. Fue extraño, pero te pareció que ponía ...

 

SAL YA

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11/05/2019, 11:06
Besnayä

Despliego con gran cuidado el pergamino, casi pareciera que lo acaricio como haría una madre con su hijo recién nacido. Intento leer lo que pone pero las letras parecen poseer vida propia. Aparecen y desaparecen, sin que pueda lograr una conexión en su significado. Hasta que el pergamino parece inflamarse, con un fulgor que hiere mis ojos, obligándome a apartar la mirada. Pero nada sucede. Todos a mi alrededor me miran extrañados y en mis manos el pergamino se encuentra intacto. Cruzo mi vista con Elrond y Nardhol. Y lo que veo en su mirada me traspasa, inquietándome aún más las palabras de Coibor.

—¿Soy la elegida? ¿Por quién? ¿Para qué?- me asaltan las preguntas una tras otra en mi mente sin remedio. Entonces enfoco mi mente en el reflejo del Espejo de Galadriel, que me ayuda a serenarme. No puedo evitar fruncir el ceño al leer las misteriosas palabras en el pergamino. Pero primero he de hallar alguna respuesta.

Mi señor Elrond, ¿qué es este pergamino? ¿Dónde fue hallado?- pregunto con humildad- Necesito más información para poder enfocar la tarea. Y más hombres. La oscuridad no hace sino crecer y transportaremos una preciosa carga.

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11/05/2019, 16:51
Nardhol

- Hija ... Una voz paciente te llega desde tu padre. A Elrond parece atacarle un leve y fugaz dolor en la cabeza. Este baja la mirada y se lleba la mano derecha a la sien. Uno de sus hijos, no sabes cual, le agarra, ya que parece desfallecer: - ...no preguntes cosas que no podemos contestar. Tras un suspiro que amaga dolor y preocupación. - Ahora cumple con tu misión.

Notas de juego

Cuando tú lo abres no pone nada. Sigue pareciendo una brasa, que amaina y llega a su apogeo constánte e irregularmente.

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12/05/2019, 09:21
Besnayä

Mi instinto protector es más fuerte que el decoro ante los notables de Imladris. Con el pergamino en mi mano zurda, recojo el vuelo de mi ruedo en la mano y diestra y llego hasta mi mentor y señor. A su lado, Elrohir lo ayuda a sostenerlo mientras vuelve a sentarse. Me arrodillo delante de él y lo examino con ojo crítico, de sanadora entrenada. Todo parece estar relacionado, pero la urgencia, la precipitación no son buenas consejeras. Poso mi mano en la suya y con voz entrecortada, en un susurro que sólo él y su hijo pueden escuchar, me despido de ambos.

—Mi señor, desconozco lo que os aqueja y mi alma clama por sanaros. Pero si mi partida es precisa, rauda seré, si bien ciertos preparativos han de hacerse. Por favor, tened a bien ampliar mi escolta a un par de hombres más, incluso un Montaraz sería bienvenido. Sé que no es el momento, pero el pergamino me urge a que parta ya y mi instinto me dice que así ha de hacerse- noto la mirada de muchos sobre mí, y la mano de Elrohir en mi hombro infundiéndome ánimos en medio de la preocupación general-. Volveré con todo lo necesario, mi señor. 

Mi voz se quiebra. Mi alma sanadora llora por dejarlo así, pero siento una llamada en mi interior que me impele a salir. Es la llama que nos abrasa a los Noldo, un fuego apenas templado por la sabiduría y la edad. Apoyo mi frente en la mano de mi señor en señal de afecto y respeto. Una mano masculina y fuerte se desliza entre mis dedos y me apoyo en ella firmemente para erguirme en toda mi estatura y porte. Cruzo mi mirada con la de mi querido amigo de caza y aventuras. No es este el lugar apropiado para una despedida, eso será más tarde.

Después me dirijo hacia mi padre y lo abrazo con toda la ternura y el sincero afecto que albergo por él. Sé cuan celosos son los Mírdain con sus saberes y hallazgos. Esto debe haberle costado un mundo compartirlo y grave ha de ser el asunto. Le susurro sólo para nosotros dos:

Partiré en cuanto esté todo y todos preparados. Debo pasar por mi recámara, venid presto, necesito hablar con vos antes de partir...

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12/05/2019, 09:46
Elrond

Su otro hijo apareció entre los gentiles, y entre ambos gemelos ayudaron a su padre y señor. Uno de ellos, ya que se parecía como gotas de agua, te añadió: - Parte a tu misión. El que no hablaba, miraba a tus manos, como que ese documento era la fuente de los males que aquejaban a su progenitor, pero el recién llegado, que era el mismo que había hablado, continuó: - Salde de esta cámara. Sal de esta casa. Sal de este valle, y cuando regreses, que sea con tu deber cumplido.

No lo podías creer. Siempre habías sido amiga personal de los gemelos, y ambos te tenían en gran estima por ser la que había ayudado a que pudieran rescatar ente los dos a su madre, siendo tu también parte de los afectados en aquella comitiva. Herida por algo que jamás curó tu piel. No entendías sus sentimientos, pero sentías que el poder tácito del lugar te había desterrado de allí; o al menos, te apremiaba a salir del complejo. Tus sentimientos eran entrecortados y no estallaste a llorar por el mero orgullo de no poder permitirte aquello ante todos los notables del valle, el propio Señor del lugar, y sobre todo, tu propio padre; o al menos el elfo que había actuado como tal en los últimos siglos.

Saliste de la sala con prisa.

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12/05/2019, 09:53
Nardhol

Tu padre se dejó abrazar. Con esta misma te comentó: - No puedo hija mía. Ahora he de atender asuntos que conciernen a la vida de muchos de los de aquí, pero ten cuidado. Tal vez no te des cuenta, pero siempre que invanden la zona, sucede esto. Suspiró entre los susurros. - Toma lo que necesites, y ten sumo cuidado. No solo los peligros del bosque te acechan, también otros enemigos te buscarán, tal vez para robarte lo que tengas ... y si fiera menester, no te dejes atrapar con vida. El sufrimiento que son capaces de ejercer es más del que tu linda piel es capaz de soportar y del que tu alma pueda imaginar. Te separó de sus brazos y con un taxativo tono ordenó: - Parte ya y haznos sentir orgullosos.

No lloraba, pero sus lágrimas estaban presentes en unos ojos que conocías perfectamente.

Notas de juego

Cambiamos de escena.