Partida Rol por web

Os dirigís al monasterio, un séquito de siervos y soldados os acompañan por el camino que está rodeado de campos. Los soldados están armados con lanzas y arcos, los campesinos con dagas. Los soldados no poseen armaduras y son altos, vuestro padre ha escogido a los soldados más altos y de mejor forma física para acompañaros tanto por las acechanzas del camino como también para que no escapéis.

Los tres siervos los recuerdas desde tu niñez, Owan, fleix el cojo y mamut el cocinero, de Owan te acuerdas siempre haberlo visto arando en el campo de cultivo, haberte dado alguna manzana de un árbol, y siempre haber respondido a tus preguntas con respuestas cortas pero agradables.

Fleix el cojo le dicen porque siempre se le olvida algo o siempre está buscando algo en su bolsa, de ahí su apodo el cojo que tanta gracia te hace, siempre que le has preguntado estaba buscando algo, a veces lo tenía otras se le había olvidado, decirle directamente el olvidadizo sería muy cruel de ahí su mote aunque él nunca sabe porqué se le dice el cojo, y no le sienta mal solo sonríe. Trabaja la madera y cuando no los establos... te hizo una figurita de madera de un guerrero y jugastes mucho con ella desde pequeño (opcional: la llevas encima, la dejaste en el bahúl de tus recuerdos, se la diste a alguien, la olvidaste).

Owan ha sido el cocinero de la casa, uno de ellos, te acuerdas de sus comidas siempre calientes, y de algún que otro delicioso pastel cuando te veía llorando o de mal humor, aunque no te daba mucho para que no engordaras, siempre te hablaba metiendo la comida de por medio, aunque siempre ha sabido darte lo necesario para hacerte engordar.

Soldados.

Doir el patilargo debido a su altura y delgadez, lo reconoces como el soldado que estuvo en contra de que te enseñaran a ser un guerrero. Según Doir no tenías madera para ello, y siempre se opuso al designio de tu padre, ahora te miraba con una sonrisa como dándote a entender que tenía razón cuando aconsejó a tu padre, por cierto que tu padre no hizo caso y a veces lo notastes sonrojarse, ahora parecía que su moral se había elevado a causa del viaje al verte que ibas a un monasterio.