Partida Rol por web

Avancé con cautela más por la costumbre adquirida tras tanto tiempo entrando en casas ajenas que por percibir un peligro real. Aquella casa estaba muy bien. Miraba anonadado con la boca entreabierta.

Sonreí a Didy cuando me enseñó su habitación sin poder evitar sentir un nudo en el estómago, inundado por los recuerdos de mi familia.

Tenía que distraerme o se me saltarían las lágrimas. Afortunadamente Didy empezó a enumerar edificios y aquello atrajo mi atención. 

Por mi parte, recogí un mechón de pelo de la muñeca y lo pasé por detrás de un hombro sonriendo a mi nueva compañera, me asomé y, efectivamente, ví el bar con una excelente perspectiva.

-Didy, alza los brazos- le pedí, e hice el gesto para que me mirara. Cuando lo hizo, como cómo era de esperar, su reducida camiseta dejó al aire su abdomen y yo aproveché y le hice cosquillas sin poder evitar sentir calor en las mejillas. Tras sus risas y mi sonrisa le expliqué. -Vamos a ir a por ropa, pero para los dos. La que tienes es muy bonita pero a todos nos gusta estrenar ropa nueva y ya que necesito algo para mí es justo que tomemos algo para ti también. ¿Qué te parece? Con ropa nueva y cómoda daremos un paseo. Veremos más tiendas, iremos al parque de bomberos y al colegio.- No sabía cómo indicarle un cambio de ropa, decirle que ya era una mujer  quizá despertará en ella algún malestar o recuerdos de lo sucedido y no quería romper el momento. Resolví de aquella manera, entre risas y con bromas. Aludiendo a un vínculo entre los dos.

-Tienes un cuarto estupendoby una casa muy bonita. Acepto tu invitación. ¿Vamos a ver el que será mi cuarto antes de ir de tiendas?-

-Ir de tiendas. ¿Pero tú te estás escuchando Hans? Te estás encariñando. En este mundo eso siempre acaba mal.- Eludo esos pensamientos oscuros y me dispongo a disfrutar de lo que se me ha presentado mientras pueda.

 Didy estaba feliz, le gustaban tus ideas y se reía a carcajadas cada vez que le hacías cosquillas. 

Le encanto la idea de ir de compras pero antes te enseño tu habitación. Era mas grande que la suya pero tenía un aire más adulto y serio.

De todas formas la mantenían limpia.

- ¿Te gusta?.- te pregunto esperando que le dijeras que si. 

Con ganas de jugar trato de hacerte cosquillas para devolverte la broma.

 - ¡Hace mucho que no voy por ropa! Casi toda la ropa chula me esta un poco justa y la de mayores es muy aburrida pero seguro que contigo es divertido.- dijo esperando que estuvieras listo para salir de compras.

Uno puede saber mucho de una familia al ver su hogar. El dormitorio era solemne, decorado con buen gusto. Didy había sido afortunada, al menos hasta que todo se fue a la mierda. -Me gusta mucho Didy-​​ Debí ponerme serio y ella lo captó. Sus ágiles manos recorrieron mi torso a traición, como si sus dedos tuvieran la intención de contar mis costillas de abajo arriba -Jajaja, para, para jajaja. Me has pillado con la guardia baja.- Reímos un rato y afirmé confirmando mis sospechas. Necesita ropa, tanto como yo.

-Venga, demos un paseo. Supongo que por aquí habrá una calle llena de tiendas de ropa.- Hice un gesto hacia la salida y entonces separé en la seguridad. -¿Tienes llaves de la casa para cerrar las puertas?-

Poco después caminábamos bajo un sol espléndido que luchaba por asomarse entre alguna que otra nube blanca y secar la humedad de las lluvias pasadas. Mi intención era buscar ropa cómoda para Didy y algo en mi línea para mí. 

-Didy, ¿Hay camiones en el parque de bomberos?- ella me mira. Avanzamos a velocidad de paseo y eso, además de permitirme ver el lugar, me da tiempo para pensar. -Los camiones de bomberos tienen cisternas. Si conseguimos arrancar alguno, podríamos usar la presión y ducharnos con las mangueras. Servirá para limpiar nos pero de ese agua, tras diez años en un depósito, no se puede beber.- Sospechaba también que quizá hubiera un depósito externo para cargar las cisternas en previsión de un corte de suministros. Que el pueblo se quede sin agua no es causa para que los bomberos no puedan trabajar. Deben contar con alguna alternativa. -¿Hay cerca un lago o una alberca?-

- Tengo la llave de mi casa.- dijo encogiendo los hombros.- La mayoría de las casas tienen la puerta abierta, o te puedes meter por una ventana. Cuando era pequeña venían saqueadores y Didi se esconía con la yaya. Se llevaron muchas cosas pero la yaya era muy lista y escondió las cosas "buenas" antes.- aseguro encantada con tu compañía.

- En el parque de bomberos hay dos camiones muy grandes, uno tiene una rueda desinchada y al otro le rompieron los cristales.- dijo como si fuera algo normal. 

-¿Quieres bañarte?.-pregunto la chica llegando al fondo de la cuestión.- Entonces tenemos que ir a la casa del señor Callahan.- dijo con total seguridad.- Era un señor un poco raro que tenía placas solares y cogía el agua de su casa de un marantial subterraneo.- dijo contenta.- Su ducha funciona y se puede coger agua frequita de allí, también había luz pero las bombillas hicieron "plofff" con el tiempo y ahora solo hay una pequeñita en la mesilla de un cuarto.

La chica tiro de tu mano para guiarte y ya no se soltó de ella.

Por el camino viste una fabrica abandonada, en mal estado pero contaba con su propio tanque de agua. También viste la iglesia.

y la estación de bomberos. La casa del señor Callahan estaba casi al final del pueblo.

La chica dio la vuelta a la casa, la puerta trasera estaba cerrada pero Didi sabía donde guardaban la llave, bajo una maceta ya seca en la entrada.

-El señor Callahan era un poco raro, decía que siempre se tenía que estar preparado para la peor de lo peor. Cuando la gente se empezó a poner mala se marcho con su familia y no ha vuelto. Mi mamá era amiga de la señora Callahan, por eso se donde esta la llave, porque cuando se iban de vacaciones le regaba las plantas.- te explico.

Abrió la puerta, salgo por el polvo acumulado podría decirse que estaba impecable. Didi te guió por la escaleras hasta el baño del dormitorio principal, que era el que tenía la ducha que le gustaba.

 La chica hizo la magia de abrir el grifo y la cañería sonó mal por un momento hasta que empezó a salir agua a trompicones al principio y algo turbia.

- La primera que sale no vale, luego se pone clarita y esta rica.- dijo la chica enseñando te que efectivamente esa casa tenía agua corriente.

Ante tu maravilla, Didi empezó a quitarse la camiseta.- ¿Nos duchamos juntos? Cabemos los dos.-dijo inocente. ¡Hasta hay un bote de jabón en liquido que huele muy bien!.

Tomé buena nota del camino y mi imaginación voló sobre las posibilidades de lo que podría encontrar en esos edificios.

La gente "se empezó a poner mala" en primavera. Siendo los meses de Junio a Agosto en los que todo empezó a fallar. Con suerte, el señor Kalahan habría dejado atrás algo de ropa que sustituya la que tengo ahora. Ponerme la ropa sucia tras una ducha era algo inviable...

Entramos en la casa y mis ojos se abrieron como platos. -Un retrete donde funciona el agua.-

Y, en ese momento, mientras pensaba en aliviarme cómodamente sentado como antaño, las alarmas se dispan. Didy da una carrera hasta el jabón de buen olor y mi cuerpo me traiciona. Los ojos se deslizan por sus prendas ceñidas a sus formas de mujer al tiempo que un calor peculiar (que hacía años que no sentía) arde en mi bajo vientre. Mi mente evoca el recuerdo del placer. Verla desnuda sería demasiado. -Yo a ti no te quemo pero tú a mí sí-​

Ella vuelve y el olor del jabón me resulta demasiado exótico, casi afrodisíaco. No puedo pensar mientras siento la presión en los pantalones. Avanzo hasta la ducha, me descalzo. El chorro es uniforme, claro y frío. Con ropa y todo me meto debajo de él. Necesito el frío. -Didy, soy un hombre y hace mucho tiempo que no estoy con una mujer. Tú eres una mujer, tu cuerpo... Es... Yo... - meto la cabeza bajo el chorro. -Tus padres nunca te dieron ESA charla. ¿Verdad?¿Ni tú Yaya?- En un mundo sin reglas, ¿Dónde está el límite?¿Tendrá ella necesidades sexuales? Por su fisionomía así lo creo. ¿Estará jugando?

-Creo que por ahora es mejor que nos duchemos por se...- cuando vuelvo a mirarla está demasiado cerca, mojándose con una sonrisa mientras la transparencia de su ropa hace evidente su cuerpor de mujer. -¡Por turnos! Crecreo que es mejor que nos duchechemos por tuturnos.-

- No te preocupes, yo tampoco he hablado con nadie en mucho tiempo. ¿Es por eso que aveces se te cortan las palabras? ¡No pasa nada si se te ha olvidado hablar un poco!.- dijo ella sin comprender que le estaba queriendo decir, mientras se quitaba los pantalones. Su ropa interior también se le ajustaba demasiado.

- ¿Que le pasa a mi cuerpo?.- dijo mirando se a si misma.- Me han crecido cosas pero es normal... ¿No? te dijo buscando esperando tu respuesta.

-¡Didy ya sabe que le pasa a Hand! Tienes miedo de que te haga cosquillas y se resbale en la ducha ¿Por eso no quieres bañarte con Didy? ¡Seré buena, nada de cosquillas, Didy lo promete!- aseguro ya totalmente desnuda.

 - La yaya me hablo de muchas cosas ¿A que te refieres? ¿A lo de lavarse detrás de las orejas o secarse bien el pelo para no pillar catarros?.- Te pregunto inocente e insistió.

-¡Venga! Así ahorramos agua y tardamos menos rato.

-No, me refiero a lo que pasa cuando un hombre desnudo se junta a una mujer desnuda y deciden darse placer el uno al otro.- Me acerco a ella y la abrazo atrayémdola al agua fría. Ella se deja no sin protestar. Sus pezones se endurecen y la piel se le pone de gallina, pero siente mi calor y cómo esté aumenta en la entrepierna. Deslizó una mano por su vientre y bajo. Masajeo en círculos pequeños, con un ritmo suave al principio. Ella se queda callada. Cierro el grifo frío con la otra mano para que el frío no corte el momento, su momento. Ella al principio se queda quieta, abrazándome, sin saber muy bien qué ocurre. Pero es una mujer madura en cuerpo y su fisiología necesita esto.

Siento su respiración agitada. Gemidos que ahoga en su garganta al no entender la situación, pero sigo hasta que sus piernas empiezan a temblar, hasta que ya no consigue mantener el silencio. Su jugo baña mi mano, llega el momento y acaricio el clítoris con suavidad provocando un orgasmo profundo.

Retiro la mano y se la muestro -Esto es el placer. Parecido a comer una tarta de chocolate pero mucho más intensointenso- acerco mis dedos a su nariz, luego a la mía. Ambos olemos su sexo, dulce y ácido a la vez. Lamo mis dedos deseando probar esa dulce extravagancia. Es entonces cuando ella se toca, recogiendo parte de su icor y lo prueba también. Me sonríe. Aquello es demasiado para mí. Comienzo a desnudarme. -Yo te he dado placer, ahora te toca a ti- le digo como si de un juego se tratase. Su primera reacción es fruncir el ceño, como es natural ella quiere seguir disfrutando, pero yo no aguanto.

Al perder la ropa mi miembro apunta al techo en una erección que me sorprende. Ella baja la mirada y, por instinto, lo rodea con una mano.

Sus piernas están aún temblorosas por lo que se arrodilla. -Se hace asíasí- le enseño. Lento al principio y aumentando el ritmo. Yo alzo la mirada y me dejó llevar. "Es divertido y fácil" pensará. Cómo un juego.

Exploto como hacía años que no lo hacía y mi semilla baña su rostro, sus pechos y parte de los azulejos. Ella ríe ante la sorpresa. Aún con mi miembro convulsionando, se levanta. Coje parte del semen que baña su cara y, tal y como hemos hecho con ella, lo lleva hasta su boca, con su sonrisa inocente, lo prueba.

Así no tardaré en estar a punto de nuevo. -​​​​​​Vamos a la cama. No a dormir. Aún tengo que enseñarte lo mejor. Antes yo te he dado placer a ti y tú a mí. Ahora, vamos a hacerlo a la vez.

Para Didy era como haber descubierto que había un parque de atracciones al lado de su casa que nunca hubiera visto. Su corazón latía con fuerza, su cuerpo reaccionaba al despertar de deseos que su mente infantil había contenido. 

Te miro como si tu fueras ese pastel de chocolate del que hablabas y te tomo la mano, con prisa por llegar hasta la cama del señor y señora Callahan. Dio un tirón a la colcha polvorienta retirando la de la cama y  se tumbo esperando que le siguieras explicando como se jugaba a eso tan divertido que llamabas "placer".

- Me esta gustando mucho esto, enseña me más.-  te pidió con un tono que indicaba una recién descubierta necesidad.

Desnudos, mojados. No importa. Caímos en la cama y mis manos vuelven a recorrer su cuerpo con la delicadeza de los buenos amantes. Me coloco encima, con suavidad nuestras entrepiernas se masajean suavemente mientras beso y acaricio su boca, mejillas, cuello y pechos.

Soy consciente que, si es virgen, le dolerá. Pero cualquier chica que haya montado en bicicleta o a caballo no sentirá nada. Así que, poco a poco, la voy penetrando rítmicamente, lento pero un poco más cada vez. Y, jugando con el ritmo, la llevo al éxtasis. Algo que, sin el juego de la ducha, no habría aguantado.

No quería problemas futuros por lo que salí de ella, me senté sobre su abdomen de forma que mi miembro quedará entre sus senos y masajeándome con ellos terminé malandro su pecho y cuello.

Habíamos perdido la noción del tiempo. Ambos quedamos jadeantes y sudorosos sobre las sábanas tras haber impregnado la atmósfera de un profundo olor a sexo. Sin prisa. Tras ello retomaremos la ducha, por turnos. Pero ahora quiero disfrutar del momento.

Confirmaste que la chica era virgen. Le dolió un poco pero enseguida se olvido de eso porqué la parte buena era mucho mas intensa.

Al acabar Didi se ducho primero, aunque le costo un poco mantenerse en pie con las piernas aun temblorosas, pero quería quitarse eso blanco pringoso que te salía de ese dedo raro que tenías entre las piernas.

Cuando tu saliste de la ducha la encontraste dormida sobre la cama, agotada por el ejercicio intenso y la relajante sensación posterior.

Si querías explorar algo por tu cuenta o hacer alguna cosa sin que ella lo supiera, ese era el momento... Claro que también podías despertarla y continuar vuestros planes.

Observé a Didy con dulzura. Decidí dejarla dormir y registrar la casa. -¿Tendrá ropa de mi talla?- pensé mientras abría el armario poco a poco por si chirriaban las bisagras, el riel de la puerta corredera o los cajones. Si comparto tallaje con el señor Callahan no tendré que ir de "compras".

Didy había dicho que fueron de los primeros en irse. Cuando todo empezó hacía calor, por lo que era probable que encontrara ropa de abrigo.

Mientras duerme, lo registro todo en busca de prendas, medicinas, herramientas e incluso armas o alimentos enlatados. Siguiendo la rutina tras años de saqueo.

 Viste una foto del señor Callahan, ex-boina verde. Su ropa era acorde con su musculatura trabajada, puede que las camisas te quedaran algo grandes pero los pantalones tenía un pase con un buen cinturón.

Pudiste escoger entre una docena de camisas y cuatro o cinco trajes distintos. Mientras mirabas el armario te diste cuenta que esa familia se había largado de forma distinta al resto. No habían salido de casa aprisa y corriendo. Hicieron maletas con tiempo de sobra de pensar que se llevaban y que no y por las medallas que encontraste en uno de los cajones, y la funda de revolver vacía, dirías que tenían muchas papeletas de regresar vivos en algún momento.

En lo que se refería a la mujer, trajes de chaqueta y ropa elegante. Investigando un poco descubriste que debía estar vinculada a algún tipo de cargo publico, por la foto que encontraste de ella.

 Tenía pocas joyas, algunas perlas, nada demasiado ostentoso. En todo caso debían ser personas conocidas en ese pueblo. De una posición económica media tirando para alta.

Caminando por la casa viste la habitación de un crío, un niño que acumulaba cómic en las estanterías y que sobre la cama tenía un peluche con la forma de Hulk. Por la edad que aparentaban los dueños de la casa bien podrían ser su nieto.

Bajaste a la cocina, no había comida perecedera y el frigorífico estaba entre-abierto, lo que constataba que evacuaron antes que nadie y por su propia voluntad . Todo estaba ordenado y limpió, había útiles de cocina, cuchillos de todo tipo... Un paquete de harina caducada en un armario, nada fuera de lo normal que se pudieran encontrar en una casa.

Pero... no estabas en una casa normal. Estabas en la casa de un militar que se supo preparar con antelación a los acontecimientos, un ex-boina verde nada menos... tal vez hubiera algo escondido.

Aquel hogar era reconfortante a primera vista. Sus ocupantes tenían sus manías (como todos) pero a ellos esas manías les han dado una oportunidad para la supervivencia. Quizá estuvieran vivos. Pero ahora estábamos nosotros allí y él seguramente ocultaría algún arma por la casa.

Estaba claro que no se encontraba a la vista, en un expositor. Además, tampoco estaría en ningún lugar al alcance de un niño.

Comencé la búsqueda de abajo arriba, de la entrada al interior. Buscando primero cajones o puertas cerradas con llave. Dadas las circunstancias, si había algún arma, tendría seguridad. También en aquellos lugares en los que, normalmente, nadie miraría. Rejillas de ventilación, jarrones, libros (no sería el primero que recorta un libro para dejar dentro un revólver). Dejé volar mi imaginación buscando tras los cuadros en las paredes, sobre las puertas, detrás de estanterías... incluso losas del suelo, cenefas, plintos y embellecedores. En la chimenea, alacena, despensa, frigorífico y congelador. En todos los rincones.

Lo hice en silencio, mientras Didy dormía. Dejé para el final el dormitorio, pero anotaba mentalmente los lugares en los que yo ocultaría armas. Dobles fondos, huecos en paredes tras muebles bien puestos...

Contra menos encontrabas en el piso de abajo mas seguro estabas de que algo debía haber y mayor era tu determinación para encontrarlo.

Cada vez buscabas con mayor minuciosidad, detrás de cada cuadro y baldosa que sonara hueca, sin lograr nada. Comenzaste a subir las escaleras de nuevo cuando escuchaste un sonido distinto al pisar las maderas del descansillo. 

Te habría pasado desapercibido de no estar tan atento a esos detalles. Volviste sobre tus pasos para asegurarte. Tocaste con el puño la madera notando que ciertamente sonaba a hueco.

 Estaba muy bien escondida aquella trampilla. Al abrirla viste una escalera descendiente.

Un vistazo desde arriba te sorprendió.

 No solo viste armas y munición, también cámaras de vigilancia encendidas. 

El señor Callahan tenía a todo el pueblo monitorizado y armas como para empezar una guerra allí abajo.

Sentí detenerse el corazón cuando vi aquel alijo oculto. Cámaras, sistemas de seguridad que aún funcionaban, armas de todos los calibres, munición en cantidades suficientes. Si yo tuviera entrenamiento militar, si supiera del manejo de armas, aquel lugar representaría un hallazgo sin precedentes, la diferencia entre la vida y la muerte. Sin embargo, no lo soy y el miedo me cala hasta los huesos...

Cierro los ojos intentando trasladar mi mente a terreno firme, mantener la cabeza fría. Cuando todo empezó era verano. -Todo lo que necesitas para disfrutar del verano- podía leer en una revista. Era el verano de los vestidos breves y ligeros como túnicas en un friso griego, de los shorts en lo má alto de los muslos, las sandalias de suela plana y tiras delgadas de cuero, las uñas de los pies femeninos pintadas de colores brillantes, rojo sobre todo, pero también verde o amarillo o azul. -La noche empieza cuando tú lo digas. Aún no es de noche... aún no es de noche.-

Abro los ojos mirando las armas. Aquí debe haber un inventario. Lo busco, así como archivos y documentos varios. Miro las cámaras para hacerme una idea de su posición en las calles ya que no recuerdo haber visto ninguna de camino aquí. Analizo la disposición intentando discernir aquellas de mayor alcance, de mayor daño o de mayor sigilo. -Silenciadores- El frío vuelve... cierro los ojos de nuevo.

Era el verano de los hombros desnudos y las piernas desnudas, con un esplendor de novedad como el de la llegada de la minifalda en los años sesenta: un desbordamiento, una sobreabundancia de juventud y belleza, los primeros días del buen tiempo después del infierno...

El filo agudo del presente adquiere con facilidad una veladura del pasado. -Puedo con esto. Aún no es de noche-.

Necesito pensar y miro a las cámaras. -¿Lo dejo todo y me marcho?¿Lo uso y preparo junto a Didy un lugar para sobrevivir, bien provisto? Tengo tiempo, tenemos tiempo.-

Lo banal y lo apocalíptico se mostraban tan cerca que a veces se confundían entre sí.

si aquella habitación te parecía extraña, mas lo fue encontrar una maquina para fabricar tus propias balas y ver una caja llena de unas especiales, de plata. 

Al parecer el señor de la casa temía a cosas que no eran humanas.

 Un curioso emblema te llamo la atención, no reconociste a que facción militar podía pertenecer. Estaba medio escondido en una de las estanterías. Sin querer curiosear mucho más decidiste que era momento de salir, no sin antes lanzar un ultimo vistazo a las camaras.

Las calles estaban tranquilas, un gato cruzaba una avenida mientras otro se lamía las pelotas al sol.

Miraste la cámara que apuntaba a la calle por la que habías llegado y viste a un muchacho de pelo rojo caminando despacio y solo. Llevaba una mochila del ejercito a los hombros pero no tenía pinta ni por asomo de pertenecer a ningún ejercito.

Se mostraba tensó y blandía un palo en cuya punta tenía un cuchillo atado con cinta americana. Un arma improvisada que mostraba temeroso de que en cualquier momento le asaltaran zombies o saqueadores.

Paso por delante del bar donde dormiste la noche anterior y se entretuvo acariciando a uno de los gatos.

 Desde luego no tenía la apariencia de ser alguien peligroso pero nunca se podía estar seguro.

-Mierda, problemas- Necesitaba el buen juicio de Didy así que decidí subir corriendo dejándolo todo como estaba. No cogí ningún arma, el muchacho sólo llevaba un palo y con mi 9mm rota podría intimidarlo... aunque no quiero llegar a eso.

Salí cerrando la trampilla y dejándolo todo como estaba. Subí las escaleras de dos en dos y llegué al dormitorio. Tiré por suavidad -Didy, pequeña, despierta. Tenemos visita- le susurré mientras le acariciaba una mejilla.

-Necesito tu buen juicio. Acaba de llegar un muchacho pelirrojo...- le explico dónde lo he visto (aunque me ahorro cómo lo sé) -...y necesito tu opinión de él. Supiste que yo soy un "bueno que se hace pasar por malo" y no te equivocabas.- 

Las cámaras mostraban la avenida principal, la cual quedaba bastante lejos de la casa de los Callahan. Recordaste toda la distancia andada, pasar por la estación de bomberos y todo lo demás. Didy lo vería saliendo al porche ni desde la ventana del piso superior a menos que el chico llegara hasta esa calle.

La chica bostezo.- ¿Me he quedado dormida?.- pregunto restregando sus ojos con los puños. Bostezo.- Lo siento, jugar a eso da sueñito.- aseguro rodeando te con sus brazos y poniendo un beso en tu mejilla.- ¿Podremos jugar a eso más veces?.- te pregunto con una gran sonrisa en el rostro.

Le costo un poco centrarse en otra cosa, tuviste que insistir.- ¡Otra visita!.- exclamo igual que un niño al que se le ofrece un regalo.- ¡Claro, Didy ayuda!.- aseguro buscando su ropa para vestirse de nuevo.-¿Donde esta?¿Como es ?.- quiso saber.

-Jeje, sí ya jugaremos más veces. Y habrá más gente que quiera jugar a esto contigo. No los dejes si son malos, no te tratarán bien y a este juego sólo se debe jugar si quieren las personas que participan ¿entendido?- tenía urgencia pero ahora debíamos... -¿Otra vez, ahora? Didy, tenemos visita. Hay un joven en...- no me estaba escuchando. Su memoria revivía una y otra vez el momento. Inspiré hondo -Didy- dije agarrándola por los hombros -Te necesito centrada.-

Quizá notó la urgencia en mi voz, quizá tocarla la sacó de su ensimismamiento. Esta vez sí me escuchó.

Mientras se viste respondo a sus preguntas -Es un joven pelirrojo, tendrá más o menos esta estatura. Delgado pero no famélico. Va armado con un palo al que ha atado un cuchillo y parece nervioso, tenso.- Mientras hablo, creo que lo más prudente es observar sus intenciones desde las cámaras. Podría no venir solo y, si es un grupo, debemos pasar desapercibidos.

-¿Puedo enseñarte algo? Pero debe ser un secreto. He encontrado el escondite secreto del señor Calahan. Ven.-

Y así, la llevo hasta aquel lugar -Ves las armas. Son muchas y es muy peligroso. No quiero usarlas pero lo haré si es necesario. Lo que hay que evitar es que alguien las encuentre pues podría usarlas contra nosotros. Didy, no tengas miedo, ¿somos un equipo? Seamos un equipo y los equipos trabajan juntos en un objetivo. ¿Sabes por qué? Porque los dos juntos somos más fuertes que por separado.- Sinceridad y las cosas claras -Ven, pasa por aquí. ¿Ves? Aquí están los monitores. A ver... a ver... ¿dónde te has metido?- observo las cámaras hasta localizar al chaval y señalárselo a Didy.

La idea de tener un secreto y ser un equipo, de ver las armas que para ella eran juguetes de mayores, todo la entusiasmaba. Le costo centrarse mientras miraba los monitores.- ¡Se ve la calle! ¡Esa es mi calle!.- dijo contenta señalando una pantalla.- ¡Pero esta todo en pequeñito!¡Que chulo!.- exclamo dando palmaditas.

- Si Hans, somo un equipo, el equipo... ¡Necesitamos un nombre para el equipo!.- dijo sin terminar de centrarse. Al menos entendía la idea en lineas generales.

Mientras tu buscabas al chico por los monitores Didy pensaba nombres para el equipo.- ¿Que tal equipo Didy?. A mi me gusta o... Equipo Hansdidi.- dijo y se rió del nombre. Notaste que te abrazaba por la espalda.

Viste al chico, salia de un callejón subiendo se la bragueta. No tenías imagen del callejón pero tampoco había que ser muy listo para adivinar que estaba haciendo sus necesidades.

- ¡Mira!.- dijo señalando la pantalla.- ¡Una persona pequeñita! 

Didi le miro.- Esta muy asustado, no es malo... esta solito.... ¿Podemos hacernos amigos suyos?.- te pregunto lanzando te la misma mirada que un niño que quiere adoptar un gato.