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El oro de Aztlan

Personalidades

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14/10/2019, 22:25
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Personalidades

A continuación se describen algunas de las principales personalidades que viven en Santa Lucrecia.

Almirante Teodoro de Aldana


La máxima autoridad en Santa Lucrecia es el Almirante Teodoro, uno de los hombres con mayor reputación de la Armada Real castellana.
Bien entrada la cuarentena, lleva prácticamente una década dejándose la piel por la conquista de Aztlan y sobretodo por ver cumplido su sueño de construir una ciudad en el Nuevo Mundo.
Santa Lucrecia es una realidad gracias a él y no permitirá que nada ni nadie amenace a su “hija”; la ciudad es un regalo de bodas para su hija Lucrecia.

Teodoro es un hombre elegante, con porte, y que habla de forma educada.
Todavía en forma pese a la edad, su visión táctica y su sangre fría le convierten en uno de los mejores estrategas de Theah.

Darío Torres


El Capitán Darío Torres es la mano derecha del Almirante y el principal líder de las tropas que llevan a cabo la colonización.
Darío está en la treintena y es casi como el hijo que el Almirante nunca tuvo, pues tal es la confianza entre ambos.

Darío es un formidable espadachín, de los mejores de Castilla, pero no sólo eso; es un explorador, un saboteador y un arcabucero cuando hace falta.
Algo temerario e impaciente, en el campo de batalla es el primero en cargar y dar ejemplo a sus hombres, que le temen a la vez que lo ven como a un auténtico héroe.

Darío es alguien que ha tenido que sudar sangre para llegar donde está, y eso se nota en sus modales. Es directo y en ocasiones brusco, prefiriendo ausentarse de los eventos protocolarios y en su lugar beber tranquilamente.

Taylor Andrews


No hace tanto que este supuesto noble avalonés surcaba los mares de Atabe como un corsario.
Algunos incluso creen que compró su título nobiliario tras sus exitosos saqueos alrededor de los mares.
Sea como sea, tiene uno de los palacios más espectaculares de la ciudad y le gusta mostrarlo; son habituales las fiestas en su domicilio.

Apuesto y elegante, ronda los cuarenta pero cuida su aspecto y su vestimenta. De exquisitos modales, algunos cuentan que cuando se enfada es un hombre totalmente distinto, sádico y retorcido.

Leonardo Vegaverde


Leonardo o Leon como le conocen en las tabernas de la ciudad es el heredero de la familia Vegaverde, una de las familias nobles castellanas que se han instalado en Santa Lucrecia para financiar la campaña militar de conquista.
No obstante, dista mucho de ser el noble refinado y elegante que va de evento en evento.
Es un alma inquieta que adora la esgrima, las peleas de taberna, los romances y en general, meterse en problemas.
Si algo se cuece en el puerto, Leon suele estar allí.

Alcalde Diego Segismundo Robledos de Zepeda


El Alcalde Segismundo es posiblemente la persona más acaudalada y noble de Santa Lucrecia.
Su cargo es el más pomposo y visible, pese a que cualquiera con dos dedos de frente sabe que quien manda en la ciudad es el Almirante Teodoro.
En todo caso, Segismundo vive feliz creyéndose el mandamás de la ciudad y trata de hacerse notar, a menudo organizando fiestas en su casa para recordarle a todo el mundo que ÉL es el Alcalde.

Gufo Nero


Gufo Nero (Búho Negro en vodaccio) es toda una entidad en la zona de las Destilerías y famoso en toda la ciudad.
Nadie sabe su verdadero nombre ni identidad, salvo ese pseudonimo que parece indicar que es un vodaccio.
Gufo sabe todo lo que ocurre en la ciudad, y algunos creen que tiene agentes infiltrados en la mayoría de organismos de Santa Lucrecia.
Si quieres información o hacer desaparecer a alguien, nadie mejor que Gufo, claro que sus servicios no son baratos ni trabaja para cualquiera. De hecho, nadie sabe realmente dónde encontrarlo, y hasta hay voces que indican que varios hombres usan su identidad para crear confusión.

Obispo Amadeus


El Obispo tiene un sueño; convertir a la Fe de Theus a los cientos de miles, o puede que millones, de aztlanos.
Algo que elevaría a la máxima expresión a la Iglesia y prácticamente erradicaría cualquier otra religión del mundo.
Y él quiere ser el hombre que consiga tan gloriosa hazaña.
No estará solo; decenas de Inquisidores le acompañan para asegurarse que los incivilizados nativos sean educados debidamente. Y por supuesto, que la voz de la Iglesia es escuchada en Santa Lucrecia.

Mademoiselle Anita Duchamps


La heredera de los Gaulle de Montaigne es sin duda una de las mujeres más ilustres de la ciudad.
Pese a las tensas relaciones entre Castilla y Montaigne, la familia Duchamps ha sido una de las pocas extranjeras admitidas en Altamira.
Muchos creen que el oro de Montaigne está ayudando al Almirante a sostener su campaña militar, aunque sea en parte.

En cuanto a Anita, su belleza cautiva a los lugareños que hacen cola por desposarla; su anterior marido murió en extrañas circunstancias.

Lucrecia de Aldana


La hija del Almirante ya no es una niña. Convertida en toda una mujer, su padre está enojado por su presencia en la ciudad a la que le da nombre. El motivo no es otro que el estar expuesta a posibles peligros, así como el hecho de haber venido al Nuevo Mundo sin haber encontrado aún a su futuro marido.

El Almirante mantiene a Lucrecia bajo estricta vigilancia, esperando que no se vea envuelta en ningún incidente desagradable. Pero la impulsiva joven no ha cruzado todo un océano para quedarse en el palacio; quiere ver las maravillas del Nuevo Mundo que su padre le explicaba en sus cartas.

Lady Julia


Lady Julia es toda una entidad en Santa Lucrecia. Fue la primera Jenny en llegar aquí y desde entonces ha conseguido que su burdel, “Lucrecia ya no es Santa”, sea el más famoso de la ciudad.
Julia es de origen vodaccio y su belleza es digna de disputas entre su clientela. Claro que ella ya sólo ejerce de Jenny cuando y con quien quiere.
Ha amasado una auténtica fortuna y sabe TODO lo que pasa en la ciudad.
Un verdadero peligro de mujer.

Candice Andrews


Están los nobles de Altamira ajetreados porque en los últimos días se deja ver por las fiestas en casa de Taylor una joven de exuberante belleza.
Pocos saben que se trata de la hermana pequeña del propio Taylor, recién llegada a la ciudad. Cual es el motivo de su presencia en Santa Lucrecia es todo un misterio, si bien no son pocos los testigos que aseguran haberla visto en el puerto con ropas de hombre y rodeada de hombres de mala reputación que la llaman Capitana.
Sea cierto o sólo imaginaciones de borrachos de taberna, es algo que está por ver.