Partida Rol por web

Lola no se sorprendió al ver aparecer a Pyotr. Lo había escuchado un poco antes de que asomara. Enarcó las cejas ante el nombre del dinosaurio, pero no preguntó.

- Me alegro de que Earl se nos haya unido. Imagino que no le gustaran los nativos ya que habrá tenido que huir de ellos en alguna ocasión. – duros tenían que ser los nativos para cazar habitualmente criaturas como Earl.

- No hemos visto a los piratas. Hemos visto rastros de sangre y a los hombres regresar de la caza. Más allá del poblado continua el rastro. Te esperábamos para rodear el poblado y seguir el rastro sin tener problemas con los nativos. – le explicó - ¿Vamos? – le animó con ganas de ponerse en marcha.

Escuché a Lola y le contesté -Perfecto, gracias por esperarnos. Si, lo mejor será rodear por poblado. Por mi podemos continuar-

Asentí y guié de nuevo al grupo siguiendo el rastro evitando el pueblo.

-Un pirate, une recompensa.- Dijo Luca no muy convencido. Si esta gente sabía castellano era posible que tuvieran relacción con otras personas de santa Lucrecia. -¿Donde aprendere la lingua castellana?.-

Mientras los indígenas parecían entretenerse con su banquete, decidisteis que era un buen momento para aprovechar y seguir el rastro.

Pyotr no obstante vio un rostro conocido en la aldea; Narja.
La joven estaba ayudando a despellejar a los animales que habían cazado. Una imagen que dejaba claro que no era una damisela.

Sin muchas dificultades, Lola consiguió seguir el rastro y constató cómo habían restos de sangre. Parecía que, como tras el enfrentamiento contra Earl, los piratas habían sufrido daños.

Sea como fuera, el rastro comenzó a difuminarse cuando una potente lluvia, una tormenta tropical, comenzó a caer prácticamente sin previo aviso. Habría que ser precavidos y mantener los ojos bien abiertos... además de apresurarse si no queríais perder el rastro.

La lluvia inesperada lo complicaba todo tremendamente. Añadido a la dificultad de seguir el rastro por un entorno que no conocía hacía que Lola tuviera grandes dificultades. Se volvió a José.

- José, ¿veis vos algo más con esta lluvia?

Luego miró a Pyotr.

- ¿Puede Earl seguir el rastro de esa sangre que hemos pasado con la lluvia que está cayendo?

Narja le tradujo tus palabras a tu padre, y luego te miró cuando le preguntaste dónde habían aprendido castellano.
Fernando nos enseñó... dijo, claramente sonaba a nombre castellano.

Le preguntó a su padre y éste se encogió de hombros.
Espera aquí, iré a buscarle. explicó la joven indígena, y se marchó hacia una de las cabañas cercanas.

El cacique te observó de arriba a abajo con cara de pocos amigos. Casi creías que te iba a agredir o algo.
Poco después regresó Narja con un hombre de unos treinta años, cuya perilla, ropas (altamente gastadas, todo hay que decir) y sus facciones le parecían señalar como a un castellano.

El tipo te miró con un rostro relajado y se acercó a darte la mano.
Bienvenido seáis, caballero.
Me cuentan que sois un explorador y venís en busca de los piratas que estuvieron ayer aquí. dijo relajado.

Pero antes de nada, deberíamos presentarnos como Theus manda. Soy Fernando Castillo, misionario de Theus y explorador. explicó sonriente.

Al ver a Narja me alegré de que se hubiera reunido con su gente. Era increíble lo rápido que había conseguido moverse por la selva... Miré a su alrededor, por si estaba su hermano. De lo contrario podría seguir encerrado (y puede que siguieran torturándolo).

De pronto se puso a llover. Eso iba aser un problema para seguir el rastro. Intenté ayudar al resto a continuar por el buen camino (lo lógico era pensar que el camino nos alejaría de la aldea). Pero no estaba muy seguro...

La aparición del castellano de pronto cobró cierto sentido a todo lo raro que había acontecido a Luca hasta ahora. Si bien no se lo esperaba en absoluto.

-Luca Siviero, Vodaccio de profesione e aventurero per conviccione.- Dijo alargando la mano para estrechársela. -Falando de Theus, io ser un enviato suyo. La iglesia de Santa Lucreccia nos manda in busca del orbe, la bola,- aclaró para que Narja supiera de que estaba hablando. -qui le pirates les robaron. Per questo estamos per qui. Per recuperala.-

La lluvia que caía dificultó las cosas para Lola, que creyó perder el rastro.
De hecho, era prácticamente imposible encontrarlo de nuevo.
Pero cuando Lola le preguntó a José, este dijo haber visto un ligero rastro de sangre.
Era imposible ya saber si era el que buscabais, o bien tenía que ver con la sangre de los animales cazados que habían traído.

Pero no había otra opción... a no ser que Earl pudiera hacer algo o le preguntarais amablemente a los lugareños...
Pyotr se fijó en el poblado intentando discernir al hermano de Narja, pero si estaba allí debería estar en alguna cabaña, ya que entre los cazadores que acababan de regresar, no estaba.

El misionero castellano asintió como si ya supiera de qué le hablabas.
El Orbe de Yedoran... los malditos piratas se hicieron con él y estuvieron aquí. Buscan las tierras de los Kuraq... por si no los conocéis, son uno de los pueblos o naciones de Aztlan. Su cultura se basa en la adoración del Espíritu Eterno... no sé más que es algún tipo de religión diabólica, y los habitantes de este poblado me ha contado que practican brujería.
Es probable que intenten usar a los Kuraq para despertar los poderes que habitan en el Orbe... semejante blasfemia en un artefacto sagrado de la Iglesia no puede ser perdonado. dijo, apretando un puño.

Es absurdo pensar que habéis llegado aquí sólo... ¿dónde están el resto? Si nos ayudan, ¡podríamos intentar detener los planes de los piratas! dijo entusiasmado.

-Pues...- respondió Luca rascándose la cabeza. -Per ahí, en la selva. Oire el ruito del aqua e interneme solo per sorprendere a los piratas.-

Fiándome de la habilidad que Pepe ya había demostrado antes le asentí para seguir.

- Prosigamos. Cuanto más tardemos con esta lluvia torrencial más difícil será seguir las pistas.

Si nos hubiéramos podido comunicar con los nativos podrían haber sido unos aliados interesantes, si hubieran tenido algo que ofrecerles, cosa que tampoco tenía nada clara y que probablemente no se alegrarían de ver invasores como ellos en sus tierras.

Asentí ante las palabras de Lola y continué la marcha. Era mejor pasar desapercibidos. Suponía que cuando encontraramos a los piratas habría muchos disparos y eso atraería a los nativos, pero con suerte ya estaríamos con el orbe a la fuga.

Procuré que Earl estuviera lo más cerca posible de mí, por si veía que hacía algo o notaba algo.

Fernando hizo una mueca de desagrado al escuchar que no sabías dónde estaban tus compañeros.
Entiendo... creo que podéis pasar aquí la noche y por la mañana podríamos intentar dar con ellos.
Los piratas de seguro han seguido hacia el territorio Kuraq, yo podría guiaros e intentar convencer al Cacique para que nos ayuden algunos de sus guerreros.
Si logran entrar en territorio Kuraq... no creo que tengamos muchas opciones... te explicó el misionero.

Seguisteis lo poco que quedaba del rastro entre aquella densa lluvia. Pronto se hizo evidente que era tarea imposible saber por dónde seguía, no sólo por el barro que comenzaba a formarse, borrando las pisadas, si no por que posiblemente a las huellas de los piratas se unían las de los nativos.

Aún y con los sentidos de Lola, y la ayuda de Pyotr y José, era una tarea que os sobrepasaba.
No obstante, el tramo que recorristeis antes de perder el rastro os había llevado frente a un acantilado.
Al asomaros, pudisteis ver un valle donde la vegetación era increíblemente escasa. De hecho, os pareció ver numerosos árboles muertos o calcinados.

Y en medio del claro, se alzaba majestuoso un edificio de piedra.

La lejanía no os permitía ver más detalles, pero parecía una construcción bastante compleja teniendo en cuenta el nivel cultural de los nativos.
Sea como fuera, habíais perdido el rastro, llovía a cántaros y no debería faltar mucho para que llegara la noche de nuevo.

- ¿Qué os parece? – dijo Lola asomándose el acantilado – Si van buscando algún sitio para llevar ese orbe, ese parece el único lugar para ello… y si no, al menos nos servirá para pasar la noche y desguarnecernos de la lluvia. Busquemos algún camino para bajar… - propuso. Bajar con las cuerdas con la que estaba cayendo podía ser peligroso.

Era sorprendente lo que habían construido los nativos de aquí. Tal vez no fueran meros salvajes, pero si este era el objetivo de los piratas, ¿qué pretendían hacer con el orbe? Y desde luego menos mal que no se habían quedado en el barco a esperar que regresaran aquellos mamarrachos con el orbe o todavía estarían esperándoles.

Esa construcción llamaba la atención. La verdad es que parecía un buen sitio para resguardarse de la lluvia y pasar la noche. Pero... ¿estaría deshabitada o habría inquilinos? Sea como fuese, se hacia de noche y era el mejor sitio que habíamos visto hasta ahora para descansar.

-Si. Creo que es un buen sitio para pasar la noche. Espero que estemos solos.- Dije ante las palabras de Lola y miré alrededor buscando algún sitio por el que llegar. Después miré a Earl y le dije -Vamos a ir a dormir ahí ¿Conoces el sitio? ¿Sabes como llegar?-

Echando un vistazo a los alrededores, Lola logró encontrar un estrecho sendero que permitía descender aquel acantilado sin tener que trepar, aunque obligaba a un importante rodeo.
Sea como fuera, con aquella fuerte lluvia, y con escasas cuerdas, trepar parecía una temeridad por lo que comenzasteis el descenso por el estrecho sendero.

Pyotr reconoció la presencia de individuos en las inmediaciones de la pirámide. No podía ver detalles dada la distancia, pero estaba seguro que al menos media docena rondaban el majestuoso edificio.

Descendisteis con cuidado de no resbalar, lo cual os llevó una hora larga.
La noche llegó poco a poco y en el edificio de piedra se encendieron antorchas en los alrededores aprovechando que la intensidad de la lluvia bajó y desembocó en una llovizna.

Desde la cercanía os pareció ver efectivamente a unos diez hombres, que parecían armados con lanzas y escudos.
La oscuridad os impedía verlos bien, pero parecían tener la piel oscura como los nativos, pero además pinturas por todo su cuerpo.

El caso era que en los alrededores del edificio el terreno estaba despejado y si os acercabais más, era prácticamente seguro que os verían.

Aquello era una locura, pero ¿qué opciones tenían?

- Quizás aprovechando la cobertura de la oscuridad podamos acercarnos antes de que den la voz de alarma, aunque me parece muy arriesgado. Tampoco tengo claro que debamos atacarles cuando ni siquiera estamos seguros de que los piratas estén aquí, pero si no están aquí, ¿dónde están? – preguntó negando con la cabeza – Me parece una locura, pero en estos momentos no veo otra opción que arriesgarnos a explorar ese edificio para intentar encontrar más respuestas… ¿Qué pensáis? – preguntó a sus compañeros.