Partida Rol por web

Tan pronto como Markus y Hadron dispararon con sus arcos Ralf salió de entre los árboles para cargar con su espada contra el ladrón [2], que se encontraba junto al jefe. Con un escurridizo movimiento llegó hasta el enemigo asestándole un buen tajo.

Las flechas recorren el cielo nocturno, y debido a la maleza y a la propia noche no hacen tanto daño como hubieran podido, aunque dos se clavan en sus blancos. Luego Donatello mediante un truco usa una potente voz, para decirles a los ladrones que se rindan, o serán muertos. Al mismo tiempo el escurridizo mediano se lanza sobre uno de los ladrones, que al ya estar herido, muere por la intrépida carga.

En la zona central, una flecha impacta en la armadura de cuero de Kukol, y casi le tira al suelo, esto junto a las palabras del druida, y el ver que uno de sus hombres acaba de morir ante sus ojos, mientras que el otro ha resultado herido por una flecha, precipita los acontecimientos. El jefe arroja sus armas al suelo y se rinde.-Nos rendimos, pero solo os diremos donde se encuentra el oro del Conde, si nos dejáis marchar. No tenemos prisioneros, a estos se los llevaron los malditos goblins, así como casi la mitad de los impuestos. Pero el resto de los impuestos los he escondido bien, y sino nos dejáis libres, no os diré donde.-

El jefe, Kukol, en un momento de debilidad tiene que sentarse, esta muy herido, y su brusco levantar ha hecho que varias de las heridas sangren abundantemente. Las vendas están empapadas, y la sangre llega hasta el suelo. No entendéis como puede estar consciente, aunque esta claro que para ser un ladrón, a parte de ágil, es bastante fuerte.

A los que ya habéis estado unos años en la guardia de Fuenterrubiales, os suena una historia de un capitán que traicionado por su señor, se dedicó al bandidaje con algunos de sus hombres, y que tal capitán bien pudo ser Kukol.

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Una vez sentado, recupera un poco la compostura, y cuando puede hablar.-Cuando llego uno de mis hombres diciendo que unos guardias les habían atacado, supe que vendrían a por el oro, que otra cosa podía ser. Y si, también podéis detenernos, yo no creo que pueda presentar mucha resistencia, aunque quisiera. Pero despediros del oro, lo escondí esta tarde y nadie más con vida sabe donde está. Y tampoco penséis que tenéis mucho tiempo, el puñetero rey de los goblins se ha enterado de que tenemos el oro del Conde, y además hay aquí mucha carne que no querrá desperdiciar.-Para un momento para toser y escupir sangre, que se limpia con la mano, y prosigue.-En cuanto esos subnormales lleguen hasta el (dice, mirando hacía la montaña), cortara algunas cabezas y hará que muchos bajen, aunque sea de día, y le lleven todos estos cuerpos, a nosotros y el oro. Y creedme (dice mientras os mira), no sois rivales para lo que pronto llegará, ni de día, ni aunque fueseis muchos mas.-Deja un momento para que asimiléis lo que os ha contado antes de proseguir. Os dais cuenta de que algunos de sus hombres están muy asustados, y no es de vosotros, miran hacía el bosque, hacia la montaña.

-Os lo repito, dejar escapar a mis hombres, y si me prometéis que me dejaréis marchar, os llevaré hasta el oro. El resto lo tiene el rey de los goblins, que vive en esa montaña, y que es mucho más poderoso de lo que todos pensábamos. El también tiene al comandante Carolo y al resto de los guardias. Se los comen, y esta reuniendo fuerzas para construir un gran reino. Si os dais mucha prisa, es posible que podáis escapar, pero no os confiéis los goblins serán una plaga en poco tiempo, la avaricia de su señor no tiene límites. Podéis informar y pedir refuerzos para atacar a esos demonios, antes de que sea demasiado tarde.-

Día 4 (18 de julio) un par de horas antes del amanecer.

Vuestro turno.

Viendo como los bandidos empezaban a retirarse, Schwartz von Liechtenstein Lohengramm decide salir corriendo hacia ellos, a fin de cuentas, dejarlos escapar no era algo que este tuviera en mente, bien que los Goblins parecían ser una amenaza, pero los bandidos también lo eran y si se dejaban sueltos podían formar nuevas bandas y continuar con los ataques y saqueos.

-¡Esperad!. -Gritó hasta llegar ahí para recuperar el aliento- Un... Un minuto... ufff... el desayuno no me ha sentado nada bien... ¿Tenéis una pizca de alcohol para que se me baje un poco el vómito?... Queremos hablar...

Al ver el penoso estado en el que estaban y en lo hechos mierda que los habían dejado los Goblins, no me pareció extraño que se rindiesen *os lo merecéis. Desgracia de la inmundicia...- Entonces ese tipo Kukol empezó a hablar casi desangrándose a cada palabra que soltaba, ofreciendo un trato, y ofreciendo liberar a los 3 que quedaban para luego llevarnos a la parte del oro que tenía escondida.

-Tsk... - me acerqué a él metiendo la mano en la mochila, como si fuese a sacar un puñal. *Este desgraciado encima ahora se hace la víctima... como se nos muera aquí no nos da ni para encontrar media carreta... 

Saqué unas vendas. Algo harían para cerrar las heridas más sangrantes. Empecé a vendarle mientras el resto vomitaban o decidían que hacer. - Idiota ¿Después de ver como un peligro tan grande como los goblins planean arrasar con todo, no deberías simplemente ayudarnos y ya? cuanto antes avisemos al Sargento Berracus con un mensaje, antes podremos protegernos contra un ejército de Goblins - aquello parecía peligroso, y mucho más de lo que podíamos abarcar nosotros 6.

Le sané sus heridas, al menos un poquitico. Que luego no se diga. *ahora éste tiene más salud que yo. Me cago en...

Ralf se acerca hasta la posición de Kukol con el arma en la mano.

—¿Por qué deberíamos confiar en la palabra de un asesino?— le dijo en un tono amenazador —¿quieres negociar, traidor? pues negocia con el sargento, ya verás que oferta tan fantástica tiene para vosotros. ¿No le tienes mucho aprecio a tus partes nobles verdad?, ¿Y el ojo que te queda, te gustaría conservarlo?.. —

El mediano intentó intimidar al jefe de los ladrones para ver si conseguía cambiar su actitud, y que nos ayudase a encontrar el oro que tenía enterrado, si era verdad lo que nos estaba diciendo.

—..si nos ayudas tendrás la suerte de poder vivir el resto de tu miserable vida en una celda, pero enterito, si es verdad lo que nos estás diciendo, porque, puede que los goblins os hayan quitado todo el oro y no tengáis nada con lo que negociar—

Mientras decía esto Ralf observaba como Xivar le curaba las heridas con algunos vendajes.

Hagamos un trato Kukol, vayamos todos a por el oro y una vez lo tengamos te doy mi palabra de que seréis libres. Además, en vuestro estado, no os vendrá mal un poco de compañía por sí los goblins vuelven a aparecer. Es decir, el Pacto es el oro por vuestra libertad. 

No me gustaba mucho la idea de tener que negociar con ladrones, pero quizá sea la única oportunidad de encontrar parte del oro. Si realmente dice la verdad y sólo el sabe dónde se encuentra, no queda otra que negociar. 

El avance de varios miembros del grupo, los comentarios de Markus, pero fundamentalmente el comportamiento de Ralf que, tras haber asesinado a uno de sus hombres con una puñalada por la espalda, se dirigía hacía el con el arma preparada y palabras amenazadoras. Hicieron dudar a Kukol. El jefe de los ladrones volvió a recoger sus armas con un rápido movimiento, y tras pensar si atacar o no al mediano, decidió retirarse unos pasos.

-No sé si sois conscientes de la situación en la que estamos. Es de noche, y el oro, tan solo la mitad, ya que una carreta se la han llevado los goblins, está bien escondido. Tan solo yo se donde está, y si no aceptáis lo que os propongo os podéis despedir de el.- Luego se dirigió a sus hombres y les dijo.-¡Marchad al otro campamento! Reuniros y esperarme para abandonar la zona.- Tras lo que os vuelve a mirar y añade.- Sino regreso, que no abandonen estas montañas.- Tras lo cual, los tres ladrones que veis se largan corriendo.

Tras unos instantes, os vuelve a mirar y añade. -No tenemos mucho tiempo, los goblins volverán pronto. Si todos me dais vuestra palabra de que tras enseñaros donde esta el oro, me dejaréis marchar. Os llevo ahora mismo al lugar. En caso contrario, ….. no habrá trato. Y daros prisa, no quisiera caer en las manos y dientes de esos diablos verdes.-

Día 4 (18 de julio) un par de horas antes del amanecer.

Vuestro turno.

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Viendo como los bandidos seguían retirándose, Schwartz von Liechtenstein Lohengramm decide seguir corriendo hacia ellos, a fin de cuentas, dejarlos escapar no era algo que este tuviera en mente, bien que los Goblins eran una amenaza tangible, pero los bandidos también lo eran y si se dejaban sueltos podían formar nuevas bandas y continuar con los ataques y saqueos.

-¡Alto!. -Gritó hasta llegar a donde uno para recuperar el aliento- Un... Un minuto... ufff... ¡Quiero tu arco!. Que desde lejos no puedo atacar y me siento un poco inútil así...

Hadron, que había estado en silencio hasta el momento, se pronunció.

-Te doy mi palabra, aunque solo te valdrá para esta vez. Siempre y cuando abandonéis la zona y dejéis en paz a los lugareños. También, ya de paso, me interesa saber que fue de los jóvenes dela granja exactamente ¿siguen vivos?. ¿Alguna idea de cuantos goblins puede haber?:

Se calló unos instantes, y miró a Kukol y de nuevo a sus compañeros. 

-Claro que mi palabra solo responde por mi. Cada uno tiene la suya propia.

Tras dejar que el entuerto tomase dirección, añadió una pregunta a mayores. Tras lo que se acercó un poco a Kukol, y le preguntó.

-He escuchado alguna historia, de algún antiguo capitán de la guarda reconvertido a bandido...¿Qué exactamente te ha hecho cambiar tan drásticamente de vida?

Me quedé con las vendas en la mano y ni siquiera me dejó acercarme lo suficiente. Le miré con cara agria y me las guardé. -Ok, sí, como sea... tienes mi palabra - Hadron era más o menos el cabecilla, así que preferí seguirle. Y definitivamente no quería enfrentarme a una horda Goblin esta noche tan lejos de todo en mitad de la montaña perdidos. Luego le ignoré completamente y me puse a canalizar un milagro sobre mi misma.

_{-Malditos idiotas bandidos ...} - Mascullé por lo bajino. Al menos los que me habían dejado KO antes estaban ya bien muertos. Saqué mi amuleto sagrado dorado detrás de un pedrusco medio escondida, y empecé a recitar, cogiéndolo con ambas manos y cerrando los ojos - ~...Oh Grande Nach, oye mi ruego y otórgame la Bendición! que tus Bolas Sagradas rebosantes de salud, fuerza y vigor me nutran y me llenen de vida! Que tu energía pura y digna entre por todo mi cuerpo... Inúndame con tu bondad!!!!...~ - Tras el rezo, mis ojos brillaron y alcé las manos al cielo, brillando ambas palmas y amuleto incluido, que flotaba enganchado a mi cuello. Al cabo de un momento, todo dejó de brillar y el amuleto volvió a colgar de mi cuello de forma normal.

Y tras ese relajante esplendor blanco, suspiré aliviada, y salí de nuevo con una sonrisa y un nuevo estado recuperando mi vida al completo. - Aaahhh...~ esto es otra cosa... - dije contenta, con la piel brillante y resplandeciente. Como nueva. 

Ralf se sintió algo decepcionado, su intento de intimidación no había tenido mucho éxito, después comprendió que un mediano poco tenía que hacer en estos casos --..si al menos fuese tan alto como Lohengramm..-- pensó Ralf mientras aceptaba la condición de Kukol.

—Esta bien, parece que seguirás con vida mientras tú cumplas, y nos lleves hasta el lugar dónde escondiste la mitad del dinero robado— después miró a Hadron y asintió.

Se alejó del jefe de los ladrones y fue a sentarse cerca de unas rocas que rodeaban el campamento, después buscó entre su mochila algo que comer, con tanto ajetreo le había empezado a entrar hambre.

El maldito ladrón dio orden a sus secuaces que huyeran. Los apunte con el arco y estuve a punto de disparar, pero si decia la verdad quizas nos quedariamos sin el oro. Asi que me contuve y no me quedo otra que aceptar. 

Está bien, hemos dejado que se vayan. Si cumples, vivirás. De lo contrario moriras y ya me encargaré en primera persona que sea lenta y dolorosa tu forma de morir. Y contesta a mi compañero, ¿cuantos goblins puede haber? Y lo más importante, que ha sido de los jovenes que os llevasteis de la granja. 

Una vez que sus hombres se perdieron en la noche, Kukol se levanto y les dijo.-Sabía elección, seguirme y os llevare hasta el lugar donde he escondido algo más de la mitad de los impuestos, la inoportuna aparición de los goblins impidió que pudiese ocultarlo todo. Como ya os había dicho, los goblins se llevaron al comandante Cárdeno, a varios soldados y algunos de mis hombres, así como también a esos jóvenes. -Y comenzó a caminar, lo hacía despacio y con muchas dificultades. De repente se paró y se volvió hacia ellos.-Pero será mejor que alguno de vosotros comience la búsqueda de los caballos, estos huyeron espantados cuando fuimos atacados. Hay una carreta ahí mismo (dice mientras señala la posición de la carreta que habéis visto al llegar), pero sin los caballos, no podréis llevaros los impuestos. Además de oro y plata, hay muchos otros bienes, y su peso es considerable.-Y continúa andando a través del bosque, unos minutos más tarde, llegáis hasta una roca rodeada de densos matorrales, uno de estos cubre la entrada a una pequeña gruta, en cuyo interior hay varios pesados cofres, sacos, cajas, etc. Una enorme cantidad de cosas con las que podéis llenar la carreta, pero esto os llevará un buen rato. Y sin caballos, sería imposible que os llevéis todo esto. 

Una vez cumplida su parte, Kukol, se queda mirando que es lo que haréis, intrigado, pues esta claro que como no actuéis rápido, es mas que posible que nunca abandonéis este lugar.-Aquí están los impuestos del Conde, pero no es cosa fácil trasladarlos, y el tiempo apremia. Ahora, si queréis cumplir con vuestra palabra, me gustaría irme cuanto antes de aquí, no estoy en mis mejores momentos y e costará un buen rato alejarme lo suficiente de este lugar. Mejor que os vayáis rápido, o los goblins caerán sobre vosotros.-Y queda a la espera de que le dejéis marchar.

Falta algo más de una hora para el amanecer.

Vuestro turno.

Por su parte Schwartz von Liechtenstein Lohengramm se encontraba un poco triste y apenado por no haber podido vengar a las personas que los bandidos habían matado, y mucho más triste porque ese bandido aquel no le hubo dado su arco, por lo que dirigiéndose hacia Ralf, este le susurró algo en el oído.

-¿Cuando este se vaya podrías seguirlo y decirnos dónde se encuentran descansando?. No me gustaría que escaparan sin recibir su justo castigo...

No sólo íbamos mal de tiempo, si no que además no teníamos caballos, había que buscarlos, y había que dejar ir a Kukol. Lejos de Kukol le susurré a los demás con una chirriante voz baja.

 -¿Y si lo tapamos todo y cubrimos la gruta? el sargento Berracus nos dijo que podíamos pedir ayuda y reclutar gente en cualquier pueblo del camino para transportar el oro, enseñando la carta que nos dio. Como esos goblins nos ataquen a mitad de camino a la capital, básicamente no habremos conseguido ganar nada. Sigo pensando que al menos deberíamos enviarles una carta para que se enteren de lo que está pasando. "los goblins tienen los impuestos! y están formando un ejército!" Digo yo que con algo así mandarán un porrón de tropas no creéis?

Schwartz von Liechtenstein Lohengramm sugirió algo bastante acertado.

-Me parece buena idea la de Schwartz von Liechtenstein Lohengramm, pero sigue estando el problema de los verduchos caníbales. - ¿Llegaríamos a ser capaces de encontrar los caballos, cargar la carreta, y empezar el camino, antes de que los Goblins nos atacasen en mitad del camino?. - Además, yo ya estoy incapacitada de más milagros hasta que no descanse. No sé vosotros cómo vais de energías - menuda mierda de día y noche largo habíamos tenido. Tanto caminar tanto caminar. Estaba agotá.

Miré al resto. Lo que ellos opinasen sería lo que haríamos. 

Si volvemos atrás el resto de ladrones huirá, y los goblins se quedarán con el resto del oro. Hay dos opciones, o separarnos y que algunos vayan a por caballos para llevarnos esto y el resto seguir, o lo que yo propongo, esconder el oro en un lugar seguro y avanzar para recuperar la totalidad del botin. Además, tenemos que salvar a los pequeños de las manos de los goblins y hacer pagar a los ladrones por sus fechorías en la granja. No pueden quedarse inmunes con todo lo que hicieron. Asi que yo seguiré adelante. 

Es cierto que esconder este oro era peligroso, ya que corria el riesgo de que perdieramos todo el botín, pero mi afán de salvar a los pequeños y dar su merecido a los que atacaron la granja eran mayores que la de volver atras con la mitad del botin del conde. 

—Ni a mí..— le dijo Ralf a Lohengramm  con cara de decepción —..pero creo que ahora tenemos que ocuparnos de cosas más apremiantes— añadió 

—Estoy de acuerdo con vosotros— le respondió a sus compañeros. El mediano se levantó de la roca en la que estaba y habló con el grupo.

—Ponernos a buscar caballos ahora solo nos retrasaría. Dejemos este oro aquí oculto, como bien dicen Xivar y Markus— después se dirigió a la gnomo y le preguntó —.. que tal si utilizamos esas cartas de reclutamiento con estos sinvergüenzas, ahora mismo lo que necesitamos son más hombres y atacar antes de que los goblins se reorganicen ¿Qué pensáis?— tras plantear la pregunta a sus compañeros el mediano habló con Kukol.

—Tú nos has dicho que tienen a Cárdeno prisionero, además de varios soldados y algunos hombres más, ¿crees que podremos convencerles para que luchen junto a nosotros contra los goblins? Tienes más hombres en otro campamento ¿no? ¿Crees que si nos unimos todos seríamos suficientes como para plantarles cara a los pieles verdes?—

Ralf se dejó llevar por esa máxima que dice "el enemigo de mi enemigo es mi amigo" y pensó en hacer de tripas corazón y, por un momento, combatir junto a estos bastardos con el fin de conseguir un objetivo común, evitar que se forme un ejército goblin.

Una ve cumplida su parte del trato, vio que allí se demoraban en cumplir con la palabra dada, y hasta le planteaban nuevos tratos, mientras que aun no habían cumplido con el acordado.

-Son muchos los goblins que en breve llegarán, y no estarán solos, lobos y huargos les acompañaran. Estaba con veinte de mis hombres y poco pudimos hacer contra ellos. Y si dejáis aquí el oro, seguro que lo encontraran. Haced lo que queráis, pero mejor que lo hagáis pronto y abandonéis pronto estas montañas, o nunca lo haréis. Me voy, he cumplido con mi parte del trato. Y tengo prisa por abandonar estas tierras.- Tras lo que se alejó por el bosque, no sin estar pendiente de vuestros movimientos. 

Donatello ha logrado encontrar a los caballos y los ha enganchado a la carreta con ayuda de Hadron. Tenéis un montón de sacos que poner en ella, y poco tiempo. Poco a poco la noche va dando paso a un sangriento amanecer.

El bosque es un lugar amenazador, siniestro, pero de momento, no parece que haya enemigos en las proximidades.

Día 5 (19 de julio) amaneciendo, sobre las 6 de la mañana.

Vuestro turno.