Partida Rol por web

El dia fue tenso, se centró en el trabajo duro de seguir avanzando, taciturno, salvo algún "hum" afirmativo o con gratitud a la hora de comer, cuando fueron dando cuenta de las raciones de viaje. Hoy tocaba carne seca que el posadero le había dado, algo de pan y un poco de queso, acompañado todo con el vino que le quedaba, de aroma muy mediocre, pero que mejoraría con algunas especias, eso si, el sabor se conservaba bien. 

Quizá fue demasiado provocativo, pero la pieza de custodia la dejó sobre las rodillas, siempre a la vista, mientras almorzaban.

El día avanzó y llegaron a donde estaba la guardia. Era sigilosa la elfa, sin duda, puesto que no había rastro alguno del campamento.

-Salve.

Anunció, por si la mujer estaba por allí todavía.

-Habrá que ir pensando en montar un campamento, si no contesta, al menos esto era seguro si la elfa se mantuvo aquí. En esta ocasión haremos guardias. No me gusta lo que hay fuera y se arrastra bajo el amparo de la noche.

-Ni lo que hay dentro - Musitó hacia las mujeres.

La pequeña comitiva de aventureros prosiguió su camino en medio de una densa calma. Rurik abría la marcha y Ridgern la cerraba, como protegiendo a las tres mujeres, que marchaban en el centro. Esa pequeña distancia entre los dos fornidos guerreros fue suficiente para zanjar la disputa entre ambos, al menos por el momento.

El avance era tedioso debido al farragoso terreno, pero poco a poco iban avanzando de regreso a Robledo, donde les esperaba la deseada recompensa. La parada para comer fue corta y el enano permanecía con su inestable mirada, a veces sagaz, a veces taciturna, como si siguiera al resto por inercia sin saber muy bien por qué.

Empezó a anochecer y llegados al lugar donde habían acampado con la guardabosques, pararon buscando su protección, aunque la sigilosa elfa parecía haber desaparecido como por arte de magia.

Ririk decidió montar allí el campamento y su incisiva lengua arremetió con ironía contra el enano, pero éste no se dio por aludido. Permanecía en su particular mundo. Empezó a inspeccionar el emplazamiento, buscando la mejor manera de proteger el campamento. 

El camino de vuelta fue más pesado que el de ida.A cada paso, sus pies se quejaban y su espalda se mermaba, pero aún así no mostraba signos de debilidad de cara al exterior, pues siempre debía presentarse férrea e impertérrita, como su Diosa suprema.A cada paso que daban, quedaba menos trecho que recorrer y lo usaba como arma para subirse la moral.Finalmente llegaron al mismo sitio donde la elfa, la amable guarda de vecería, les dio cobijo y alimento, pero allí no había nada ni nadie.Miró hacia sus alrededores, entre sorprendida y confusa, pero ni rastro de la elfa.La oscuridad  se hacía dueña cada vez más del ambiente, y las sombras que formaban los pocos rayos que quedaban de luz, contra los troncos, piedras y demás vegetación, parecían monstruosas y otras variopintas.Los animales nocturnos comenzaban a despertar y a provocar extraños ruidos, algunos ululantes, otros movían la maleza que les rodeaba, sin duda sería una larga noche.

Dejó reposar su escudo en el suelo, y soltó un gemido placentero, desperezándose a la par que hacía crujir su cuello y contorsionaba ligeramente su tronco.

-Creo que hemos llegado a buen lugar para el descanso- dijo tras escuchar el saludo de Rurik a la nada-.Mmm, parece que no está, una lástima, me hubiese gustado compensarle su buen trato con nosotros- resopló algo entristecida, de nuevo ojeando el entorno.

-Así es, montemos el campamento y comamos algo caliente.Es importante descansar ¿Quien hará el primer turno de vigilancia?- dejó la pregunta en el aire, mirando ahora al resto de sus compañeros.

La situación estuvo bastante tensa durante el camino. Tuvo que colocarse en la última posición ya que las condiciones del enano no eran las buenas para llevar a cabo su trabajo, podrian sorprenderles de un momento a otro, y ella tenía los sentidos mas despiertos, mas agudizados.

Llegaron al punto donde estuvieron con la elfa, que parece que no estaba por allí.

- Será mejor que no quedemos aqui, yo puedo hacer el primer turno. Ridgern, me acompañais??

Le preguntó al verle investigar por los alrededores. Será mejor que sea ella quien haga guardia con él, con Rurik se nota la tensión que hay entre ambos. Deja todas sus cosas en donde está todo el grupo e investiga por el alrededor sin alejarse demasiado.

Ridgern estaba estudiando el lugar, examinando las rocas y los árboles que circundaban el pequeño refugio natural, cuando la elfa se dirigió a él - ¿ AcompañartEEEE, a dónde? de eso nada . Nos quedamos aquí a pasar la noche, es el único espacio seco en millas a la redonda. Permaneceré despierto hasta que alguien me releve - pronunció mientras continuaba ojeando del terreno. Eso respondía a Earwën, aunque de forma desinteresada, el robusto enano parecía permanecer en su particular mundo, aunque interesado por encontrar la mejor forma de proteger el campamento. 

Aquel pequeño claro estaba bien camuflado entre grandes rocas escarpadas y frondosos árboles delante.La tierra estaba seca y los rayos del Sol apenas entraban por la superficie del follaje de los árboles y casi abovedadas cabezas rocosas de aquellos muros de piedra natural.

Obviando algún que otro insecto volador y otros tanto reptadores, la zona estaba bastante despejada de fauna.La maleza cubría partes de las grandes rocas y los alrededores.Las sombras ya comenzaban a formarse, la oscuridad tomaba las partes más bajas de la zona, y ruidos misteriosos y de diversa índole se escuchaban de vez en cuando por toda la zona, seguramente provenientes de la fauna nocturna o alguna bestia curiosa.

Las temperaturas comenzaban a bajar y se podía notar correr una suave brisa entre roca y roca.

Poco después del pequeño encontronazo entre el enano y Rurik, el grupo para a hacer un descanso. Lia se comió parte de su ración seca y unas pocas uvas pasas para darle sabor a la carne.

El resto del día se desarrolló sin mayor incidencia, salvo un tropezón de Lia que casi la condujo al centro de una charca. Por suerte pudo arragarse a las riendas de su yegua. En ese momento, la muchacha morena decidió subirse a su montura y realizar el resto del trayecto montando.

Al finalizar el día llegaron donde se despidió la montaraz y tras buscarla brevemente, el grupo decidió buscar dónde pasar la noche. El sitio elegido tenía buena pinta: con rocas a su alrededor y sobretodo con el suelo seco.

Tras preparar sus bartulos nocturnos al lado de una de las rocas para protegerse del viento, se metió en el saco y se tapó con la manta de invierno para terminarse el queso y los albaricoques secos de la ración de ese día. Una vez terminado, encendió una vela y sacó un libro que estuvo leyendo durante un tiempo.

Antes del amanecer se levantaría temprano para acicalarse el pelo y ponerse sus pirsins habituales, aún arropada por la manta en esas horas tan frías del día.

No había obtenido respuesta por parte de la montaraz, así que empezaron a hacer el campamento ahí. Rurik se quitó la mochila y el escudo de su espalda, emitiendo un gruñido de alivio, al dar descanso a sus doloridos hombros. Se tomó un segundo de descanso y dejó la espada apoyada en el muro. El objeto de custodia lo dejó bajo el escudo, cerca de las chicas. No dijo nada cuando Earwën se propuso como compañera del enano, sabía que lo hacía para tenerlo controlado, tal como dice el dicho "ten cerca a tus amigos pero a tus enemigos aún más"

-Cuidado y no hagas heroicidades.

Le dijo cuando pasó cerca, mirándola, antes acariciar afectuosamente su espalda, aprobando lo que hacía.

El norteño no se sentó, sino que empezó a desabrochar las correas de su peto, para dejarlo con sus bártulos, junto a sus pieles y prendas, pues le estorbaban, quedándose sin ropa de cintura para arriba: como se intuía bajo sus ropajes, era robusto como un animal, peludo en el pecho y algo menos en el vientre, algunas viejas líneas blancas cicatrizadas le cruzaban el costado, el hombro y algunas en los brazos, como recuero de una vida de combate a cara de perro. Pero lo más curioso eran los dibujos de los hombros de ambos brazos y la parte derecha de su cuerpo, eran muy parecidas a las runas enanas que dibujaban formas y figuras antiguas, algunas formas parecían la de una serpiente o dragón y otras eran informes como cadenas entrelazadas unas con otras. La parte del hombro estaba quemada por las correas de la mochila y el peso de un largo viaje.

El norteño cogió la espada bastarda y se alejó un poco, para cortar leña y ramas. No tenía un hacha, y eso le dificultaba la tarea pero su espada hacía desentemente bien la función. No dijo nada, concentrado en lo suyo. Cuando hubo tenido suficientes ramas, troncos y demás material, se acercó al campamento para armar una plataforma aprovechando la roca y el entorno, que los separara del suelo, pues no quería compartir lecho con reptiles e insectos.

Mientras armaba la estructura, se golpeaba su sudorosa nuca y cuello, pues los mosquitos estaban haciendo de las suyas alimentándose de su sangre.

-!Drittsekk! !Arggg!.

Bramó. Luego miró a Lia y a Varuna.

-Podriamos hacer una hoguera pequeña para tener a los insectos fuera de aquí durante la noche. Y para cocinar algo.

Claramente, lo último fue por la chica morena, puesto que gustaba, la joven, de enfatizar sus habilidades culinarias siempre que podía. Ahora era buen momento de mostrarlo.

La idea era aprovechar la roca para crear una "pared" apoyada en la misma, cubierta de hojas y ramas de árboles que hacían la función de cubrirlos de la lluvia y de la mirada de las fieras (o asaltantes) , luego, la plataforma serviría, junto a más ramas y hojas como lecho para el cuerpo, que pudieran entrar a dormir 3 personas al menos y estar lo más separado del suelo posible. No era un montaraz, pero podría poner en práctica su experiencia en las trincheras.

Rurik Todavía no había dado el segundo golpe con su bastarda a la rama, cuando una afilada y certera hacha de mano se clavó en uno de los árboles que tenía al lado. Su dueño, el enano, lo observaba a poca distancia - Toma, un metal de verdad para cortar leña. Me sangran los ojos de ver lo que estás haciendo a esa cuidada hoja bastarda. Vas a mellar el filo. Pronunció severo el enano. Y con otra gemela a esa también estuvo cogiendo algunas ramas más.

Mientras las chicas preparaban el fuego para la cena, Ridgern se dedicó a colocar ramas y piedras en los pasillos naturales que formaban las rocas y que daban al refugio natural, de la forma más inestable posible, para que en cuanto se tocaran, produjeran el ruido suficiente como para delatar al causante. Luego cogió todo aquello que no iban a necesitar y lo colocó en varios montones alrededor del fuego,  cubriéndolos con las mantas y sacos que no iban a utilizar para dormir, a modo de falso campamento.

El enano apenas probó bocado ni dijo nada. Alguna mosca rondaba detrás de su oreja. Algo le decía que esa noche no iba a ser tan apacible como la que pasaron con la montaraz. Tan solo pronunció escuetamente - Yo haré la primera guardia. Mejor que me acompañe la humana, así después la elfa podrá ver en la oscuridad. Mi ballesta estará cargada.

Y esperó a que los que iban a dormir entraran en el pequeño pero acogedor refugio que Rurik había construido entre  dos de las rocas que formaban casi una perfecta y amplia sala . Ridgern eligió el lado que daba al interior del enclave,  Se apostó con su pesada ballesta en la entrada, para poder observar todo el interior del círculo y paciente como una roca permaneció tan atento como inerte  esperando a que algo sucediera. 

Las palabras y la atención de Rurik pareció calmar a la elfa, suavizar su caracter, hasta su gesto se relajó y no estaba tan tensa y malhumorada como de costumbre. El enano comenzó a hablarla, ella parecía que le miraba pero realmente miraba hacia otro lado, estaba mirando a su compañero y parecía embelesada en ello. Hasta ella misma se percató que no estaba haciendo bien y le costaba creer lo que estaba haciendo, como que eso no eso no era normal en ella. Asintió a lo que le dijo el enano, pero no tenía ni idea de lo que había dicho, solo se separó y andó por los alrededores, solo haciendo tiempo a calmarse un poco. Aprovechó para coger alguna que otra rama seca y lo llevó para el fuego.

Una vez estaban sentados para cenar, el enano rechazó que fuera ella quien le acompañara en la vigilancia, tendría que hacer la última con Rurik, que en verdad le apetecía más. Echaba en falta ciertas cosas que, con tanta compañía y jaleo era imposible. Una vez cenaron, se fue a la improvisada cama, solo se quitó la coraza para dormir y así descansar un poco de tanta carga durante todo el día.

- Mi orden de turnos era mejor.. - murmuraba

Lia no estaba convencida con eso de montar dos campamentos para pasar la noche. Vaya una pérdida de tiempo y de esfuerzo. Pensaba la muchacha mientras todos se afanaban en montar los dos campamentos. Ella se centró en preparar un buen fuego para preparar la comida que había estado pensando durante todo el día.

Para empezar necesitaba carne fresca, no le valía con las raciones secas y saladas del viaje. Mientras los demás compañeros decidían como iban a montar los dos campamentos, Lia se acercó a Erawen que parecía algo distraída.

-Hola. Dijo Rurik que eras muy buena cazadora. ¿Podrías capturar algún animalillo? Yo puedo hacer un estofado junto con algunos de mis ingredientes, pero necesito carne fresca.

Mientras le traía la pieza, Lia preparó las brasas y con unos palos sujetó una piedra pizarra sobre las llamas. También mezcló unas hierbas con unas pocas semillas de mostaza y las trituró bien. Una vez que le trajo la pieza, Lia le quitó las tripas y la piel. Insertó las mejores piezas de carne en unos palos para dejarlos que se hicieran con el calor de las brasas, con prestándo atención de que no se enfriaran demasiado y cambiándolas. Aprovechó parte de la grasa para calentarla en la piedra y junto con la mezcla de hierbas y mostaza hizo una salsa. El resto de la pieza y cebolla picada los metió en una cacerola y dejó que se cocieran en agua a fuego lento. Al terminar tenía dos platos para que cada cual eligiera: Carne a la brasa con salsa de mostaza y estofado

Ridgern acercó unas piedras al fuego que estaba haciendo la joven cocinera - Toma, déjalas junto a la hoguera, luego estarán calientes y puedes dormir con ellas.

A medida que la chica se afanaba con la cena el enano se ponía cada vez más nervioso. La hoguera era cada vez más viva y a parte del humo, un exquisito olor a comida recién hecha empezaba a extenderse por los alrededores. - Por todos los trooolls ¿ Hace falta tanto fuego para tan poca pieza? Con menos fuego se puede forjar un mandoble. Esto es toda una invitación para los depredadores del pantano. Esta noche habrá fiesta... - pronunció el enano cascarrabias. A pesar de la buena pinta que tenía todo, Ridgen solo veía la cena como una provocación para las criaturas hambrientas del pantano y se afanó en su tarea con la protección del lugar, llenando los lugares de entrada te toda la hojarasca que pudo para que nadie pudiera entrar a ese lugar sin hacer ruido.

Los aventureros, conforme llegaron a aquel pequeño claro oculto, desempacaron sus cosas y montaron un pequeño campamento improvisado.Rurik fue uno de los primeros en acomodarse, se quitó su coraza y con una inesperada destreza, demostró sus conocimientos en trincheras, montándose una una especie de camastro elevado del suelo, junto a un techo de un agua, cubriéndolo de posibles lluvias o del simple relente nocturno.

Varuna también se acomodó rápidamente, se quitó el escudo y las piezas de su armadura más incómodas, al menos para cenar.Se preparó su humilde hueco entre las rocas para echar allí la noche, aunque por suerte le tocaría la primera vigilancia, y después podría dormir del tirón toda la noche.

Ridgern se mostraba muy preocupado por la seguridad de aquel campamento, tenía mil ojos puestos en cada detalle,y cualquier fallo o debilidad ya le hacía maldecir mil veces junto con gruñidos y murmuraciones.Procuró poner algunas trampas sonoras naturales en las entradas de aquel claro, pero no había suficiente para todas.No obstante, logró con la ayuda de los demás, establecer el falso campamento, el cual sin duda parecía real a simple vista con esos bultos a modo de personas tapadas.

Por otro lado, Lia se mostraba más relajada.Gracias a la pieza que le trajo Earwën, puedo hacer un par de sus deliciosos platos, demostrando su gran valía y pericia en el arte de la cocina.El fuego provocó una columna de humo blanquinoso que se elevaba sobre las rocas y más allá de las copas de los árboles, aunque lo más ostentoso era el delicioso olor que emergía de aquellas ollas, que se esparcía a lo largo y ancho de la zona.

Los aventureros pudieron disfrutar de una agradable cena, reponiendo fuerzas y vitalidad.Ahora con la tripa llena, era la hora de dormir.

Rurik partía la madera con destreza, clavando su espada en la madera como si fuera el cadaver de un troll. Eso sí, se notaba que el filo no estaba hecho para ese fin, pues más de una vez tuvo que apoyar el pie en el tronco y tirar con fuerza para sacar la hoja de su captura.

Mientras se enjuagaba el sudor con el brazo, miró a su alrededor y su mirada vino a cruzarse con la de Earwën, le estaba mirando a él y estaba nerviosa, de esa forma que tanto le gustaba y que solía hacer a veces, cuando las cosas estaban más calmadas y viajaban solos, aunque normalmente era él quien la miraba más, buscando ruborizarla o seducirla. Ese cambio de tornas le hizo sonreir, torciendo sus labios en una sonrisa altiva, casi seductor, cuando un silbido que le hizo torcer el gesto, frunciendo el ceño, echándose hacia atrás. El hacha de Ridgern cortó el aire por delante de él. Si quisiera, el enano le habría acertado, pues estaba con la guardia baja. Lo miró como si fuera a matarlo, con la espada agarrada a dos manos. Pero la aclaración del enano, de que solo era una ayuda le hizo relajarse. Hundió el filo de la espada en el suelo y cogió el hacha, mirando todavía al enano y soltó un "hum" agradecido, pero serio.

-En las trincheras o te adaptas o te mueres de asco.

Dijo en su defensa, por el maltrato al arma, en referencia a que usaban herramientas que no estaban hechas para tal labor.

Con el hacha todo fue más fácil. Iba cortando y sajando con asombrosa comodidad, sin duda el acero del enano era de una calidad sublime. Cuando acabó de colocar todo, armó la plataforma. Era suficiente para que entraran tres personas con los vertical, panza arriba, que eran los que podían descansar entre guardia y guardia. Pero Varuna ya había encontrado su propio rincón. Justo entonces, sus fosas nasales fueron agarradas cual garfios por un olor exquisito. La tripa rugió como una manada de lobos. El Heljarken se acercó a la hoguera a ver de donde provenía ese olor y dejó el hacha al lado del enano, mientras se inclinaba hacia los platos. Ear había ido a cazar y Lia había hecho que la carne no se pareciera en nada al animal que había traido en un inicio la elfa. Miraba curioso hasta que metidó los dedos en la carne a la brasa, sin mucho tacto, y aunque quemaba, el norteño miraba curioso como chorreaba los jugos y la salsa antes de engullirla. Los sabores y matices de la carne revolotearon en su boca como mariposas que querían escapar. Abrió mucho sus ojos por la sorpresa y volvió a coger carne, pero esta vez usando la palma, abarcando más cantidad.

Rurik se dejó caer hacia atrás, sentándose en el suelo mientras daba buena cuenta de la carne, a dos manos. El estómago lo tenía feliz y eso se notaba en su caracter, que era más suave y amigable.

-Al final si que eres útil, pequeña. No voy a decir más que no sabes cocinar.

Decía, mientras se chupaba los dedos. Luego se inclinó cual señor imperial para darle un tiento al estofado, también con los dedos, como salvaje que era, chorreándolo todo a su paso. Se lo comió rápido, pues aún quemaba y soltó un "Já" sin más.

Al final la cena le había llenado como en la mejor de las posadas. Se chupaba los dedos y se limpiaba en las telas y en algo de agua (para algo tenía que servir ese líquido insípido) hoy no tenía historias que contar, estaba callado pero se le notaba relajado. Mordía, el norteño una raiz para cepillarse los dientes, mientras miraba fijamente a Earwën, de forma directa, sin rodeos. Su mirada de antes había hecho "redescubrir" a la elfa, como si acabara de volverla a conocer.

-Me voy al lecho.

No paraba de mirar a la chica, como si fuera un mensaje. Se puso en pie, mientras mordisqueaba la raiz todavía y se fue sin despedirse, quizá grosero con el resto -por otra parte, algo habitual en él-, al campamento que había construido.

Una vez estaban las tareas hechas, se sentó con el grupo a comer. De nuevo, no parecía de bueno humor. se mantuvo detrás del resto y cogió la comida, que se comió sin mostrar a la cocinera ni una alabanza ni un agradecimiento. Se fijaba en como Rurik disfrutaba con la comida, y es que tenía razón, estaba rica, pero estaba tan cabreada que no hizo ningún comentario al respecto. En cuanto Rurik se levantó y la miró, sabía que era lo que quería. Se puso en pie y le siguió, dando las buenas noches al resto de grupo.

Le siguió hasta la improvisada caseta y se metió dentro.

Una vez entra dentro con él, alejada de las miradas de los demás, parece que se relajó, olvidándose de ello y recordando a quien tenía allí con ella. Su cara volvió a cambiar, parecía necesitar alejarse durante un tiempo de los demás y poder estar a solas con él.

- Debe ser rápido.. si no quieres que nos interrumpan.. en breve aparecerá la mujercita esa reclamándote, como le gusta llamar tu atención..

Dice mientras deja las armas en el suelo y se va desnudando, no es para nada lo que se había imaginado.. pero cuando levanta la mirada y se cruza con la de él, como que todo aquel enfado se le pasara.

- Pues que disfrute del espectáculo..

Sonríe de lado y se abalanza sobre él, besándole ansiosa y de forma apasionada.

Era sorprendente como en aquel espacio reducido podían moverse y apañarse. La cara del norteño se relajó, incluso se le pintó una sonrisa en la cara, mientras besaba -más bien mordía- los labios de la elfa con los suyos, haciendo un sonido bastante sensual.

No tardó en quitarse la última prenda que llevaba puesta, y la empujó fuera con los pies. Se acomodó entre las piernas de ella mientras los besos no paraban de fluir, solo cuando ella habló sobre la otra chica, dejó de besarla. Su labio inferior se quedó unos segundos adherido al labio superior de ella, antes de volver a su sitio original.

-¿Que dices? Varuna es una mujer santa, no puedo profanarla. Aunque reconozco que es hermosa.

Intentó volver a besarla, pero se detuvo. Empezó a notar que la elfa no quería estar allí y solo lo hacía para cabrear a la otra chica o para atraparle a él cuando no le hacía ninguna falta.

Se tumbó a su lado, y cogió sus pieles para usarlo como manta (aún desnudo)

-Duérmete que tenemos guardia.

Dijo, más serio, sin el talante feliz de antes. Volvía a ser el Heljarken de siempre.

La noche comenzó a avanzar, y con ella el cansancio de los aventureros.Rurik y Earwën se fueron los primeros a la cama, algo sospechoso pero seguramente todos podrían deducir el por qué.Varuna se quedó con Ridgern para realizar la primera guardia, no sin antes apagar el fuego que tan deliciosa comida les había preparado a través de la pericia de Lia, la cual también se había ido a descansar, pues su segundo turno de la primera guardia empalmaba con el primer turno de la segunda guardia.

Así pues, no tardaron mucho el enano y la clérigo en quedarse a solas.Abandonaron la zona central y dejaron bien colocados los falsos cuerpos alrededor de la hoguera.Tras esto, acudieron a sus puestos de vigilancia.Los minutos comenzaron a pasar como horas.Las mentes de los aventureros luchaban psicológicamente contra el frío, estar quieto era una tortura.El Diablo les tentaba de acercarse a la hoguera unos minutos para entrar en calor, pero si dejaban su puesto aunque fuese un momento, podría ser suficiente para que muriesen todos.

Varuna y Ridgern intentaron mantenerse despiertos, pero los párpados cada vez pesaban más, soltaban algún que otro bostezo, y el aburrimiento y el silencio les invitaban a descansar un poco la vista, con la mala suerte de que se quedaron dormidos por un instante.Justo en ese momento, una sombra se alzó sobre las rocas.Parecía tener las orejas picudas, fue bajando con total agilidad, agarrándose a la superficie áspera de esta, y descendiendo con precisión y rapidez.No tardó en llegar al suelo de aquel campamento, y su mirada recorrió todo aquel panorama.No tardó en divisar a los guardias y el camastro improvisado de Rurik.Se acercó con pasos ligeros y silenciosos, como si tuviese el peso de una pluma a los que hacían guardia, primero a Varuna sobre la cual posó la mano en su hombro,y lo movió ligeramente para despertarla.

Sus ojos los notaba muy cansados, y no pudo resistir la tentación de cerrarlos momentaneamente.Sintió que durmió por horas, pero realmente fueron minutos, y fue cuando notó que alguien le notaba el hombro.Sus ojos se abrieron se sopetón, alertada y con el corazón a mil por ahora, ¡se había dormido en su guardia! Su mano palpó rápidamente su entorno en busca de la maza para golpear al enemigo, pero sus ojos se centraron mejor en la figura oscura que le acechaba.Sin duda, la reconocía con exactitud.

-¿Qu....qué hacéis aquí? Me habéis dado un susto de muerte...- gritó entre susurros algo frustrada pero a la par aliviada.La nueva presencia le mandó callar colocándose el dedo índice sobre los labios y soltando un tenue "ssh".La clérigo captó el mensaje y asintió tragando saliva.De nuevo, la figura le indicó con su mano que le siguiera y ambas se acercaron al enano.

Tras despertar a la clérigo, se apresuraron ambas con rapidez hacia Ridgern.El tiempo apremiaba, y era el tema era cuestión de vida y muerte.El enano que parecía estar roncando lo que provocaba que vibrasen los pelillos del bigote, no tardó en despertar cuando notó el tacto de la figura misteriosa sobre su hombro.

-Despierta enano...- puede escuchar el guerrero pelirrojo en un tono suave y susurrante.