Partida Rol por web

No me parecía cosa buena aquello de dormir. Sería la primera noche que lo haría sin estar junto a mi esposa. Y encima ésta estaba desaparecida, raptada o algo peor (y no podría ni quería yo imaginármelo). ¿Cómo entonces iba a dormir?

Yo haré la segunda -me ofrecí-. Aunque dudo que pueda dormir algo, y espero que pasen las horas y podamos tener alguna pista de Markele. ¿Habéis oido lo que dijo? ¿Cómo iba Markele a hacer nada de lo que narró? Ella es bondadosa y no haría daño a una mosca... Si éstos otros son tan temidos no estaría de más que Dios alzase su mano contra ellos, puesto que también son engañosos y crueles con la gente... -abogaba por un dios castigador por pura desesperación-. Que descanséis -le dije a mi cuñado y mi suegro con poco ánimo-.

Entonces me tumbé en la hierba, acurrucándome junto a mi cayado para tenerlo a mano en caso de tener que atender alguna urgencia.

¡Ah! -dije entonces, dándome la vuelta hacia ellos-. Vamos a tener un hijo -les confesé, por si aún no habían sospechado nada. Y lo que debía ser una noticia de alegría se había empañado por la aparente inviable situación en la que nos encontrábamos-. Es de doble importancia encontrarles, pues su pérdida jamás podría perdonármela.

Improvisándo un lecho en cual descansar como otras veces había hecho en mis partidas de caza, intenté dormir para realizar la última guardia. Pero el sueño no llegaba.

Aun estoy despierto cuando Luken menciona lo de tener un hijo, me quedo inmovil sin reaccionar. Comencé a pensar en mi hermana recordando cuando eramos niños. Al cabo de un rato quedé dormido.

Te duermes entre los ronquidos del gigante, pero el sueño no es apacible. Sueñas que persigues a una criatura del inframundo por el bosque. Se intenta escabullir entre los árboles, tiensas tu arco y disparas. Cuando te acercas a cobrar tu presa ves que se trata de Markele, empiezas a gritar pero no te sale la voz. Despiertas entre sudores, todo sigue igual, el gigante roncando y el bichejo con él. Tu padre y Luken a tu lado.

logras dormirte entre los ronquidos del gigante que se oyen donde estáis vosotros. Sueñas con que persigues a Markele por el bosque, ella se muestra juguetona y tu vas detrás. De pronto se para y hay un hombre y un niño con la cara borrosa a su lado. Markele te mira seria. Se van alejando lentamente pero no puedes alcanzarlos, empiezas a caer en un abismo sin fondo justo cuando Atanasio te despierta para que hagas tu guardia. Te despierta Goio para empezar el nuevo día.

Después de la primera guardia te echas a dormir entre los ronquidos del gigante. Markele es un bebé y lo tienes en brazos, entónces aparece Gurutxe, la bruja sin ojos y con el cuello desgarrado y se la lleva. Intentas ir tras ella pero tus pies están pegados al suelo, por más que gritas no vuelve. Te despierta Goio para empezar el nuevo día.

Goio está despierto cuando ve que el gigante se despierta, saca un cazo enorme y empieza a freir pan duro con unos cuantos torreznos de tocino. El resto despertáis convulsos por la noche que habéis pasado, pero lo cierto es que nada ha pasado, el gigante no os ha atacado y todo sigue igual que ayer por la noche. Véis amanecer y escucháis los primeros cantos de los pájaros, el rocío mañanero os envuelve. El bichejo sigue durmiendo, parece que lo de madrugar no está en su carácter. Con el olor del tocinillo y el pan duro despertáis.

El gigante os mira y os ofrece desayuno.

Durante mi guardia he estado pensando en como obligar al gigante a ayudarnos, tal vez amenazando a una de sus ovejas o atacándole a el directamente. Muchas ideas perversas han pasado por mi cabeza, pero las alejaba de mi al ver que poco podrian servir para traer de vuelta a mi hermana.

Preparo la comida en silencio mientras miro de reojo al gigante.

Al bichejo le gustaban los juegos, pero este ser es diferente, es atento pero menos flexible. Tal vez siendo amables con el...

Haciendo un esfuerzo me dirijo con el cazo hacia el. Tomo un poco del desayuno que me ofrece y hago lo mismo.

- Me imagino que debe pasar mucho tiempo aquí solo con las ovejas. Yo también paso tiempo en el bosque a solas, me gusta la tranquilidad... Y hay algo que me extraña de vuestra historia. Conozco a mi hermana, es imposible que ella haya matado a esa lamiñak. Yo creo que alguien os está engañando- hago una pausa para ver si he logrado sembrar la duda en el.

- Podriamos aclarar esto hablando con el maide, además acabo de enterarme esta noche que mi hermana espera un hijo. El maide no tiene derecho a arrebatar dos vidas por el precio de una.

Me levanto perturbado pués el sueño que he tenido esta noche era demasiado real. Veo como Goio va a hablar con las criaturas y voy hacia él, después le contaré lo que he soñado, pués he de compartir esta visión que ha cambiado mi forma de pensar.

Mientras me dirijo a ver a Goio, intento recordar si pasó algo extraño, alguna laguna en mi memoria, cuando mi pequeña Markele era pequeña, pués no recuerdo que pasara nada o se perdiera la pequeña en su infancia.

No recuerdas nada, es más como algo que ha de pasar como entiendes el sueño. La imágen de Markele está borrosa. Pero parece ella de pequeña(bebé)

Lo que anoche soñé no tenía sentido, pero tenía mucha relación con la empresa que llevábamos a cabo. Deseaba con todas mis fuerzas encontrar a Markele, y dejarme de tanto gigante o ser de ultratumba o el infierno. Las leyendas en esta tierra eran mucho más aceptadas, pero no era yo hombre de leyendas, sino un pastor de las montañas (como ese gigante). Ayudé a Atanasio a incorporarse, mientras veía cómo Goio ya se iba con el cazo dispuesto a pedirle al susodicho un poco de aquel pan frito.

Vamos Atanasio, ¡levántate! -le dije amablemente mientras le cogía del brazo, pues lo veía un poco perturbado-. No me digas que tú también has soñado... Será mejor que comamos algo y luego veamos qué pasos seguir hasta dar con nuestra querida Markele.

El gigante responde a Goio, agradece que comparta los alimentos con él. Después dice-La lamiñak no murió sola, os aseguro que fué vuestra hermana. Lo dicen sus ovejas, los cuervos...las plantas. No hay lugar para el equívico. ¿ Un nió decís? Frunce el ceño.-Eso complica aún más las cosas. Está bien, os ayudaré...con tres condiciones.Mira a ver cómo reaccionáis y continúa-La primera, de el rio para acá se acabó la caza. Hay muchos seres que se sienten molestos con eso y puede acabar mal. La segunda, todas las noches de San Juan dejaréis una cesta en este lado del rio con los mejores productos de su huerta, una pieza de caza y atado el primer cordero nacido este año de tus ovejas-Señala a Atanasio cuando se refiere a la huerta, a Goio respecto a la caza y a Luken respecto al cordero. Y por último, si algo se cae en este lado del rio, se queda en este lado del rio. Si estáis de acuerdo con estas condiciones y a cumplirlas año tras año os indicaré donde encontrar al Maide. Pero si no las cumplís, la ira de Basajaun caerá sobre vosotros y vuestro ganado no se reproducirá, vuestras huertas no darán fruto y vuestro arco no encontrará presa. ¿Hay trato? Se queda mirandoos con la mano extendida esperando ser chocada, una mano enorme y callosa.

El bichejo se medio incorpora viendo lo que pasa, echa un trago y vuelve a recostarse aprovechando este rato para seguir descansando.

¿Qué necesidad tenéis vos de aprovecharos de todos nos cuando jamás nos hemos visto? Acaso no eres pastor como yo!? -le grité, pues la ira ya me corroía por dentro-. Con gusto daría no sólo lo que pedís, sino la vida por mi esposa, ¡PERO VOS LO HACÉIS CON SARNA Y CON SAQUEO! ¡Podéis obtener viandas y más animales si queréis! ¿¡¡PORQUÉ PEDIRLAS!!? ¡Hideputa!, ¡dinos dónde está ese Maide, a no ser que estés compinchado tú con él!

Fue entonces que agarré el cayado con fuerza y le amenacé, y con éste en alto dispúseme a darle tamaño garrotazo que no hubiera cuento en el que se acabase de cóntar cuán tanta disposición y entereza y ganas púsele para darle la lección.

Parece que Luken se ha levantado con el pie izquierdo, trato de interponerme entre él y el gigante. Más por protegerle y fingir un poco, la propuesta no me afecta tanto, hay caza de sobra y además cuando quiera cruzaré el rio si me place. Lo de darle una pieza de caza ya me corroe las entrañas, pero pienso darle algún bichejo pequeño de los que apenas se pueda sacar carne. Voy imaginando mientras contengo una mueca.

-¡Luken, para! Vamos a hablar esto entre nosotros- le digo firme.

Estoy de acuerdo con Goio,-Luken no parece mal trato este, yo por mi parte acepto y soy el que mas pierde.-

El gigante al ver la reacción de Luken se levanta y arquea una ceja mientras retira la mano, realmente es grande.-Mortal, si no te satisface el trato libre eres de no aceptarlo. Si no respetas las tradiciones y al pequeño pueblo mereces lo que te pasa y lo que te ha de pasar. Después mira a Atanasio y responde-Parece que tus canas te hacen más sensato. Mas no quiero malentendidos. Haced lo que dice vuestro hijo y poneos de acuerdo. Mi propuesta sigue firme, si aceptáis debéis ser todos. O si no...Markele tendrá un nuevo esposo. Lo dice disgustado y se aleja unos pasos para que recapacitéis.

El bichejo se incorpora, toma un trago de la bota y compone una pequeña cancioncita cargada de mala leche.

Markele y el Maide juntos se quedaron,

muchos Maidekitos criaron

y al cornudo marido por culo le daron.

-Vamos Luken, nosotros hemos aceptado, ya veremos luego si cumplimos- le digo una vez que nos hemos retirado.

Doy media vuelta y me encaro con el gigante, no muy cerca, nunca se sabe. Aunque hasta ahora se ha mostrado tranquilo en todo momento.

-Si aceptamos el trato nos llevarás hasta el Maide. Pero ¿y luego? Si el no acepta ningún trato y se queda con mi hermana. ¿Podremos contar con tu ayuda? ¿Mirarás para otro lado si la rescatamos por cualquier medio? El trato no valdrá nada si mi hermana no regresa con nostros.- pongo todo mi ímpetu en mis palabras aun sabiendo que tenemos las de perder.

Atendía a las palabras de Goio, que intentaban tranquilizarle. No veía el momento de volver a tener a Markele entre mis brazos. Me mordí los labios, cogí aire, y miré con irreverente ira a aquel ser.

Está bien -alcancé a decir sin mucho convencimiento-. Aceptemos. Luego escuché las palabras de Goio a aquel pastor gigante. Ojalá no nos estuviera mintiendo.