Partida Rol por web

Aquellas palabras piadosas sonaron divertidas en los oídos de la bruja.

En latín respondió a quien, en un fútil intento, le ofreció confesión. - A fronte praecipitium a tergo lupi. - La bruja comenzó a reír a carcajadas, carcajadas que se convirtieron en estertores de agonía acompañados por chorros de borbotearte sangre roja, al cortar ella misma su cuello ante la atónita mirada del caballero.

Su cuerpo se desplomó, inerte sobre el suelo de la cabaña. El charco de sangre crecía, avanzando como una roja marea que se extendía como el poder de aquellas brujas, pues si ésta era una, más habían de quedar. La presencia del maligno no sólo no se disipo tras la muerte de la joven, si no, más bien, pareció ir en aumento.

Absorto con la vista perdida en aquel charco carmesí, don Miguel se percato que la sangre frenaba su paso, como si una línea invisible obstaculizara su avance. Una rendija había en el suelo por la que se escurría el viscoso líquido rojo. A varios palmos una anilla de bronce, ocultada momentos antes por la alfombra, parecía ser el tirador de una trampilla...

me coloco el casco dejo a mano el escudo, me agacho para intentar oir algo debajo de ese suelo.

Nada se escucha, aunque jurarías oler el característico olor del aceite propio de los candiles al quemarse.

enfundo la espada, y cargo a la ballesta.

luego tiro de la anilla. apuntando con la ballesta a lo que haya por ahi.

Tu mano se estira en dirección a la brillante anilla dorada. Poco antes de que tus dedos toquen el metal, escuchas viniendo de abajo, un quejido, lo has oído, a tu pesar, incontables veces antes en batalla. El sonido de la vida, que se escapa desde los pulmones, saliendo por la boca, momentos después de que alguien sea atravesado en su pecho por un mortal filo. Esta vez parece ser de mujer la vida que se marcha...

Intrigado, a la par que temeroso, tiras con mayor velocidad de aquella anilla. Una trampilla da acceso a lo que parece un sótano. Un laboratorio de alquimista, o un refugio de bruja, poco te importa el nombre que darle a aquella guarida del mal. Ahora el olor del aceite se hace más claro, mezclado con un fuerte aroma a extractos de plantas, animales muertos e incluso orines. La tenue luz de lo que parecía un candil iluminaba tenuemente aquella estancia, revelando una escalerilla de madera que daba acceso a ella. De pronto, aquella luz se apagó, dejando en total oscuridad aquel inmundo agujero.

Después del breve silencio, pasos ligeros se mueven rápido por la estancia superior. Parece haber un forcejeo, dos cuerpos parecen bailar la danza de la muerte arriba. Se escuchan los peroles tintinear contra el suelo al chocar los cuerpos de los combatientes contra éstos. Un fuerte golpe seguido del crujido de la madera te hace suponer que la mesa central ha sido partida, y para tu mayor inquietud, la luz se filtra por las rendijas de la trampilla. La alfombra debe haberse movido...

El silencio vuelve, y es roto por la voz de Malena. Parece reír. El santiaguista habla, jurarías escuchar que le ofrece confesión a la bruja. La respuesta de ésta es clara; - A fronte praecipitium a tergo lupi. - Un precipicio al frente y los lobos a la espalda.

Un cuerpo cae desplomado al suelo... el silencio se adueña de nuevo de la situación... sangre gotea desde arriba... se cuela por la rendija de la trampilla...

Marieta sabe que el tiempo apremia. Su cuchillo alzado baja de golpe, acabando con la vida de su primogénita de una certera estocada en el corazón. En ese momento la trampilla se abre colándose la luz en aquella lúgubre estancia. Marieta apaga el candil con su mirada. La oscuridad se cierne en aquel sótano, solo interrumpida por la poca luz que se cuela desde arriba...

del fuego del hogar, cojo unos maderos a modo de antorcha y los lanzo, asegurandome uno bueno para usarlo de antorcha para mi.

Una vez tirada las "antorchas" al agujero hago lo siguiente.

Decapito la cabeza de la bruja, separandola del cuerpo.

registro lo que quede del cuerpo y de la estancia antes de bajar.

salgo corriendo al caballo y procuro meterlo dentro de la estancia, con intencion de reventar la trampilla y arrrancarla, o bien con las pezuñas del caballo, o atando una cuerda a la argolla y tirando de ella

ademas,  cojo de las alforjas:

el candil y su repuesto de aceite y otro más.

los grilletes con llave

yesquero si es que no llevo ninguno encima.

La cabeza de la bruja es cercenada por un duro golpe de espada. Con avidez registras sus ropajes, y nada encuentras a parte de su cuchillo y un saquito que contiene varias extrañas sustancias y algunas hierbas; valeriana, manzanilla, pétalos de amapola, polvo de amatista y agua de manantial.

Te diriges hacía la puerta con la intención de buscar algunos útiles en las alforjas de testa, pero cuando llegas a ella, descubres que está completamente atrancada. No hay explicación lógica para ello, pero dada la situación, ya nada te sorprende.

- Tornad temeroso de Dios. Bajad a la boca del infierno. Vuestro zagal os aguarda. - La voz de Marieta retumbó en tu cabeza, como si te hablara desde dentro. Aquella maldita bruja debía estar en aquel sótano, en su inmunda guarida...

recojo las pertenencias de la bruja, y opto por hacerme unas antorcha de circunstancia, rompiendo si procede taburetes o mesas.

Procuro atrancar la argolla para que la trampilla no se cierre, no se si atandola a algun sitio, o colocando "muebles".

lanzo unos maderos abajo, con a intención de hacer una pequeña fogata que alumbre, guardandome para mi una estaca a modo de antorcha, que me de luz "decente", y que no se me consuma rapido.

guardo la ballesta, y saco la espada, espada en una mano antorcha en otra, y casco y armadura bien ceñidos.

Abres por completo la trampilla, y sobre ella apilas todo lo que encuentras en la casa; taburetes, el tablón de la mesa, cacharros, el barril de agua. Tarea imposible cerrarla piensas.

Lanzas varios maderos abajo con la intención de hacer una pequeña hoguera que de algo de luz al lúgubre pozo que espera tu bajada. La escalerilla para bajar es estrecha e inclinada, y los maderos caen muy cerca de ella. Sería conveniente encenderla una vez abajo.

Espada en la diestra, antorcha en la sinistra, el caballero se encomienda a los santos antes de decidirse por bajar aquellas escalerillas que parecen llevar al mismo infierno.

quisiera lanzar un palo encendido a modo de antorcha, y luego si eso, ya colocaré algunos más de antorchas.

si compruebo que abajo no hay peligro, bajo las escaleras deprisa con la espada en una mano, la ballesta a la espalada y usando la otra mano para bajar mas depresia.

una vez abajo , me pongo en guardia, con la espalda pegada  a la escalera.

La improvisada antorcha cayó iluminando con su luz titilante como la voluntad del caballero aquella estancia.

Cada paso que dabas al descender por la escalerilla, hacía que el escalofrío continuo que recorría tu espalda aumentara. El olor allí presente era una mezcla extraña; animales, sangre seca, suciedad, muerte.. Todo aquello se mezclaba con el olor del aceite que momentos antes quemaba la llama del candil. El sótano era bastante amplio, huesos y pieles de animales, plumas de cuervo, dientes de lobo adornaban el lugar. Aquel era el refugio secreto de aquellas brujas demoníacas. Quedó claro cuando viste la mesita del rincón en la que se encontraban la redoma, el alambique y varios instrumentos de medida. Conocías de oídas aquel instrumental.

Allí estaba ella, la bruja. Observandote con un enorme cuchillo en sus manos que goteaba sangre. A su lado, el cuerpo desnudo de su hija mayor, Iguazel, yacía sobre una mesa con una enorme herida en el pecho. Al parecer su propia madre le había dado muerte en lo que parecía ser un oscuro ritual. Al lado de esta, maniatado y amordazado se encontraba el pequeño Zacarías, falto de ánimo y fuerzas, aunque parecía seguir con vida.

Un sutil movimiento en el fondo de la estancia, en una esquina, llamó tu atención. Rachid estaba allí, acurrucado, asustado en una esquina, con su cabeza metida entre sus piernas mirando al frío suelo.

temiendome otra vez un ataque de mele, y confiando en mi coraza, opto por dos ataques.

1 ACIERTO pierna derecha 6+2+1/2 4,5 daño

2º fallo

imagino que me parara el golpe

mantengo la posicion pero le lanzo el cuchillo.

15 +20 por distancia da igual 

vuelvo a fallar y mantengo la posición.

creo que no tengo mas cuchillos, confirmamelo si acaso.

Presa de un momentaneo miedo bajo la mirada de aquella siniestra presencia, el santiaguista lanzó un cuchillo contra ésta. Erró en su intento, cosa de esperar, pues él era más diestro en el manejo de la espada y el escudo y no en el arte de lanzar cuchilladas como si de un rastrero bandido se tratara.

El cuchillo pasó a media vara de distancia de la cabeza de la bruja, la cual ni se inmutó. Con su mano derecha, la misma que portaba el cuchillo, toco su pecho, allí debía ocultar un amuleto de poder. Con la izquierda señalaba al santiaguista al tiempo que murmuraba extrañas palabras ininteligibles para los allí presentes.

Pronto don Miguel supo que era aquello, la bruja estaba lanzando una maldición sobre él. Un doloroso hormigueo comenzó a subir por su brazo, desde la punta de sus dedos hasta casi el hombro. Momentos después aquel brazo parecía muerto, sin vida, no respondía a las peticiones del caballero...
 

desenvaino la espada con la izquierda y cuando proceda atacaré con el malus que proceda.