Partida Rol por web

Greystone se había anticipado a la proposición que el propio Charles tenía pensado hacerle al conserje. Admira lo bien que se desenvolvía el detective con estas cuestiones. Conseguía hacer parecer naturales las propuestas más extrañas.

No creía que hubiese vuelto a Arkham. Pero si no ¿a dónde podría haber ido?

Ya sin la presencia de Maldini preguntó al resto. 

-¿Qué opinan?¿Volver a Arkham? No lo creo. Debemos registrar esa habitación y seguir buscándolo. He visto que existe una sociedad histórica de Kingsport. Si quiere averiguar algo del pasado del pueblo, podría ser el lugar idóneo para ello. Apostaría a que ha pasado por allí. 

—Claro, no tengo inconveniente. Era la habitación 31. Pero ¡espero que el servicio de limpieza haya hecho su trabajo!— se rió un poco desconcertado por la broma del detective —Limpiamos las habitaciones a mediodía y el señor Bermont se fue a primera hora de la mañana, nada más levantarse.

Después acompañó a cada uno a su habitación. Les había asignado las cuatro habitaciones de la tercera planta. Eran habitaciones pequeñas pero confortables, decoradas de forma acogedora. Una cama, mesita de noche, armario y un baño privado en cada una. Para ser una pensión/residencia estaba realmente bien.

El señor Maldini los dejó para que se repartieran las estancias mientras bajaba para preparar un pequeño refrigerio que les sirviera para acallar el hambre de la noche en el comedor.
 

El detective mantuvo en todo momento la situación sobre ruedas, tanto que Elizabeth se quedó a un costado relegada mientras una mueca de incertidumbre se reflejó en su rostro. No lo pudo evitar, si bien no logrará bajo ningún punto de vista comprender a su novio, en este instante aún menos. Era lo que tocaba, lidiar con sus enigmas, con esas huidas sin sentido y un sinfín de obstáculos. 

Por esa razón no dijo nada, siguió a los hombres hasta los cuartos y aguardó paciente que el recepcionista se retire finalmente para ver establecer otros objetivos. Ya lo habían perdido, siempre un paso adelantado y esto se transformaba en una constante. 

- Nos quedamos esta noche aquí... Y ya intentaremos seguir el rastro. - dijo tras reflejar un poco de tristeza. - A ver qué encontramos en esa habitación. - terminó por decir, pendiente de ello. Un solo descuido de Bermont necesitaba para hallarlo, uno solo. 

James continuó ayudando a la señorita White cuando comprobó que el señor Greystone era todo un artista en obtener información de la gente y embaucarles para sus propositos. Estaba claro por qué el tío Theo le había contratado.

- Supongo que tendremos que echar un vistazo a su habitación. - dijo al detective, un tanto incómodo porque fueran todos a echar un vistazo a donde iba a pernoctar. - Si no ha dejado ningún rastro, mañana tocará tratar de averiguar hacia dónde se dirigió Bermont una vez abandonó el hotel...

-Sí, sí, echemos un vistazo. -Se apartó tras abrir la puerta de la habitación 31 para dejar pasar a sus compañeros. Entró el último, y dejó su bolsa sobre la cama. - La pensión ciertamente está limpia y se ve cuidada, pero no podemos descartar cualquier pequeño olvido que nos sirva de pista. Entre todos será más fácil, y acabaremos antes. Y después podemos bajar a cenar, y comentamos la estrategia a seguir mañana.

Y empezó una concienzuda revisión del cuartito, que no debía prolongarse mucho si realmente habían limpiado a fondo. Abrió el armario, los cajones, miró la papelera. Hasta el bloc de notas y papel de carta que dejaban para uso de los clientes. Abrió el cajón de la mesilla, y sacó la sempiterna Biblia. En último lugar inspeccionó el baño, por si acaso.

Charles ayudó en la búsqueda. 

-Creo que podemos utilizar un método semejante al que usamos en la habitación de Arkham . Ponemos los objetos revisados a un lado para que no molesten y seguimos buscando. Allí dio buen resultado.
 

James se centró en lo que estaba acostumbrado, los apliques de la electricidad y los conductos de la calefacción, asegurandose que ninguno de ellos había sido movido recientemente para esconder nada ellos, harto como estaba de tener que limpiar los de la Universidad de los estudiantes que escondían tabaco o incluso lo usaban para dejarse notas.

Agradeció en su interior tanto detalle hacia su persona por parte de James, ni siquiera Isaac era así y en parte la confundió un poco ya que su novio lejos estaba ser alguien que piense en los demás, sino a la vista está. Por esa razón, ella le dedicó una significativa mirada, pero no dijo nada al respecto, le agradaban esos gestos. 

Sin mayores preámbulos y ya más centrada en lo que corresponde, observó cómo los hombres ingresan a la habitación 31 y tras ellos, hizo lo propio. Pero como está acostumbrada a que las personas suelen limpiar por encima, ella directamente, se arrodilló frente a la cama mientras intentaba que la falda no revele nada delante de los caballeros. 

— Disculpen. — dijo al estar en esa postura. 

Luego de sus palabras examinó de principio a fin cada detalle del suelo, lo que sea. 

En aquel caso la búsqueda fue rápida porque la habitación, tal como había indicado el señor Maldini, estaba impecable. La papelera vacía, la cama ordenada, el baño limpio.

Pero Greystone estaba acostumbrado a encontrar rastros donde ya se habían hecho limpiezas concienzudas. Recogió el bloc de notas que había en la habitación y paso los dedos por su superficie. Sonrió al notar las marcas en el mismo y, sacando un lápiz de su bolsillo, usó el carboncillo para sombrear levemente la hoja en blanco. Como por arte de magia¹:

Iglesia de las Profundidades
Harbor Street 14
14:00 - Efrain Blech

Parecía una nota apresurada. Los demás no habían encontrado nada² pero Elizabeth se acercó a la nota descubierta por Greystone y pudo corroborar, sin duda alguna, que era la letra de Isaac. Aunque parecía un trazo muy nervioso, no era tan firme como resultaba habitual en la caligrafía de su novio³.

Charles comenzaba a sentirse un tanto inútil en aquella búsqueda, pues no veía que estuviera aportando mucho. Sin embargo, no quiso aportar ningún comentario negativo al grupo. Por contra, sonrió cuando vio al detective sacar un lápiz y pasarlo repetidamente por una hoja para hacer brotar los trazos del que hubiese escrito antes.

-Bien hecho, señor Greystone. Creo que poco más vamos a poder sacar de aquí, pero es bastante. Debemos ir a visitar esa iglesia cuanto antes. 

— Esa letra es de... Isaac. — afirmó al ver el escrito sombreado. — Siempre tan detallista, es evidente que ésta no fue la ocasión. No sé, me da la sensación de que lo hizo a las apuradas. ¿Tenemos un nuevo destino? — preguntó finalmente, sin nada más que agregar. 

Ya Elizabeth sintió que recobra las esperanzas, todo se veía demasiado nublado para ella, aunque no pudo evitar el sentir que se le escapa de sus manos. Igual que la arena entre los dedos, de aquella misma forma. 

-Sin duda-dijo Charles-No podemos dejar de lado una pista tan evidente. Una iglesia...resulta extaño ¿no? Y con un nombre bastante sugerente, dado la naturaleza de los estudios del joven. Quizá tenga más sentido del que parece. Cuando gusten nos ponemos en marcha. 

- Harbor Street 14... bien. ¿A alguno de ustedes le suena el nombre de Efrain Blech? Lo de la Iglesia de las Profundidades es, evidentemente,  un lugar del culto que Isaac investigaba. Y ese hombre le dio una cita... quizá para hoy. Y quizá por  eso ha dejado la pensión. Si es que llegó ayer como creemos. 

Buscó el folleto con el mapa.

- Veamos, eso estaría... hum... ¿les parece precipitado ir allí hoy mismo? Es ya de noche...

James asintió, valorando la pericia del detective para encontrar pistas ocultas al ojo mundano.

- ¿Iglesia de las profundidades? - dijo con voz extrañada. - Un nombre poco religioso... ¿tendrá que ver con esas sectas que comentaron en Arkham?

Estaba claro que iban a seguir indagando en ese tipo de cosas y se abstuvo de santiguarse por vergüenza, en vista de que sus tres compañeros se habían sentido muy cómodos en esas situaciones.

- No son horas para andar investigando. ¿Quizá mañana a primera hora, señor Greystone?

-Sin duda alguna-dijo Charles-¿Qué clase de iglesia católica o protestante se pondría un nombre semejante a eso? Ha de pertenecer a alguno de esos cultos. ¿Es posible que Bermont quisiese iniciarse en él y que habiendo sido admitido no necesitase alojamiento? He oido hablar de esas sectas...quizá trajese el libro como presente. O incluso por encargo. Si esa secta guarda alguna relación con ese libro, nada bueno puede salir de ahí. En cualquier caso, coincido en que debemos descansar Mañana investigaremos el lugar. 

— Mejor mañana, coincido con ellos Sr Greystone. Además ya Isaac nos lleva una considerable ventaja, pero no significa que nos alejemos de su rastro. — respondió sincera Elizabeth. 

Tras aquellas palabras la joven estudiante guardó silencio para escuchar a los presentes, al parecer Bermont tenía todo planificado y esto parecía una persecución descarada. Intentó no pensar pese a tener varias ideas en mente, no cuando todo esto desencadenará en cuestiones que le llevarán los suyo aceptar. 

De alguna manera sintió que está ingresando en medio de la oscuridad, aquella que Isaac tanto adoraba y por la cual está haciendo todo esto. 

La cena fue frugal. Un poco de queso, algo de fruta, y algunas viandas frías. Tras escuchar las disculpas del azorado señor Maldini el grupo se retiró a descansar hasta el día siguiente. Habían pensado madrugar para visitar aquella dirección. ¿Estaban cerca de encontrar a Isaac Bermont?

La noche cayó sobre Kingsport.

Soñaban.

***

Elizabeth soñaba con el reencuentro con Isaac. Estaban en la playa. El joven parecía cansado.

—No debiste venir querida.— le dijo mientras caminaba hacia el mar.

Ella quiso decirle algo pero sólo podía verlo avanzar. Primero las olas cubrieron sus rodillas, luego el mar llegó a su cintura. Para cuando su cabeza desapareció entre el oleaje ella tenía los ojos empañados y no pudo seguir mirando.

Cuando abrió los ojos se dio cuenta de que todavía seguía llorando.

***

Charles estaba en la biblioteca. Revisaba los libros una y otra vez. Desde que había empezado aquella misión de búsqueda se había sentido como un pez fuera del agua. Pero ahora estaba donde debía: buscando datos. Pero había algo que iba mal... ¿qué buscaba exactamente? El Necronomicon, la Iglesia de las Profundidades, cultos en Nueva Inglaterra. Todo estaba enlazado pero ¿qué sentido tenía? Entonces lo comprendió. Y despertó entre sudores olvidándolo inmediatamente.

***

Jeremy revisaba las pistas encontradas. Aquel chaval no era ningún criminal. Iba dejando un rastro claro tras de sí, repleto de movimientos torpes y despistes continuos. El detective tenía claro que lo encontrarían. La cuestión era sólo saber cuando. ¿Por qué estaba tan nervioso? Entonces miró hacia atrás. Y vio la oscuridad que se aproximaba. Entonces le asaltó un sentimiento de urgencia. De alguna manera sabía que el tiempo corría en su contra.

Despertó con un sentimiento de urgencia extraño, con el corazón acelerado.

***

James caminaba por los túneles de mantenimiento de Miskatonic. ¿Por qué estaba tan nervioso? La luz de su lámpara parecía a punto de apagarse pero él conocía aquellos pasillos como la palma de su mano. Era imposible perderse. Y entonces oyó un ruido detrás de él y supo que Aquello estaba siguiéndolo, esperando a que la llama se extinguiese. Y cuando miró hacia atrás lo vio. Y Aquello le devolvió la mirada.

Se despertó ahogando un grito, sin saber por qué estaba tan aterrorizado.

Viernes 27 de abril de 1923, 07:10. Pensión Bruma Costera. Kingsport.

Por la mañana, tras ducharse, se encontraron todos nuevamente en el pequeño comedor de la pensión. Habiendo llegado la señora Maillot, la cocinera, el desayuno pintaba mucho mejor que la escasa cena. Había bacon, huevos, tostadas, café, zumo natural y todo lo que pudieran necesitar para reponer fuerzas.

Pese a haber dormido en cómodas camas parecían cansados, algo que podría considerarse normal después de un viaje relámpago siguiendo a Bermont. Mientras se servían el desayuno una pregunta flotaba en el ambiente¿Cómo abordarían su visita a la Iglesia de las Profundidades?

No, no había dormido bien. ¿Eran pesadillas lo que le había asaltado durante la noche? Él era un hombre pragmático a ultranza. Acostumbrado a usar su mente sistemática para plantear y resolver los datos y pistas que conformaban sus casos. Era eficiente, realista. Por tanto, aquella oscuridad que había sentido no era más que... ¿miedo? ¿a qué? No creía en absoluto en todas esas paparruchadas de sectas, dioses, maldiciones... no más allá de la amenaza que suponía que los hombres que creían en todo eso pudieran atacar, incluso matar, la fe es ciega, incluso la mala fe.

Tenía a Isaac por un muchacho influenciable, asustadizo, probablemente había caído en las garras de alguna de esas organizaciones que le habían engatusado para robar el Necronomicon. No por otra cosa más que por lo que suponía de valor, era una obra única, un volúmen valiosísimo. Pero él, Jeremy, era la antítesis de eso. Entonces, ¿a qué venía ese malestar...?

Sus pensamientos lo mantenían en silencio mientras observaba tenazmente el contenido de su taza formando espirales al influjo del movimiento de su cucharilla. Finalmente levantó la mirada, y parpadeó, incómodo, como el que ha sido atrapado en una situación comprometida.

-Euh, bien. Hay que moverse, trazar planes. Hay que ir allí, eso es indudable, pero hay que pensar cómo. Y con qué excusa. Tienen el libro, no lo olvidemos, es un robo. No son tontos, son criminales. No el chico, no lo creo. Pero sí esa gente...