Partida Rol por web

Después de resuelto el pequeño malentendido los cuatro compañeros de cuitas sólo debían ponerse de acuerdo en quién hacía qué allí dentro. Jeremy se sorprendió de la magnitud del lugar, no esperaba una institución así en un pueblo más bien pesquero como Kingsport, evidentemente se había equivocado al respecto.

El detective sugirió que los otros dos hombres se dirigieran directamente a la biblioteca, mientras él y Elizabeth intentaban lograr información conversando con quien se encontraran en la exposición.

-¿Empezamos por el museo? Seguro que deben tener algún cuidador, o guía, alguien que probablemente conozca los entresijos de la población. Me gustaría ir al grano, si le parece, y preguntar por el tío abuelo de Bermont, el Marino Mercante. 

Ya no tenía sentido ocultar su interés por encontrar al joven Isaac, y Miss White, siendo la novia de éste, sería muy convincente en su insistencia buscándole.

- Supongo que un estudiante de la Universidad de Miskatonic no llamará demasiado la atención buscando información en un sitio como este. - sugirió a Charles tras asentir a la planificación del detective.

Se quitó la gorra, como hacía cuando entraba en un lugar nuevo, y esperó a que el estudiante avanzara para acompañarle.

- Que haya llegado acompañado por un miembro de la propia universidad tampoco llamará la atención aunque -miró hacia atrás, viendo a sus dos compañeros dirigirse a la entrada principal - en estos pueblos pequeños muchas veces las noticias de forasteros corren como la polvora...

Charles se quedó mirando al edificio. Parecía inusualmente grande para un pueblo como Kingsport. 

-Lo cierto es que estaría también encantado de visitar el museo-dijo Charles-Este tipo de sitios me apasionan. Tengo presentada una solicitud de ingreso para la Sociedad Histórica de Arkham...

Se podría pasar horas allí dentro sin darse cuenta, seguramente. Sintió deseo de entrar y comenzar a investigar, curiosear,...los libros eran su pasión, pero en realidad cualquier cosa que tuviese que ver con el pasado del hombre, le interesaba. 

Se dividieron en la entrada.

Jeremy y Elizabet atravesaron el museo contemplando las vitrinas de la exposición. En algunas había maquetas de los barcos de vela que habían atravesado el Pacífico hasta llegar a la Polinesia. En otras incluso había muestras de artesanía de los habitantes de dichas islas. Alguna de las tallas era sumamente desconcertante, mostrando figuras mitológicas que mezclaban los rasgos de peces o batracios con los humanos. Sorprendía la calidad de las tallas teniendo en cuenta que habían sido realizadas, según rezaban los carteles, por salvajes con herramientas primitivas. También había varios paneles donde se narraban las gestas de varias generaciones de navegantes.

Jeremy se detuvo interesado en una de ellas donde se mencionaba a un tal Robert Blech, insigne navegante que tras su retiro fundó la Iglesia de las Profundidades en la ciudad y que actualmente ejercía de mecenas para diversas expediciones en busca de los límites de lo conocido. Lo que le llamó la atención era que aquel hombre, según el panel, estaba emparentado con Lucas Bermont, otro ilustre habitante de Kingsport que había abandonado la ciudad varias décadas atrás para establecerse en Boston con un negocio de importaciones. No era difícil entender que el hombre de la foto, Robert Blech, un individuo de aspecto altivo que podría parecer un lord inglés, no era otro sino el tio abuelo mencionado por el desaparecido Isaac.

Un joven asistente del museo se acercó a la pareja formada por el detective y la señorita, dispuesto sin duda a ilustrarles sobre la exposición que estaban viendo.

Por su parte Charles y James se dirigieron a la biblioteca. El experto bibliotecario no tuvo dificultad alguna en hacerse con el control del archivador de solicitudes. Para ser una pequeña ciudad costera aquella fundación tenía un catálogo nada desdeñable de libros. Le sorprendió, sobre todo, la vasta colección de tomos sobre antropología y la documentación sobre cartografía a nivel mundial. Lo que allí había sobre esos temas era muy superior a la media de cualquier biblioteca común. No se diría que mayor que la de Miskatonic porque la Universidad era una entidad reconocida a nivel mundial, pero no dejó de causar admiración a Charles que tuvieran allí semejante catálogo.

¡Por todos los diablos! ¡Así que el Tío-Abuelo de Bermont no era otro que el padre de Elías Blech! Jeremy lo había visto en la foto, junto al Reverendo Lewis. 

El círculo se cerraba.

Era entonces lógico que Isaac hubiera ido allí, aunque no entendía por qué se había hospedado en la posada primero, para irse después a toda prisa. A menos de que Blech le hubiera dado alojamiento con él, en previsión de la Ceremonia nocturna con Leopold, y más teniendo en cuenta que el muchacho había robado el Necronomicon.

El detective tenía cada segundo más claro que, dijeran lo que dijeran sus compañeros, iría a ese sótano. Bermont era un adulto, podía hacer con su vida lo que quisiera. También lo eran Leopold y Blech, podían seguir a unos sectarios locos que basaban sus creencias en deidades marinas. Pero su trabajo era localizar y recuperar el preciado libro para la Miskatonic, y eso pensaba hacer. 

Mientras pensaba en todo eso se les acercó el joven asistente de la exposición. Jeremy le dedicó su mejor sonrisa. Y optó por ir al grano, tal como había decidido.

-¡Hola, muy buenas! Magnífica exposición en una magnífica sede de la Sociedad Histórica. Estamos sorprendidos y admirados, la verdad. Lo cierto es que hemos venido a parar aquí de carambola, buscando a alguien, y ahora entendemos que esa persona viniera aquí, siendo un investigador de esta temática no podía dejar pasar un lugar como éste. Me refiero a un joven universitario en Arkham, pero con lazos familiares en Kingsport, el Sr. Isaac Bermont. ¿Quizá le conozca usted...?

El joven negó con la cabeza pero al hablar parecía confirmar las sospecha de Jeremy:

—Pues lamento no poder serle de ayuda pero no me suena. Si que conozco la universidad Miskatonic, mi máxima ilusión sería matricularme allí para realizar una licenciatura de antropología. Escuché que tienen unos temarios impresionantes. Aunque por motivos personales no he podido...— se dio cuenta de que estaba divagando y regresó a la conversación —Disculpe. Me estaba preguntando por alguien de apellido Bermont. Si alguien con ese apellido viene por la ciudad estoy seguro de que recalará en la mansión del señor Blech.— dijo señalando el cartel que lo ilustraba —Esa rama de la familia se fue a Boston hace un par de generaciones pero estoy seguro de que siguen manteniendo lazos. La familia es el mayor vínculo al que se puede aspirar.

Lo dijo en un tono casual pero había algo desagradable en la forma que miraba aquella imagen del patriarca Blech, casi de veneración. O quizás fuera simplemente que aquella ciudad parecía tener algo de viciado en el ambiente y estaba provocando reacciones extrañas en el estado de ánimo de Jeremy.

Charles miró aquella colección de volúmenes con estupefacción. No sabía por dónde empezar. Comenzó a ojear las notas que tenía intentando hacerse una composición de lugar. Primero se dirigió a la sección de antropología y buscó datos sobre antiguos pueblos indígenas de la zona y cultos relacionados con ellos, con especial interés en aquellos relacionados con el culto al mar que pudiera relacionar con la capilla. 

Luego fue a la hemeroteca e intentó buscar datos sobre la inaguración de la capilla. Al fin y al cabo no parecía un edificio muy antiguo. 

Luego reparó en un detalle importante y en un momento dado, le señaló a James el registro de la biblioteca. 

-¿Podría intentar distraer el bibliotecario? Sería interesante poder verificar si Bremont ha estado aquí, cuando y si retiró algún libro. 

De ese modo, si tuviera ocasión de hacerlo ojearía el registro de visitantes, por si hubiera en él rastro de Bremont y de los libros que hubiera podido haber tomado en préstamo. 

-La mansión Blech... pudiera ser, claro, que Isaac haya ido allí a hospedarse o a brindar sus respetos. ¿Dónde está esa mansión? ¿Cerca de aquí? ¿quizá cerca de la Parroquia de la Iglesia de las Profundidades? 

Se fijó en el cartel, pero al mismo tiempo clavó su mirada en el muchacho intentando captar reacciones, o algo que le indicara porqué Jeremy se sentía incómodo con el ambiente que le rodeaba en ese maldito pueblo marinero.

-La familia. Es un lazo que las gentes de la mar mantienen fuertemente atado, ¿cierto?. Junto con costumbres, incluso ritos, tradiciones... tengo entendido que sigue vivo el culto a deidades marinas ancestrales. Es sumamente interesante para alguien como nuestro amigo. Y para usted, sin duda, si su pasión es la antropología...

James acompañó a Charles al interior de la biblioteca y no pudo ocultar su sorpresa al ver semejante colección para un pueblo de ese tamaño y menos que estuviera en una Sociedad y no en una universidad.

Ante la petición del estudiante, se acercó al personal encargado de la biblioteca.

- Buenos días, perdone que le moleste. - se presentó educadamente, sujetando su gorra con ambas manos. - Me han enviado desde la Universidad de Miskatonic junto a uno de sus mejores estudiantes.

Señaló entonces a Charles.

- Veo que esta biblioteca no tiene nada que envidiar a la de la Universidad. - asintió levemente a modo de aprobación ante semejante colección. - Quería preguntarles si los libros son prestables o solo pueden leerse en las dependencias ya que mis inquietudes son más de nivel mecánico e ingenieria.

Señaló hacia las estanterias.

- Pero lo cierto es que siempre termino peleándome con los catálogos y suelo tardar menos pidiendo ayuda, como mi madre siempre me ha enseñado que hay que hacer sin vergüenza alguna. - sonreía al hombre timidamente mientras se excusaba.

El muchacho respondió a la pregunta de Jeremy sobre los cultos marinos con un tic facial que denotaba nerviosismo. Frunció la boca rápidamente, un par de veces. Luego se rascó la cabeza.

—El señor Blech fundó la Iglesia de las Profundidades. Yo no soy protestante. Soy judío, pero soy un mal creyente ¿sabe?. Mi padre era rabino. De alguna manera su interés en estudiar la tora me incitó a intentar comprender la religión de una manera que él probablemente no aprobaría. Blech... bueno, su culto es de tipo animista. Veneran a Cristo y esas cosas pero tienen unas creencias extrañas. El mar, el oficio de Cristo como pescador... bueno, la simbología marina en realidad. No sé. Creo que igual es mejor que le pregunte a él.

Cogió un tríptico de Kingsport similar al que ellos habían obtenido en el tren. Señaló la calle más alejada en la costa, la Mariner, justo en la esquina superior derecha del mapa, frente a la Roca de Doyle.

—Aquí tiene su mansión el señor Blech. Tiene incluso su propio muelle privado.

James enredó un poco a la bibliotecaria que estaba al cargo de aquella biblioteca. La mujer, halagada por las palabras sobre la colección, accedió amablemente a indicarle como rellenar una ficha de socio a la par que lo conducía al archivador donde podían consultarse las fichas de mecánica o motores.

Ese intervalo fue el que aprovechó Charles para colarse tras el mostrador y revisar el libro de registro a toda velocidad. Buscaba cualquier solicitud realizada por Belmont. Su experiencia en estas labores era patente y comprobó, sin asomo de duda, que ningún Belmont había solicitado un libro en la biblioteca¹.

-Ah, perfecto, muchas gracias. - Comentó cogiendo el mapa y repiqueteando sobre la calle Mariner con un dedo. - ¿Muelle propio? Vaya, debe ser un lugar enorme, digno de ver. 

Hizo una pausa, con el ceño fruncido. Todo el mundo le parecía raro a Jeremy desde que había llegado a Kingsport. Pronto lo relajó, y sonrió al muchacho.

-Dice que a su padre quizá no le parecería bien su enfoque del estudio de la religión. Ah, a veces el concepto de familia no encaja exactamente con el sentimiento de familia. ¿Encontró usted algo remarcable aquí, en Kingsport, relacionado con su más amplia visión de la religión que el judaísmo, el protestantismo, o los cultos, digamos, mayoritarios?

Se giró hacia las vitrinas de la exposición, haciendo un gesto amplio con la mano.

-Hay tantas evidencias cuando menos curiosas procedentes de otras culturas, incluso de otros tiempos...

- Es usted muy amable. - agradeció James con una pequeña inclinación de cabeza a la mujer que le había ayudado tan atentamente.

Mientras revisaba las fichas, genuinamente interesado en libros que le pudieran ofrecer nuevos conocimientos, volvió sobre su idea de encontrar alguna dirección de los Bermont y regresó junto a la bibliotecaria.

- Impresionante, una colección envidiable, sin duda. - dijo dirigiendo su mirada al archivador. - Espero que no le importe que abuse un poco más de su amabilidad y le pregunte si tienen una guía de teléfonos.

- Creo que hay un estudiante de la univerdad que es de aquí mismo y estoy seguro que el Señor Smith - señaló a Charles - estará encantado de pasar a saludarle.

La señora le trajo una guía telefónica a James. Allí el muchacho pudo revisar todos los números sin mayor problema. Encontró unos cuantos Bermont en la misma y tomo nota de ellos.

Por su parte Jeremy seguía seguía intentando sonsacarle algo al guía de la exposición, pero el chico le contestó con vaguedades e invocó la necesidad de tener que atender algo en la oficina, demostrando claramente que le incomodaba esa conversación¹.

El chico parecía haber llegado a su límite de capacidad de respuesta, estaba incómodo, y se escabulló de allí con toda la pinta de no querer entrar más a fondo en el tema.

-Bien, Miss White, a menos que quiera usted bucear en las maravillas de la exposición, no creo que saquemos más del lugar. Sugiero una vuelta rápida, por si realmente algo importante estuviera ante nuestras narices y lo hubiéramos obviado, y luego reencontrarnos con nuestros compañeros.

Empezó a hacer tal como decía, dar una relajada pero no lenta vuelta por el recinto, echando un ojo a todo lo que de algún modo le llamara la atención.

-Creo que la Mansión Blech merece una visita, y ésta debería ser por su parte. Nos han dado la dirección mencionándole a él, por tanto es lógico que usted se presente allí buscando a su novio. No veo muy acertado que yo la acompañe, ya que el reverendo me conoce, pero sí Charles o James. Yo, por mi parte, sigo empecinado en acudir a la Ceremonia nocturna. No sé si me colaré en el sótano por la trampilla exterior, pero creo que debería hacerlo. El Necronomicon no es cualquier cosa, estamos ante un robo muy importante, y no lo digo para acusar a Isaac, estoy convencido de que fue manipulado por ese grupo de fanáticos...

Charles dejó el libro de registro tal como estaba y disimuladamente le hizo una señal negativa con la cabeza a James. Luego se dirigió a las estanterías. Resuelta la duda sobre la presencia de Bremont en esta biblioteca, decidió recuperar su interés inicial, dirigiéndose en primer lugar a la sección de antropología donde buscó datos sobre antiguos pueblos indígenas de la zona y cultos relacionados con ellos, con especial interés en aquellos relacionados con el culto al mar. Lo cierto es que tenía bastante claro que la capilla no era muy antigua, pero algo tendría que tener aquella zona para que un culto como aquel hubiese calado en sus gentes. 

Luego fue a la hemeroteca e intentó buscar datos sobre la inaguración de la capilla. Al ser un edificio relativamente moderno, supuso que llamaría la atención en la comunidad y que la prensa se habría hecho eco de ello. 

James apuntó las direcciones de los distintos Bermont en la libreta donde solía anotar los encargos de su tío y luego buscó con la mirada a Charles.

Al ver que éste indicaba que no había tenido suerte en su búsqueda, se acercó a él para ver si podía serle de ayuda en la búsqueda que estaba realizando.

Charles rebuscó datos sobre pueblos indígenas de la zona y los cultos marinos. No le fue complicado localizar varios libros de historia y antropología. Anotó varios títulos pero vio que aquella investigación le llevaría unas cuantas horas. ¿Dispondría de ellas? Era casi el mediodía y no sabía cuales eran las intenciones de sus compañeros¹.

Mientras pensaba en como podía llevar a cabo dicha investigación echó un vistazo rápido en la hemeroteca. Efectivamente la inauguración de la iglesia había sido un acontecimiento social 30 años atrás. Se mencionaba en varios artículos de sociedad que el insigne capitán Robert Blech había fundado el culto con el apoyo económico de la familia Bermont. Pero nuevamente había mucho que investigar en los periódicos para resolverlo con una ojeada rápida. Además la búsqueda en los periódicos consumía más tiempo ya que no tenía un índice de referencias².

Mientras tanto, en la sala de exposiciones, Elizabeth asentía ante los planes de Jeremy:

—Estoy de acuerdo. Si yo voy a la mansión y está allí Isaac mi presencia no le intimidará ¡y quizás lo pueda hacer entrar en razón! Hay algo sobre todo esto que me provoca una profunda preocupación. No tengo duda alguna en que ese tio abuelo es una persona turbia que de alguna forma ha afectado al raciocionio de mi pobre Isaac.

Como era lógico la principal preocupación de la dama era su novio y no el libro desaparecido.

Tras un cabezazo de asentimiento a las palabras de Miss White, Jeremy dio por concluida la visita al recinto de la exposición y se dio la vuelta hacia la zona de la biblioteca donde habían ido sus compañeros.

Echó a andar a paso rápido, sentía que el tiempo era algo que corría en su contra. A Isaac daba la sensación de que ya le habían localizado, más o menos. Elizabeth seguía preocupada por él, claro. Pero era un adulto responsable de sus actos, y por tanto ahora lo primordial era dar con el Necronomicon y devolver el libro a sus genuinos dueños. Ya debería responder más adelante por el robo perpetrado, inducido o no por las malas artes de la secta.

En su fuero interno se reforzaba cada vez más la intención de echar un ojo a los sótanos de la parroquia de Blech. Estaba convencido de que el libro se utilizaría en la Ceremonia, estaría allí hasta ese momento, sin duda...