Partida Rol por web

Se sienta al lado de Jaali y empieza a preguntar...

- Jaali, si no te importa antes de que te duermas contestame a esto, en primer lugar porqué crees que Nethys te nombró a ti? y por último y más importante ¿que tienes pensado hacer para quitarle la maldición al licántropo?

Dormir, yo solo quiero dormir... Que he hecho para merecer esto - piensa el mago, sin darse cuenta que la pregunta seria mas bien que no ha hecho. Como tampoco tiene forma de apartarse y de todas formas esta ya tumbado, le responde

Sinceramente no se porque me nombro a mi... A parte de yo ser el unico mago del grupo y el ser el Dios de la Magia que desprecia todo lo no magico.  - le dice como si le pareciese algo obvio - De todas formas, parcialmente parece cumplido.  - dice con una sonrisa amarga y cerrando los ojos - Te recuerdo que te salve la vida contra las estatuas antes de que vinieran esas - hace un gesto hacia las chicas - con su magia de curacion... Y mira de lo que me ha servido.

Para un segundo reflexionando sobre la segunda pregunta.

Respecto a como salvar al licantropo... Tengo pensado dormirme. Si no conseguimos respuestas esta noche o en el resto del templo, lo mejor sera dejar a Haidar tranquilo. Sin la ayuda de Nethys no podemos curarle... Pero parece que Nethys esta de nuestro lado. Primero tu espada, luego Haidar nos ha traido hasta aqui, algo que no creo que hubiesemos podido hacer sin su ayuda... Nethys, proveera, Morbo. Nethys proveera.

Abre un ojo y ve que Morbo todavia esta ahi.

O no proveera. O la niebla nos matara a todos esta noche. Quien sabe? Sinceramente ahora mismo me da igual. Quiero dormir.

Al fin y al cabo, todo el viaje ha sido para encontrar esta biblioteca y el Aliento de Nethys para ver si podia incrementar mi poder. Y ahora, estoy demasiado debil para explorar todos esos libros y este no me deja dormir... - con un suspiro vuelve a cerrar el ojo

La cara de Bethel es la expresión de la sorpresa. La tensión se afloja de sus rasgos, luego aparece una expresión de desconcierto no debería pasar algo piensa para si. Ve al enano sonreir y se dice, mierda, ya has vuelto a quedar como un patan.

Aunque la verdad es que nota un cosquilleo, quizás si duerme en ella como dice el enano. Claro que no se fia de Jaali, ese presuntuoso, es capaz de decir cualquier cosa con tal de ocultar su ignorancia.

Mira a la pared recubierta de libros y pergaminos, ¿quizás allí haya alguna pista? Empieza a rebuscar cualquier cosa que tenga el nombre o signo de Nethys, o tenga alguna relación con los elfos. Aunque no encuentre nada respecto a la niebla puede ser una lectura interesante antes de dormir.

El Sueño/Pesadilla:

Morbo es un niño otra vez, un chavalote desgarbado de pelo negro que rie mientras juega en una calle con otros chavales, es de día y aunque la tierra suelta mucho polvo a los niños con los que juega no parece importarles, el cielo, una vez claro empieza ahora a oscurecerse. Los niños siguen jugando, parece que Morbo es el único que se da cuenta, intenta hacerles ver que en seguida será de noche y que va a caer una tormenta, pero los crios siguen riendo y jugando. Las nubes se cierran unas contra otras y pasa a haber absoluta oscuridad. 

Morbo empieza a sudar mientras grita por sus amigos, en respuesta recibe los gruñidos de perros, pero no cualquier perro, sino el viejo perro de la calle, un chucho que le tiraban comida de los restaurantes y parecía agradar a todo el  mundo menos a Morbo que ya desde un bebe le gruñía y le enseñaba los dientes,  el perro que le mordio y le arrancó parte de la cara. De la oscuridad salen 10 perros ladrando y gruñendo con saliba en las fauces e ira en los ojos, buscando sangre y esta vez no iban a parar.

Morbo paralizado por el miedo, los gritos y la angustia, recibe las dentelladas de los perros cada una con un pinchazo de dolor, oscuridad, vergüenza y angustia. Hasta que de repente paran y al levantarse Morbo se mira las manos y ve con asombro que tiene rasgos caninos, se ha convertido un perro - hombre con la cara desfigurada y el alma mordida.

Al despertar Morbo traga saliba y decide no recordar nada de esto.

Te despiertas en medio de la noche nerviosa, te parece que algo se mueve en la habitación, oyes como un pequeño ruido dificil de identificar. Nerviosa intentas concéntrate para escucharlo, parece venir de la pared sur. Te acercas lentamente a ella y el ruido se hace más claro. Alguien esta golpeando la pared sur de la habitación, como si intentara derribarla.

Oscuridad. Silencio. Soledad. Miedo. No un miedo cualquiera, un miedo visceral, instintivo. Intentas gritar pero no hay nada...

De repente, hay una explosion de fuego que lo inunda todo. Parpadeas ante la cegadora luz y el paisaje ha cambiado. Estas en una especie de infierno, sentado sobre un trono. Miras a tu alrededor y solo puedes ver gente sufriendo y trabajando a tus pies. Reconoces a casi todos ellos. Ackbar, el idiota que te pegaba cuando eras un niño y su panda de descerebrados. Aquel comerciante que incrementaba los precios solo por ser tu. Tu padre, que siempre te acuso veladamente de la muerte de tu hermano. Simbad, el chaval que era claramente mejor que tu cuando aprendiais los rudimentos de la magia y no paro de hacerte putadas... Todos bajo tu bota y esclavos de tu poder.

Ries descontroladamente. Felicidad. Revancha. Poder. Ejecutas varios conjuros grandilocuentes destruyendo a varios esclavos. Vuelves a reir. No tienes limite.

De pronto, todos se vuelven para mirarte. Pero no te miran a ti. Miran detras de ti. Miedo. Te giras dispuesto a enfrentarte a cualquier amenaza pero algo estalla en tu cabeza. Dolor. Cierras los ojos y cuando los abres estas en una sala de piedra. Delante tuyo, impasibles estan tus 5 compañeros y Haidar. No dicen nada. No hacen ningun gesto. Solo miran, serios. La Magia te ha abandonado. Intentas hablar pero las palabras no salen de tu boca. De pronto hay un relampago cegador y en medio de los 6 jueces aparece una figura mas, mitad hombre mitad esqueleto carbonizado. Nethys. Con desasosiego descubres que tiene la cara de Morbo. Intentas correr, huir, escapar. Tu cuerpo no se mueve. Las siete figuras levantan una mano a la vez y ponen el pulgar hacia abajo. Ya no estan serios. Su cara demuestra odio. Un miedo visceral, instintivo te vuelve a atenazar mientras las 7 figuras se acercan para ejecutar su veredicto...

Jaali se despierta con un salto, envuelto en sudores. La cabeza le palpita y la herida le duele como si se la acabasen de hacer. Intentando que nadie se de cuenta, se pone a llorar quedamente. Se ha salvado... Por ahora.

Bethel abre uno de los rollos de pergamino que ha cogido. Empieza describiendo el protocolo de una ceremonia tradicional de Nethys, una celebración parece, aunque no está muy verdado en las festividades de dicha religion. Lo descarta y extiende otro, sus ojos recorren las runas mientras trata de reprimir un bostezo. Nada, no se en que idioma está escrito. Lo deja de lado y abre un libro. Este da instrucciones para algún tipo de ritual: velas, incienso, grabar simbolos arcanos... demasiado complicado para él. Lo intenta de nuevo, pero le pican los ojos, se los restriega, los posa de nuevo en las letras. Sin exito. Con un suspiro de frustración lo deja de lado y abre otro libro.

Al principio no lo entiende, parece un libro de viajes, pero el protagonista no hace más que hablar de una joven noble muy guapa, de los problemas que tienen con su familia para verse. Lo cierra mira la portada. "Las familias nobles de Qhan Sith". Reemprende la lectura, vuelve a mirar la portada y examina con más detenimiento el libro. Sonrie. Vaya parece que alguien reemplazó el interior y coloco una de esas novelas romanticas. Lo va a dejar de lado, no está para esas tonterias... pero en el último momento le pica la curiosidad. ¿Qué le pasará, acudirá ella a su cita secreta? Reemprende la lectura y queda atrapado en ella. Se le empiezan a cerrar los ojos y al final queda dormido con el libro sobre su regazo.

Se imagina a si mismo en el papel del protagonista. Y ella acude a su cita, no sabe porqué se parece tanto a Ateela. Al verla sonrie, pero cuando se fija en la expresión de su rostro la sonrisa muere en sus labios. - Solo he venido para que te olvides de mi - le suelta a bocajarro. Sin compasión para su corazón continua - He abrazado la fé de Sarenrae. Fué divertido coquetear contigo, pero ahora tengo cosas más importantes - su voz es como el hielo y apenas unos segundos mas tarde, sin que consiga reaccionar para decirle algo, le da la espalda y se aleja. Alzo la mano en su dirección tratando de decirle algo, pero las palabras se atragantan en mi boca mientras las lagrimas corren por mis mejillas. Las rodillas apenas me sostienen según veo como se aleja hasta que la pierdo en la distancia

- Vaya, ya iba siendo hora - oye una voz femenina a su espalda - ya iba siendo hora de que supieras cual es tu lugar y recibieras un castigo apropiado - se gira para ver a la celosa prima de su amada. Porqué su cara se parece tanto a Jonova piensa una vocecilla en su interior. Aunque no le da tiempo a pensar mucho, pues en un relampago fugaz una bestia se le tira encima, todo colmillos y garras desgarrando sus ropas. Se levanta para huir, pero su cinturón está roto y se le caen los pantalones haciendo que tropiece con ellos y caiga al suelo con las prisas.

Alrededor suyo la gente rie con ganas. Con el pulso acelerado, nota como la sangre le sube a la cara. - Vaya, creo que nunca he encontrado una definición más exacta para la palabra "patetico". - dice un tipo con túnica. Porqué se parece tanto a Jaali. A su lado un enano gira la cabeza en gesto de negación mientras un guerrero, al que no le vé la cara, se dobla por la cintura de las carcajadas. Entre sus piernas asoma un chiquillo no muy alto que aprovecha la distracción para cortarle la bolsa.

Angustiado y notando como le falta aire se incorpora y.... una nube purpura le envuelve. Ve a Jaali sonriendo mientras parece recordar algo. - ¡Oh, diablos! que dolor de cabeza - sus manos se van al cinturón... intacto. Se levanta con la cara sonrojada y la mirada clavada en el suelo. Diablos, es que ni siquiera en sueños me pueden salir las cosas bien.

 La joven, en postura medio agazapada, aavanza furtivamente hacia la pared que da al sur, procurando no topar con nada, con Jarael avanzando a su vera, incómodo ante la reacción de Jonova.

 Una vez más cerca intenta decubrir algo má sacerca de lso golpes, si parecen venir de una misma fuente con un golpeteo rítmico, o hay alguna sobreposcición de sonidos o golpes...

En principio los golpes son con cuidado, como si alguien golpeara poco a poco buscando algo. Pero pronto se van haciendo más rápidos y finalmente son furiosos, como si golpearan la pared llenos de frustración.

 En silencio la joven va hacia Ateela en primer lugar, y tras taparle la boca con la mano la despierta con la otra mano, sacudiéndola levemente hasta despertarla, cuando ella abre los ojos, la druida se lleva un dedo a sus labios en un gesto pidiendo silencio y después ladea levemente la cabez y pos ala mano en su oído, haciendo el gesto de escuchar.

 Unos furiosos golpes en la pared sur se escuchan claramente.

 Con un gesto de la cabeza, la joven druida insta a la sacerdotisa a que despierte los demás en silencio. Mientras ella hace lo mismo.

 Ateela y Jonova, acompañada de Jarael, fueron despertando a cada uno de los compañeros dormidos, tapándoles la boca y avisándoles de permanecer atentos.

 Del muro sur llegaba a los aventureros el sonido de unos golpes sordos, frenéticos contra el mismo muro.

Cuando Jonova le echa la mano a la boca a Bethel le entran sudores fríos seguidos de una flojera de piernas, pero al ver como se lleva el dedo a los labios pidiendo silencio consigue calmarse y asentir. Con un nudo en la garganta, da gracias de que no haya que hablar.

Jaali, demasiado debil para levantarse sin ruido, se queda quieto tapado por su manta, intentando no hacer ruido. Entre el sueño y los golpes en la pared esta aterrado

Dorwas abrió los ojos cuando le taparon la boca.

Pestañeó confundido. Había dormido como un niño en el regazo de su madre, como pocas veces había dormido en su vida desde que se hizo adulto.

Cuando consiguió enfocar la situación, cabeceó hacia Ateela para indicarle que se hacía cargo de la situación y se colocaba su rodela, tomando la cimitarra en la mano e irguiéndose mientras agradecía mentalmente, como siempre que ocurría una situación parecida, que los Skars luciesen sus cicatrices como única armadura y no tener que perder tiempo colocándose una.

Poco a poco los golpes van reduciéndose en intensidad y frecuencia, hasta que paran.

En menos de un minuto vuelven a empezar, pero ahora de forma rítmica y sistemática.

 La joven druida del desierto se acerca hasta el mura y palpa su superficie, con la vaga esperanza de hacerse una idea de a cuanta distancia pueden estar ellos de la fuente de estos rítmicos golpes.

 - No estamos solos en este subterráneo... a parte de nuestro amfitrión, claro está.