Partida Rol por web

Comparando las imágenes del libro y el escudo ambas se pueden ver que le falta algo al real. Al de piedra. Justo en el centro del escudo de armas hay un símbolo. El símbolo de la Emperatriz.

-Parece que aquí le falta algo, ¿no? - pregunta Jack, mirando con curiosidad.

Continúa mirando ambos escudos.

—Sí...— contesto tras contemplar ambas imágenes y tras ello, acaricio la piedra con las yemas de mis dedos justo en el lugar en el que falta el detalle central.

Después de un rato, miro hacia Vahala, esperando que ella supiera mucho más sobre la heráldica de su familia y si le parecía bien lo que había dicho. Poco más puedo aportar ahora mismo.

Morrigan había sugerido que fueran a mirar más allá pero ella seguía distraída observando la piedra. Ella sabía lo que faltaba, podía visualizarlo, podía dibujarlo con los ojos cerrados. Escuchó la voz de Jack lejana mientras su mente fluía lenta hacia un camino que no era capaz de vislumbrar sin antes andarlo.

Algo hacía eco en su mente, vibrando por todo su cuerpo. Se llevó una mano al pecho de forma inconsciente y al notar el pequeño bulto que ocultaban sus ropas, todo encajó.

- Ja... - dejó escapar, como un suspiro, antes de meter la mano por el cuello de su camisa y tirar del colgante que ocultaba hasta sacárselo por encima de la cabeza -. Justo antes de morir mi madre me dio esto - anunció, mostrando una lágrima plateada que era el símbolo secreto de la Emperatriz Eterna -. No pensé en ello más que como un recuerdo pero... - esbozó una sonrisa triste antes de acercar el colgante a la piedra -. Vamos a ver si es la llave que abre la puerta para salvar nuestro mundo - y, dicho aquello, colocó el colgante en el centro del escudo.

El colgante encaja en el centro del escudo como una llave que ha encontrado su cerradura. El colgante comienza a desprender una luz tenue apenas perceptible a la luz del día. Al principio, parece no pasar nada tras comenzar a brillar. El entorno que les rodea no cambia y sigue inmutable ante ellos. Salvo una pequeña diferencia.

Cuesta verla, pero ahí está. Frente a ellos, hay una pequeña distorsión que solo se puede ver con algún cambio de luz.

-Ahí parece que hay algo... - dice Jack mientras entrecierra los ojos para intentar verlo mejor.

El silencio envuelve el claro por un momento. Ni siquiera los sonidos natural del bosque pueden escucharse en el claro. El reino de las hadas se mantiene en el mutismo, como aguantando la respiración. Esperando la respuesta de su Reina. Poco a poco una imagen va apareciendo frente a él. Una dama.

Su vestido esta hecho de las hojas de los árboles que cambian con la estación del bosque. Su larga cabellera está coronada con una corona de frágiles ramas.

-Valtorn no es el nombre con el que te conocí.

Se acerca a él y camina a su alrededor. Al ser primavera, de sus pisadas nacen pequeñas flores. Parece estudiarlo. Valtorn nota su mirada penetrante. Una mirada como la de alguien que ha visto a través del Velo.

-Has cambiado. Atrás quedaron los recuerdos. Atrás quedaron las vidas que una vez conociste. Todos se han desvanecido de este mundo. Todos salvo aquellos que una vez formamos parte de la Fuente.

Se detiene frente a él.

-¿Por qué quieres salvar el mundo que una vez dejaste atrás?

Observo con suspicacia como Vahala coloca el colgante en la piedra, y cuando surge la tenue luz de esa unión, siento como mi cuerpo se tensa y una inquietud empieza a recorrer mi cuerpo. «Magia», eso es lo que pienso de ese fulgor, algo que me resulta desconocido y peligroso. Me quedo ensimismada mirando la luz, y poco a poco, mis sensaciones iniciales se van calmando al no ser capaz de apreciar peligro alguno.

Es cuando Jack nos señala la aparición de algo más, que miro hacia ella, deshaciéndome de esa momentánea parálisis.

—¿Qué es?— pregunto avanzando hacia ella. —¿Una especie de puerta?

Gracias.

Elevó aquel pensamiento hacia el cielo, como una plegaria, al sentir a través de su mano una especie de "click" fruto de la unión entre el colgante y el escudo. A pesar de no ver nada, sabía que algo significativo había cambiado, por eso no se sorprendió cuando Jack señaló aquella imperceptible distorsión en el aire, a apenas unos metros por delante de el lugar en el que ella se hallaba agachada.

Se puso en pie, mirando hacia ahí, pero sólo había dado un paso cuando Morrigan intervino.

- Eso creo. La puerta para acceder a Aknosh - calló un momento antes de añadir -. Ojalá maese Valtorn estuviera aquí, él nos sabría decir... - retuvo las demás palabras antes de erguir los hombros -. Pero tendremos que descubrirlo por nuestra cuenta. Vamos - y, tras aquellas palabras, echó a andar en dirección a la perturbación.

Valtorn es tan viejo y sabio que ya nada, o casi nada, le hace sentir miedo. Pero su curiosidad está aún intacta, y no puede por menos que alzar sus pobladas cejas ante la aparición de la Reina de las Hadas. Y más aún cuando esta revela que lo conoce, y se da cuenta de que aún hay cosas que ignora, a pesar de que ha aprendido mucho desde que inició su viaje.

—¿Tú también me conoces? —aunque es más una afirmación que una pregunta—. Tanto por saber aún... ¿Terminarán algún día las preguntas? Pero no hay tiempo para divagaciones, estoy en mitad de un viaje, quizá el más importante que he emprendido...

Observa a la Reina mientras camina rodeándole. Sus palabras captan su atención.

—Hay muchas cosas que he olvidado. Casi todo mi pasado es una niebla... pero no así mi presente. Hay una joven a la que he jurado asistir en su búsqueda, eso me basta y me guía por el momento. Necesito encontrarla. ¿Puedes ayudarme?

Aun frente a él, la Reina de las Hadas mantiene su mirada en la de Valtorn.

-Todas las respuestas están al final del camino. En cuanto a encontrarlo, podría ayudarte... pero ya sabes que todo tiene un precio. Y quizá no puedas pagarlo. 

Se separa de él se acerca a un árbol que poco a poco se va convirtiendo en un trono. Al llegar a él, se sienta. 

-Si te ayudo, deberás regresar y quedarte con las hadas hasta que el tiempo subsane la magia utilizada para abrir el camino hacia las humanas y el enviado de los dioses. Acepta el trato o busca el camino por tu cuenta. Y esta vez cumplirás tu promesa o te perseguiré hasta el fin de los tiempos.

>>¿Qué decides?

El silencio del claro se hace espeso. Podría cortarse con un cuchillo.

-Entremos, entonces. No hay otro camino. Aunque no sabemos que hay al otro lado. Entraré primero.

Como el único chico del grupo, y como ser divino que es, decide que es él quien debe entrar primero. Si hay algún peligro al otro lado, él puede recibir el ataque y sobrevivir, aunque el cuerpo mundano no lo haga. Al fin y al cabo, su cuerpo humano es solo una mera forma de presentarse ante los demás.

-Esperad mi señal.

Cruza el portal sin titubear.

Valtorn se mantiene en silencio durante unos instantes. No porque dude acerca de pagar el precio que la Reina de las Hadas pide, si no porque no tiene la menor idea de a qué se refiere con "esta vez cumplirás tu promesa". Parece claro que ya se conocen, y que él debió prometer algo en otro tiempo u otra vida que no pudo cumplir, aunque ahora no pueda recordarlo. Pero no tiene dudas al respecto de lo que debe hacer.

—Si me ayudas, y gracias a ello puedo continuar sirviendo de apoyo a la joven a la que he prometido asistir, juro que cumpliré mi parte. Regresaré, y permaneceré aquí tanto tiempo como sea necesario, una vez que nuestra misión esté cumplida. Mientras esté en mi mano, me atendré a la palabra que te doy, y haré lo posible por que así sea.

Y permanece en silencio una vez más. No hay mucho más que decir, su voluntad es firme y así lo ha expresado.

El pelirrojo cruza el portal cargado de determinación, una que difícil de poseer, ya que como él dice, no sabemos que hay al otro lado. —¿Estás seguro?— le pregunto bajando la mirada, quizás avergonzada, tal vez ya sin ganas de contradecir a nadie; pero Jack no se detiene y desaparece.

Me quedo observando el portal, esperando como él había dicho a su señal.

—Joder...— murmuro. No debía haber dejado que desapareciera, deberíamos haber ido todos juntos, eso habíamos hecho hasta ahora y era lo correcto, ya nos habíamos separado demasiado y al final volvíamos a estar nosotras dos, solas, como al principio.

Había querido entrar pero Jack había anunciado que él iría primero, sin opción a protesta. Hizo un esfuerzo sobrehumano para no morderse el labio. En su lugar, se limitó a asentir, tragándose las palabras de que tuviera cuidado mientras le veía desaparecer al otro lado de aquella extraña puerta.

Se quedó ahí, mirando como una estúpida mientras contaba los segundos que hacía que había desaparecido hasta que Morrigan dejó escapar un improperio.

- Estará bien. Nadie podía abrir la puerta sin mí...no se nos pueden haber adelantado - dijo con una convicción que no sentía.

Unos instantes después, Jack saca la cabeza por esa distorsión. Es una escena bastante irreal y graciosa porque parece que su cabeza está flotando en el aire.

-Tenéis que ver esto. Parece que todo está despejado, pero lo que se esconde a la simple vista es increíble.

Vuelve a desaparecer al internarse de nuevo en la distorsión.

-El Bosque está de testigo. Cobraré la deuda una vez cumplida tu misión. Iré a buscarte personalmente cuando el equilibrio esté restaurado en este mundo. No podrás huir y perder tus recuerdos no será de ayuda está vez. 

La Reina Hada mueve la mano en el aire y el mundo comienza a cambiar. Los árboles se separan unos de otros y van formando un camino entre la espesura que hay a espaldas del trono del Bosque. Con otro gesto, en la muñeca de Valtorn aparece una especie de pulsera hecha de pequeñas ramitas entrelazadas.

-Sigue este camino. Te guiará fuera de mi bosque y, quizá, te lleve a donde quieres ir. Esa pulsera es la señal de nuestra promesa. No podrás quitártela y me mostrará dónde te escondes a cada momento. Ni siquiera los dioses se pueden escapar de su propio poder.

Le mira con altivez.

-Ahora ve.

Miro al pelirrojo cargada de desconfianza, no por él sino por lo que pueda pensar que es increíble. Asiento levemente momentos antes de que desaparezca de la misma forma que ha aparecido. Tras un silencio en el que intento ordenar mis pensamientos antes de decidirme a cruzar el misterioso portal, apoyo mi mano sobre el hombro de Vahala.

—Cruzaremos juntas, no nos separaremos— le digo a la joven. Y espero a que ella también tome la decisión de avanzar.

"Perder tus recuerdos no será de ayuda esta vez..."

Esas palabras resuenan en la mente de Valtorn, y le hacen preguntarse por qué alguien consideraría renunciar a sus recuerdos como una "ayuda". Pero no hay tiempo para indagaciones, debe reencontrarse cuanto antes con Vahala y los demás.

—Te agradezco tu ayuda —dice a la Reina con una inclinación sincera—. Hasta nuestro próximo encuentro...

Y sin más dilación, reemprende el camino internándose en el sendero que acaba de abrirse ante él.

En el lapso de tiempo de lo que pareció un año, apareció la cabeza de Jack por el agujero, aparentemente ilesa - si uno consideraba ileso el ser una cabeza flotante -, anunciando con aire misterioso que podían pasar. Exhaló un suspiro, más impaciente de lo que creía a la par que sus latidos incrementaban su ritmo, como si la condujeran al redoble del tambor hacia una conclusión.

- Vamos - asintió, sintiendo la boca pastosa, con el corazón latiendo de forma atronadora en sus oídos.

Vamos, se repitió para sí misma, sintiendo a través de la mano de Morrigan su apoyo antes de dirigirse hacia la misteriosa distorsión.

Cruzan el portal invisible que les lleva a la ciudad de Aknosh. Lo que encuentran al otro lado es una ciudad antigua, abandonada, pero aun viva. Bajo sus pies, las losas de piedra, que antaño formaban un camino, ahora presentan el desgaste del tiempo, pero aun se muestran imponentes. 

Lo que debería ser una ciudad perdida en las leyendas y enterrada bajo el peso del tiempo, en verdad parece haberse mantenido congelada en él y lo único que demuestra su paso son las plantas que han crecido en las paredes de piedra de las casas y los edificios y los árboles que, ajenos a los peligros del mundo, han crecido salvajes. Con sus ramas extendidas hacia el cielo, sus frondosas hojas dejan entrever la luz del sol.

Se puede escuchar el trinar de los pájaros que, inocentes, se posan aquí y allá sin darse cuenta de los intrusos. A lo lejos, se puede escuchar un riachuelo y su sonido cristalino envuelve la escena de una atmósfera mágica y sobrenatural. La ciudad está abandonada, pero, aun así, viva.

Una vez hemos traspasado el mágico portal, me quedo mirando asombrada lo que veo, sin saber si me parece más sorprendente el hecho de que la ciudad de la que habla la leyenda esta ante nosotros o que al cruzar esa extraña magia hayamos podido verla al fin.

—Será mejor que empecemos a buscar lo que quiera que busquemos— le comento a Vahala.

Y espero a que ella dé el primer paso para seguirla y asegurarme de que puedo cumplir mi promesa y con ello restablecer el sello y darle a la joven la oportunidad de seguir con el legado de su madre.

—Jack, ¿no sabrás algo más de este sitio?— pregunto.