Partida Rol por web

Lo estoy viendo, jefe, lo estoy viendo...

Y acto seguido, en cuanto Laern se sentó a ver aquella maravillosa obra, Zarek instó a sus compañeros a que se apartasen, dejando al mediano y a los otros prisioneros delante de él, a su merced.

El mago dobló sus rodillas, al igual que sus brazos. Ahora sus manos miraban una contra otra, y sus palmas dejaban un pequeño espacio para crear calor. Sus dedos parecía llameantes, y sus manos comenzaban a calentarse. En un momento, Zarek hizo una bola de fuego, delante del mediano, y su rostro era serio muy serio...

Le arrebaté a este malnacido sus dedos -dije mirando al gigante Huart-, por hacer con ellos cosas que no debía, que no eran lícitas. No te aprecio Morz, aunque tampoco te haría daño si no fuera necesario... como antes viste, estaba bola quema la piedra en la que pisas, y enrojece hasta el metal más oscuro de cualquier espada... ¿qué crees que hará con tu carne, pequeño hobbit? -finalicé con un bonito guiño exagerado y lento.

Un sudor frio recorre todo mi ser, como Zarek realice su tortura en vez de solo nombrarla no creo que pueda presenciar la escena sin tomar parte.

Mientras espero miro al hobbit rezando porque hable.

Ireth asintió ante la contestación del mago a su pregunta y luego se retiró unos pasos. Zarek necesitaba espacio para realizar lo suyo.

Al ver como la amenaza de tortura se iba acercando cada vez más a la realidad, la elfa tuvo que desviar la mirada. Tampoco es que le tuviera mucho aprecio al mediano. La mayor parte del tiempo había resultado ser un incordio. Sin embargo, la sensación de pertenencia, de verlo como uno más de la compañía, sobrepasaba la repugnancia que le había provocado el saberlo un espía, un traidor. Por eso, ahora que llegaba el momento de tratarlo como se merecía, Ireth pidió a los dioses que soltaran la lengua de Morz, por por el bien del hobbit y por el bienestar de su conciencia.

El pequeño rompió a llorar de inmediato, la simple imagen de Zarek frente a él era más que suficiente para aterrarlo.

¡Por favor! Ya he dicho que contaré todo, y que hace tiempo que no veo a mi amo, de verdad, por favor, lo suplico, no me tortures, por favor, por favor, por favor...

Entonces, mientras Morz, o quien quisiera que fuera no paraba de suplicar por su vida, en un instante uno de los mercenarios desapareció en un segundo, y con desaparecer me refiero literalmente, de pronto no estaba ahí y no había rastro alguno, simplemente había desaparecido en un segundo.

Jefe... tu decides... morir o perdonar... -dije rápidmente a Laern. No podré contener esta bola mucho más tiempo...

Tras más que un rato callado el espía capturado exclama ante la pasividad del resto.

¿Nadie ha visto eso? ¡Ha desaparecido! Uno de los mercenarios ya no está.

Cuando el asombro me permite reaccionar voy rápido donde estaba el mercenario y pateo con fuerza buscando su cuerpo. Muevo el hacha de lado a lado a la vez sin dar crédito a mis ojos. La agito con fuerza y si alguien se interpusiera en mi camino recibiría un buen golpe o corte.

¡EH!

Laern observa petrificado el aire que antes ocupaba el sujeto y ahora embestía el enano.

-¡Por todos los dioses! ¡Hechicería! -Y, trazando un círculo y asiendo con vehemencia su espada a su alrededor, comienza a zaherir el aire- ¿Invisible? ¿Desaparecido?

Al no encontrar nada, se vuelve hacia el hechicero al que había hecho caso omiso momentos antes, con mirada inquisitiva.

Al oír las exclamaciones de sorpresa mientras se marcha, Elladan da la vuelta y se apresura a volver con sus compañeros:

- ¿Qué ha pasado? -dice al ver los extraños movimientos de Görg y Laern, mirando a Anioz e Ireth en busca de respuestas.

¡¡¡ POR TODOS LOS DEMONIOS DEL AVERNO !!!

Ese tipejo se ha desvanecido. Ha desaparecido.

Sin dejar de buscar su cuerpo con pies y hacha voy ampliando en círculo mis bruscos movimientos.

- ¿... Como que ha desaparecido? -dice sin comprender mientras saca su arma.- ¿Le habéis soltado o... le has incinerado totalmente, Zarek? -mira alternativamente al mago y a los alrededores, en busca de alguna respuesta.

No, NO, ¡¡ NO !!

Simplemente en un instante estaba y al siguiente ya no estaba ahí ¡maldición!

Continúo moviéndome erráticamente en busca del cuerpo invisible o ausente. Los movimientos de los brazos van convirtiéndose en hachazos llenos de furia y frustración.

Claro que lo he incinerado, Elladan... -dije de forma sarcástica.¿estás ciego o qué? ¿No ves que estoy con esta bola entre mis manos y ni siquiera la he lanzado?

Acto seguido comencé a sudar.

Laern, decide: ¿chamusco al "bueno" de Morz o salimos de aquí? No podré aguantar mucho más...

Aquella situación empezaba a irritarle de verdad: él no tenía la culpa de la masacre del pueblo ni de que los mercenarios se resistieran a sus interrogatorios.

- No estoy ciego, Zarek -comenta aguardando su ira-. Pero podría darse el caso de que no fuera la primera bola de fuego que invocas, ¿no? ¿O acaso debería reconocerla porque la he visto antes de pasada y es diferente a las demás?

No, deberías reconocerla por lo chamuscado que quedan mis objetivos, el olor que desprenden despues de abrasarse y las cenizas dejadas en el suelo tras arder... -dije replicando. Pero esta vez ha desaparecido, sin más... sin humo, sin llama...

- Ya me disculparás que acabe de llegar tras oír algo más que el eco de las súplicas de los torturados y no haya parado a observar todos los detalles, señor Volstörm. Me ha quedado claro que buscar a partir de ahora si un cuerpo arde...

Enfunda su espada y se marcha nuevamente mirando como Görg continúa la búsqueda del hombre desaparecido. "Aquí no tengo cabida, mejor me pongo a recoger el campamento... Pronto habrá que marcharse".

Por estar con la mirada perdida, lejos de la bola de fuego de Zarek y los ojos aterrados de Morz, la elfa no vio que uno de los mercenarios desaparecía.

Al escuchar el revuelo causado por sus compañeros, volvió la vista para encontrarse con un espectáculo por demás extraño: el enano pateaba al vacío al tiempo que su mariscal hacía fintas contra el mismísimo aire. Pero pco tiempo tuvo para reaccionar a aquello pues el mago y Elladan se trenzaron en una discusión absurda.

-¿Es que acaso estáis locos? Estamos en el mismo bando, dejad de pelear como niños e intentad aportar algo para resolver este enigma. No creo que sea posible teleportar a alguien desde la distancia. El que hizo desaparecer al mercenario tiene que estar aquí, entre nosotros o muy cerca.

Antes de lanzarse a recorrer los lindes del campamento, la elfa verificó a cada uno de los prisioneros restantes. Quería corroborar que ninguno de ellos tuviera en su poder algún amuleto que les permitiera canalizar la magia sin necesidad de gestos o palabras.

O tal vez ese maldito mercenario fuese el mago, ya esta visto su poder.

Desenfundo mi espada.

Buscar por los alrededores trazando circulos, yo vigilare a los presos.

Ni loco los dejo con estos sadicos.

El pobre Morz continuaba agazapado esperando un horrible destino, pero con toda la conmoción poco a poco se recupera, hasta que finalmente busca con la mirada al mariscal Laern Tidarion.

Señor, dice como si todavía fuera parte de la compañía, ese mercenario que ha desaparecido sería mi antiguo amo, el mago al que buscan, controla el tipo de magia de la transformación, es capaz de transformarse en miles de animales e insectos, por lo que sé podría estar ya a varios cientos de metros de aquí.

Tras hablar vuelve su mirada hacia la bola de fuego que todavía sostenía Zarek.