Partida Rol por web

Más que una sala era una pequeña habitación con una mesa y unas cuantas sillas. Tenía dos puertas, una que daba al pasillo del castillo y la otra que usaba Elroth.

Estabais en la puerta de la sala esperando a que os llamara el general, únicamente pasaron dos minutos para que eso sucediera.

Adelante Laern, ya podéis pasar. - dice el general desde su sala -

Una vez dentro todos se sentaron frente al respetado general, el cual como era costumbre vestía de forma muy elegante (cosa no muy común entre guerreros), aunque sus ropas no tapaban sus arrugas.

Muy buenas a todos, me han comentado que en esta ocasión habéis fallado. - Empieza a rebuscar entre un montón de pergaminos que tenía sobre la mesa y tras coger uno dice - Bien, creo que teníais que traer toda la información posible sobre el surgimiento de una nueva religión y de un dios al sur.

¿Qué tenéis? - pregunta mirando a Laern -

Laern se acaricia el bigote, con aire sofisticado.

- ¿Qué tenemos?

Una mera pregunta para ganar tiempo. Unas décimas. Al final, golpea la mesa, derrumbándose.

- Elroth, amigo mío, hemos fracasado sin excusa posible. Lo poco que sabemos es lo que cualquiera habría adivinado. Pero te lo contaré de todas formas -aclara la garganta y continúa-. Son un grupo de timadores, al mando debe estar algún ilusionista de talento, pese a que para impresionar a los montañeses no hace falta demasiado. Exigen tributo a su nuevo "dios" -pronuncia la palabra con asco-, esquilmando a nuestros más humildes y apartados ciudadanos. Cogimos a un grupo de esos sarnosos recaudadores, pero todos murieron. No tenemos... No tenemos nada más. No sabemos de dónde venían, dónde está su líder... Sólo traemos el dinero de su última ronda. ¡A saber a cuántos más pensaban robar!

Mira a sus tres compañeros, con aspecto cansado, apaleado.

- Parca consolación. Zarek -señalando con la mano- les hizo creer que era otro dios... Es posible que la mente desviada tras esto sea la de un brujo.

Elroth estuvo atento a la explicación de Laern, tanto que apenas pestañaba mientras lo hacía. Y cuando este acabó Elroth volvió a tomar la palabra. Su voz era exactamente igual que cuando todos entraron por la puerta, no parece que el resumen de la misión le hubiera cabreado, ni enfadado, ni entristecido.

Tranquilo Laern, no ha sido tan desastrosa la misión, aunque bien es cierto que esperaba más. - levanta los hombros como diciendo "¿qué se le va a hacer?" - Ya veo que estás afectado, no estás acostumbrado a que te pase esto.
Hace una pequeña pausa para volver a preguntar sobre la misión. Durante la cual toma aire y cambia su expresión de seriedad a una de amistad.

Antes de que continúes con los detalles te diré algo.

No importa lo que ha pasado en esta misión, lo que importa es lo que tú y tu grupo va a hacer ahora, ¿volverás a intentar reunir esa información y acabar con ese falso dios? o... ¿por contra quieres que os asigne una nueva?
Parecía esperar con ansias la respuesta de Laern.
¿Tienes algo mas, que sea importante, que decirme? - preguntó Elroth tras que Laern terminara con los detalles de la misión -

La expresión derrumbada de Laern no cambia un ápice con las sabias palabras de Elroth. Simplemente, no se lo perdona a sí mismo. Pero la pregunta final le anima un poco.

- Sí... Quizá debamos indagar mejor... Podría ser un hechicero, y dar mala reputación a las extrañas artes -lo dice con toda la intención mirando Zarek-. Pese a que no tengo ni idea de dónde comenzar. ¿Tienes nuevos informes, Elroth?

Parece más animado, como paladeando una venganza que está por ejecutarse.

Un gesto torcido es la respuesta a la pregunta de Laern.

Los informes los tenías que traer tú mariscal, no sabemos nada nuevo. Supongo que los que están detrás de esto no quieren que nos llegue información alguna y evitan que los viajeros se enteren o lleguen hasta aquí.

Pero si quieres retomar la misión tienes todo mi apoyo, al igual que puedes contar con lo que quieras siempre que esté en mi mano.

Vaya, pensaba que Elroth nos recibiría con fuego en la mirada y trueno en su voz, nos flagelaría con sus propias uñas haciéndonos lamentar eternamente nuestro fracaso. Y sin embargo, ahí está. Tan tranquilo. Casi parece un padre permisivo y bonachón.

Escucho como Elroth y Laern cruzan sus palabras sin llegar a ningún lado. ¡Maldición! Podían acabar de autolamentarse, solo la acción puede paliar la vergüenza del fracaso.

Cuando la conversación parece languidecer me atrevo a opinar en voz baja: Quizá deberíamos llevar a ese hobbit a husmear por allí, como si de un hurón se tratara. Si ha sido capaz de colarse en el castillo y llegar a nuestra puerta no dudo que sabrá encontrar lo que buscamos a poca motivación que se le de.

Me doy cuenta que todos me han oído al momento de terminar mis palabras. Demasiado tarde enano gruñón, metiste la pata, como siempre.

La sonrisa vuelve al rostro de Elroth, parece ser que la intención del grupo de retomar la misión le ha alegrado.

Bueno, creo que no queda más que decir. Oh si, una cosa más... ahora que lo comentas Görg, parece ser que opinas que ese pequeño hobbit puede ser de ayuda, siendo así lo mejor será que vaya con vosotros en este viaje.

La sonrisa no había desaparecido de su cara, aunque levemente le temblaba la comisura del labio, parecía que... estuviera conteniendo una carcajada.

¿Te parece bien Laern?

Laern se echa hacia atrás en su silla y observa a su viejo amigo Görg con aire pensativo. Luego se gira a Elroth. Parece haber perdido el sentido del humor, las ganas de reír.

- No hay más información, pero no nos será difícil adivinar por dónde han cambiado de dioses. Seguro que hay aldeas cercanas a la que fuimos que han caído ante el mismo embuste y, como el viejo Görg afirma, el hobbit siempre puede husmear y encontrar una pista... O recibir un lanzazo en el corazón. Dormiría feliz en ambos casos.

Se levanta armando el ruido acostumbrado y le ofrece la mano a Elroth.

- Así sea, general. Descansaremos hoy, partiremos mañana. Ya me aseguraré de que recibimos lo que necesitamos.

Parece callar un segundo, pero alza la voz para proferir una última frase.

- ¡Esta vez no fallaré!

Sólo se referencia a sí mismo. Quizá es por lo que se está tomando esto tan a pecho.

Eso espero mariscal. - dice Elroth mientras se levanta -

Ya que no partiréis hasta mañana... ¿puedes hacerme el favor de encargarte del tema monetario? Seguro que Celethon se pone muy contento.

Elroth se pone a recoger los papeles que tenía sobre la mesa y los guarda en un cajón de la misma.

Estoy asombrado. ¿Yo he opinado que el hobbit puede ser de ayuda? Malditas sean las palabras traicioneras. ¿Yo dije eso? Me rasco la cabeza pensando todavía qué dije para que interpretaran eso.

Compongo un gesto serio y enfadado, alzando una ceja, entrecerrando un ojo, frunciendo el ceño y señalando con dedo acusador. Apunto a Elladan y Zarek que se han mantenido prudentemente silenciosos y les digo ni una palabra de esto. Ni una sola burla quiero escuchar al respecto. Y mucho menos permitiré que digáis al hobbit que ha sido admitido por mi causa. Terminantemente prohibido.

¿Por qué temo que no me van a hacer caso?

-Zarek al escuchar las palabras de el enano se acerca a Elladan y dándole con el codo a modo de complicidad dice:

-Tranquilo Görg somos dos tumbas , jamás se nos ocurriría pensar ni mencionar que ese hobbit despierta afecto en ti .Intentando con todas sus fuerzas no reír diciendo la frase- Por cierto gran idea la de llevar a ese gran hobbit con nosotros.-mientras sale de la estancia como si no tuviera ningún tipo de problema, casi tarareando una vieja canción vuelve a la sala del grupo.

Ahora estoy MUY asombrado. El supuesto gesto de enfado se me descompone como un puding al sol, quedo con la boca abierta y el dedo fláccido, caído. Que ese . . . ¿Cómo que ese hobbit despierta . . .? ¿Qué quieres decir con . . . ? No se te ocurrirá pensar que . . . ¡MALDITA SEA! Ejem, lo siento señor. Me dirijo a la puerta tras Zarek esquivando la mirada (y la más que probable carcajada) de Elroth.

Laern, deberías controlar a estos petimetres, les gusta hablar demasiado y yo no he dicho, quiero decir que, no quería decir lo que Zarek ha . . . ¡Zarek! Demonio de prendefuegos, especie de antorcha ambulante, no huyas, vuelve aquí y escucha lo que Laern tiene que deciros a ambos.

Maldita sea, las palabras y yo no nos llevamos bien. Debería hablar solo con mis dos mejores amigas: mi hacha y la cerveza.

Mi voz se pierde por el pasillo en pos de Zarek que se aleja sonriente. Demasiado sonriente.

Elladan, Zarek y Görg regresan a la sala de grupo, mientras que Laern se queda unos segundos más para terminar de hablar con Elroth.

Laern sonríe ante la petición de su viejo amigo.

- Sí... ¡Nunca enfurezcáis a un enano con un hacha a mano! No hace falta que yo os amenace, creo que nadie quiere un hachazo en la crisma.

Lo dice con tono jocoso, despide ligeramente con la mano, indicándoles que sigan, y se da la vuelta hacia Elroth.

Su expresión ha cambiado a otra de seriedad.

- Elroth... ¿Tema monetario? ¿Insinúas que debemos cobrar por esta... chapuza?

Elroth suelta una carcajada, quien sabe si por lo que has dicho o por lo de antes. O seguramente por todo.

Me has entendido mal, me refiero al dinero que tomasteis en la misión, que le informes al tesorero. Ya sabes que el tema económico del grupo se salda cada mes en función de vuestros logros y rango.

Bueno, nos veremos a vuestra vuelta, que esta vez os vaya mejor. - dice despidiéndose a la vez que abre la otra puerta para salir de su sala -

Elroth cambia su semblante ceñudo.

- ¡Ah! El dinero... Creía haberlo mandado hacia nuestro tesorero, pero con las prisas he venido a informarte. Mejor será que vuelva y que ciertos elementos no pongan sus zarpas en ellos, claro. Aunque te adelanto que no me gusta emplear el dinero sacado con malas artes a gente cada vez más pobre y crédula. Creo que deberíamos darle mejor uso, algo que les ayude.

Parece meditar, atusándose la barba hasta que golpea con su puño derecho en la palma izquerda, irritado con su inhabilidad para encontrar una solución viable.

- Porque repartirlo entre la misma plebe que lo ofreció sería demasiado difícil y, por raro que parezca. Injusto, poco equitativo. Ni siquiera sabemos cuántas aldeas han caído bajo el yugo de esta panda de timadores. Le sugeriré al viejo Celethon que lo mantenga aparte, con tu aprobación, hasta esclarecer todo esto.

Ya iba a cerrar la puerta cuando te contestó a lo último.

Recuerda Laern que nosotros nos encargamos de las espadas, y Celethon de las monedas. No gastes más fuerzas de las necesarias.

Nos vemos. - dice cerrando la puerta -