Partida Rol por web

Por un lado, aquel pobre hombre que estaba sorprendido al ver como empezaban a bajar extrañas personas del techo de su propia casa comenzó a decir algo a Brooke, pero en un idioma que no conocía. La comunicación no parecía una opción, pero si su plan era no llamar la atención, ya lo habían fallado pues cada vez más gente comenzaba a darse cuenta de su presencia y parecían estar asustados.

Por otro lado, Alan escuchó a Jay llamándole, y tras volver a suspirar se paró y se dio media vuelta para esperarlos. Se dirigía de camino a la biblioteca, hasta Brooke sabía que ese lugar era importante, por lo que obviamente allí tendría que haber alguna pista. Pero Jay parecía querer que fuesen juntos, como un equipo… y era cierto que lo eran, a Alan se le olvidaba algunas veces aquellos, así que, al menos por esta vez, les esperaría.

Aquella gente era un atajo de inútiles que ni siquiera habían aprendido a hablar una lengua normal. Por un momento se planteó utilizar un modo de comunicación más rudimentario: el de los puñetazos y las amenazas. Pero acabó por descartarlo pensando que no entenderían nada.

Chasqueó la lengua, evidentemente molesta mientras una parte de su cabeza daba vueltas de forma obsesiva a la idea de fumarse un cigarrillo. La otra idea, que también descartaba, era la de camuflarse, pero como era algo potencialmente peligroso quitarse la armadura, no pensaba hacerlo.

Se giró con la intención de ir en busca de la maldita biblioteca cuando de repente vio a Alan y a Jay ahí, esperando, y a pesar de las tentaciones de ir en dirección opuesta luchó contra aquel capricho suicida y encaminó sus pasos hacia ahí.

- Supongo que el disimulo está sobrestimado.

El pobre hombre respondió en una lengua que Jay desconocía y por la cara que puso Brooke parecía que ella también. Cada vez eran más las personas que se reunían ahí y les miraban entre curiosos y asustados, y como no hacerlo cuando habían aparecido de repente en el tejado de una casa vistiendo armaduras. Como Alan estaba esperando y dialogar con los ciudadanos no parecía ser una buena idea, saltó del tejado y se acercó a ella.

— Dejémoslo, mejor vayamos a la biblioteca o al faro. — Sugirió, aunque todos ya se habían dado cuenta de ello.

Sin mucho más que añadir, los tres chicos comenzaron a caminar en dirección al faro y la biblioteca, que se encontraban uno junto a la otra. Los ciudadanos parecían asustados y pronto pasaron a tener un camino despejado rodeado de miradas indiscretas desde cada esquina y rendija, pero nadie parecía dispuesto a ponerse en su camino. Hasta que de una calle a varios metros por delante apareció un chico con ropas que destacaban mucho en el lugar y con una katana enorme en sus manos.

- Creo que no sois de aquí, ¿Verdad chicos? Quizá os pueda ayudar, así que ¿Qué queréis? ¿Cuáles son vuestras intenciones? No os recomiendo luchar, no me apetece tener que limpiar luego esto, es un coñazo.

A medida que iban avanzando se encontraban con más ciudadanos que ya no solo miraban con curiosidad, sino también con miedo. Jay decidió desde un buen principio pasar de ellos, prestarles atención no iba a servir de nada y como tampoco hablaban su idioma pues pa qué, como bien diría él. Pero la cosa cambió cuando un chico de aspecto asiático con una enorme y molona katana se cruzó en su camino. Hablaba perfectamente nuestro idioma y quería saber que hacíamos nosotros aquí, eso o bien lo había utilizado de pretexto para buscar bronca.

— Ni is ricimiendi lichir. — Imitó en un vulgar tono de burla. — Oye, está claro que no hemos venido aquí a buscar pelea. — Se hizo el silencio, miró las armaduras y armas que portaban y descubrió que el chico estaba en todo su derecho del mundo en sospechar de ellos. — Ah. Pues igual si que damos mal rollete. Mejor que hablen ellos. — Retrocedió y cedió el turno de habla a sus compañeros, sintió que si seguía por ese camino acabarían cortándoles la cabeza antes de llegar si quiera a la biblioteca.

Al igual que Jay, Brooke trató de ignorar a los habitantes de aquella región pero no podía evitar mirar a alguno con fiereza cuando su mirada se posaba en ella demasiado rato. ¿Por qué no podían despejar las calles con normalidad y ahorrarse las miradas desde las ventanas? Su miedo era extraño, más teñido de recelo que de pavor y eso era algo que la estaba poniendo nerviosa.

De pronto, aquellas calles que parecían haberse convertido en su pasarela se ganaron a un nuevo habitante. Un puñetero asiático. Vale, Brooke empezaba a tener un serio problema de racismo. Pero es que todos con los que se había encontrado eran unos inútiles, estúpidos o fastidiosos y ese, con su comentario cargado de fanfarronería, uno que si se parara a reflexionar sería similar al que ella hubiera hecho en su situación, ya la había puesto en sobreaviso.

- Tío, estás como una cabra - claro que el puñetero Jay tuvo que hacer su comentario poco apropiado y aún pensando que era la mayor idiotez del mundo no pudo evitar que su boca se torciera en una de sus sonrisas que le daba aquel aspecto socarrón a causa de sus ojos rasgados -. Mentiría pero creo que sería una gilipollez que no te creerías así que...¿eres Jay, uno de los gemelos que obtuvo los brazaletes?

El asiático les apuntó con su espada, pero finalmente volvió a apoyársela en el hombro mientras no perdía su sonrisa y Alan por su parte observaba con mucha desconfianza aquella espada, él estaba notando el secreto que escondía. Pero el que acabó hablando fue el asiático.

- ¿Los gemelos? ¡Ah! Ya sé quién eres, él me dijo que vendrías señorita B, venga conmigo, le diré donde y cuando están.

Tras aquello comenzó a andar en dirección al faro mientras su espada emitía un sonido similar al de una pequeña campana mientras caminaba despreocupadamente.

- ¿Y cómo ha sido el viaje? Todo el camino despejado ¿No? - preguntaba curioso mientras andaba.

La verdad era que el tipo de la katana hubiera resultado más confiable si les hubiera atacado pero aquella reacción, junto a su sonrisa, fue lo que en realidad la puso en guardia. No obstante, no pudo evitar dirigirle una sonrisa socarrona cuando por fin le llegó el turno de hablar.

- Pues te han informado mal porque yo aquí no veo a ninguna señorita - a tomar por culo. Sacó un cigarro y lo encendió. No podía más. Brooke y la ansiedad eran siempre enemigos. Ni siquiera se molestó en ofrecer uno antes de guardar el paquete -. Ilumíname. Si han viajado al futuro puede que ya hayan vivido este momento y sabían que vendría. Así que voy a tener que pasar alguna especie de prueba chunga, ¿no? - esperaba que no tratara de negarlo porque se ganaría su mejor mirada de escepticismo -. ¿Para demostrar mi valía? Si es algo así me parece de gilipollas teniendo en cuenta que si han visto el pasado, el presente y el futuro, sabrán ya si valgo o no - eso era todo lo que tenía que decir, no le interesaba ponerse a comentar estupideces acerca del viaje o el tiempo que hacía.

Jay tiró de sus chorradas. Alan optó por el silencio. Y Brooke tan tajante como siempre decidió ir al grano. Preguntó por los brazaletes y unos de sus portadores que se llamaba igual que Jay, lo cual le sacó una inesperada sonrisilla. El asiático mantuvo la katana en alto hasta que segundos después vaciló y desvió el arma en una dirección donde no se encontraban sus cabezas. Parecía que les estaban esperando pero de todo lo que dijo hubo una cosa que inquietó a Jay. Le diré donde y cuando están, repitió mentalmente para sí mismo. ¿Qué demonios quería decir con cuando?

Pero mientras él estaba con sus ollas mentales Miss simpatía volvió a hacer una de las suyas. El trato de señorita no le gustó nada y así lo hizo saber, solo le hubiera faltado apoyar un pie sobre un barril, escupir al suelo y rugir como un pirata para demostrar quien era el macho alfa de la manada, aunque igual así daba más imagen de pirata que de machote. De todas formas aquel comportamiento no le disgustaba, las caras de sorpresa o de la he cagao que podían poner los demás debían ser el estimulo que Brooke necesitaba para seguir con esa actitud, quizá Jay también debería probarlo alguna vez, aunque ahora mismo estaba demasiado ocupado debatiendo mentalmente si debía intervenir alegando que con señorita se refería a él o no.

— El viaje ha sido genial, pensaba que moriríamos en aquellas escaleras que hemos bajado durante horas pero ¡qué va! ¿Y el viaje bajo el sol por el desierto? De muerte. Literalmente. — Para esta ocasión decidió imitar el mismo tono de voz que emplearía una cuarentona reunida con sus amigas mientras contaba el viaje que había realizado con su marido y sus dos hijos, solo que con un poquito de sarcasmo de por medio. Pese a todo se sentía agradecido, al menos no habían tenido que pelear con ninguna bestia.

— Igual te obligan a matar a uno de nosotros dos. Lo siento Alan, ha sido un placer, jeje. — Esas eran las ventajas de no llevarse a muerte con alguien que realizaba un viaje revelador donde te se conocía a sí mismo, que si tenía que cargarse a alguien no serías tú.

El chico continuó andando, no parecía que fuesen muy simpáticos los chicos a los que tenía que guiar, pero le habían pagado bien por el trabajo y si se complicaba le habían dado permiso para matarlos. Además, se esperaba el comportamiento de Brooke.

- Como se nota de quien eres hija… - comentó en alto - aunque no es momento de hablar de eso, que si hablo de mas no me van a pagar - terminó añadiendo, no podía irse de la lengua, pero guardar secretos no era su fuerte. Alan no decía nada y al asiático le pareció raro, pero se mantuvo atento y mientras la campanita de la guarda de su espada continuase tintineando, estaría tranquilo.

Ponerle a prueba, ambos chicos parecían que iban preparados a luchar, a recorrer un laberinto o solucionar intrincados rompecabezas, sabía de sitios donde habrían encontrado eso pero ese no era su estilo, simplemente pondría sus cartas sobre la mesa.

- ¿Poneros a prueba? ¿Duelos a muerte entre compañeros? ¿Demostrar vuestra valía? A mí solo me dijeron que recogiese a B y la guiase a ella y a sus compañeros, que les explicase las cosas por el camino y que si se portaban mal, que hiciese lo que quisiese incluyendo el mataros.

Se estiró, entonces se dio cuenta de que no había explicado muy bien nada en realidad.

- Ah sí, ahora toca explicar y eso. Pues os llevaré a otras escaleras y esa a otro tiempo. Allí no sé qué habrá ni de cuándo será, pero el camino es por el que yo llegué y eso es antes de la llegada de las bestias y yo solo soy un mercenario que cazo a gente como vosotros por dinero. Todo explicado.

Todo aquello a lo que ella había prescindido aludir fue a lo que Jay echó mano para introducirse en la conversación. Esperó con cara de hastío a que se cansara de parlotear pero cuando comprendió que sus palabras rebosaban sarcasmo dejó de molestarle. Pena que no pudiera matar a Alan como él decía, porque sin duda hubiera sido su elección.

Ladeó un poco la cabeza, con su sonrisa socarrona plasmada en el semblante mientras el cigarrillo humeaba entre sus labios. Estaba pensando que, después de todo, Jay podía no ser un gilipollas acabado cuando el asiático tuvo que decir aquello. La sonrisa resbaló de sus labios y lo mismo hizo su cigarro, cayendo al suelo casi al completo.

- ¿Qué sabes tú de eso? - preguntó con hosquedad.

Y era de esperar porque a decir verdad su historia familiar era corta y poco conocida. Hija de madre soltera, murió persiguiendo a un villano. Punto. Por eso que saliera a relucir allí, precisamente en ese momento, de manos de gente que sabía demasiado y hacía demasiado poco... Se tragó su ira y sus palabras y no fue por la amenaza de muerte que acababa de dejar caer sobre ellos como si tal cosa sino porque con los años, todo lo relacionado con sus progenitores había pasado a formar parte de su vida interior y no era algo de lo que quisiera ponerse hablar, incluso aunque mediara una provocación, y aquello era bastante inusual en alguien como Brooke que no solía callar nada.

- Lo más normal, encontrar un mercenario con katana en la antigua Alejandría - por eso era mejor dejarlo pasar e ignorar la amenaza de muerte del mercenario -. ¿Y qué coño haces aquí? Porque es un sitio raro para buscar curro.

Jay no tenía pelos suficientes en la cabeza de los que agarrarse. El tío de la katana tuvo el coraje de dejar caer un comentario sobre uno de los progenitores de Brooke, y todo el mundo sabía que para ganar una discusión era estrictamente obligatorio soltar algo sobre la madre —o en ocasiones de su padre y/o hermana— del contrincante. Y si esa condición no se daba el siguiente paso era pasar a los puños. Pero no, Brooke ni optó por meterse con la madre del asiático ni por darle un puñetazo, solo preguntó por lo que sabía al respecto, como si estuviera interesada en saber algo más sobre el asunto.

También aclaró que no iba a proponer ningún tipo de prueba de valor o enfrentamiento divino en el que tendrían que matarse unos a otros, de momento solo tenía que guiarles a vete tú a saber donde y cuando, porque al parecer la cosa iba de viajes temporales y demás, cosa que a Jay le ponía de los nervios. Eso de estar en un tiempo al que no se correspondía era raro.

Al igual que Alan Jay también se mantuvo en silencio, la conversación no iba con él y tenía cosas más interesantes que hacer, como poner caras raras a los ciudadanos que pasaban por ahí y les miraban con desconfianza. A una jovencita le pareció divertido enseñarle la lengua y moverla lascivamente, a un anciano trató de asustarle con unos sonidos dignos de un ganso sufriendo una embolia mientras que con las manos tiraba de sus párpados inferiores, a otro...

Mientras hablan, llegaron a la entrada del faro, que se veía inmenso desde allí abajo y la conversación del grupo se había convertido en una conversación entre Brooke y el asiático, pues Alan no había dicho nada, solo se había quedado mirando desconfiado la espada de este y Jay se había entretenido por el camino molestando a las ciudadanos, que muchos habían dejado de espiar el viaje del grupo al cruzar su mirada con la de Jay gracias a todas sus burlas y bromas.

- ¿Qué se yo? Si te contase algo más sobre lo que se, acabaría metido en un problema… aunque te diré que conocí a tus padres y que si continuas por aquí tendrás algunas respuestas que quizás no quieras.

Señaló entonces el faro.

- Venga, a subir. Ahí encontrareis mucha diversión ¡Pasadlo bien! Y ya te he dicho que soy un mercenario, estoy aquí porque me han pagado por estar aquí con algo que aún no existe en mi tiempo.

¿Por qué narices iba a acabar metido en un problema por hablarle de sus padres? Le dirigió una mirada de profundo desagrado que el hombre ignoró. Asiático tenía que ser, por supuesto. Sin embargo, en una muestra de lo contrarias que eran sus emociones cuando se trataba de aquel tema, el saber que quedarse por allí podría conllevar tener respuestas que no quería, le produjo ganas de marcharse sin más e ignorar los brazaletes de las narices. Por suerte o por desgracia, Brooke no era de las que huían de los problemas.

- Que bien, te pagan por ser un guía gilipollas - acabó por soltar de mal talante. O le pagaban para comportarse como tal o lo era. Iba a decir algo más, a insistir sobre sus padres, pero al final acabó conteniendo las ganas de indagar y terminó por dirigirse al faro -. Espero que te dé una insolación - le soltó como despedida.

A mitad de recorrido los ciudadanos que paseaban por las calles iban dejando de prestarles atención, o al menos ese era el caso con Jay, ya que ninguno o pocos de ellos se atrevían a mirarle directamente a los ojos, provocando que el pobre se quedara sin víctimas de las que burlarse. Y sin nadie a quien dedicarle una horrible mueca, el paseo hasta el faro se le hizo eterno.

Mientras tanto el asiático y Brooke siguieron discutiendo acerca de sus padres, al parecer éste los había conocido en vida y Jay se preguntó qué tan jóvenes eran los papis de Brooke. Luego recordó lo de los viajes temporales y todo le quedó muy claro.

— ¿Llevarás algo que no existe en tu tiempo? Oh, no, estamos condenados, vas a acabar con todos nosotros. Romperás las barreras del espacio y del tiempo y destruirás toda la existencia habida y por haber. — Intervino a lo del pago. No tenía ni idea de lo que estaba hablando, pero sonaba tan a guión de película que fijo que pasaba desapercibido. Luego tiró hacía el faro, la despedida del chino le dio a entender que ahí no iban a encontrar nada de divertido, pero lo que realmente le tenía preocupado era Brooke. ¿Una insolación? Seguro que se le podría haber ocurrido algo más mortal y original!

Tras aquella emotiva despedida, los chicos entraron en el faro y se encontraron con algo que les resultaba familiar, una escalera similar a la anterior pero que esta vez subía ¿Es que allí todo era subir y viajar escaleras? Poco después de comenzar a subir se cerró la puerta del faro, dejándolos allí a oscuras.

Alan suspiró - Menos mal que nos lo quitamos de encima… que arma más molesta - dijo más tranquilo, quizá sus compañeros no se dieron cuenta pues Brooke no intentó usar su habilidad y Jay no echó en falta a su sombra, pero él que tiene una habilidad que siempre está activa lo notó al instante… no quería luchar contra alguien así o muy probablemente moriría.

Debería estar concentrada con lo que se traían entre manos pero por si Alan no fuera ya de por sí suficiente distracción, ahora aparecía la primera pista que tenía desde hacía años sobre aquel tema tan personal. En realidad, si lo pensaba bien, ¿cuánto tiempo hacía que se había rendido? De forma paulatina había dejado de buscar información pues lo había dejado por inútil. Pero ahora...todo cambiaba.

Cerró los ojos un instante en la oscuridad. Ni siquiera parecía molesta, es más, estaba ansiosa y llena de energía nerviosa.

- Supongo que para ser un mercenario encargado de este tipo de misiones tiene que ser un hijo de puta poderoso - vaya, eso era una novedad. Se había olvidado de ignorar a Alan pero trató de corregirlo con un gruñido mientras echaba mano de la linterna -. Ea, hacia arriba.

— ¿La katana? Qué va. — Respondió a Alan, al mismo tiempo que echaba el guante a la mandoble que llevaba enfundada a su espalda. — La mía mola más. — Como era de esperar no se dio cuenta de que el arma del asiático tenía otra habilidad aparte de ser enorme, afilada e imponente. Pero mejor era así que haber tenido que descubrirlo en medio de un combate.

En lo que sí que cayó fue en el tema de las escaleras, la primera vez que bajaron por unas viajaron atrás en el tiempo, igual si subían viajarían en el futuro. — Oye, igual uno de los gemelos tiene la habilidad de viajar en el tiempo creando una especie de dimensión donde las escaleras representan el paso del tiempo. Puede que ahora estemos yendo al futuro. — Bufó, subió otro escalón y añadió: — Joder, podría haber sido un ascensor.

El camino de subida estaba siendo igual de aburrido que fue el de bajada pero más cansado ya que había que ir subiendo y su único entretenimiento era ver la escaleras y hablar sobre el tipo de la Katana, además de la teoría sobre el funcionamiento de aquellos viajes en el tiempo que aportó Jay.

- Tiene sentido - añadió Alan, era raro que diese la razón a alguien, pero tampoco iba a rechazar algo que tenía sentido y si era cierto, les sería útil si tenían que elegir algunas escaleras en un futuro.

Pero la conversación se cortó de pronto debido a un fuerte temblor que los desequilibró a todos y les hizo agarrarse de forma inconsciente a las barandillas ¿Las escaleras del faro tenían barandilla? No, pero en las que estaban ahora sí, así que aquel temblor había sido una forma de recibimiento a donde habían llegado. Tras aquello, se añadió el sonido de disparos, explosiones y el de bestias y poco después, una de las paredes explotó de golpe, lanzando a los tres por los aires.

Jay subía las escaleras con tanto entusiasmo que no le hubiera importado dejarse caer por ellas y abrirse la cabeza con el bordillo de alguno de los escalones. Lo único que realmente le había entusiasmado y no para realizar ningún acto suicida fue el que Alan le diera la razón, cosa que rara vez sucedía. Por lo demás siguió subiendo un escalón tras otro hasta que un fuerte temblor le sacudió obligándole a sujetar la barandilla que tenía al lado.

— Que coño. — Fue lo único que pudo decir al percatarse del cambio que habían sufrido las escaleras antes de salir despedido por los aires a causa de una explosión que se los llevó por delante tanto a ellos como a la pared.

Con la intención de reaccionar a tiempo trató de evitar parte de la explosión y de los escombros lanzándose hacía delante, pero los temblores eran tan fuertes que antes de poder impulsarse se desestabilizó y cayó. Sin nada más a mano con lo que protegerse trató de bloquear las piedras que caían sobre él con los brazos.