Partida Rol por web

Se me pasa de pronto toda la pena...Lo hace cuando aquel gato arrabalero señala una gatera. ¿Cómo no la había visto? Esto de estar sin comer más de dos horas me estaba afectando a los sentidos...El gato discapacitado se precipita primero. Si que vaya el primero, carne de cañón. Ya entraría yo después, cuando el lacayo haya comprobado que no hay peligro para mi pellejo. Aunque estaba segura que vendrían a por mi, estar en presencia de este gato arrabalero reavivaba mi HUMILLACIÓN.

Acercándose al ventanal junto al resto del grupo, observó aquellas extrañas torres. Castillos rascadores, los llamaban. Sin embargo, no parecían ni castillos, ni veía para que debían rascar nada ahí, habiendo tanto sofá sin marcar con sus uñas. ¡Y el otro gato hablaba de esa opción como si fuera algo malo! Es que no conocía el placer de un sillón bien arañado, eso era lo que pasaba. 

Esclavos de la humanidad y sus costumbres - maulló con desprecio, para luego bufar hacia los gatos protegidos por la capa invisible y dura que los separaba. - No es más maldición que sus débiles espíritus - añadió en respuesta a su compañero Maldito, siguiéndolo a él y a la gatita moteada para entrar. 

- ¿Ha dicho una salida? ¡Menos mal! - Creo que me estaba volviendo loca... La gata robusta salió antes que ella, por suerte no tuvo problemas, y en cuanto pudo siguió detrás de ella hacia lo nuevo que se les iba a venir encima.

Los gaticos salieron de esa habitación donde descansaba el gatico gordo, que no se molestó siguiera en mirarles salir. La gatera que les había indicado daba a otra sala mucho más grande. Una llena de gaticos que estirados en sus camas les miraban con pereza.

Y al otro lado de la ventana... ¡Sus camiauradas gaticos les miraban! Aunque no podían escucharlos.

Supergato salió a la otra celda de la cárcel. Una en la que había un montón de gatos en sus camas. Gatos aburridos. —Vaya, esto es una auténtica prisión— dijo para si mismo. Se acercó al cristal y se estampó, queriendo llegar al resto de sus compañeros de misión.

Arañó el cristal. ¡Malditos humanos! ¡Lo habían hecho con Catonita, seguro, a prueba de sus gatopoderes. Sus palabras no llegaban a los de fuera. ¿Cómo podrían salir? Miró algo desesperado a los gaticos de fuera. 

Empezó a mirar a un lado y a otro, buscando como escapar de la prisión de lujo. Pero si hubiera una forma, todos los gatos de allí habrían escapado, ¿no? ¿O serían falderos?

Se acercó a husmear con el resto de sus camiauradas a ver qué se cocía dentro de aquella perrera y se quedó muda de la impresión cuando vio a tanto gatico feliz allí dentro.

 -Miau, no sé si es hierba gatera por un tubo o una maldición, pero lo cierto es que nuestros ojos no nos engañan: estos gaticos no parecen querer fugarse de este lugar. Lo cual me hace pensar en nuestros compañeros, ¿creéis que les estarán lavando el cerebro como a estos para que no quieran fugarse nunca tampoco?

Mientras hablaba fue siguiendo a sus compañeros de faena hacia la entrada que habían encontrado. Entrar, rescatar a sus compañeros y salir. Un plan sencillo y eficaz, ¿qué podría salir mal? Y tal vez de paso dejaran a aquella bola de pelo con humor de perro dentro, a ver si se le bajaban esos humos.

 -Zapa, trae al cachorro. Yo creo que dejarle ahí dentro sería un buen escarmiento para un cachorro tan maligno como él.

Seguí al gato tontico y me llevé una sorpresa inesperada o varias. Primero, tras la gatera había mas gaticos arrabaleros, había un cristal, !y sus compañeros estaban al otro lado! Obviamente, habían venido a por ella y sus curvas demenciales, sin ser conocedores de su inmensa sabiduría ancestral y de que conseguiría salir tarde o temprano...sin HUMILLACION.

- Prisión es que te dejen en un sitio pequeño encerrada sólo con tu camada....- entrecerré levemente los ojos, mientras me acercaba a los compañeros/esbirros situados tras el cristal. Doy con la pata contra aquella cosa tan maliciosa, trampas de humanos para gaticos. Yo había topado con algunos, claro que antes de decirlo prefería que los perretes de casa hicieran sus cosas también en mi cajón de arena - ¿!Cómo se sale!? - a mis esbirros.

Los gaticos aparecieron en una habitación con más gaticos encerrados, a Marfelina le pareció que estaban tristes, así que decidió hablar con ellos. Sin embargo, se dio cuenta de que junto a ellos estaban los gatompañeros que no habían sido capturados ¡Habían venido a salvarlos! Se fue directa a ellos, pero en cuanto vio que Supergato se chocaba, paró justo antes de que le ocurriera lo mismo y se puso a arañar a la pared transparente - ¡Sardinita! ¡Sardinita! - maullaba, pero parecía que no la escuchaban.

- ¡Hablemos con estos gatos! ¡Quizás alguno nos acompañe! - ¡Ya voy atuncito! La alterada gata se dirigió al felino más cercano - ¿Cómo podemos salir de aquí?

  Pero Felicia, al igual que algunos de sus compañeros, no quiso distraerse mucho observando a los gatos que, como peces, se movían detrás del cristal. Conocía esa trampa, en casa tenía cristales y sabía que aquél camino no conducía a ninguna parte por mucho que los acariciaras con las patitas o las zarpas bien afiladas. Además, como no pudo oír a los prisioneros, tampoco pudo percatarse de que algunos intentaban llamar la atención del grupo, y casi era mejor si querían liberarlos no había tiempo que perder.

 —Sea maldición, les hayan hecho algo, o sean débiles de espíritus…- Comentó a  aquellos que habían extendido sus hipótesis y dirigiéndose a Ophelia, su amiga, en especial.- Entramos allí, y si, una vez lleguemos a ellos, no quieren venirse. Pppues ¡que les den! Media vuelta y misión terminada. Una cosa es arriesgar nuestros pellejos o una de nuestras vidas para ayudar un hermano y la otra perderlas en vano intentando convencer a quién no quiere. No soy ni seré mamá de nadie.- Lo cual era cierto, pues los humanos le habían sacado el útero.

Intentando hablar con sus camiauradas, los gaticos se tropezaron con otro gatico gordo hermoso. Parece que allí todos los gaticos estaban parecido, qué cosa más rara. 

El gatico se removió y miró con pereza a los tres gaticos recién llegados. -Mew, vosotros sois nuevos...- sus ojos buscaron el culo de Supergato y asintió para sí. -Nuevos- confirma. -Estáis sin gatar- dijo muy convencido. -Una vez gatados os dejarán vivir como reyes, este es el paraíso gatuno, solo que están prohibidos los cachorros. Solo lo más selecto de nuestra raza viene a parar aquí, donde los humanos nos miman, alimentan bien y son unas mascotas fieles. A veces vienen unos humanos esclavos a buscar a uno de nosotros, para que seamos adorados con mayor mimo, en otro lugar... Habéis sido elegidos.

¿Gatar? ¿Qué era aquello de gatar? Un momento... ¿No se podían tener cachorros...? Entonces... ¡Oh, no! ¿Pero qué era ese lugar tan magnífico y malvado a la vez?

Desde fuera no podéis hablar con vuestros camiauradas, pero los veis buscar una salida a través de aquella cosa invisible que a veces estaba y a veces no. Ginebra la toca con la pata, comprobando que esta vez si está. los inventos humanos eran tan complicados... O había una abertura o no la había, pero esas cosas invisibles eran engañosas y dolorosas cuando tratabas de atravesarlas.

Los gaticos de dentro hablaban con un gato tumbado, mientras que los de fuera no sabían cómo entrar. ¿Qué había funcionado la última vez para entrar? El cachorro seguía revolviéndose y se puso a gruñir cuando vio a tanto gatico junto al otro lado del cristal.

Supergato estaba atrapado, aquella era la prisión perfecta. Convertían a gaticos normales en falderos, a base de "gatarlos". Y luego fingían que ellos dominaban, pero era todo un truco. O algo. Algunos de sus compañeros ya habían sido "gatados" pero seguían en la brecha. No como aquellos vendidos. 

—Compañeras, tenemos salir de aquí o estamos perdidos— dijo a Marfelina y a la gata "hermosa" el pobre gatito se puso a arañar frenéticamente el cristal. Ahora dependían de los de fuera... de que su inteligencia felina les sacara de allí. No podían fallar a Bigotitos. Eso no. 

Supergato se acerca desesperado a aquella pared sin pared, el campo de fuerza transparente, comenzando a frotarlo con sus patitas de forma frenética. Algo no debía andar bien.

  Mientras, la gata ladrona, ya estaba en busca de una entrada. Si quería salvarlos tenía que centrarse en su objetivo, y sabía que nada bueno se sacaba de acariciar un cristal, de hecho nada malo tampoco, era una barrera invisible, e incomprensible, pero una barrera al fin y al cabo. Y ya hacía mucho tiempo que había aprendido que si quería escapar de su casa no podía hacerlo a través de un cristal. Había que encontrar otro camino y a eso estaba.

  Así que bordearon el exterior. Había muchas ventanas, algunas de abiertas y eso sí que era la forma de entrar a los sitios, y robar. Lo sabía muy bien, al fin y al cabo, no era una gatita de guante blanco porque sí.

  Así que, dispuesta, fue directa hacia la ventana que no tuviese luz encendida y que estuviese más cercana a la gato-trampa. Porque la luz, indicaba que había humanos, los muy torpes no sabían moverse sin luz, lo tenía comprobadísimo. ¿Cómo podía ser que no hubiesen ganado la guerra aún contra unos simios tan torpes? Por suerte era una pregunta que no le tocaba responder a ella, suficiente trabajo tenía. Felicia saltó a la ventana.

¿Como que gatar? ¿Prohibido los cachorros? ¿Más? Si yo ya tenía cuatro...No sabía muy bien qué significaba aquello, pero el instinto de diosa Bastet me dice que no es nada bueno. Me crispa los pelos de diva que tengo, y aunque ensalzan mis curvas, me provoca un malestar raro. Uno que solo siento cuando el veterinario pronuncia esa palabra humana llamada "dieta".

- Más vale que nos movamos, porque como dependamos de esos ineptos vamos apañados...- olfateo y miro con ojos nerviosos mi alrededor. Tenía que haber una salida, puerta, gatera extra lux, lo que fuera...Pero por algún lado han tenido que meter a esta sarta de gaticos arrabaleros. -¿Por donde se sale? ¿Por donde se sale? - maullido general, alguien tenía que responder.