Partida Rol por web

Me encojo de hombros al escuchar al esclavo de Ludovica, el tipo raro de ojos rasgados. Me queda oído para escuchar su extraño acento.

- No me gusta el agua, no estoy en armonía... aunque todavía puedo moverme rápido llegado el caso -rezongo para mí mientras me dirijo hacia la barca, hasta que al llegar junto a ella me giro y me dirijo al resto- Creo que no tenemos muchas opciones ¿no os parece?

-Mejor que esperar a los babuinos. Nunca han sido muy amables.
Hago el amago de ir hacia la barca, pero precavido que aún no parecen de fiar. Siempre con mi pose taciturna.

Acepto la tunica que me ofrece el sirviente y me retraso un par de minutos mientras los demas suben a la barca. 

-Espera Takeshi- lo sujeto por el brazo para que espere conmigo- No me hace ni pizca de gracia llevar las manos tatuadas, no se que de runas hablas, espero que esto no sea algo malo. Por otro lado- bajo la voz un poco- No estamos en casa, no seas tan servicial conmigo o llamare la atencion mas de la cuenta. 

Dicho esto camino hacia la embarcacion y me uno al grupo. 

-De acuerdo mi señora, intentaré que no se note mi condición a partir de ahora.- digo inclinando ligeramente la cabeza.

Inspiro y expiro profundamente intentando recordar que a partir de ahora no debía parecer más el esclavo de Ludovica. Tras esto, acudo a la barca con los demás.

Intento ver si hay alguna amenaza a nuestro alrededor, lo del tema de los babuinos me estaba poniendo de los nervios.

Efectivamente, te percatas de la presencia de pequeñas figuras agazapadas entre la vegetación de las colinas cercanas.
Por tu experiencia sabes que podria tratarse de babuinos o incluso peor, morocanthes.

-Movámonos rápido que tenemos compañía.
Digo de forma abrupta. Preparándome para ayudar a cualquiera de los compañeros.

Efectivamente y tal como presagiaban los pescadores, en cuanto subís al bote y éste comienza a deslizarse río abajo, un grupo formado por una docena de babuinos comienza a emerger de arbustos y rocas y se acercan al lugar donde tan solo unos minutos antes despertasteis.

Sarkis y Dagis conducen el bote con pericia y os alejáis del lugar con rapidez, dirigiendoos a Corflu, el último asentamiento del Rio de las Cunas, donde esperais encontrar respuestas sobre vuestro extraño accidente y las runas grabadas en vuestras palmas.