Partida Rol por web

El secreto de la Isla de los Manantiales

Prólogo. La búsqueda de la belleza

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09/05/2021, 22:09
Narrador

Marianne todavía se preguntaba cómo iba a sobrevivir en aquella isla. Sola. La Isla de los Manantiales, le había dicho el sahuagin, era una isla abandonada que tiempo atrás había estado habitada por elfos. No le dio más información cuando la dejó en tierra y volvió al agua, mientras la hechicera contemplaba la playa de fina arena blanca y el agua de un refulgente turquesa.

Nadie había pisado la isla, la playa estaba completamente lisa, su superficie salpicada de los rastros de las gaviotas, sus pisadas con forma triangular que seguían senderos entremezclados. Los cangrejos iban y venían entre las rocas, los peces buceaban en la orilla y la espuma del mar y el salitre le salpicaba en el rostro porque corría algo de brisa. Se detuvo a examinar dónde se encontraba. A un lado, océano infinito; al otro, la gran isla y un volcán en su centro del que manaba una columna de humo.

Pero algo más cerca que el volcán eran las ruinas que divisaba al otro lado de un grupo de árboles. Los restos de una muralla devorada por la jungla. Decidió caminar hasta allí en cuanto vio la primera de las estatuas, de gran tamaño, su cabeza sobresaliendo por encima de los árboles: un elfo acuático con una corona de coral.

Apenas hubo dado dos pasos cuando alguien apareció a lo lejos en la playa. No se trataba de ningún naúfrago. Pensó que se trataba de la tripulación que acababa de arrojarla al océano, pero algo en su interior le dijo que no. Su instinto a veces podía fallar, por supuesto, pero el femenino pocas veces lo hacía. De modo que se acercó al desconocido. A poca distancia descubrió que se trataba de una desconocida, las curvas delataban su sexo y un atractivo muy poderoso. Marianne sintió un nudo en el estómago cuando, a medida que la distancia entre ambas se estrechaba, la reconoció: Ylsa, la Buscadora de la Belleza de Sune que conoció años atrás en Aguas Profundas.

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09/05/2021, 22:38
Marianne Stevens

Marianne estaba cabreada. Muy cabreada.

Se había salvado de puro milagro. Los muy hijos de puta la habían abandonado en un maldito atolón. Si no hubiera engatusado a aquel sahuagin que había venido a rezar al altar de la Reina Rabiosa... bueno, habría acabado como pasto de los tiburones.

De modo que Marianne estaba como una tetera en ebullición cuando, al otro lado de la playa, distinguió a Ylsa. ¿De todos los amantes que había tenido, y Sune sabía que habían sido muchos, tenía que ser ella? La impresión la golpeó como un mazazo en el pecho. Estaba tan enfadada, tan sumida en sus ansias homicidas, que la súbita presencia de la sunita le pilló por sorpresa. Dejó escapar un jadeo, sin saber si sentirse alegre, avergonzada, esperanzada o alguna otra cosa.

La Sirena de Athkatla masculló algo entre dientes e instintivamente hizo un gesto con la mano. Su ropa se secó y quedó limpia de arena y manchas de salitre como por ensalmo. Estaba impecable, y olía a melocotón recién cogido del árbol en vez de a ron barato y brea de calafatear. Se acicaló el pelo, para estar mona, y la llamó desde la otra punta de la playa.

¡Ylsa! ¡Ylsaaaa...!

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09/05/2021, 22:57
Ylsa

La Buscadora había visto a Marianne desde lejos y se había ido acercando a ella con lentitud, sin saber muy bien si se trataba de una amiga o de una enemiga. A cierta distancia empezó a reconocerla y cuando ella gritó su nombre, no le quedaron dudas: la joven Marianne, a la que llevaba sin ver casi tres años. La muchacha correteó hacia ella e Ylsa se quedó estupefacta, sin saber muy bien si correr hacia ella o quedarse donde estaba. El pulso comenzó a latirle muy deprisa en el pecho y le temblaron las manos. Aquella niña tonta le había roto el corazón y a Ylsa le habría gustado encontrarla en otras circunstancias, pero ¿qué estaba haciendo allí?

-¡Marianne!

Corrió hacia ella con los brazos abiertos y la recibió con un fuerte abrazo. Ylsa olía a océano y a sol, el aroma de quién ha pasado horas tirada en la playa oreándose perezosamente como una sábana tendida. Inesperadamente, le dio una palmada en el trasero y le puso las manos en los hombros para apartarse de ella y mirarla fijamente.

-¿Eres tú? ¿Qué... qué estas haciendo aquí? ¿Cómo has llegado?

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09/05/2021, 23:05
Marianne Stevens

Marianne se mordió el labio. Fue todo el aviso que tuvo Ylsa antes que Marianne la derribara sobre el suelo de arena. Rodaron juntas, y la hechicera se hizo daño en el hombro, en el codo, en la rodilla allí donde se golpeó con un guijarro. A saber dónde había terminado su bastón rúnico. Le dio igual. Se incorporó a toda velocidad y se sentó a horcajadas sobre la Sunita.

Cogió su rostro entre sus manos, la miró con deseo inflamado en los ojos un momento antes de besarla. Su lengua comenzó a explorar las profundidades de su boca como la marea alta hacia en las cuevas de los contrabandistas. Su sexo ya buscaba a tientas el sexo de ella, sus muslos ya formaban unas tenazas de las que era imposible escapar.

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09/05/2021, 23:11
Ylsa

Ylsa recibió los labios de Marianne con estupor al principio, dolor inmediatamente después, pero deseo en el fondo del todo, como un tesoro que hubiese ido a buscar y necesitase alcanzarlo a pesar de estar quedándose sin aire. La Buscadora aferró el cabello de la hechicera con ambas manos para atraerla hacia sí, mientras movía la lengua al compás y notaba su cuerpo encima del de ella. Desplazó una mano por su rostro, su cuello y uno de sus pechos, medio fuera porque la camisa estaba floja por los tirones. Enseguida se dio cuenta de lo que pasaba y se apartó.

-Oye, oye, espera... -dijo con la voz ronca por el deseo-. En serio, ¿de dónde sales? ¿Has naufragado? ¿Estás bien?

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09/05/2021, 23:15
Marianne Stevens

Lo estaré cuando me lo comas —dijo Marianne, con impaciencia, jadeando cada vez más deprisa—. Eres la mejor comiendo coños. Y culos. ¿Te lo han dicho alguna vez? Sí, seguro que sí. Probablemente yo, varias veces.

Corianne giró sobre sí misma, por si Ylsa no sabía lo que quería de ella, y le ofreció una buena panorámica sobre su trasero y su entrepierna. Ella en cambio, era muy buena con las manos. Se jactaba de ser capaz de llevar al orgasmo a una mujer, o a un hombre, utilizando únicamente un dedo. Con Ylsa usaría dos, por los viejos tiempos. Marianne le desanudó los pantalones y se los empezó a bajar con ansia.

Sune y Sharess, necesitaba esto.

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09/05/2021, 23:26
Ylsa

Ylsa lanzó una carcajada, no podía evitarlo, Marianne era así y ella, débil ante sus encantos. La ayudó a bajarse los pantalones y en cuanto las pálidas nalgas de su amiga quedaron a la vista, Ylsa le atizó una buena palmada, dejándole marcada la mano en rojo. Justo después comenzó a besar y a lamer esa piel suave que olía a melocotón salado, mientras desplazaba el pulgar desde el final de su espinazo hasta la hendidura de su trasero, presionaba el orificio para que pudiera notar su presencia y después continuaba hasta el final del recorrido, justo el nacimiento de su sexo, allí dónde pulsaba la parte más sensible de Marianne. Comenzó a trazar círculos mientras desplazaba los besos hacia donde la hechicera estaba deseando que lo hiciera. Ya estaba húmeda cuando hundió la lengua entre aquellos labios jugosos.

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10/05/2021, 22:33
Marianne Stevens

Marianne colaboró en que Ylsa le bajara los pantalones cerrando un poco las piernas. Cerró los ojos cuando el pulgar presionó el orificio de su ano, deseando hubiera profundizado. En cambio Ylsa decidió empezar a comerle el coño, y Marianne empezó a gemir de forma inmediata. ¿Cómo había conseguido engatusar a Ylsa, después del tiempo que había pasado y, sobre todo, lo que había pasado entre ellas? No lo sabía, y no le iba a dar muchas vueltas.

Marianne se abrió el chaleco y se empezó a sobar las tetas mientras la Sunita le hacía un trabajito allí abajo. Las puntas de sus dedos se deslizaron hacia sus pezones, pellizcándolos suavemente al principio, pero cada vez más fuerte mientras cabalgaba sobre el rostro de Ylsa, enterrándola cada vez más en su sexo empapado.

Disfrutó de las atenciones de la sunita, plantando ambas manos en sus muslos morenos y moviendo las caderas al compás que marcaban sus lametones. Escupió en el sexo de su amante (como si necesitara más lubricación) y se puso manos a la obra. Puso un solo dedo en el clítoris de Ylsa, y lo puso a trabajar. Puede que no fuera tan buena con la lengua como ella, pero apostaba un brazo y no lo perdía a que con un dedo debería bastar para ponerla a jadear. Ya le daría el orgasmo con dos. Pero un poco más adelante.

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14/05/2021, 22:22
Ylsa

La reacción de Ylsa no se hizo esperar, se apartó de su sexo para poder respirar cuando le faltó el aire. Se aferró a los muslos de Marianne con ambas manos y su lengua la recorrió de lado a lado, sorbiendo y mordisqueando de un modo que solo la sunita sabía hacer. Gemía sobre su sexo al tiempo que le daba placer, movía las caderas para que el tacto de la hechicera fuese más allá. Quería más y lo quería tanto como Marianne.

Ylsa siempre había sido más romántica en ese aspecto, no estaba motivada por el deseo fugaz y momentáneo, siempre había buscado más y de forma muy intensa. Y eso se dejaba ver en su manera de darle placer. Le dio otra palmada en el trasero y le mordió la nalga cuando la excitación le nubló la cabeza, parecía a punto de caer, tenía los muslos resbaladizos y la arena de la playa se le pegaba en las piernas. La piel de Marianne sabía a sal mezclado con la humedad de su sexo, un sabor potente que era como una droga.

-Marianne, deja de jugar conmigo -advirtió con un suspiro.

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14/05/2021, 22:37
Marianne Stevens

Llegados a aquel punto Marianne estaba empapada en sudor. Cuando Ylsa le habló la miró por encima del hombro. Se estiró como un felino perezoso, despegando su dedo del sexo de Ylsa. Enterró su sexo y su trasero en el rostro de ella, sin dejar de mirarla, describiendo estrechos círculos con las caderas sin dejar de mirarla. Los tacones de sus botas estaban apoyados en las sienes de la sunita, como una amenaza de muerte si paraba.

Se recogió el cabello húmedo y apelmazado en una coleta.

¿Quieres más, eh? —le preguntó y se mordió el labio con fuerza—. Pues dame más.

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22/05/2021, 00:37
Ylsa

Ylsa lanzó un suspiro y salió de debajo de Marianne para después ponerse frente a ella. Sujetándola por los hombros, la atrajo hacia si para besarla profundamente, acariciando su lengua del mismo modo que había acariciado su sexo. Empujó a la hechicera hacia la arena, le besó los labios, el cuello, respiró sobre sus clavículas y luego le lamió los pechos, bordeando sus pezones con los labios para succionarlos con fuerza. Sus manos no se habían quedado quietas, le había acariciado los muslos y luego había metido la mano entre ellos para tocar su sexo. La sacerdotisa de Sune y antigua amante de Marianne actuó como si nada hubiese sucedido entre ellas, como si nunca se hubiesen separado.

Cuando Ylsa introdujo un dedo en su interior, la sensación de que todo iba bien creció como la espuma. A ese dedo le siguió otro y presionó con fuerza el pulgar sobre su parte sensible. Su toque era mágico, especial, pero porque era Ylsa, no porque realmente tuviera una técnica excelsa. Sabía dar placer, pero convertía ese placer en algo mágico y único. Besó a Marianne en la boca, en los pechos, le lamió el vientre y siguió descendiendo hasta meter la lengua entre sus labios para lamerle el punto más sensible. Retuvo sus caderas con una mano mientras chupaba su sexo, succionaba con fuerza y estimulaba su interior con movimientos lentos, un trazado eterno que parecía el vaivén de un barco durante un mar calmado.

Era imposible no sucumbir a ese éxtasis tan delicioso, lento y chispeante. Incluso no importaba la fina arena de la playa manchándole la espalda, los brazos o las piernas. Marianne sentía el sol en su cuerpo desnudo, refrescado por la brisa de la orilla, mientras la fiebre subía y subía como la marea. Ylsa sacó los dedos de su sexo y buscó entre sus nalgas para penetrar su orificio trasero, sin dejar de lamer entre sus labios inflamados.

Le había pedido más y ella le estaba dando más.

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22/05/2021, 01:17
Marianne Stevens

Marianne se corrió con el sexo enterrado en la cara de Ylsa tan fuerte que tuvo que gritar entrecortadamente mientras la apretaba entre sus muslos. Se sacudió espásticamente mientras el orgasmo la recorría de la cabeza a la punta de los pies, sin tener el control de su cuerpo durante interminables latidos de corazón.

Volvió a enfocar su mirada, que se había vuelto del revés.

No lo saques de ahí —le pidió.

A buen entendedor, pocas palabras bastaban. Pensaba que podría tener otro orgasmo, aunque fuera más pequeño, si Ylsa continuaba metiéndole el dedo en el culo. Por Sune y Sharess que solo una polla ahí le daba más placer que un pulgar tanteando el punto exacto.

Marianne se mordió el labio, se echó hacia delante y pasó la lengua por el sexo de Ylsa antes de volver a escupir y utilizar dos dedos para masajearle el clítoris. Ni una sola mujer le duraba más de cinco minutos cuando Marianne usaba dos dedos para masturbarla. Los había contado. Ylsa no era una excepción.

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22/05/2021, 23:52
Ylsa

La sunita no era una excepción, aunque tampoco se resistió demasiado. Había excitado a Marianne durante tanto tiempo que cuando la hechicera puso los dedos sobre su sexo, el aluvión del placer le golpeó en el pecho, subió hasta la cabeza y descendió como una esfera llameante hacia su vientre, donde se derramó como la lava que brotaba imparable por debajo del océano.

Ylsa presionó con más fuerza el dedo que tenía metido en el trasero de Marianne cuando se corrió, entre gemidos, como si quisiera devolverle una parte del placer que ella le daba. Cerró las piernas para que su amante dejara de estimularla, porque resultaba extremadamente doloroso y demasiado intenso, apenas podía respirar. Arrasada por las emociones, Ylsa estimuló a Marianne para que se corriera una última vez antes de derrumbarse sobre la orilla, exhausta y con la cabeza dándole vueltas.

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23/05/2021, 12:09
Marianne Stevens

Marianne tuvo el segundo orgasmo. Y hubiera tenido un tercero y un cuarto. Furor uterino, le habían dicho una vez. A ella no le importaba como se llamara, pero le daba igual ocho que ochenta. Desmontó del rostro de Ylsa y se aseó con un poco de agua de su odre. Se subió los pantalones y se adecentó un poco. Tras recoger su bastón y su mochila del suelo, carraspeó.

Bueno, ¿y qué haces tú en la Isla de los Manantiales y cómo has llegado aquí? —le devolvió las preguntas que ella misma había hecho antes del revolcón—. La verdad es que Tymora me ha sonreído encontrándote.

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23/05/2021, 12:19
Ylsa

Mientras Mariannse adecentaba, Ylsa se desnudó y se dio un baño en el mar. Después regresó, goteando agua por todas partes, y se secó la cara con la camisa mientras dejaba que el sol terminase de secar el resto de su cuerpo.

-Bueno, he llegado en barco, no sé cómo has aparecido tú por aquí -exclamó riéndose-. Encontré una oferta de trabajo que no pude rechazar, en Aguas Profundas buscaban exploradores para las Triángulo de las Islas Vírgenes. Me alisté para explorar la Isla de los Manantiales y aquí estamos, fondeamos ayer a poca distancia de la costa y nos hemos acercado en bote a la orilla. Estaba investigando por esta zona, el resto de los compañeros están preparando el campamento. ¿Y cómo es que estás tú aquí? No tenemos noticias de que haya otro grupo de exploración aquí mismo...

Se acabó de secar y sacudió la ropa de arena antes de volver a ponérsela. Se escurrió la preciosa melena negra y dejó que los rizos le cayeran por la espalda ahora que había dejado de gotear.

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23/05/2021, 12:38
Marianne Stevens

—El barco en el que iba hacia Aguas Profundas naufragó en una tormenta —mintió Marianne, que no quería hablar a Ylsa de sus escarceos con la piratería—, a un buen puñado de millas náuticas aquí. La marea me llevó hasta un atolón. Gracias a Tymora que allí había una colonia de mejillones, porque estaba hambrienta y famélicas. Un delfín se acercó a mí mientras comía. Compartí con él los mejillones y a cambio me llevó a la orilla.

Abrió las manos.

—¡Y voy y me encuentro contigo en la playa! ¡Qué suerte la mía! —dijo, negando con la cabeza en un gesto de incredulidad—. ¿Podría unirme a vuestra expedición? ¡Por los viejos tiempos!

Se acercó a ella seductoramente para que no pudiera pensar mucho en la historia que se acababa de inventar. Las rodeó con los brazos y volvió a besarla.

—¡Y por los buenos por llegar! —dijo admirando con deseo sus pezones duros por la gelidez de las aguas.

- Tiradas (1)
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23/05/2021, 14:35
Ylsa

Ylsa se creyó absolutamente todo lo que Marianne se inventó, ni siquiera dudó de que un delfín la llevase hasta la orilla o que hubiese en esas aguas un puñado de mejillones salvajes. Le devolvió el beso, acariciando sus muslos, y terminó de vestirse cuando se secó, mientras aguantaba estoicamente los achuchones de la hechicera.

-Sí, supongo que sí. Pero antes tenemos que hablar con el capitán. Seguro que te gustará, es de esos estirados que llevan gafas, parece que sale de un despacho de oficiales, pero yo creo que con lo encantadora que eres, le gustará tener a una maga con nosotros. Si vieras la expedición que tenemos, por Sune, como se nota que los hombre solo valen para una cosa -comento riéndose-. Tenemos tres tipos, uno tiene músculo, pero no sabe leer, el otro es un hidalgo muerto de hambre y el tercero un enano cascarrabias que se queja por todo. Si no fuese por mí, esta expedición sería un fracaso.

La cogió de la mano y tiró de ella en dirección al campamento.

-Vamos, vamos, acabamos de llegar. La aventura aún no ha comenzado.