Partida Rol por web

Cuando Sixto no miraba, intenté encontrar la mirada de don Diego y abrí mucho los ojos, tratando de transmitirle que debía estar alerta, ya que no podía decirle nada más en ese momento. Aquel hombre se había metido en un buen lío.

El Pater Próculo entra en la iglesia y se separa de vosotros dirigíendose corriendo hacia el interior de la misma.

Guié a Sixto a la habitación donde el día anterior había velado el cadáver de Tiago, abrí la puerta y me quedé en el umbral.

-Sixto, debes esperar aquí -le dije, haciéndole una señal para que entrara.

Me dejo hacer.

Sixto entra con Diego en la habitación dejando de momento la puerta abierta, Vasco se queda fuera mientras llega el pater.

Mu´tamid no era amigo de meterse en sitios donde puede haber problemas, así que entro en la iglesia, pero no en aquel extraño cuarto. Mientras esperaba, se dedicó a curiosear , sin tocar, la estancia principal de aquella iglesia.

Vuelvo corriendo a la puerta de la habitación, con la túnica para exorcismos y el libro sagrado, y veo que están Vasco y Mu´tamid. Entro en la habitación y miro a Sixto y a Diego, me dirijo a Diego y le hablo en voz baja para que sólo él me oiga.
 

-Mi señor debeis dejarme solo, este asunto no requiere intervención humana. Esperád fuera y no entreis oigais lo que oigais. Vuestras vidas y la vida de vuestro amigo corren peligro. Recordad no entreis, y no dejeis que nadie entre.- Le digo a Diego muy seriamente.
 

Esperé junto a don Diego, atento y con la mano apoyada en el pomo de la espada.

Miro a Sixto y las marcas que tiene en el cuello.-Sientate ahi por favor- le digo señalándole una silla. Empecemos comienzo a santiguarme y a entonar una letanía en latín - In nomine Pater et ....- Veo como la cara de Sixto se va transformando, la ira se ve reflejada en su gesto. ¡Oh Dios mio ayúdame en esta hora aciaga!.

Te sientas en la silla que el Pater te ha señalado, estás nervioso e intranquilo, pero de repente, en cuanto ves que el Pater saca el crucifijo y comienza a rezar, palabras sagradas, palabras hirientes en este momento para tí. Hay algo que no va bién, la cabeza te empieza a dar vueltas y lo último que escuchas es a ti mismo diciendo mientras te ries. -Pater esto no ha sido buena idea- Después todo se torna negro para ti.

Diego hace unos minutos que se fué a la posada. Estais solos, espectantes, escuchando lo que pasa en la habitación. Apenas se oyen unos rumores, el pater rezando. De repente ois a Sixto riéndose fuertemente, y al pater Próculo gritar "¡Dios mio ayúdame!" Ruidos fuertes, golpes de muebles rompiéndose, y al cabo de unos 10 segundos de nuevo silencio.

Llegas a la posada que como siempre tiene algún parroquiano que otro gastando dineros en vino. El posadero te saluda con la cabeza-¿Que deseais señor, se os ha olvidado algo?- Te pregunta mientras limpia los vasos de arcilla.

Mu,tamid estaba examinando la Iglesia cuando de repente escuchó al padre pedir ayuda, y al poco rato, ruidos de trifulca. Solo estaban el y vasco, el noble se había ido. Siendo Mu´tamid, estaba clara la siguiente acción: salir corriendo. -Don Vasco, voy avisiar al siñor Diegu, quisa el le puedia prestar ayiuda al pater. Acto seguido, Mu´tamid, corrió.

Desenvainé lentamente mi espada y me coloqué al lado de la puerta, pegado a la pared. Intenté no hacer ningún ruido y me concentré en escuchar, para ver si oía al padre Próculo o algún indicio de que estuviera bien.

-Umm... pués paréceme recordar de una anciana, dejadme que pregunte un momento-. El tabernero se acerca a un par de parroquianos hablándoles en voz baja y señalando con la cabeza a Diego. Estos le responden en voz baja también. Al cabo de unos minutos de conversación el tabernero vuelve- Pues si que hay una que vive porcima de la Yeras. Pero queda por fuera del pueblo a un par de horas de camino. Su nombre, si aún vive, es Llócaba. 

Por cierto ¿que no le apetece alguna pitanza o un poco de vino en estas tierras desde hace un tiempo que no hay mucha prosperidad y en verdad que necesitamos de los dineros de la gente que viene por aquí de visitas.-. Le dice el tabernero.- ¿Y por cierto la compaña que traia donde quedó, es que le pasa algo malo para querer una curandera?-. Le pregunta interesado a Diego.

En este momento llega Mu´tamid corriendo a la posada, llega casi sin aliento, con el corazón que se le sale del pecho, levanta la cabeza y ve a Diego que está charlando con el tabernero. Se sienta en una silla y al cabo de unos minutos se siente dispuesto para hablar.