Partida Rol por web

esquivo la roca, y salgo corriendo.

-¡Bravo! -grité en cuanto la saeta perforó la garganta de la xerpe.

Pero entonces, viendo que el lugar se iba a desmoronar sobre nosotros, di un salto y grité:

-¡Vámonos!

Salís corriendo mientras rocas más grandes que vosotros caen a vuestro lado el pasillo es largo y cada vez caen más. El suelo tiembla parece que todo se va a derrumbar sobre vosotros.

Mu´tamid no puede seguir el ritmo de los demás que van más rápido que él, le duelen las costillas y se encuentra fatigado, en ese momento mira hacia arriba y se percata de que una gran roca va directa hacia él.

Mu´tamid, a pesar del apuro de la situación, no pudo correr todo lo que quisiera, el salto desde aquella ventana le había roto un par de costillas, y el dolor lo ralentizaba, y lo distraía, tanto, que no vió como una roca se le venía encima, dándole esta de lleno.

Os dais cuenta de que ha Mu´tamid una piedra del techo está a punto de aplastarle y que es posible que llegueis a tiempo

Paso del moro y voy a lo mio.

Corriendo a toda leche.

Al ver que a Mutamid se le echaba encima un enorme peñasco, dudé entre volverme a ayudarle o escapar... pero yo, a pesar de todo, seguía siendo un hombre de letras, y a duras penas podía correr esquivando las rocas que se nos echaban encima; si demorara mi carrera, solo serviría para ser sepultado junto al moro. Seguí con rabia, pensando que, a fin de cuentas, Mutamid no se merecía aquel final, pero yo nada podía hacer ya por él.

La roca cae justo en la barriga del pobre Mu´tamid, que no puede esquivarla, haciendo un ruido sordo. Mu´tamid escupe sangre por la boca, todo se va oscureciendo para el hasta que todo se funde en negro y el dolor y el miedo desaparecen.

Mientras vais corriendo veis a la ayalga del conde tumbada en el suelo.-Corred, salid de aquí- os dice. Os dais que su cara ha envejecido muchísimo, ya no es la chica guapa que visteis al entrar en la cueva. Las rocas siguen cayendo y el suelo sigue temblando cada vez más parece que todo se va a desplomar. Podeis ver el agujero por donde entrasteis mientras las piedras caen a vuestro alrededor.

Sin tiempo para lamentaciones ni para decir nada, pasé al lado de la ayalga y me dispuse a meterme en el agujero por el que habíamos venido.

el miedo paraliza a sixto.

El tunel es muy estrecho, barroso y oscuro, tienen que arrastrarse para poder cruzarlo. Vasco entra en el y avanza sin problemas sin embargo se da cuenta que Sixto no avanza y empieza a caer un poco de tierra barrosa del estrechísimo tunel, parece que va a caer en cualquier momento.

-¡Vamos, Sixto, colloes*! -grité, en medio del túnel-. ¡Non te quedes ahí, que acabarás sepultado! ¡Corre, por Deus!

Sixto alentado por Vasco reanuda su marcha, pero todo tiembla demasiado y el tunel se desploma, pero por suerte lo hace justo detrás de Sixto que jadeante llega hasta el final.

Estais de nuevo en el pozo y todo sigue temblando parece que se va a desplomar. Mirais hacia arriba y veis las 30 varas de altura en el pozo atravesado con un montón de palos que pusisteis a modo de travesaños para poder bajar, y todavía se mantienen en su sitio.

Veis la cuerda que se encuentra moviendose en el centro del sitio donde estais, está fuertemente atada arriba del pozo. La oscuridad y el movimiento dificultarán vuestra subida, pero gracias al fuego del hogar podreis ver el camino, aunque os dificultará sujetar la cuerda, puesto que habreis de sujetarlo con una mano, pués es un ascua ardiente y os podría quemar la ropa si la acercais a ella. También os dais cuenta que el final del pozo comienza a ser un poco más claro aunque no demasiado, parece que está amaneciendo.

En todo eso estais pensando mientras mirais hacia arriba.