Partida Rol por web

- Espera - dice el chico señalando una mochila apoyada junto a un banco de madera - lo he preparado todo por si teníamos que huir otra vez

De pronto se oye otro ruido en la maleza.

Ralflinder salió de un estupor momentáneo, realmente por momentos no podía identificar lo que sucedía. Pero sabía que tendrían que huir de allí si querían ver otro amanecer en Toril. Siguió la señal del niño y recogió la mochila. Por el padre bosque, es imposible ya pasar desarpecibido en esta situación. La tengo murmuró mientras se disponía a dirigirse nuevamente al embarcadero, esta vez sin perder tiempo y usando toda su velocidad. Cuando realizaba estos movimientos su capucha se deslizó hacia atrás revelando un largo cabello dorado en parte sujeto con tiras de cuero verde y unos brillantes ojos esmeralda. Había dejado caer la piedra que tenían en su mano izquierda y llevaba allí la mochila del pequeño.

El cambiante vió como cogía la mochila del crío, no había tiempo que perder, enfrentarse a aquellos seres sería un suicidio, al menos si no era uno a uno, así que debían alejarse cuanto antes, por lo visto el elfo entendió a la perfección ese concepto y empezó a correr como un rayo, así que el cambiante con el crío intentó seguirle lo más cerca posible, debían de llegar al embarcadero...

- Sujetate fuerte chaval!!!

Las maderas crujían tras el peso de los tres personajes. La vía de escape esperaba amarrado en la plataforma al final de unas viejas escaleras también de madera. Con un vistazo por encima del hombro podéis ver los perseguidores saliendo de la maleza y avanzando a paso rápido hacia el pequeño embarcadero. Una neblina negra se aproxima con ellos. No tenéis tiempo para reflexionar.

El elfo llevaba la delantera en esa carrerilla desesperada, su capa ondulaba detrás como la copa de un árbol en un vendaval. Agachó la cabeza cuando se apresuraba al borde de aquella vieja plataforma y lanzó la mochila delante de él con un movimiento suave que la hizo caer dentro del destartalado bote. Acto seguido tomó la amarra con la mano libre y la cortó con un tajo del hacha, el filo se deslizó por la añejada cuerda como si fuera mantequilla, quedando él mismo cómo sostén para la embarcación.

Miró al cambiante que traia el niño aupa detrás de él ¡Salten, rápido! Es ahora o nunca...

Su corazón batía como tambor, pero no era cansancio, sino más bien temor por el niño lo que se veía en su rostro. Abría los ojos mientras observaba aquella oscuridad que los seguía.

La oscuridad se mueve hacia el embarcadero. La forma oscura impide ver con claridad lo que se mueve dentro. Ya están en el embarcadero. El tiempo apremia. 

Espina lo había decidido tenía que distraer la amenaza de alguna manera, y solo contaba con una habilidad para ello, el elfo ya había subido a la embarcación y se prepraba para salir cuanto antes, así que con un pequeño tirón el cambiante soltó al niño a la misma para seguidamente saltar detrás de él, contaba que el elfo empezase a marchar sin demora, así intentaría distraer a los perseguidores...

Era una habilidad que había perfeccionado a lo largo de los años, necesitaba toda su concentración para ello, así que intentó despejar la mente y enfocar al objetivo, gracias a los entrenamientos pudo dejar la mente enseguida en blanco, era difícil enfocar al objetivo, pues parecían solo sombras, seguramente como utilizaba el muy a menudo, así que podría fallar, aún así debía intentarlo, creyó encontrar a su objetivo, así que proyectó su mente hacia el como tantas veces había entrenado, lo que pretendía era golpear la mente del ser para así cambiar y mover la oscuridad en el angulo de visión de este, causando un atisbo de terror y pesadilla, así tendrían tiempo de escapar...

Una nube negra sale desde el cuerpo de Espina para dirigirse a su adversario, había concentrado gran poder, y esperaba que diera resulado, seguidamente

sacó su ballesta de mano para diparar en caso de ser necesario...

Mientras Espina decidía con bravura detener a los atacantes, el elfo de los bosques apuró al niño a que subiera a la embarcación con un gesto. Una vez que el muchachito estuvo dentro, saltó ágilmente tomando los remos y dejando el hacha a su lado. Mientras esto ocurría, las penumbras se acercaban cada vez más y la figura del osado cambiante se fundía con ellas. El bote se movía surcando las aguas y tomando distancia con el destartalado muelle, la voz de Ralflinder resonó entre el murmullo del río que golpeaba contra las rocas

¡Vamos, salta al bote!

Los remos se hundían y volvían a salir con fuerza, mientras el elfo alzaba su voz, el bote se alejaba y las sombras hacían todo más difuso.

Nada más lanzar su ataque el cambiante con gran agilidad saltó al bote para salir de allí cuanto antes, había echo un gran disparo ahora solo faltaba poder escapar sin consecuencias...

Una vez dentro del bote se giró y miró a sus perseguidores, preparando la ballesta en caso de necesitar utilizarla de nuevo, mientras creaba un manto invisible alrededor de su adversario, sería de utilidad en caso de que la cosa se complicara...

- Será mejor que le des a esos remos rápido...

Puedes ver como la flecha se pierde en la nube de oscuridad. La noche ha llegado al embarcadero, y este manto de oscuridad es fruto de la magia de vuestros captores. No obstante dicho manto se detiene. Comprendes que tienes poco tiempo si quieres escapar pues sólo un loco se enfrentaría a cuatro criaturas Umbras.

El elfo había puesto todo su empeño en darle velocidad al vehículo acuático que podría alejarlos de aquel lío. Esa noche le traía recuerdos dolorosos que hacían su corazón encojerse. Los seres oscuros de la Feywild podían invocar cosas similares y amedrentar a los más osados. Adrenalina corría por sus venas, ya que de él dependían sus compañeros accidentales. Tenía que sacarlos de allí como sea.

Las criaturas se mueven en la oscura bruma que se abre en varias partes. Espina salta al bote con destreza de felino. Podéis  ver como la niebla se va disipando y cuatro figuras oscuras caminan hacia el borde del embarcadero con espadas bastardas de negra hoja. Podéis ver las cuatro sombras emitiendo un chiliido inhumano. El bote se va alejando poco a poco.

El tiempo corría perezoso, como un río de melaza. Todo parecía enlentecerse en el momento en que Espina debía tomar decisiones importantes.