Partida Rol por web

-¿Umbras dices?- el gesto de Mara fue de sorpresa y consternación - ¿Qué aciago destino el tuyo si en tu camino debe cruzarte con estas horribles criaturas?

Sacudiendo la cabeza, como si saliera de un trance añadió:

- ¿Éste es tu precio? ¿Es todo lo que pides, información?

- ¿Qué ocurre Egarth? ¿De qué apariciones hablas?

La joven desapareció.

“Je, lo sabía, nada puede conmigo. ¡SOY EL MEJOR!...gracias mama"

Sin embargo, ahora los presentes le miraban raro, como a un loco y él no estaba loco, si acaso un poco tocado, ¿Pero loco? Ni hablar, con total naturalidad se incorporó, se sacudió el polvo de la túnica (O el poco que pudo pues al tenerla húmeda mucha de la roña se le pegó a la ropa) y se puso serio y solemne

-¿Apariciones? Aaah amigo, era un truco, simplemente para ver la cara que poníais-

Por dentro, el anciano pensaba extrañado

“¿Apariciones? ¿Qué apariciones? Si yo he estado aquí plantado sin decir ni mu ¿Y por qué leches tengo la ropa tan sucia?”

El viejo, se había olvidado de lo que acababa de suceder apenas unos instantes. Sin embargo una palabra se repetía en su mente, “Umbra”. ¿Sabía lo que era? Seguro que si, él lo sabía todo, es solo que no se acordaba. ¿Y que mejor forma de acordarse que preguntando a los demás?

-Bueno, se ha quedado buena tarde ¿eh? Un tiempo estupendo, hacia mucho que no hacía tan bueno y... ¿Alguien sabe algo de “Umbras”?-

Cuando lo dijo, alejó su mirada del resto y miró al cielo

-Un tiempo estupendo sin duda-

-La información es el combustible que mueve el mundo, y si, si me cuentas todo lo que sepas de "umbras" y por supuesto el pago necesario de, digamos el 50 porciento de lo que sea que encontremos mas lo necesario para llevar a cabo la misión estaras contratando mis servicios-

El caballero de rasgos duros y arrugas fijó la mirada.

- No puedo darte eso, pero en el camino puedes encontrar más reliquias que no deseo. Serían tuyas y les sacaría un buen precio.

Con una cara de seriedad en el rostro Lombert voltea a ver a Dirik mientras dice:

-Que es lo que no puedes darme la información o las monedas, aunque recuerda que para comenzar una aventura como "de la que aún no nos dices nada", necesitaremos un poco de plata para salir adelante-

con una sonrisa picara en los labios.
-Recuerda que tu me has buscado por mi "reputación"-

El anciano no daba crédito a lo que estaba viendo ¡Lo estaban ignorando! Lo que le faltaba por ver, hasta aquí podríamos llegar. Tras contraer todas las arrugas de su rostro (y tenía unas cuantas), frunció el ceño y empezó a agitar violentamente los brazos.

-¡Eh! ¡Que si sabéis algo de “Umbras” de “Umbras”!- Su mirada iba de un interlocutor a otro ¿Como osaban no escucharle? –Que parece que hablo enano hombre, si no sabéis nada no tenéis que avergonzaros, yo os lo explico y punto ¿Pero ignorarme? ¿A mi? ¿Al gran Fergusson el Meteórico? Una vergüenza, sois una panda de pelagatos, frecuentapocialgas, panda de mamelucos, en mis tiempos...-

Entonces calló en que a lo mejor los presentes se molestaban por sus comentarios, pues aunque ciertos, la gente parecía tomarse a mal que les recordasen lo que son. Afortunadamente, Él era el mejor y estaba listo para lo que fuera. Y tenía la labia necesaria para lo que tenía en mente, usaría toda su inteligencia y capacidad de control a fin de tenerlos comiendo de su mano. Parando en seco alzó los ojos. Su mirada era solemne, la calma auguraba una sabia revelación. Lentamente, alzó el dedo y señaló a los cielos.

-Un día estupendo ¿no os parece?

- Bueno, es verdad - replicó el individuo de rasgos duros y maduros -  con todo esta discusión no he mencionado la misión, es simple. Se trata de que unáis fuerza y me busquéis un artefacto. Si os interesa puedo proporcionaros una dibujo del mismo. Proporcionaré algunas monedas para financiar el viaje y os daré la información que pedís aunque puedo preguntaros ¿qué destino más funesto os ha llevado a cruzaros con tan temibles criaturas?

Con una mirada inexpresiva pero sintiendo dolor en lo más profundo de mi ser

-El por que mi camino se cruzó con esos seres y quizá se vuelva a cruzar es una historia dificil de recordar para mi, pero si quizá el viento es favorable en esta misión, te lo pueda contar cuando regrese-
Con un tono de seriedad agrego

-Y bien, podrias darnos los detalles de la misión-

- Deciros que ese artefacto es muy valioso para mis...como pudiera decirlo...compañeros - hizo una pausa - ese artefacto parece ser que está escondido en  alguna parte, un semielfo llamado Taniesyn lo robó y trajo la desgracia. Debe volver a su lugar en las profundidades de los Montes Nether.

El anciano escuchó con gran interés la misión que tenían por delante. Durante unos segundos había permanecido en babia, inmerso en lo que de seguro era un pensamiento trascendental (“¿He dejado el caballo en doble fila?”) pero ahora tenía los oídos a la total disposición del contratista. Cuando este terminó de dar los detalles, el viejo asintió.

-Ha quedado todo claro. No te preocupes amigo, encontraremos a tu acompañante semi orco Nether, que artificialmente era un desgraciado y por ello le robaron su escondite de las profundidades. ¡Lo traeremos vivo como que me llamo Taniesyn  el grande!-

Con un giro violento, se puso de espaldas a todos, apoyó su bastón contra el suelo y señaló al horizonte.

-Hacia la aventura-

Y el anciano empezó a andar.

- Maestro Glorin el Magnífico - llamó al anciano que se alejaba en dirección contrario - ¿se puede saber a dónde vas?  La última vez que fue vista Taniesyn fue en la aldea de Iluskander. 

Al escuchar la llamada de atención del contratista, el anciano se para en seco. ¿Hacia dónde iba? ¡Pero si estaba claro! Iba a... iba a... ¿A dónde diablos iba? Con la mente en blanco, su cuerpo se quedo en una pose a medio caminar, con un pie semi levantado y el cuerpo echado hacia delante. Estaba claro que iba hacia algún lado, pero esto se le escapaba.

“Piensa maldita sea, piensa en algo o creerán que estás loco”

Rápidamente empezó a emplear todo el poder de su cerebro, pero lo único que se pudo dibujar en su mente fue la imagen de un burro pastando con unas cuantas moscas revoloteando tras su trasero así que decidió arriesgarse con lo primero que le saliera. Al fin y al cabo, dijera lo que dijese, estaría bien dicho, porque lo habría dicho él.

-Estaba pensando en comprar provisiones para... ¿partir en busca del artefacto que... robó Taniesyn?- Esto último lo dijo en un tono que no era afirmación ni pregunta, un tono especial que él gustaba de usar cuando se había perdido. Al fin y al cabo, el no podía perderse, era demasiado bueno, era solo que tenía demasiadas cosas en la cabeza.

De repente un viento gélido sacudió los cabellos grises de Dirik. En la distancia, el azul del cielo se transformaba en cuestión de segundos en gris plomizo y comenzaba a cubrirlo todo a gran velocidad.  Dirik hizo una mueca, se quedó mirando el horizonte con una expresión extraña. El viento aumentó y la oscuridad comenzó a cubrirlo todo. Podía verse como todo lo que la oscuridad cubría se congelada. 

- ¡Corred todo lo que podáis!

A pesar de su aspecto senil se mantenía en forma. Tomó al anciano por el brazo y corrió hacia una gran puerta de madera de doble hoja que conducía a una especie de almacén.

- ¡Corre Lombert, ayúdame a abrir la puerta!

Todo sobrevino muy rápido, el cielo se cubrió de negras nubes, la ciudad se empezó a congelar y el tipo ese que le había contratado lo cogía del brazo y tiraba de él con violencia. El anciano no entendía a que tanta prisa, un poco de frío nunca había matado a nadie. Entonces un perro fue alcanzado por las sombras y su cuerpo se heló. Asintió como entendiendo y soltándose del brazo del contratista, echó a correr más rápido que el resto gritando.

-¡Soy joven para morir!-

Mirando hacia atrás, avanzaba rápido, al menos lo hizo hasta que algo detuvo abruptamente su avance, una enorme puerta de doble hoja. El golpe fue descomunal y dio con su cuerpo en el suelo. Solo se quejó un poco, al abrir los ojos vio la oscuridad aproximarse y de un salto se puso en pie. Vio como el viejo ese de pelo largo intentaba abrir la puerta y al no poder, le pedía ayuda al otro contratado, el tal Flimberg. El anciano le hizo a un lado.

-No te preocupes, yo me encargo de esto, soy un maestro abriendo puertas.-

Plantándose frente a ella, la miró desafiante, alzó los brazos, cogió aire y...

-¡Ábrete maldita, que no me quiero quedar aquí, que el frio me sienta mal, puerta del demonio que te abras ya, dichoso cacho de madera, que te abras te digo, ñññg...!-

Mientras gritaba improperios a la puerta, la pateaba, la golpeaba con los puños y tiraba con fuerza del pomo.

La oscuridad avanzaba y con ella el hielo. El anciano de túnica blanco comenzó a dar golpes a la puerta mientras Lombert quedó petrificado por el pasmo y la sorpresa mirando a la oscuridad creciente que avanzaba hasta ellos. Sacó de su bolsa sus herramientas con manos temblorosas pero su juego cayó al suelo. El anciano de nombre desconocido que Dirik llamaba Eghart se agachó con increíble celeridad para recogerlo y presto se dispuso a abrir la ruda cerradura que impedía abrir las puertas ante el asombro de todos.

La puerta no abría a pesar de sus denodados esfuerzos ¿pero cómo se atrevía un cacho de madera a contrariarle? Estaba preparándose para volar la puerta de alguna manera, cuando vio como uno de sus acompañantes esparcía las herramientas necesarias para forzar la cerradura. El anciano no se lo pensó dos veces.

-Muchas gracias caballero, así será más fácil-

Metió la ganzua con mucho cuidado en la cerradura, la meneó un poco y entonces le propinó un fuerte golpe que hundió la herramienta en la cerradura. Un sonoro crack resonó en los oídos de todos y la puerta se abrió.

-Solo hace falta tacto. Ahora, si me disculpan...- El anciano abrió la puerta, entró en su interior, y se giró hacia el resto -...Ha sido un placer, no duden en volver cualquier día a mi casa-

Y sin decir nada más, cerró de golpe la puerta, dejando a todos en el exterior

- Eghart abre, te invitaré a una copa si nos deja entrar.

Gritó golpeando la puerta

Al oír unos fuertes aporreos en la puerta, el anciano decidió acercarse a mirar quien podría ser. Fuera quien fuese, era muy inoportuno, estaba a punto de salir. Tras exhalar aire en señal de resignación, se plantó frente a la entrada y preguntó con su melodiosa voz.

-Bueno, bueno, no aporreéis así la puerta, que oír, oigo igual- Tomó el pomo y tirando fuertemente de él, pues la puerta estaba algo atascada, la abrió. –Siento la tardanza, mi cerradura parece haberse estropeado, a saber con qué malévola intención. Pasen, pasen, que se ve que hace frío ahí fuera-

Tras hacerse a un lado para dejarlos entrar, miró fuera y vió como todo se helaba a su alrededor. Frotándose los brazos con fuerza, fingió una tiritona.

-Desde luego, hace mal día- Una vez dentro, cerró la puerta. –Le agradezco su invitación a una copa amigo, pero mucho me temo que no puedo demorarme mucho, Estaba a punto de partir en una noble misión y...- El anciano se cayó de golpe al ver que los recién llegados le ignoraban y se movían de un lado a otro.