Partida Rol por web

Ser Dalmau anduvo por todo el salón donde se celebraba el banquete en busca de Meñique mas no halló rastro alguno del consejero de la Moneda. En el salón había varios nobles, bebiendo vino o bailando, pero ni rastro de Lord Baelish.

Preguntó a varias personas pero no tuvo suerte con ninguna hasta que llegó a una dama que le dijo que lo había visto hablando con una joven en un rincón del salón. Le indicó donde y Dalmau fue, pero allí solo se encontraba la dama que le habían dicho. Tal vez ella supiera algo sobre el paradero de Meñique.

La joven dama era una dorniense de unos veinte años, de pelo castaño cobrizo y piel clara, llevaba el pelo recogido en un intrincado moño con apenas dos mechones que caían rodeando la cara, dándole un aspecto más redondo. Vestía un vestido de color salmón algo apagado, con las mangas sueltas a la altura del codo que caían hasta las muñecas convertidas en dos líneas finas.

- ¡Milady! - saludé con una inclinación de cabeza a la joven. - Espero no incomodaros. - sonreí. - Me han comentado que lord Baelish se encontraba por aquí. Quería hablar con él... ¿le habéis visto? -

Observé a mi alrededor... luego miré disimuladamente a la joven dorniense... Se me antojaba extraño que hablara a solas con lord Baelish. Pero si Meñique estaba organizando apuestas con grandes cantidades de dinero, y era el consejero de la moneda... eso quería decir que seguramente lord Baelish ganaría mucho dinero con las apuestas de la justa. Tenía que enterarme de por quién había apostado dinero Meñique...

Ser Walder se sentía eufórico tras lo pactado. Decidió quedarse allí, festejando, y bebiendo, observando al rey Robert Baratheon con su risa escandalosa y a las bellas damas de la corte. Tal vez...¡no! Sería tentar demasiado a la suerte por una noche.

Miré a meñique a los ojos, lo que se decía de él siempre me había inquietado y ahora lo tenía delante

- Tan solo bromeaba Lord Baelish... - aseguré, intentando escabullirme

Podía enfrentar yo solo a un ejército entero de norteños y me sentiría menos vulnerable que ahora.

La cara de Peter Baelish reflejaba una tremenda decepción. -¿En serio?, oh vaya...- Sus ojos se clavaron en los de Ser Jasper, aquellos ojos suyos de mirada afilada.

-Es una lástima, una verdadera lástima. Podría haber sido un trato muy jugoso para ambos. -Frotó la llema de sus dedos con el pulgar mientras seguía con la mirada clavada en Jasper y  dibujaba una sonrisa en su rostro.

Justo antes de que te dirigieras a Meñique, una joven Lannister apareció en tu camino:

- Ser Dalmau Greyjoy... ¡Justo a quien estaba buscando! ¿Le importaría que habláramos en privado? - Digo mostrando la mayor de mis dulzuras.

Perdón, Lord Venesh. Sonrió con disculpa.

Lamento rechazar su copa, soy abstemio, pero agradezco su ofrecimiento. Un jugo de frutas, por favor, solicitó a la misma camarera.

Escuchó atentamente las palabras intentando no poner cara de perderse en medio de ellas... sin conseguirlo. Sólo al final al decirle lo de que iban a apostar por él, resumió que eso dicho era bueno.

Excelente, Milord, podeis estar seguro de que me dejaré el alma para vencer.
Os estoy muy agradecido por confiar en mí.

La verdad es que le brindasen un apoyo es lo mejor que le podía pasar para su confianza.

Y una sonrisa apareció a su rostro

Ser Dalmau se iba a dirigir a hablar con la chica Dorniense que le habían dicho que sabía donde se encontraba Meñique cuando otra joven lo interceptó antes de que la dorniense pudiera responder a lo que Dalmau le había preguntado.

Aquella joven era Lady Darlyn Lannister. La jovencísima Lannister que al contrario que sus parientes no tenía el pelo tan dorado.

- ¡Milady Lanister! - exclamé sorprendido. - Claro, será un placer para mí hablar con vos... espero que no os aburráis con alguien tan viejo como yo. - sonreí.

Le ofrecí mi brazo y comencé a pasear, ya tendría tiempo luego de hablar con la dorniense.

- Decidme. ¿Qué tal lo estáis pasando? ¿Disfrutáis del torneo? -

Incliné ligeramente la cabeza, en agradecimiento a su oferta

- Estoy seguro, mi Lord, de que sabrá aprovechar la duda sembrada en su beneficio, pero mi honor no esta en venta.

Llamar su atención no podría traerme nada bueno, ¿en que momento los dioses me habían hecho pronunciar aquellas palabras?

- De maravilla, Ser Dalmau, de maravilla. - Dije sonriendo... Seguidamente, mientras paseábamos, observé a mi alrededor para comprobar que no había nadie cerca. Entonces, me giré hacia él. - Mi señor, sé cuanto significa para vos ganar este torneo... Y creo que tenemos intereses comunes en este aspecto... Yo necesito un aliado, y usted una victoria. ¿Me equivoco?

- En absoluto milady... - sonreí pero estaba intrigado. - Haré todo lo posible por ganar este torneo pero hay muy buenos competidores... sin ir más lejos ese gigante de Ser Jasper... Si es tan bueno justando como en el cuerpo a cuerpo lo tendré muy difícil. - seguí paseando disfrutando de la compañía de la bella joven.

- Aún así confío en mis posibilidades. No soy precisamente manco. - me carcajeé un poco. Luego miré intensamente a la joven Lanister: - ¿Para qué necesita un aliado alguien como vos, milady? -

- Los Lannister siempre necesitan aliados, mi señor. Especialmente en desembarco del rey... Y especialmente yo, nadie parece especialmente contento con mi color de pelo, hay hasta quien duda de mi procedencia... bastardos... - Giré la cabeza negando con suavidad. - Bien, volviendo a la justa, creo que puedo darle un pequeño empujoncito a su victoria, nada deshonroso, por supuesto... A fin de cuentas, como le echo ver tenemos intereses comunes... Los alidos siempre son necesarios en estos tiempos. ¿Qué me dice?

- Bueno, si puede darme algún consejo, o ha encontrado algún punto débil de algún caballero, o algo parecido... soy todo oídos. Nunca subestimo las opiniones de nadie en cuanto rivales... la experiencia me ha enseñado que la guerra es dura... - besé la mano de la joven. - Estoy con usted. Para lo que necesite. -

Empecé a pensar... quizá la joven Lanister necesitaba caballeros a su servicio... - Si está buscando hombres bajo su mando, para su guardia personal o para lo que necesite... Yo soy su hombre, milady. -

Sonreí, altamente complacida.

- Por supuesto, mi señor, aunque probablemente sin que ganara usted el torneo, o quedara en una alta posición, el resto de los lannister, verían mal que estuviera usted a mi servicio. No se preocupe. - Le guiñé un ojo. - Lo arreglaremos.  Usted limítese a la batalla, que sin duda, es su mayor privilegio, yo me ocuparé de los asuntos de palacio.

Sonreí, y le tendí mi mano a modo de despedida.

Volví a besar la mano de la dama mientras hacía una reverencia.

Extrañado por sus últimas palabras acompañé a la dama de regreso al salón principal y luego me dirigí a buscar a la joven dorniense con la que quería hablar antes...

¡Milady! - saludé con una inclinación de cabeza a la joven. - Espero no incomodaros. - sonreí. - Me han comentado que lord Baelish se encontraba por aquí. Quería hablar con él... ¿le habéis visto? -

Observé a mi alrededor... luego miré disimuladamente a la joven dorniense... Se me antojaba extraño que hablara a solas con lord Baelish. Pero si Meñique estaba organizando apuestas con grandes cantidades de dinero, y era el consejero de la moneda... eso quería decir que seguramente lord Baelish ganaría mucho dinero con las apuestas de la justa. Tenía que enterarme de por quién había apostado dinero Meñique...

-Me alegro, Ser. - Venesh palmeó la espalda de Erbin. - Y no me malinterpretéis. No dudo de vuestras habilidades en combate, pero no soy una persona a la que le guste dejar altas sumas de dragones al azar. Me gusta más cuando sé con certeza que los dragones van a encontrar el vuelo directo a mi bolsillo.

-No me cabe duda de que vuestro arrojo en la justa es extraordinario, pero ese Ser Jasper es un mal bicho. Tal vez haya que jugar sucio con él... -Sugirió en un susurro.

-Claro, el honor... Algo muy importante entre los caballeros, aunque algunos suelen ponerle precio, y yo soy un buen comprador. -Lord Baelish sonrió al caballero y dio media vuelta para volver al salón de la cena. -Piénselo Ser Jasper, podría salir muy beneficiado. -Se paró a mitad y se giró con una sonrisa peligrosa en los labios. -Aunque tampoco pasa nada si no acepta, esto son negocios al fin y al cabo. Nos veremos en la justa.

De todos era conocido que Meñique no se caracterizaba por dejar las cosas al azar.