Partida Rol por web

-Yo no lucho con espadas.

No toca la espada. Se da la vuelta y sale de la posada... si no se puede conseguir una habitación, para que las tienen... para hacer bonito?

-Solo un milagro podría impedir que los hombres de ese infame señor se apoderen de este enclave... - dice mirando el pueblo... sin duda, las murallas no aguantaran mucho...

La moral de los pueblerinos sube como la espuma. Cuentan con Tsun Lee Wo al mando y al general tigre Zilong, el cual nunca ha perdido una batalla contra Cao Cao.

-¡Por Tsu Yu!

Braman

-¡Por el comandante Tsun y por el comandante Zilong!

Gritan con pasión, saben que la mayoría moriran, pero aquellos dos heroes lucharan con ellos, incluso si mueren por su puebloy no huirán, pues podrían haberlo hecho, pero están ahi.

Se prepara frente a la muralla.Flataban escasos momentos para que llegara la caballería de Cao Cao.Por suerte, la conocía bastante bién y conocía sus puntos débiles.Estaría preparado para luchar hasta el final e incluso morir luchando por lo que quiere, la libertad.

Sonrie por las palabras del chico.

- Sûhei..- la repite como si así se quedara con su nombre y sintió como se alejaba de alli.

El revuelo seguía y parecía que cada vez había más por lo que se estaba planteando el no moverse del lugar, seguro que ahora no dejaban a nadie salir del pueblo. Lo mejor es quedarse en un sitio y esperar a ver que pasa. Volvió sobre sus pasos a donde estaba alojada, donde aún tenía habitación.

Excelente. No sabía muy bien que estaba sucediendo allí, pero seguramente estubiera relacionado con los refugiados y sus atacantes. De todas formas aquello le había concedido una oportunidad única. Ahora que la mayoría del pueblo se encaminaba a defender la entrada o bien a refugiarse el templo contaría con bastante menos vigilancia. Había llegado su momento estelar.

Sigilosamente recorrió los alrededores del templo, manteniéndose oculto en todo momento y aún cubierto por sus anchos ropajes de viaje. Rodeó la estructura en busca de algún punto débil, alguna abertura por la que pudiera colarse sin ser visto.
Cerca de la zona trasera descubrió una ventana que, si bien no era demasiado grande, sería suficiente para deejarlo pasar y parecía bastante débil y desprotegida.

Kurotsuchi se alejó de allí, introduciéndose de nuevo en un callejón cercano y, impulsándose con fuerza, saltó hacia la pared de la casa que tenía al lado. Con movimientos ágiles y ligeros, el ladrón fue saltando de pared en pared hasta alcanzar el tejado. Desde allí se encontraba a una altura más apropiada para infiltrarse. Se acercó al borde del tejado, tumbado sobre este para que las ropas ayudaran a camuflarlo. Permaneció un rato mirando la estructura y aquello le hizo cambiar de opinión. El tejado del templo era bastante más alto y tal vez desde esa posición consiguiese colarse con mayor facilidad.

Miró a un lado y a otro, vigilando que no hubiera nadie en los alrededores. La zona parecía despejada, todo el mundo debía de estar escondido o presentando armas. Miró de nuevo al borde del tejado del templo. Aquello iba a requerir un poco más de esfuerzo por su parte.
Se puso en pie y permaneció un instante inmóvil, calculando la distancia y la fuerza y dirección del viento. De repente, el muchacho encapuchado dió un largo paso hacia el borde del tejado de la casa y saltó hacia el del templo.

Debían haber, por lo menos, treinta metros separando ambos tejados. Eso sin contar la diferencia de altura ya que el del templo estaba bastante por encima. EL muchacho, sin embargo, se alzó como una sombra en el aire, a una velocidad sorprendente. Si todo salía bien, conseguiría afianzarse en el borde ornamentado del templo y podría impulsarse hacia arriba...

Al contrario de lo que Suhei piensa, el templo está lleno de soldados de Liu Bei, de hecho, es donde más gente hay. Aproximadamente 600 soldados y el propio noble, siendo protegido. Las puertas del templo se cierran, impidiendo el paso hacia éste.

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Empiezan a oirse tambores a lo lejos. Algunos hombres en la muralla informan de que pueden ver a la caballería de Cao Cao.

Los caballeros van en linea reacta todo el trayecto, más, al acercarse, la fila se divide en dos. La primera tanda de caballeros son arqueros a caballo, así que con un movimiento rápido y debastador (así era su estrategia) dispararon certeras andanadas que mataron a muchos aldeanos de la muralla. Las peligrosas flechas de la caballería cayeron por el pueblo, pero nadie más murió, bien si hubo heridos.

La siguente fuerza de ataque llegó la caballería pesada, con jinetes con grandes lanzas, uno de ellos, con un gran martillo.

La caballería pesada se estampó con dureza contra la puerta, ésta tembló, avisando de que sus viejos huesos de madera pronto se romperían.

El ladrón se cuelga del techo con los dedos, sin causar ningún desprendimiento de losas ni nada que llame la atención.

-¡¡Vamos, resistid valerosos guerreros, que vuestro espíritu no decaiga, lucharemos hasta el final!!Primera linea de ballesteros preparados, oleada de lanceros con escudo preparados, ¡¡todos listos!!- dice esperando a la ocasión para realizar un ataque devastador.Solo esperaba que los arqueros de la murala hubieran cumplido su parte, que también era importante y que todas aquellas muertes no fueran en vano. 

Mira a su alrededor. Las puertas de la muralla está a punto de ceder. Es lógico teniendo en cuenta que son de madera u no están reforzadas. Quizá debería ayudar para que ese pueblo no acabe como acabó el suyo.

Abre su parasol, ocultándose bajo él.

-Zhu Rong, Dios del Fuego... - la energía que desprende de su hechizo hace que la tierra que hay a su alrededor se alborote -... protege con tu fuego este pueblo...

Invoca al poder del Fuego para crear un muro de fuego fuera de la muralla para crear otra barrera de protección.

La estrategia de Tsun era buenisima, pero los soldados no lo eran. La caballería pesada logró abrir las puertas a golpe de lanza, más de la mitad pasó al interior del pueblo, pero el resto no. Paso algo imposible.

Una pared de Fuego quemó a todos los que intentaron pasar, una pared de fuego que rodeó toda la muralla.

-¡¡Los dioses están con nosotros!!

Gritaron los aldeanos, llenos de moral.

Zilong sacó a sus tropas y hubo un choque. Ahora tocaba defender el pueblo desde dentro.

A pesar de todo, sus esfuerzos para impedir que el ejercito de Cao Cao entre han sido en vano, aunque es verdad que solo han podido cruzar el portón la mitad de las tropas.

-Shen Yi, salvador de china... envíanos tu fuerza...

Hace un gesto con el parasol invocando espadas con las que intenta herir al enemigo...

Finalmente el enemigo había conseguido entrar, aunque no le sorprendía por la pésima muralla.Los soldados luchaban con todas sus fuerzas pero nunca llegarían ser soldados experimentados y esos pequeños fallos hacían que cayeran fácilmente en el campo de batalla.De pronto, mientras los caballeros traspasaban la muralla, un muro de fuego rodeó al pueblo, haciendo que una cantidad de caballeros se chamuscaran.

-Nose que ha sido eso, pero debo andarme con cuidado.....- comienza a correr hacia los caballeros rezagados en el interior del pueblo para acabar con ellos.No dejaré que los habitantes del pueblo carguen ellos solos con todo esto....

Tal y como esperaba, el ascenso al techo del templo transcurrió sin mayores problemas. Se colgó del borde ornamental del tejado y se dió un impulso para acabar encima sobre las cuatro extremidades, en posición de anfibio.

Deambuló por allí arriba con pasos ágiles y veloces, buscando algún punto por el que colarse en el edificio. Allí arriba no habían muchas opciones, lo único que encontró más o menos adecuado fue un pequeño ventanuco redondeado pero si lo rompía llamaría la atención de quienes anduviesen cerca. Desalentado pudo escuchar el gemido de los portones del templo al cerrarse. Ahora sí que sería una tarea difícil. Bajo el techo había una plataforma que servía de pasillo exterior para el segundo piso, pero no podía arriesgarse a bajar y ser descubierto. Ya había empleado táticas disuasorias y de fingimiento en varias otras ocasiones, pero si alguien lo veía allí lo más seguro es que lo reclutasen de inmediato y lo mandasen a defender el frente, ahora que el pueblo estaba siendo atacado.

El ladrón Kurotsuchi se tumbó en el tejado, con los brazos entrelazados bajo su nuca. El ruido de fondo de los alaridos de los soldados heridos y los gritos de guerra resultaban escalofriantemente molestos. Le costaba concentrarse. Por su mente pasó fugazmente la idea de salir a defender a los desdichados aldeanos, pero esta desapareció casid e inmediato. No, aquella no era su batalla y no estaba dispuesto a morir por la causa de otro.

De repente un rugido descomunal estalló a lo lejos, en la entrada al pueblo, y el cielo se iluminó de rojo. Sûhei se enderezó de sopetón, alertado. Frente a su atónita mirada el deficiente muro de madera del pueblo se vio rodeado por una colosal muralla de llamas, impidiendo el paso al grueso del ejército enemigo. Solo unos pocos habían podido pasar al interior, favoreciendo al bando del pueblo. Aquello era realmente sorprendente, una intervención divina en la liza. El ladrón contempló maravillado el espectáculo. Los planes de infiltración se habían borrado de su mente por el momento. Si había algo que lo maravillase de verdad eran los fenómenos sobrenaturales y la magia.

La gente corría por las calles, se escuchan choques de espadas, gente cayendo, otros gritando, la batalla estaba adentrándose en el pueblo. Sentía como la gente de la posada salía corriendo, y a ella la avisaban de que huyera, que se refugiara porque no podría defenderse.

Hizo caso omiso a esas palabras, agradeciendoselo, pero para ella era mejor quedarse alli que huir.

Dejó todos sus objetos a un lado y entre sus manos cogió el bastón, poniendo toda su atención en el oído por si alguien se le acercaba.

Los caballeros se reagrupan en el centro del pueblo, donde son poderosos. Zilong se lleva a sus soldados hacia el frente, estan armados con escudos y sables. Salvo Zilong, que tiene una lanza larga y una armadura bastante bella.

 De pronto, os parece ver una espadas invisibles que matan a los caballos de los soldados de la parte de atrás del grupo de caballeros. Los jinetes se miran unos a otros sin saber que ha sido eso.