Partida Rol por web

El visir y la jarra

Escena I: El príncipe

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23/03/2021, 19:31
Director

- ¡Silencio, mis buenos amigos! - pidió el posadero, y señaló a su hijo con semblante orgulloso, pero cansado. El crío, que no tendría más de 12 años, subió con su zanfoña al improvisado escenario para intentar entretener a los huéspedes. 

Exactamente igual que cada noche. 

Tocaba las mismas cuatro o cinco canciones. Las repetía un par de veces, quizá tres si su padre se lo pedía. La primera noche había sido una novedad y todos habían agradecido el cambio en la rutina. La noche siguiente, el posadero había repartido un té que les había causado buen humor a todos. También a la siguiente. 

El cuarto día se acabó el té y también el repertorio del chico. Eso fue hacía... ¿Diez días? 

Desde aquella pequeña fiesta los viajeros habían empezado a sentarse juntos para cenar. Había sido un alivio poder hablar con un igual al menos un rato al final del día. No es que intercambiasen grandes conversaciones pero al menos habían puesto en común sus averiguaciones respecto a los objetos interesantes que les habían traído hasta allí antes de que los barcos se fueran: todos habían pensado que eran objetos mágicos, y todos habían descubierto que eran un rumor. 

Se oyó un bostezo al final de la sala. El niño iba por su cuarta canción; en pocos minutos el posadero propondría una ronda de cuentos y sería todavía más deprimente. Si no le abucheaban era porque todos entendían que era únicamente un crío. 

Apuraron su cena y subieron a sus habitaciones. Por la escalera aún se escuchaban los últimos acordes de la zanfoña. Había que reconocer que cada noche tocaba un poco mejor. 

 

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23/03/2021, 20:04
Director

Shoreh saludó con una breve inclinación de cabeza a Hassán cuando se encontraron en la puerta a la mañana siguiente, justo antes de salir. Parecía que habían acordado madrugar pero no había sido así. Un pequeño escándalo en la calle los había despertado. Hassán devolvió el saludo y salió tras ella. Se encontraron a los los demás en medio de la calle. Parecían una troupe, todos vestidos de color violáceo. 

Un carro con un burro estaba atascado en un hoyo. El dueño y los vecinos se apañaban bien así que los viajeros se limitaron a mirar cómo descargaban el carro para liberar la rueda. En un breve espacio de tiempo la calle volvía a la normalidad, pero ya no tenían sueño. Quedaba un largo día por delante. 

En silencio recorrieron los puestos calle abajo en dirección al puerto. La rutina aquellos días era similar para todos: bajar a la orilla, otear el horizonte, y callejear hasta conseguir algo de desayunar. Ya no esperaban ver aparecer ningún barco pero aquella mañana les sorprendió una vela latina en la lejanía. Con un cruce de miradas decidieron no alejarse mucho del puerto. Aquel barco podría ayudarles a llegar hasta Al-mariyya y desde allí, a casa. 

El mercader más cercano tenía unas tortas empalagosas de almendras y miel que tenían un sabor especialmente bueno (y mejoraban a medida que el barco se acercaba) aunque a ese ritmo todavía tardaría un par de cirios* en llegar. Mientras masticaban, notaron tras de si unas insolentes risas infantiles. 

Primero el niño les tiró arena, y después unas pequeñas piedras. Cuando Habib se volvió con el peor gesto que un Tytalus puede adoptar, el maleducado crío se desabrochó el pantalón y orinó delante de ellos mientras sonreía burlón. Luego corrió entre los puestos, parándose con descaro a pocas varas de distancia, retándoles a perseguirlo. 

Se le veía bien vestido, pero jamás un mago había visto tan terrible falta de respeto. 

 

Notas de juego

*No tenemos relojes, así que digamos que un cirio es una media hora

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24/03/2021, 19:31
Hassán ibn Al-Rayyán

Hassán masticó despacio las tortas de almendra. La vela en el horizonte era un agradable cambio de perspectiva. Tal vez la posibilidad de regresar a casa.

Miró al temprano sol, haciéndose sombra con la mano, y usando la palma de la otra midió su altura sobre el horizonte. Rebuscó luego en su bolsa y extrajo una pequeña varilla metálica. La sostuvo en dirección al triángulo que se recortaba entre los destellos del mar y usando un simple mecanismo fijó su tamaño, apenas unos dedos en la perspectiva. Frunció el ceño. Fácilmente se adivinaba que trataba de calcular alguna cosa.

En medio de aquel cálculo, unas risas y una fina lluvia de arena le salpicó, interrumpiéndole. Miró a su alrededor, buscando el origen de aquel atropello. Un grupo de niños les señalaba haciendo burla. No era la primera vez. Sus compañeros llamaban la atención a todo el mundo, y generalmente para mal. Los adultos intentaban disimular su incomodidad y su aprensión, escabulléndose en cuanto podían, haciendo signos supersticiosos. Con los niños, mucho menos prudentes, era otra cosa.

Hassán suspiró e intentó ignorarles. Hubo un coro de nuevas risas y un guijarro cayó entre el grupo, rebotando a sus pies.

Habib resopló y se giró, ceñudo. Hassán se preguntó qué clase de correctivo estaría pasando por la mente del mago. También él se volvió, mirando al zagal que, con todo descaro, deshizo el nudo de sus calzones y les obsequió con un desagradable espectáculo amarillo. Luego dio una carrera, parapetándose tras un carro de paja, y les sacó la lengua retándoles a alcanzarle.

¿Correr tras él? ¡Ja! De ninguna manera. El granadino era notablemente cojo, y posiblemente incluso aquel desvergonzado mozalbete podía dejarle en ridículo. Con su paso desigual, Hassán se apartó un poco del grupo yendo hacia el borrico de un oportuno aguador. Mientras saciaba la sed que la miel había dejado en su garganta, miró al importuno pequeñajo. Sus ropas parecían de mejor calidad que las de sus compañeros, y su descaro bien podía ser el de un niño consentido. ¿De quién podía ser vástago ese bribón? Sin mucha esperanza, hizo memoria de las veces que en los últimos días se había presentado en la corte del malik.

Agradeciendo la jarra al aguador con un cuarto de cobre, Hassán paseó su vista por la plaza, buscando el camino más corto hacia la alcazaba. Seguramente aquella sería la ruta de escape del pilluelo…

Notas de juego

Preguntar si ese chaval puede sonarle de algo a Hassán es probablemente un poco tonto...

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24/03/2021, 21:54
Director

Notas de juego

Sonarle no, pero que el crío es noble, seguro. Un detalle de oro por aquí, un poco de seda por allá... Esas cosas.

De lo que sí se ha dado cuenta es que el barco es una galera catalana. 

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29/03/2021, 19:10
Rubus Iacobi

Rubus llevaba una semana sin tocar su instrumento. El posadero tenía un hijo "aficionado" y lo hacía tocar cada noche. Como tenía suficiente para subsistir, Rubus no buscó otra posada donde tocar.

Un escándalo ligero venía de la calle. Asomado al ventanuco, Rubus contempló como un carro era aliviado de su peso para poder sacarlo del hoyo donde se había metido. Un desfile de tonos violáceos bajaba hacia el puerto y Rubus se apresuró a vestirse para no retrasarse demasiado.

Mientras llegaba al puerto, pudo ver como un crío de ropa acomodada molestaba a sus compañeros.

Carraspeó con fuerza al pasar por detrás del pilluelo mientras saludaba a Hassán con la cabeza, pasando de largo hacia el mercader que vendía unas tortas de almendras que ya había probado días antes.

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31/03/2021, 20:02
Habib Ibn Nazar

Aspiró con profundidad, disfrutando la humedad salada del aire de la que carecía en su tierra. Aquellos que vivían tan cerca del mar no lo valoraban lo suficiente, pero para él y su familia aquello significaba algo muy especial. No necesitaba ninguna habilidad especial para sentirlo en lo más profundo de su ser. Hasta una torta, como la que estaban comiendo, tenían ligerísimas diferencias de sabor y aroma debido al ambiente.

Miró al cielo y dio gracias a Dios por los dones que había puesto sobre la tierra y permitirle cada segundo de disfrute a pesar de que, muy posiblemente, su camino hasta allá hubiera sido en balde. No parecía que las pistas sobre lo que había llegado buscando fuera a estar por allí. Pero agotaría todas las posibilidades antes de darse por vencido.

Tan ensimismado se encontraba que no se percató de las burlas de los niños hasta que la arena le hizo cerrar los ojos. Se giró con expresión malhumorada justo al tiempo de ver cómo el niño empezaba a orinarles prácticamente en los pies. Por instinto levantó la mano hacia el crío y señaló con el dedo, dispuesto a darle un pequeño escarmiento. Tal vez podría hacer que la brisa fuera suficiente para que el chorro volviera hacia él, o hacer sus calzones demasiado rígidos para que pudiera irse después. Cerró los ojos, respiró hondo dos veces y abandonó esas ideas. Al fin y al cabo imponerse a un niño sería demasiado sencillo. ¿Qué iba a ganar con ello? Desde luego no aprendería nada ni mucho menos iba a ganar reputación. Pero por otro lado merecía un escarmiento y sin duda sería divertido.

- Deberías ser más cuidadoso - le dijo entornando los ojos y dejando entrever una ligerísima sonrisa de medio lado -, ¿no te han dicho nunca que es estúpido hacerlo de cara al viento?

Notas de juego

Intento utilizar ReAu para hacer soplar una pequeña ráfaga de brisa puntual en dirección al chaval, con la idea de que se acabe orinando él mismo de la manera más ridícula y vergonzosa posible.

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31/03/2021, 20:38
Faruk al-rashid al-bagdadi ibn Suleiman

Faruk salió de la posada con cierta desgana pero movido por el hambre después de haber realizado unas someras abluciones matutinas y unas plegarias quizá un poco mecánicas. Los últimos días habían pasado perezosos y aburridos y a pesar de todos los rumores y noticias sobre artefactos y objetos poderosos todo lo que se había movido por el puerto era mundano. Claro, había piezas que había adquirido sabiendo que podría comerciar con ellas y obtener buen precio pero nada de aquello le ayudaba a largo plazo en su búsqueda de respuestas al Enigma.

En lontananza se avistaban velas. Carecía del optimismo natural que Él había concedido a otros seres humanos pero a estas alturas revisar un cargamento más no supondría demasiada molestia y al menos le evitaría tener que lidiar con las "brillantes" propuestas comerciales del posadero, quien tenía el mismo talento para reconocer buenos negocios que su hijo para la música.

Unos vecinos cargaban un carro con los bártulos que parecían haber descargado del mismo para salvar un bache. Faruk no pudo evitar sentir un cierto paralelismo entre el bache que había interrumpido el viaje del carro y la situación en que se encontraba. Soltó un suspiro y contempló como las velas apenas se habían agrandado en el horizonte. El carro prosiguió su marcha traqueteando ligeramente y uno de los carreteros soltó por lo bajo un comentario sobre la administración local de caminos que habría hecho ruborizarse a un marinero. Faruk no pudo evitar sonreír y decidió seguir la calle hacia el puerto para esperar el desembarco de las mercancías.

Próximo a los muelles, el aroma de tortas de almendra llamó su atención y le recordó que la mitad de su motivación para salir de la posada había sido paliar el hambre. A fin de no dejar en mal lugar su reputación de mercader, regateó con el comerciante por un par de las tortas. Casi cinco minutos de discusión sobre el último cargamento de almendras que llegó a la ciudad, la calidad de la harina y la escasez de aceite de oliva sirvió para afeitar el precio un poco. El comerciante sabía que seguía saliendo ganando y él seguía manteniendo la apariencia de mercader avezado. Con el par de tortas, que le recordaron vagamente su paso por Damasco, se dirigió hacia el muelle. Hassán, Shorerh y Habib ya rondaban por allí y al menos podría tener un rato de conversación.

Faruk se paró junto a Hassán, masticando lentamente los últimos trozos de la segunda torta después de haber casi engullido la primera. Esperar a los barcos pero se le antojaba aburrido y no confiaba en que el cargamento de los navíos cambiara aquello pero se resignó pensando que siempre podía marcharse mañana. Su aburrimiento, sin embargo, se vió interrumpido por una ráfaga de arena. Se giró y vio a un muchacho que parecía ser quien la había arrojado y que ahora insolentemente orinaba en la dirección general de su grupo. Torció el gesto en una mueca de indignación. No esperaba que la irritación fuera lo que acabase con su tedio de los últimos días pero en cierto modo era un cambio.

Su primer impulso fue avanzar hacia el niño pero el muchacho tomaba distancia en la que era una evidente huida. Además, Faruk, con ojo de mercader, no pudo evitar fijarse en que el rapaz gastaba ropas de cierta calidad y eso llamó su atención. ¿Qué clase de niño era aquél, que se sentía impune para vejar a magos?

Notas de juego

Intento usar un efecto de IntellegoMent para averiguar el nombre del crío.

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02/04/2021, 14:55
Shoreh Golbahar, "La rosa de Primavera"

Shoreh se despertó de nuevo sobresaltada. Había estado teniendo unos sueños inquietantes desde hacía días pero no lograba recordar con detalle qué ocurría en ellos  ni podía determinar por qué una sensación vagamente ominosa la acompañaba buena parte del día. Sin embargo, esa mañana lo que la había despertado había sido el jaleo que se había montado en la calle. Suspiró, recitó unas oraciones en avéstico agradeciendo a Ahura Mazda la oportunidad de un nuevo día, se vistió y salió a ver qué ocurría. Al salir se topó con Hassán, un médico al que había conocido hacía una semana  en la posada donde su viaje, bastante menos productivo de lo que esperaba, parecía haberse quedado estancado. Saludó al médico y fue en dirección al barullo.

Delante de la posada un carro se había quedado atascado en el camino y los lugareños se esforzaban por liberarlo. Observando la escena se encontraba el resto de sus nuevos compañeros. Cuando se resolvió el incidente se fueron hacia el puerto para ver si, a diferencia del día anterior, o del otro, atracaba un barco que les pudiera llevar hasta algún sitio desde donde ella pudiera regresar a Shiraz. Volvería con las manos vacías y sabía lo que le esperaría por ello, pero ya se ocuparía del asunto más adelante. Ahora lo importante era regresar. Sonrió ampliamente al ver en la línea del horizonte una vela y le dio un bocado a una torta de almendras y miel que había comprado a un mercader de camino al puerto. Estaba buena pero pensó que estaría mejor si llevara pistachos y dátiles y si tuviera un vasito de té, e incluso unos albaricoques.

El golpe de un guijarro en la pantorrilla derecha la sacó bruscamente de su ensoñación gastronómica y al girarse vio a un crío que a continuación pasó a bajarse el pantalón y orinar allí mismo, sin pudor alguno. Shoreh, con el bocado de torta a medio masticar, lo miró atónita por un segundo pero la indignación y la ira ante tal falta de respeto se impusieron. Sin embargo, pensó que no valía la pena enfrentarse a un crío que claramente estaba sin educar, un salvaje, así que se limitó a apretar los dientes y lanzarle al chaval la mirada más despectiva de la que fue capaz. Se rió y dijo “qué raros sois por aquí, en Persia no vestimos a los animales con ropa de niño”. Al ver que el chico seguía mirándoles con aquella expresión burlona pensó que más le valdría a ese salvaje tenerles un poco de respeto.

Notas de juego

Intenta usar un hechizo CrMe para hacer que el chaval les tenga a los cinco un miedo atroz. 

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02/04/2021, 23:24
Director

Las gaviotas rieron en la distancia como un eco distorsionado de las carcajadas infantiles.

El niño miró por el rabillo del ojo a Hassan que, con su paso renqueante, se había colocado detrás de él. No pareció importarle; su objetivo eran claramente los magos. Al pasar cerca de él, Hassan pudo percibir, en primer lugar, que no era tan niño como se podría deducir de un primer vistazo, y que era bastante más que el crío maleducado de un mercader adinerado.

Los magos lanzaron sus hechizos. Habib consiguió que los orines salpicaran a su legítimo dueño, y este dio un respingo de sorpresa. Faruk pudo percibir que el niño se sentía muy seguro, pero inquieto. Un instante después, se revolvió visiblemente incómodo fruto del hechizo de Shoreh; aun así, mantuvo la compostura...

... hasta que Rubus carraspeó a su lado. Aquello fue suficiente para hacer estallar la tensión del momento. Al fin y al cabo no era más que un mundano. El niño intentó retirarse hacia la parte alta, tal como Hassán había previsto, solo para darse de bruces con el médico. Ambos cayeron al suelo, aunque el pequeño se levantó de un salto inmediatamente y continuó su carrera hasta situarse frente a un hombre que estaba doblando la esquina.

- Ah, Al-Rashid, qué bien que los hayas encontrado tan rápidamente. Pero, ¿qué ha ocurrido aquí? - dijo, tendiéndole la mano a Hassán para ayudarlo a incorporarse. Al agacharse, una cimitarra asomó bajo sus ropajes - Mi nombre es Abū Muḥammad ‘Abd ar-Raḥmān ibn Rashīq al-Qushayrī, mi señor os busca. - perdió la mirada en el horizonte - Aún os puede ofrecer un té y algo mejor que esas tortas antes de que lleguen nuestros invitados

Las ropas del aguador, que miraba atónito la escena, chasquearon fruto de la electricidad estática cuando por fin pudo articular palabra. Primero murmuró una especie de oración, pero pronto subió el tono señalando a los magos. Sus gritos rápidamente llamarían la atención.

Ibn Rashiq se dio la vuelta y comenzó a caminar calle arriba, agarrando al chiquillo por la nuca. El gesto pretendía ser cariñoso pero dejaba muy poco margen de movimiento al niño. Éste dirigió una última mirada a los magos, esta vez sin atisbo de orgullo; más bien aterrorizado.

En el aire se desvaneció un tenue aroma a rosas.

 

 

- Tiradas (3)

Notas de juego

Como estamos aprendiendo, voy a poner en abierto los efectos de los hechizos. He asumido que os fatigáis los tres.

- El hechizo de Shoreh es nivel 15 y el de Faruk nivel 20. Dado que son espontáneos, la puntuación es Inteligencia +Técnica+Forma+Dado entre dos (Entre cinco si no gastan fatiga). No os he sumado la inteligencia porque os quedábais muy lejos en cualquier caso: los hechizos no han tenido el efecto que buscábais.

- El hechizo de Habib es muy fácil (Nivel 5) por lo que con la puntuación en Técnica y Forma ya saldría. He tirado para comprobar cómo de bien le sale.

En el capítulo de Hechizos, al principio de cada sección hay una pequeña guía para calcular la puntuación necesaria para conseguir cada efecto. Si tenéis dudas de cómo he calculado esto, preguntad sin miedo.

Edderkop: He modificado un poco la acción de Rubus porque el niño os molesta una vez están todos comiendo. Es importante prestar atención al orden de las acciones, será útil cuando entremos en combates o acciones muy rápidas para evitar accidentes.

Este es un turno flojito, los que os falten los hechizos formulaicos en la ficha por favor terminadlos (como siempre, si necesitáis ayuda decídmelo). También las descripciones que queráis que vuestros compañeros lean.

Recordad también que podéis interactuar entre vosotros y que si buscáis información adicional de la época no lo considero metajuego.

El miércoles por la noche posteo. Tenéis hasta el martes, así me da tiempo a leeros con calma.

 

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05/04/2021, 19:48
Habib Ibn Nazar

Habib Ibn Nazar se metió otro bocado de torta en la boca en cuanto terminó de aguantar al risa que le producía la reacción del niño y cómo trataba de huir, golpeándose con el adulto y cayendo ambos al suelo. Puede que hubiera tenido un poco de culpa de eso, al cubrir de una ligerísima capa de rocío las cercanías al lanzar su hechizo, algo nada conveniente pero que en esos momentos le parecía insignificante bajo la satistacción de haberle dado su merecido al chaval.

Fue entonces cuando reparó en el hombre, que se presentó un tanto bruscamente como Ibn Rashiq. No le gustaron sus modales y lo miró de forma desaprobatoria. No obstante, se percató de que el aguador estaba a punto de resultar explosivamente incómodo y se levantó, siguiendo a Ibn Rashiq a buen paso todavía masticando el último resto de torta de almendra y miel. La saboreó por última vez antes de tragarla y aceleró hasta ponerse a la altura del hombre, en el lado en que le había visto la punta de la cimitarra.

- La paz contigo, amigo - le dijo con un tono que podría dar a entender todo lo contario -, tal vez venga de muy lejos, pero cuando en mi tierra invitamos a alguien también decimos en nombre de quién. Parece que tú sabes de nosotros, pero agradecería que me contaras algo más...

Mirando el rostro del niño y la forma en que estaba siendo dirigido por el hombre, casi sintió una punzada de remordimiento. Casi. Aunque la expresión que llevaba en la cara sí que ayudaba al grado de animadversión que le inspiraba el hombre. Tal vez su patrón resultara ser alguien que le llevara a cosas buenas, pero no le gustaba en absoluto cómo tenía educados a sus siervos.

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05/04/2021, 23:43
Hassán ibn Al-Rayyán

Tratando con poca fortuna de pasar desapercibido, Hassán cojeó por entre los tenderetes y las alfombras hasta situarse tras el niño. Éste le dedicó una mirada poco apreciativa, burlándose aún de los Magi, y el hakim pudo adivinar una sombra de pelusilla en el rostro del chico.

“Ya no tienes edad para estas tonterías, muchacho” -pensó.

Rápidamente el aire se tornó aceitoso, y un particular sabor metálico se le pegó al paladar. Hassán entrecerró instintivamente los ojos, preparándose para recibir el soplo de la magia cuando los magos, sin mucho reparo, comenzaron a gesticular y murmurar en latín. La risa del muchacho se cortó de repente y con un respingo dio media vuelta y echo a correr.

Hassán no tuvo tiempo ni de detenerlo ni de esquivarlo. Únicamente alcanzó a cubrirse con los brazos parando el golpe, y rodó por el suelo junto con el chico.

-¡Alah te confunda…! -protestó, intentando levantarse mientras el zagal, mucho más ligero de pies, corría fuera de su alcance.

Fue entonces cuando apareció un hombre que paró en seco al fugitivo con un brazo de granito y con gentil firmeza le tendió una mano para alzarse.

MIentras se sacudía el polvo de las ropas, Hassán parpadeó sorprendido cuando el desconocido se presentó como Ibn Rashiq.

-Aselam aleikhum, Sidi Ibn Rashiq -respondió cortésmente con una inclinación, y se dispuso a seguir sus pasos mientras lanzaba una melancólica mirada hacia el mar.

“…Nuestros invitados…” ¿A qué vendrían aquí los occitanos? Su presencia no presagiaba nada bueno. Además, seguramente que en aquella galera no admitirían pasajeros, pensó con un suspiro de decepción.

Al poco, Habib Ibn Nazar interpeló al desconocido:

“…cuando en mi tierra invitamos a alguien también decimos en nombre de quién…”

El hakim puso los ojos en blanco. Como casi todos los Magi que había conocido, su poder parecía hacerle ciego al mundo que le rodeaba. Decidió terciar antes de que él o alguno de los otros magos dijese alguna orgullosa inconveniencia:

-Discúlpame, efendi Ibn Nazar -dijo, asiéndole suavemente de la manga-, pero debes saber que no te diriges a un siervo. Sidi Ibn Rashiq es persona de calidad en la corte de Isbiliyya, y goza del favor del poderoso Al Mutamid. Podemos suponer que quien le manda llamarnos debe ser el mismo Ibn Ammar, su visir. ¿Me equivoco, oh, Sidi? -inquirió respetuosamente.

Les convenía estar a bien con los sevillanos. Si alguien podía darles algo parecido a un salvoconducto para salir de la ratonera en que se había convertido Almazarrón, eran ellos. Por otro lado, si Ibn Ammar quería algo de ellos, tampoco había mucho que pudieran hacer para negarse...

Notas de juego

Ibn Rashiq no es un tipo cualquiera. Es un caudillo militar de renombre en la taifa de Sevilla, que está preparando una invasión contra la de Murcia (o algo de esto nos contó la directora al principio). Quien está al mando de la operación, sin embargo, no es él, sino otro famoso personaje: el consejero Ibn Ammar (Abenámar).

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07/04/2021, 00:45
Shoreh Golbahar, "La rosa de Primavera"

A Shoreh le contrarió que su hechizo no tuviera el efecto deseado pero se dio por satisfecha al ver cómo el muchacho salía corriendo como una liebre. Sin embargo, en su carrera el chico se había dado de bruces con Hassán y temió que su nuevo amigo se pudiera haber hecho daño. Hizo un ademán de ir a ayudar al médico a incorporarse pero se le adelantó un desconocido que salió prácticamente de la nada y tendió su mano a Hassán para levantarle. Al hacerlo, Shoreh vio que el extraño, que se les había presentado como Abū Muḥammad ‘Abd ar-Raḥmān ibn Rashīq al-Qushayrī, llevaba en el cinto una cimitarra. Esto no la inquietó pero sí le produjo curiosidad.

“Salam sobh bekheir”, dijo Shoreh a Ibn Rashiq con una inclinación de cabeza sin apartar la vista de él y se situó al lado de Habib. Su dominio de la lengua local era suficiente para detectar la deferencia de Hassán hacia el extraño, y se preguntó no con mucho interés quién sería Ibn Ammar. Lo que sí tenía claro es que la invitación de aquél hombre le daba muy mala espina.

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07/04/2021, 23:58
Director

-Discúlpame, efendi Ibn Nazar -dijo Hassan -, pero debes saber que no te diriges a un siervo. Sidi Ibn Rashiq es persona de calidad en la corte de Isbiliyya, y goza del favor del poderoso Al Mutamid. Podemos suponer que quien le manda llamarnos debe ser el mismo Ibn Ammar, su visir. ¿Me equivoco, oh, Sidi?

- Tú has de ser el médico - dijo Ibn Rashiq, en un tono que pretendía ser amable - y, en efecto, mi señor - arrastró la última palabra, mirando al Tytalus - es aquel al que llamáis Ibn Ammar. Tu amigo muestra cordura, sahir, deberías prestar atención a sus palabras. 

- Tendréis curiosidad - prosiguió, esta vez para todos pero sin perder de vista al vendedor. Algunas personas empezaban a asomarse a las ventanas - pero no aquí. 

Ibn Rashiq callejeó entre las telas tendidas de color violeta, asegurándose de que los viajeros le seguían, pero buscando calles cada vez más cubiertas y más estrechas. Finalmente llamó tres veces a lo que parecía ser la puerta de un sótano no muy lejos de la posada. Había dado un rodeo, haciendo alarde de un gran sentido común esquivando ojos indiscretos. 

Al abrirse la puerta, hizo pasar primero al niño (al que no había soltado) y después al grupo. Tras de si cerró con el chirrido de un candado. Frente a la puerta descendían unos escalones de madera que a juzgar por su estado debían tener años de uso. La luz era tenue, proveniente de multitud de velas. 

El aroma de las especias se mezclaba con el de la cera en una sala decorada con lujo pero sin ostentación. En el centro Ibn Ammar, distraído, recitaba:

Invisible tu persona a mis ojos, está presente en mi corazón

Te envío mi adiós, con la fuerza de la pasión, con lágrimas de pena, con insomnio

Indomable soy, tú me dominas y encuentras la tarea fácil

 

- Los versos de un niño -  Suspiró, sacudiendo la cabeza, cuando vio a los invitados - Ah, bienvenidos. 

Al-Rashid dio un respingo cuando Ibn Ammar intentó acariciarle el pelo a modo de saludo, y se sentó silencioso en un rincón. El poeta no pareció darse cuenta del gesto, y señaló unos cojines invitando a sentarse a los recién llegados. - Bien, bien. Qué os puedo ofrecer? Albaricoques? Dátiles? Té?

- Quizá un objeto mágico recién descubierto - rió Ibn Rashiq, que se había quedado de pie cerca de la puerta

- Mi buen amigo - respondió Ibn Ammar - Seguro que nuestros invitados, los otros invitados, no tardarán en llegar. ¿No coincides conmigo en que es mejor que una cara conocida los espere en el puerto? Ya conoces su carácter. 

Ibn Rashiq sostuvo la mirada de Ibn Ammar, casi imperceptiblemente desafiante, antes de desaparecer por las escaleras. Al Rashid hizo ademán de salir también, pero el poeta lo sostuvo del hombro y lo obligó a volver a sentarse. Ibn Ammar esperó hasta que oyó el rechinar de la puerta para continuar, y sonrió afable, frotándose nervioso las manos. 

- También hay naranjas y pescado, pero creo que eso suele ser la cena en la posada y estaréis hartos. 

Se sentó en uno de los cojines y comenzó a preparar el té. Al Rashid acercó unas ascuas y puso agua a hervir mientras Ibn Ammar separaba cuidadosamente unas hojas de hierbabuena. Solo cuando terminó miró por primera vez a los viajeros directamente. Su barba peinaba canas y llevaba el pelo recogido en una coleta, aunque sin duda se ponía un turbante cuando tenía que salir. A la luz de las velas parecía cansado. Sirvió el té, y fue el primero en tomar un sorbo. 

- Ya habréis supuesto que mi nombre es Ibn Ammar. No me andaré con rodeos: nosotros propagamos el rumor de los objetos interesantes. Buscábamos aquellos que pertenecen a la Orden de Hermes y nos dijeron que era la mejor manera de atraerlos sin levantar sospechas. Vuestra presencia aquí demuestra que era un buen consejo. Tendréis que disculparme. Son días difíciles. 

Al Mutamid solicitó vuestra presencia con otro propósito, pero ahora yo necesito de vuestras capacidades. Puedo ofreceros un salvoconducto hasta Sevilla a cambio de vuestros servicios, y si aceptáis, tendréis además mi gratitud. 

Ibn Ammar tenía una voz cantarina, dulce, que llenaba la sala cada vez que pronunciaba la S. En silencio acabó el pequeño vaso de té, permitiendo que los viajeros meditaran por un instante sus palabras. Se sirvió un segundo vaso. 

- Mi... el adorado padre de Al Rashid, Al Mutamid, venía hacia aquí. Tendría que haber llegado hace una semana. La última carta la envió pasada la frontera de Granada y todo parecía ir bien; sin embargo Ibn Rashiq encontró ayer su caballo sin jinete. Tengo algo más que sospechas de que pueda haber sufrido un incidente sobrenatural; necesito que recorráis el camino a la inversa, hasta Sevilla si es necesario, y lo encontréis. Os proporcionaré montura.

Notas de juego

Bien, podéis decidir qué hacer. De nuevo, por favor, me gustaría que todo el mundo hubiese respondido el martes. El miércoles escribiré yo. Recordad que el que pase tres turnos sin escribir o avisar queda expulsado de la partida. 

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09/04/2021, 21:04
Faruk al-rashid al-bagdadi ibn Suleiman

La fuga del muchacho fue frustrada por un hombre que camuflaba no demasiado bien una espada bajo sus vestimentas. Al asir al insolente, quedó en evidencia por un cierto bozo que no era realmente tan niño como en un primer momento parecía.

Hassán, en su cojera, alcanzó al recién llegado y a su presa y se produjo un intercambio en el que el primero se identificó como un tal Ibn Rashiq, al servicio del visir Ibn Ammar de Isbiliyya, que invitaba a los Magi a reunirse con él. Faruk no tenía interés alguno, y tan sólo escasa paciencia más, para las intrigas políticas de la Orden, tanto menos aún para las de los mundanos, pero visto que el resto de los Magi habían decidido seguir a Ibn Rashiq se resignó con un encogimiento de hombros y poniendo los ojos en blanco y siguió a los demás.

Ibn Rashiq debía sin duda querer pasar desapercibido o confundir a cualquier posible perseguidor, pues los guió por una ruta que se retorció sobre sí misma como los zarcillos de una enredadera en una celosía. Faruk no pudo evitar pensar que si el propósito era confundir a cualquiera que los vigilara y ocultar su destino, quizá una comitiva de siete personas, una de ellas acogotando a un muchacho, no era lo mejor para pasar desapercibidos.

"En fin, no me pagan por trabajar de espía." - pensó.

El destino del grupo resultó ser el acceso a lo que parecía ser un sótano como cualquier otro en una callejuela estrecha. En el sótano, iluminado por la luz palpitante de las velas, hallaron a un hombre que ya se encontraba en la madurez, Ibn Ammar, que al llegar ellos salió de su enfrascamiento con una composición poética o algo similar.

Su anfitrión les ofreció algunas viandas y, en un breve intercambio de palabras en el que flotaba cierta tensión entre Ibn Rashiq y él, envió a este último a dar la bienvenida y recibir a otros invitados, los navegantes cuyas velas habían atisbado aquella mañana, se deducía del contexto. Faruk pensó que aquel hombre que componía poesía ofrecía contraste con el hombre de la cimitarra. Cualquiera que fuera la relación entre ambos, parecía que había cierta brecha y debería prestar atención.

Entretanto Faruk contemplaba las implicaciones del intercambio Ibn Rashiq e Ibn Ammar, este último se había ocupado en preparar té, del que ya había bebido. Faruk, se sentó a la mesa del visir con cuidado y con naturalidad tomó uno de los vasos y aceptó el líquido que sirvió Ibn Ammar con una inclinación de cabeza sin interrumpir las explicaciones que estaba dando aquél.

-Mi... el adorado padre de Al Rashid, Al Mutamid, venía hacia aquí. Tendría que haber llegado hace una semana. La última carta la envió pasada la frontera de Granada y todo parecía ir bien; sin embargo Ibn Rashiq encontró ayer su caballo sin jinete. Tengo algo más que sospechas de que pueda haber sufrido un incidente sobrenatural; necesito que recorráis el camino a la inversa, hasta Sevilla si es necesario, y lo encontréis. Os proporcionaré montura.

Ante esto último Faruk interrumpió el vaso de camino a sus labios y sujetó el vaso con ambas manos en su regazo frente a sí mientras clavaba su mirada de soslayo sobre el visir.

-¿Sobrenatural, muy honorable Ibn Ammar? Disculpadme en mi incredulidad pero habiendo bandidos, salteadores, oportunistas, incluso batidores de las incursiones de los infieles, ¿acaso no hay suficientes amenazas entre la tierra y el cielo como para explicar una desaparición? ¿Por qué sobrenatural?

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10/04/2021, 00:26
Director

- Díselo tío - susurró Al Rashid

Ibn Ammar dio un largo suspiro antes de responder.

- Ibn Rashiq encontró su caballo blanco... De color azul.

 

 

Notas de juego

No es un turno, es por avanzar la conversación. 

 

 

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12/04/2021, 23:34
Hassán ibn Al-Rayyán

­­­­­­­­­­­­Ibn Al´Rayyán dio un educado sorbo a su té y prestó atención.

Con la inocencia de un niño, Ibn Ammar había comenzado por confesarles su astuta añagaza para conseguir la presencia de los Magi, arriesgándose a afrontar su ira, y ahora les solicitaba servicio. Aquel refinado poeta sabía jugar bien sus cartas. A fin de cuentas, ¿qué opciones tenían? Dejarse llevar por la cólera contra aquel hombre equivalía a permanecer varados en Almazarrón hasta que la guerra estallase. Que estallaría, sin duda, y entonces, fueran poderosos magos o humildes siervos, todos desearían hallarse en cualquier otro lugar.

Ibn Ammar requería a los magos herméticos, ampliamente versados en asuntos sobrenaturales, para dar solución a su aprieto. Aquellos a quienes acompañaba habían sido bendecidos por El Misericordioso (o por Shaitan, según algunos) con un gran talento respecto al que él sólo alcanzaba a conjeturar. Aquí el hakim era discípulo, no maestro, pero tal vez pudiera también ser de utilidad.

El asunto era grave. Hassán arqueó las cejas cuando oyó mencionar el nombre de Al-Mutamid. Ni más ni menos se trataba de la desaparición de un rey. Un rey que había dejado como rastro un caballo… azul.

-¿Es este todo el indicio que tenemos, oh insigne? ¿Una carta y un corcel azul? -preguntó con voz suave-. Sin duda que el rey no viajaba solo. ¿Qué ha sido de su escolta, de sus acompañantes?

Mientras formulaba la pregunta, Ibn Al-Rayyán tuvo un atisbo de su futuro. Se vio a sí mismo, esmirriado y cojo, montado en una mula atravesando una sierra agreste, junto a otros jinetes, arrostrando un misterio insondable y arcano. Para salvar la vida de un rey. La estampa era en verdad tragicómica. Bueno, al menos salvar la vida de reyes y príncipes era algo a lo que estaba un poco más habituado. Y de buena fuente sabía que tales servicios granjeaban jugosos beneficios.

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14/04/2021, 07:13
Rubus Iacobi

Como siempre, sus compañeros magi ignoraban a Rubus tanto como podían. Su reputación le precedía allá donde fuera, jamás perdería el estigma de su maestro y su "extraña" magia. 

Resignado, siguió a la extraña comitiva hasta el misterioso sótano. Se colocó al fondo y aceptó la taza de te que le ofrecieron.

Sus ojos se agrandaron por la sorpresa al escuchar que el caballo se había vuelto azul, pero antes de poder comentar nada, Hassán había hecho una pregunta.

- ¿Conozco a alguien con una impronta similar? - pensó intentando recordar a todos los magos que había conocido en sus numerosos viajes.

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14/04/2021, 17:19
Habib Ibn Nazar

No le había gustado aquel hombre, Ibn Rashiq, desde el primer momento, pero sus formas hacían que le gustara cada vez menos. En su interior había una parte que quería enseñarle modales, pero suspiró y dejó que la prudencia y la curiosidad tomaran el mando de sus actos. Redujo el paso hasta quedarse el último de la comitiva y dejó que Ibn Rashiq los llevara a donde fuera, tratando de no perder ni un detalle de todos los lugares por los que pasaban.

Cuando finalmente llegaron hasta lo que parecía la puerta de un sótano esperó a que todos entraran para hacerlo él. Echó un último vistazo a su alrededor, asegurándose de que nadie ni nada iba tras ellos con idea de arrinconarlos o encerrarlos y se decidió a seguir a sus nuevos compañeros. Al fin y al cabo la prudencia nunca mató a nadie.

Al retrasarse de forma deliberada el aroma de las especias y las velas le llegó a la misma vez que la voz del hombre. Lo escuchó presentarse, ofrecerles viandas y, por fin, escuchar su solicitud de ayuda. Una solicitud de ayuda que no le resultó tan opcional como quisiera y a la vez le provocó un severo malestar por la forma en que los había alcanzado. ¿De verdad había viajado desde su tierra siguiendo una pista falsa? ¿Había recorrido cientos de leguas persiguiendo una mentira? Aunque Ibn Ammar parecía hablar desde la bondad, que hubiera contactado con ellos a través de la falsedad era algo que le enervaba.

Esperó a que terminara de hablar, sopesando qué palabras utilizar, pues no quería pecar de lo mismo que tanto le molestaba en los demás.

- Sayyid - carraspeó -, entiendo vuestra preocupación y vuestro aprecio por Al Mutamid. Y que en determinadas circunstancias todo esfuerzo parece poco, pero ¿por qué no solicitar ayuda de una manera más franca y directa? ¿Qué valor adicional puede tener atraer a quienes lo que hacen es perseguir noticias sobre objetos interesantes?

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14/04/2021, 20:44
Director

- Era un viaje discreto - respondió Ibn Ammar en voz baja a la pregunta de Hassán, y se revolvió inquieto - El último acompañante es el que trajo la carta de Granada, a partir de ahí mi rey debía continuar solo. Ibn Rashiq iría a buscarlo al paso de Lurqa. Allí encontró su caballo. 

Ibn Ammar guardó silencio mirando fijamente la llama de una vela, ensimismado, pensando quizá en el viaje de Al Mutamid. Frunció el ceño.

- Debería haber sido yo - resolvió, a lo que parecía una discusión interior que había tenido varias veces. Al Rashid alargó la mano para coger un albaricoque seco.- O tú, niño. 

Al Rashid dejó de masticar y miró atentamente a los presentes. Después bajó la cabeza con una expresión difícil de descifrar. Al oír la pregunta de Habib no esperó a que Ibn Ammar respondiera. Miró al techo, respiró profundamente y habló. 

- Disculpad mi atrevimiento de antes, por favor. Pensé que estaría permitido. ¿Aceptaréis? Los caballos son buenos. Podéis llevaros el mío, os lo regalo. 

Ibn Ammar pareció volver de su ensueño y apuró su taza de té. 

- Ibn Rashiq debe estar al llegar - zanjó - tenéis que poneros en marcha antes de que llegue con los otros - y levantándose se dirigió hacia otra puerta que quedaba en el lado opuesto de la sala, oculta por unas telas - Vamos

Notas de juego

Voy a tomarme la licencia de mover un poco las ciudades, porque hasta la llegada de los cristianos toda esa zona era prácticamente un desierto. Al Mutamid habría recorrido solo un día a caballo desde donde escribió la última carta hasta el punto de encuentro con Ibn Rashiq. Arriesgado, pero no loco. Vosotros podríais estar en el mismo punto de encuentro al anochecer si salís ya y le dais un poco de fuego a los caballos.

Habib: efectivamente, no han respondido. 

Respecto a la pregunta de Rubus: La magia hermética puede volver azul un caballo (MuAn, MuIn) con relativa facilidad pero los efectos o no serían permanentes, o requieren vis, que no se suele desperdiciar por temas estéticos. Puede que alguna impronta tuviera un efecto similar, pero las improntas son una especie de firma que se desvanece un poco después salvo contadísimas excepciones. En cualquier caso no, no conocéis ningún mago que pueda hacer algo así involuntariamente, y muy pocos (algún Merinita excéntrico, quizá) lo haría voluntariamente dentro de la propia orden de Hermes.

 

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19/04/2021, 21:15
Hassán ibn Al-Rayyán

Conocedor de las elementales normas de la hospitalidad, Hassán dejó su té y se levantó para seguir a su anfitrión. ¿O tal vez debía decir su nuevo patrón? Al escuchar la disculpa y el ruego de Al Rashid, su corazón terminó de decidirse. Por más que para la nobleza las reglas fueran algo diferentes, los jóvenes tenían tanto derecho a ver envejecer a sus padres como los padres a ver crecer a sus hijos.

-En lo que mis habilidades alcancen, yo ayudaré a encontrar a vuestro padre, joven príncipe -le dijo, tratando de reconfortarle-. No me he aficionado tanto al clima de Almazarrón que no eche de menos mi hogar, y espero de la proverbial generosidad de Al Mutamid que, cuando menos, me facilite medios para volver a casa con seguridad.

“Preveo, no obstante, un obstáculo en esta misión -prosiguió, esta vez para el ministro Ibn Ammar-. He estudiado la música, el movimiento de los planetas y los humores del cuerpo, y conozco algunos de los secretos de las plantas y los minerales. Sin embargo bien podéis ver que soy mal andarín e incluso peor jinete, y no estoy avezado a moverme en los campos. ¿Por ventura podremos disponer de alguien que nos auxilie en este menester?