Partida Rol por web

Mira, cartero... Da igual cuán buenos creas que son tus malabares con cuchillos, no vas a deslumbrar a nadie con semejante espectáculo. Y tú, Shagar, sobre lo de que no te gustan las arañas...

¿Cómo decirle que aquello que le preparó hace dos años eran arañas asadas? Las patas se habían desprendido con el fuego, y los pelillos les daban a sus abdómenes un apetitoso aspecto de criadillas que podrían haber engañado a su hermano. Mejor... mejor no comentarle nada.

Si no te gustan, hermano, déjamelas a mí. Yo cuidaré de ti.

Estragón cogió carrerilla hacia atrás, mientras sacaba un par de cazos atados por un cordel. Aprovechando el impulso, hizo girar el juego de cazos, estiró el brazo hacia delante, y abrió los dedos. Los dos recipientes giraban tensando una cuerda que giraba y giraba en dirección a las arañas. El lanzamiento pasó entre Shagar y Lilith, pero no había suficiente ángulo como para golpear a las arañas. Los cazos simplemente pasaron de largo sin dañar a ningún artrópodo inocente en la sala.

Las arañas no se inmutaron cuando las boleadoras cayeron, con cierto estrépito, al suelo tras chocar contra el quicio de la puerta. Al parecer, el sonido las enfureció todavía más. Ambas se lanzaron hacia adelante, una atacando a Shagar y la otra a Lilith.

Tras ver pasar las boleadoras, emitió un gruñido de sorna y contestó a su hermano..."Ya me encargo yo...como siempre."

Shagar intentó golpear a la araña con su arma sacando provecho de su mayor alcance, pero en un espacio tan cerrado y la velocidad de las criaturas, muy ágiles de por sí, impidieron que su golpe llegara a buen término. Cuando se quiso dar cuenta, tenía a la araña encima, intentando subirse hasta su pecho y chasqueando las mandíbulas. Idéntica situación estaba sucediendo con Lilith, a la que la araña había cogido casi por sorpresa armada con su arco y no pudo reaccionar hasta tenerla encima, con los palpos peludos y goteantes a escasos centímetros de su cara.

Shagar maldijo en lengua orca, emitiendo varias imprecaciones dignas del más curtido barquero de los barrios bajos. Dos orificios redondos, sangrantes y supurantes de una sustancia verde-negruzca se podían ver con toda perfección en uno de sus brazos, donde la araña había conseguido hincar sus dientes. Lilith, por el contrario, esquivó con agilidad el mordisco apresurado de la araña, que la contempló con hambre mal disimulada desde sus multifacetados ojos....

Viendo lo estrecho del pasillo y tras escuchar al resto, Shagar decidió retroceder hasta la sala anterior, mucho más grande, mientras interponía su arma amenazadoramente entre él y la araña...*

"Que vengan....les estaremos esperando....jurl jurl jurl..." dijo el semi-orco, levantando la bisarma ligeramente al llegar al lado de Eco.

Sapo, terriblemente asustado por la presencia de las arañas, apretó el gatillo de su ballesta sin apenas apuntar. En su cabeza no valoraba el peligro que suponía disparar en medio del amasijo de espadas,espaldas, arcos, patas, brazos y cabezas en que se había convertido, de repente, el pasillo del castillo. Sin ni siquiera mirar si había dado o no a su objetivo, tiró con fuerza del mecanismo de la ballesta para colocar otro virote.

Lilith no tuvo más remedio que reaccionar sin pensar (no es que no lo hiciera a menudo). Dio dos saltos hacia atrás y soltó la flecha, que se clavó en su atacante y le soltó un chillido agónico. Lilith recargó rápidamente y se preparó para el siguiente ataque. ¿Volver atrás? No le parecía la mejor idea. Si alguien les había oído en la sala siguiente, ya sería demasiado tarde para retirarse. Mejor guardar el sonido en un túnel que dejar que fluyera en ecos por toda la fortaleza.

La araña recibió el flechazo de la elfa en pleno abdomen, emitiendo una especie de chasquidos, casi gañidos, mientras una sangre blancuzca salpicaba el suelo del pasillo debajo de ella. La araña pareció tener unas breves convulsiones, pero en lugar de caer al suelo muerta, comenzó a moverse con mayor rapidez, como si la herida la hubiera puesto frenética y ahora sólo pensara en matar o morir.

Con todo el grupo a varios metros de distancia, las dos arañas centraron su atención en Lilith. La araña herida daba la sensación de que se iba a lanzar de un salto hacia la elfa en cualquier momento, la otra parecía que iba a aprovechar la atención de la elfa sobre su compañera para atacarla por un lateral....

Galdar dudó unos instantes, pero se posicionó al lado de Shagar, descolgando su maza del cinturón..."Elfa....¡ven aquí!¡No es necesario arriesgarse luchando sola!"

Maldijo para sus adentros. El intento de frenarlas en el pasillo por parte de Lilith empeoraba las cosas, sabía que necesitaría ayuda así pues ralentizar a la más cercana permitiría a Shagar acercarse a apoyar a la elfa, pero la distancia era demasiado grande para hacer algo así con seguridad. No le gustaba la idea, pero tenía que jugársela.

¡Shagar y Galdar cuidado, voy a intentar darle a la que tenéis enfrente! -Aun así, su voz no se levantó más de lo necesario, ¿alguna vez habéis oído un grito en bajo? es ridículo.

Respiro profundamente, se centró en la araña y con diestro gesto soltó la bolsa que cayó con suavidad sobre su pie, mientras llevaba la mano al carcaj de la espalda, en el mismo giro con el que asomaba, según termino este tenia la flecha preparada. Se tomó un último instante que se le hizo más largo de lo que en realidad debió haber sido, y disparo... y acertó, indudablemente no esperaba darle, se sorprendió tanto como la primera vez que vio a una mujer desnuda.... no pudo evitar arquear una ceja, si no de asombro quizás, de una menor sorpresa o en ese preciso momento falta de fe en sí mismo.-Vaya. -

La araña dio un ligero traspié, tan sorprendida como Eco por el terrible dolor que le atenazaba una de sus múltiples ojos.... la flecha se clavó con sonoro ruido sordo, y un manantial de icor blanco salió hacia la elfa.... Le recordó de nuevo a los buenos tiempos, cuando más de una mujer estaba delante de... No, céntrate en otras espadas y devuelve esa a la funda... aunque verla luchando así, rodeada de blanco, indefensa pero fiera... cayéndole por el cuello y el pecho, recorriendo los labios al caer....tapándole parte de un ojo... en su gloriosa explosión...

Volvió a la pared, ahora respirando de forma intensa, aunque no precisamente por el combate.- Esto no es bueno cuando las cosas están tan tensas... bueno... por una cosa más no creo que importe a estas alturas. -Rio por lo bajo, cosa que le sorprendió en gran medida.

A Estragón le hervía el estómago por dentro, como un caldero en plena cocción. Serán sus genes orcos, que le pedían unirse a la batalla en feroz cuerpo a cuerpo. También tiene que ver con que por culpa de las arañas, por no estarse quietas para dejarse dar, había mandado su juego favorito de cacerolas al quinto pimiento.

Carraspeó... como antes de aderezar con una flema sus guisos. Y con la paciencia que solo sabe aderezar la venganza, sacó uno de sus cuchillos de cocina... apuntó... y ¡ZAS! Para envidia del cartero de los malabares con daga, el lanzamiento fue preciso. Estragón suspiró aliviado. Por lo menos esta vez solo tendría que desclavar la daga del cuerpo de la araña para recuperar el cadáver. A ese cuchillo también le tenía bastante aprecio, casi tanto como a las cacerolas.

El cocinero miró a su izquierda el marco de la puerta, y hacia arriba confirmó que había un dintel. Retrocedió un par de pasos, metro y medio, no más, para así dejar entrar también a Lilith, o lo que quedara de ella tras el ataque arácnido.

Tanto el cuchillo como la flecha habían impactado en sus objetivos, en un alarde de puntería, sobretodo por parte del cocinero, cuyo cuchillo pasó a apenas un palmo de distancia de la cadera de la Elfa antes de impactar de lleno en la araña

El cuchillo entró hasta el mango en el caparazón quitinoso de la araña que estaba delante de la esbelta mujer de pelo blanquecino, justo debajo de las mandíbulas. La araña nisiquiera emitió un quejido. Simplemente cayó al suelo y sus patas se plegaron sobre sí mismas, quedando boca arriba para no moverse nunca más.

La otra araña, sin embargo, saltó hacia Lilith como poseída por mil demonios, olvidando toda prudencia, casi trepando por su costado y mordiendo con ahínco en el cuello de la mujer, dejando dos feas heridas con sendos chorretones sanguinolentos mezclados con el ícor de color verde-negruzco que aquellas criaturas iban destilando por sus palpos. Con un movimiento reflejo, la mujer se quitó de encima del hombro aquella monstruosidad, pero el daño estaba hecho.

Shagar se adelanto unos pocos pasos sin decir nada y atacó a la araña, con un gruñido de esfuerzo....pero no tuvo en cuenta la cercanía del techo, ya fuera por las prisas por acabar con aquel ser, o por no querer impactar en la Elfa debido a la posición de la arana. El arma, con un sonoro "¡Clooonc!" impactó en el techo y salió despedida 3 metros en dirección hacia Estragón, quedando a mitad de camino entre Shagar y su hermano, que había mirado con ojos como platos como el arma volaba por encima de su cabeza.

Lilith apretó los dientes y soltó un gruñido de dolor al arrancarse al octópodo del cuello. Sin más dilación, sacó su estoque de la vaina y provocó un rápido, casi invisible, tajo al cuerpo de la araña, que se retorció con un sonoro chiiiiii. Lilith retrocedió unos pasos y recobró la compostura.

Sapo guiñaba un ojo y sacaba la lengua tratando de apuntar con la ballesta y no ser él el que matara a Lilith.

- Déjala en paz.- Definitivamente era estrábico.

El estoque penetró y salió del cuerpo de la araña con soltura, la cual, con un sonoro "chiiiiii", cayó al suelo y, boca arriba, plegó las patas poco a poco, quedándose inmóvil totalmente.

Un virote impactó en el cuerpo de la araña apenas un segundo después de caer al suelo. El Gnomo había acertado, también...pero la araña no reaccionó a dicho ataque. Estaba bien muerta.

Unos segundos después, nada se oía, y ningún movimiento se veía a través de la puerta abierta enfrente...pero Shagar y Lilith empezaban a presentar temblores en sus manos y una palidez extrema.*
 

Estragón palmeó el hombro de Shaggar.

Lo sé, hermano... yo también tiemblo de emoción por esta victoria.

Se adelantó hasta el pasillo y recuperó su cuchillo de modo que se puso a usarlo para despiezar al artrópodo y obtener sus patas. En condiciones normales, toda la araña sería aprovechable como ingrediente de cocina, pero estaban en territorio enemigo y no era prudente pararse mucho. Con las patas tendría suficiente: a la parrilla, su carne se cocería en el interior de las articulaciones del exoesqueleto. Sería lo más cerca que estarían de comer marisco tan alejados de la costa como estaban.

Con un cordel, ató un manojo de patas de araña a modo de fardo, para que fuesen más fáciles de transportar y almacenar. Luego, cargadas al hombro, se asomó a la torre llena de chatarra, para ver si de un simple vistazo podía ubicar dónde había aterrizado su juego de cacerolas.

Lilith puso cara de asco mientras intentaba deshacerse de la baba pegajosa que el arácnido le había echado encima con aquel ataque. Cierto día había experimentado la misma sensación, en un pantano, pero incluso en aquella aventura le había resultado más agradable que esta vez. Resopló y miró hacia delante, pero antes de avanzar lanzó una mirada interrogante a aquellos que iban tras ella. 

El Cartero estaba exhausto, no cabía duda de que el no hacer ruido era lo que más le había preocupado. Se agacho resignado a recoger el pequeño paquete que había sobre su pie y lo guardo de forma metódica, miró en derredor como se recomponia el grupo, vislumbro al gordo cocinero intentando otear aún más allá de su visión en busca de algo seguramente perdido.

Se recompuso y fue hacia una de las arañas abatidas con intención de recuperar su flecha cuando vio a la elfa quitarse con enorme soltura todo el líquido blanquecino de encima, quizás el primer instinto que le atenazó no fuera el correcto pero no pudo evitar mostrar su interés en ayudarla.

"Si veis que vais muy apurada limpiandoos dejarme echaros las manos que hagan falta en ello" -dijo con una sonrisa y un guiño a la par que se inclinaba, para luego proseguir en busca de su flecha en aquel insecto que ahora yacía inerte.

Ver caer a la última araña tras el impacto de su virote enorgulleció al gnomo narigudo sin nariz que hinchó el pecho orgulloso y lanzó una mirada desafiante a Shagar, tan fanfarrón siempre a ojos de Sapo. Ver a su hermano recoger las patas no le resultó raro,pero claro, no se imaginaba que fuera para comérselas sino para extraer algún tipo de componente alquímico.

Su veneno quizás...- Si ya de por sí Lilith era pálida y angelical, verla temblar de miedo por haber estado a punto de morir entre las fauces de la araña encogió el corazón de Sapo, quien no solía ser muy comprensivo con las emociones de los demás. Sin embarco las enseñanzas de Licasto eran claras. Tembleque = miedo. Anda que no temblaban los niños de Bulborp cuando le hacía creer que  miles de hormigas les entraban por boca y ojos.- ¿Estas bien?

Galdar se acercó inmediatamente tanto a Shagar como a Lilith, mirando con preocupación allí donde las arañas les habían mordido. "Mierda....¿os sentís bien? Las arañas tienen mala fama por ser venenosas." Las manos del clérigo apretaron el contorno de las heridas, pero Shagar se lo quitó de encima de un manotazo. "Estoy bien, clérigo. Yo no soy una debilucha elfa....o un escuchimizado Gnomo." dijo, mirando con cierta sonrisa sarcástica a Sapo. Apretó el puño y poco a poco los temblores desaparecieron... "Bah....miremos adelante, a ver que encontramos.". Dicho ésto, se metió detrás de su hermano en la sala de donde habían salido las arañas, para echar un ojo...pero siempre con el arma por delante.  

Pero con Lilith era diferente. El veneno había entrado con fuerza en su torrente sanguíneo y no iba a soltar a su presa. Rápidamente empezó a encontrarse mal. La cabeza la daba vueltas, los temblores eran imposibles de parar, las piernas le comenzaron a pesar y tenía la necesidad de apoyarse en la pared. Galdar llegó rápidamente a su lado y sólo dijo "no te muevas, si quieres vivir...". Con un pequeño cuchillo que llevaba encima, practicó un par de punciones en la fea herida de Lilith, para inmediatamente después acercar sus labios a las dos marcas negruzcas de los palpos de la araña en el cuello de la Elfa y comenzar a chupar vigorosamente. Tras llenar su boca con sangre de la elfa, giraba la cabeza y la escupía, una sangre rojiza y negruzca, con hilillos de color morado en su interior. Repitió la operación varias veces. Cogió de su mochila un pequeño paquete y lo abrió, mezclando rápidamente dos polvos que llevaba en papelinas pequeñas, poniéndolo todo en una venda y aplicándolo a la herida, directamente. Una explosión de dolor atenazó el cuello de Lilith. 

Poco a poco comenzó a encontrarse mejor, y apenas un minuto después de aplicar los polvos, empezó a recuperar fuerzas, a poder dejar de temblar y a tener de nuevo pleno control de su cuerpo. 

"Alabado sean San Cuthbert..y Tyr." susurró el clérigo. Terminó de vendar el cuello y ayudó a levantarse a Lilith, tras recoger todas sus cosas. "Mejor mantén ése vendaje ahí...y si te vuelves a encontrar mal, dímelo inmediatamente. Casi no llego a tiempo." 

Mientras tanto, Estragón encontró sus ollas liadas en cuerdas al entrar en la habitación. Una habitación que tenía un suelo de madera con un agujero en medio, muy similar al de la torre por donde habían subido. Incluso Estragón se dio cuenta (gracias a su pequeño familiar, que de un salto cayó al suelo y se quedó mirando intensamente el mismo, para luego mirar a su amo, y luego al suelo de nuevo......) de que el suelo no era de fiar, al igual que en la anterior ocasión. A un lado habían una escalera de pierdra que descendía en la oscuridad, y a los hermanos Levin no les costó mucho (apenas bajar un par de escalones) ver que abajo estaba lleno de muebles de madera rotos, además de ramas de árboles cortadas y dejadas caer ahí dentro. También vieron los cadáveres de tres arañas más, pero nada más de interés. 

En la planta de arriba (donde ellos estaban), en el lateral de la torre (hacia el sur), pudieron ver una puerta cerrada, pero no tenía candado y que daría a la muralla lateral (este). Abajo había otra que posiblemente daba al patio central, pero estaba tan lleno de muebles y trastos que sería imposible intentar abrirla sin haber despejado primero la zona...y tenía pinta de costar un buen tiempo, quizás horas. 

Ssssh... no te aventures tanto tú sola, Rata. Podría haber culebras ratoneras entre las ramas...

Con mimo, Estragón recogió a su familiar arrastrándolo suavemente hasta una de las palmas de su mano, para luego subirlo otra vez a su coronilla, bajo el sombrero. Los minutos que Galdar empleó en las heridas de Lilith del cuello, Estragón los utilizó para desmadejar sus cacerolas y volver a guardarlas.

¿Sabes lo que creo, hermano? Creo que los orcos trataron de entrar en esta torre, y mataron a tres arañas antes de huir y encerrarlas. Todo lo demás es un gran misterio para mí. Quizás utilizaron esta torre como almacén para leña nada más llegar, y al abrir la puerta de la muralla este salieron todas las arañas y tuvieron que recular, encerrándolas aquí.

¿Qué? No es tan disparatado...-pensó, mientras se encogía de hombros ante la mirada escéptica de Shagar.

Estragón llamó con la mano a su hermano, para que le siguiese a la planta baja, y empezó a rebuscar entre la broza. Su mente conjeturaba con encontrar una llave en algún cajón, una trampilla bajo las ramas, o un especiero de roble para poner en la pared de la cocina de su futuro restaurante, cuando lo inaugurase. Unos planos del castillo también vendrían bien: al ser papel, los orcos lo habrían tirado con el resto de provisiones de cosas que arden.

Tú busca por ese rincón de ahí, Shagar... ¿No? Bueno, haz lo que te plazca.

El pequeño gnomo se quedó todo el lado junto a la elfa mientras Galdar practicaba su medicina con ella. Sapo estaba angustiado y veía con horror los escupitajos sanguinolentos que el clérigo echaba pro esa sucia boca.A punto estuvo de intervenir cuando paró y reconoció en la elfa un mejor aspecto.

Mientras Estragón buscaba Sapo esperaba inquieto a ver qué más tenían que hacer.

- Aún no hemos contado nada.- Dijo sin más, en alto, expresando sus pensamientos y su incordio por estar allí perdiendo el tiempo.

¿Contado qué? preguntó Lilith al pequeño gnomo, el cual sin su divertida nariz se le antojaba un payaso triste. Respiró hondo y se puso de pie, no sin esfuerzo, apoyando la espalda en la pared. Se dirigió a Galdar: Gracias, clérigo. Este... eso. 

Sí. Solía ocurrir. Cuando Lilith se encontraba físicamente débil, sus dotes sociales mermaban como la nieve a principios de primavera. Odio la primavera, pensó la elfa. 

Eh... estuvo a punto de dirigirse a los demás para pedir disculpas, pues les había hecho perder un tiempo precioso. No pudo continuar. Puso cara triste y siguió a los hermanos Levin, aún apoyándose en la pared.

La elfa observó a los dos orcos y esbozó una ligera sonrisa condescendiente. Después miró en dirección a la puerta abierta que daba a la muralla y a la que daba al patio. Igual... ¿os...? Mmm... no sé. ¿La muralla...? Cuando se dio cuenta de las miradas interrogantes de los demás, carraspeó, sacó pecho y dijo: Ejem. Si hay guardias en la muralla... eh... estarán mirando hacia el exterior. Deberíamos despejar esto y colarnos sigilosamente en el patio. Dentro se sentirán más seguros y estarán menos alerta. Además, podemos hacer algo de ruido. No... no nos verán con esta tormenta. ¿No...? Ay, pensó. Se le había enrojecido la cara.

Creo que la Elfa tiene razón, pero no olvidemos que la oscuridad que provoca la tormenta les beneficia también más a ellos con su visión. Ademas, temo porque esta tormenta no sea del todo natural, llamarme paranoico.

Se puso a rebuscar entre los pliegues de su abrigo, con la soltura de aquel que sabe donde buscar.

Ajam, sabia que lo tenia encima, la próxima puerta dejarme mirar por debajo antes y quizás nos ahorremos alguna sorpresa. -Un pequeño objeto brillante relució por un momento bajo un trueno en la palma de su mano. Volvió a meterlo en su sitio, sabedor de donde hallarlo ahora exactamente.