Partida Rol por web

Estragón cogió su sombrero mojado y lo escurrió como una esponja, para luego volver a ponérselo algo más arrugado.

Jojojojo... Cómo se nota que somos hermanos que pensamos exactamente lo mismo. Te he visto crecer, y hacerte todo un semiorco. Estoy orgulloso-palmeó el hombro de Shagar-. Si jugamos bien nuestras cartas, podemos matar a los ocho orcos, entrar silenciosamente en la torre que falta por inspeccionar... y en la iglesia... y así sorprender a Vortigern durmiendo para poder degollarlo antes de que se ponga a ejecutar conjuros... Yeaaaah... Al fin podré vengarme de ese hacedor de esqueletos que me dejó lisiado.

Los gordos dedos de Estragón palparon la zona de la cicatriz, a un lado de su sien, donde había perdido la oreja. La venganza es un plato que se sirve frío. Sin embargo, había allí otros que no se habían pronunciado...

La decisión está tomada. No dispondremos de mejor ocasión que esta. Sin embargo... soy un demócrata, así que dejaré que déis vuestra opinión no vinculante-miró a Lilith, Eco y al pequeño y risueño Sapo-. Eso, como mucho, dejaría la votación en favor del plan por tres a dos y medio. Y ni siquiera tuve que contar que mi voto valiese el doble.

Debajo de la posición de Jerinor y Hathol, en la torre, he visto luz, seguramente de una hoguera o un fuego para calentarse o cocinar algo....eso supone más enemigos. -Dijo tajante, serio y con un deje de resignación.- También estáis suponiendo que Vortigern no sea capaz de dejar caer a los orcos bajo su mando con tal de lograr pillar a su enemigo con la espalda completamente descubierta. Tampoco contar que el enemigo tiene la ventaja de tener mejor visión que nosotros una vez empiece el combate... -Hizo un gesto de desdén, mientras se sacudía el agua que corría por la capucha hasta caer en su rostro mientras se estiraba.

Creo que lanzarnos a una batalla sin conocer la posición de nuestro verdadero enemigo es lo peor que podemos hacer. Yo seguiría explorando, hasta dar con la ubicación de Vortigen. O incluso intentaría llegar a la otra torre y comprobar que nos espera allí.

Aun así, pienso hacer lo que el grupo decida. -Preparo 2 flechas en su mano y comprobó la tensión del arco.- Pero tener por seguro que ya saben que estamos aquí.

Lilith puso los ojos en blanco, cansada de encontrarse siempre en la misma situación. Unos querían esto, otros querían lo otro... y, aunque ella era más partidaria de marcharse por donde habían venido, por otra parte no le gustaba pensar demasiado las cosas. Por mucho que idearan una estrategia, ella no iba a tomar parte. No se le daba nada bien. No obstante...

¿Y qué hacemos con Hathol y Jerinor? Seguro que dos grupos de... personas... dan más de sí en un combate que un solo grupo. Además... la recorrió un escalofrío. Quién dice que no tienen más arañas de esas por ahí escondidas...

Solo de pensar en sus peludas patas se le erizó el vello de la nuca y una vena se hinchó en su frente.

Sea como sea, yo propongo eliminar a los orcos todo lo discretamente que podamos y después juntarnos con Hathol y los demás.

Cuando hablaba Estragón Sapo bizqueaba más de lo normal, lo cual era digno de ver. Si el que sabía contar calculaba así los votos... El pobre Eco mostraba sus desavenencias con el plan, no sin razón, porque a todos parecía olvidárseles la presencia de un poderoso mago entre los estúpidos orcos. A Sapo no se le olvidaba pues aún estaba ofendido por el trato que le había dado a sus queridas ilusiones. Mientras acabaran con los orcos de forma discreta todo podía salir bien pero como fallaran más les valía tener un plan B.

- Sería bueno avisar a los demás.- Susurró desde su escondite asintiendo ante las sabias palabras de Lilith. Si querían asegurarse del éxito de su ataque cuantos más fueran mejor. 

Tras la intensa, pero corta, deliberación, quedó más o menos claro que querían intentar matar en silencio a los orcos que, en un principio, parecía que no les habían detectado, para más tarde, acabar con quien estuviera en el interior de la torre/iglesia, presumiblemente, Vortigen. También estuvieron más o menos de acuerdo que lo más sensato era avisar al resto, así que volvieron con premura sobre sus pasos y llegaron hasta la torre por donde habían entrado, saliendo con cuidado al exterior, donde una Lauriel, que permanecía escondida entre la torre y el adarve* les recibió señalando a una de las almenas** donde se veía una cuerda de cáñamo atada alrededor de la misma, y enrollada en el mismo borde. "Sólo hay que empujarla y bajar por ella. No la he dejado ya, porque si alguien pasa por abajo, la vería."

Cuando le comunicaron sus intenciones, la elfa negó ligeramente con la cabeza, pero a pesar de todo se encogió de hombros..."No hemos venido aquí a iniciar una pelea, y menos de noche, con Orcos. Sólo tenemos que averiguar cuantos son y volver...pero no niego que, sabiendo que no están al corriente aún de que estamos aquí, loada sea Freya....me place atacar y hacerles mucho daño. Se lo merecen esas malas bestias, por todo el mal que han hecho. Podemos apoyaros desde aquí arriba con nuestros arcos, no se lo esperan, éso desde luego. Déjame que hable con los otros dos..." 

Se separó un poco y dialogó con rapidez con Hathol, que permanecía medio asomado a la almena de arriba de la torre de la iglesia. Hathol desapareció y ya no volvió a asomarse. Lauriel retornó a su lugar..."Bien, ya saben que no tienen que disparar hasta que hayan señales evidentes de que nos han visto...si podéis eliminar varios sin que os vean, me sentiré impresionada. Muy impresionada." Su tono de voz dejaba claro que hablaba en serio. "Eso sí, si la cosa se pone fea....nos vamos. ¿Entendido?"

Habiendo dejada clara su posición y su opinión, la mujer se movió con cuidado hacia la zona del final de la torre, donde el paseo superior se acababa...justo encima de donde habían un par de Orcos. Miró hacia atrás y asintió, levantando el arco y mostrando la flecha que llevaba preparada ya. 

Eco y Lilith ya estaban preparados en una escalera de piedra, desgastada por el tiempo, con pequeños charcos de agua en ella y algo de musgo, que llevaba al patio interior. Shagar y Estragón les seguían...y cerraban la marcha Galdar y Sapo. 

Si querían echarse atrás...era el momento. Si bajaban, sólo la habilidad o la suerte les salvaría. 

Esto va a ser una mala idea, si se me rompe algo más os vale mandarme como correo frágil al menos. -Guiño un ojo a Lilith, se coloco el arco de la forma más cómoda y segura posible para que no se moviera y saco una bolsita negra de debajo de sus ropajes y una daga que cogió de forma invertida.

Mirando hacia el borde, volvió a planteárselo- Sabes, no es algo que me haga mucha gracia, el intentar abrazar a un orco por la espalda de forma tan cariñosa. Si fuera una buena mujer, ¿seria otro caso, todo trata de dagas no? -Suspiro, claramente no le hacia mucha gracia- Si se revuelven como gusanos comedores de hombres, esto va a dejar de ser divertido para ser grotesco.

Se dejo caer con el mayor sigilo posible en el patio, se agazapo contra la pared y comenzó a buscar el orco más cercano al que enseñarle que el arte amatorio a la altura de la 4 y 5 costilla es muy intenso.

Lilith le guiñó el ojo de vuelta a Eco preguntándose qué narices significaba ese gesto. Lo hacía tanto que pensaba que era un tic, y se preguntó si se ofendería por imitarle. No tenía intención de insultar. Significara lo que significara, le parecía una tontería.

Bien, entonces, movámonos.

Lilith sacó su arco, colocó una flecha y tensó. Agazapada, caminó a lo largo de la muralla y buscó su próximo objetivo con la destreza de su raza y la avaricia de los humanos.

Estragón bajó las escaleras de piedra, con la delicadeza de un hipopótamo en el agua. Había escogido para el lance su rodillo de amasar. Le tenía mucho cariño, y esperaba no romperlo, pero era lo único lo suficientemente contundente entre sus pertrechos como para abrirle la cabeza a un orco tozudo de un solo golpe.

Se deslizó siguiendo el alar del tejado de la iglesia, para mojarse algo menos, y pasó por delante de su puerta conteniendo la respiración. La esquina a la que había pegado la espalda le ocultaba de los dos primeros orcos a abatir, pero quedaba a plena vista de los demás centinelas si se girasen. Solo esperaba que cuando todo el conflicto estallara, confundieran a Estragón con uno de los suyos.

Había llegado el momento. Estragón besó su rodillo para darle suerte al lanzamiento, y desde la esquina su brazo empezó a repetir el movimiento para lanzarlo a lo lejos, hacia la cabeza del orco de la izquierda, preparando su puntería.

En última posición  Sapo siguió a los demás escaleras abajo, de puntillas, manteniendo una distancia de seguridad prudencial más por los pedos de Estragón que otra cosa. En sus manos portaba la ballesta cargada.

El grupo avanzó con bastante sigilo bajando por la escalera húmeda de piedra y llegando sin problemas hasta el patio.

Rodearon la esquina de la torre/iglesia y con el sonido de la lluvia de fondo, vieron los dos orcos que estaban vigilando mirando hacia afuera. Eco avanzó agazapado hasta situarse detrás del más próximo a la torre. Lilith armó su arco y apuntó al más alejado. Estragón, por su parte, afinaba la puntería con su maza.....

Y los Orcos, no parecían haberse dado cuenta de nada. 

Arriba, en el borde, apareció ligeramente Lauriel indicando con un movimiento exagerado de la boca el momento del ataque..."tres....dos...uno.....¡ahora!" gesticuló con su boca, sin decir nada. Hizo el movimiento de cargar la flecha y disparar....en los siguientes segundos se decidiría el futuro de todos ellos. 

En el último instante, Estragón notó el inesperado tacto de Sapo en la pierna. Se separó un par de pasos, y eso le fastidió todo el lanzamiento, pero el rodillo de amasar salió igualmente volando por los aires. Estragón lanzó una mirada de desaprobación en el punto ciego del estrabismo del gnomo, así que como si no lo hubiese visto. El obús de madera tenía una trayectoria irregular. En ocasiones parecía que se iba a estrellar con el suelo antes de llegar al orco, en ocasiones parecía que retomaba altura como si fuese a pasar por encima de la cabeza-diana, y en ocasiones parecía que iba a pasar por al lado. Con todo, lo que parecía más improbable era que el rodillo diese en el blanco, eso era lo más difícil.

Intento repetir esa carambola aposta y no me sale.

Lilith soltó. La flecha se incrustó en la armadura del orco, pero no llegó a abatirlo. Lilith chasqueó la mandíbula. Esperaba acertarle en el cuello, pero la lluvia había desviado la trayectoria hacia la clavícula. Eficaz, pero no lo suficiente. Soltó un gruñido y se preparó para otro tiro. Lo bueno de atacar a distancia, es que el enemigo nunca llegaba a cubrirla antes de morir. Lilith se sonrió mientras apuntaba de nuevo. Sentía la sangre inundando las venas alrededor de sus ojos, enfocando con la mirada de un demonio.

Mucho ruido y pocas nueces. El grupo comenzaba su ataque y Sapo  andaba un poco perdido. Había decidido quedarse parado, quietecito, sin meterse en líos hasta que fuera necesaria su intervención Sin embargo el movimiento hipnótico del trasero de Estragón, el repiquetear de la lluvia, el agua escurriéndosele por su accidentado rostro y el ruido de los arcos al tensarse y destensarse pusieron nervioso al gnomo. Sus deditos se contraían con arrítmicos espasmos. Para su fortuna la ballesta estaba apuntando ya a uno de los orcos apostados en la muralla  y no a uno de sus compañeros pues, cuando quiso darse cuenta, un virote volaba hacia uno de ellos.

Salto hacia él, no se pensó lo que podría ocurrir, lo que podría salir mal, era un momento donde uno tiraba la mesa de juego y provocaba una confrontación entre todos para después salir de ella sin que le vieran. Lo había hecho varias veces, era la mejor forma de salir de un lugar....pero en este caso la mesa era un orko, uno grande y que posiblemente no se alegrara de que buscaran su yugular para hacer una fuente para el patio.

Con los orcos sorprendidos por la espalda, Estragón aprovechó para lanzar su rodillo de amasar, una especie de palo gordo con los extremos finos, algo similar a una clava pequeña. El rodillo golpeó la espalda del Orco, a la vez que una flecha se clavaba en el cuello del orco hasta las plumas, quedando apenas un centímetro de flecha saliendo hacia arriba en diagonal. El orco se tambaleó y cayó al suelo de lado. Su compañero se giró hacia él, mirándolo interrogativamente, mientras un gruñido salía de su boca....

Otra flecha se clavó en la espalda del segundo Orco, el que estaba más pegado a la pared de la torre. El orco acusó el golpe dando un paso adelante, mientras intentaba girar, sin saber que ECO se le echaba encima agazapado como un gato desde su espalda, pero Lilith fue más rápida, disparando antes de que ECO se echara encima del Orco. La flecha de la elfa pasó por encima de la cabeza de ambos, muy cerca, con un silbido que les indicó, a los dos, que la muerte había pasado cerca de ellos. Shagar se adelantó sin muchas ceremonias y levantando la bisarma por encima de su cabeza, la dejó caer como un hacha de carnicero en la cabeza del Orco. Se escuchó un ligero crujido, como el de un melón al partirse, antes de que trozos de materia pringosa saltaran en todas direcciones, manchando a ECO, principalmente, que se estrellaba en ése momento contra la espalda del Orco, que tras el golpe de Eco, cayó hacia adelante, resbalando por un terraplén, donde unas estacas orientadas hacia fuera lo detuvieron.

Que el golpe de ECO fuera inútil, pues el Orco ya estaba muerto o que el virote de Sapo saliera desviado, poco importaba, pues ambos Orcos habían caído en breves segundos.

Al girarse, vieron que el resto de Orcos, seguía vigilando el exterior. Sin duda, Freya, San Cuthbert, Tyr y Tymora estaban de su lado, pues los Orcos ni se habían percatado del ataque, pese a que no habían sido especialmente silenciosos. Al parecer, la tormenta, la lluvia, el viento y una gran dosis de suerte les estaban ayudando...pero.....¿hasta cuando?

Estragón se acercó a los cadáveres y recogió su rodillo de amasar. Un dedo suyo terminado en uña sucia le rascó cavilante bajo el sombrero de chef. ¿Qué había salido mal? Frotó uno de los extremos del palo contra las protecciones de cuero de la espalda del orco, tratando de comprender. Parece ser que la clave era ser puntiagudo. Las flechas habían dado resultado, pero el utensilio de cocina no había perforado el pecho del orco hasta asomar por el otro lado.

Tal vez Estragón debería retomar la idea de los cuchillos... aunque la técnica de su hermano Shagar también parecía efectiva. Quizás lo más sabio era dejarle las sutilezas de las emboscadas a los demás, y embestir a lo bruto si los arqueros fallaban. Nah... probaría a lanzar los cuchillos de cocina.

Estragón ocupó un nuevo lugar de asalto, esta vez acunclillado en un arbusto. Tomó el cuchillo por el filo, entre sus dos dedos, armó el brazo hacia atrás y se dispuso a lanzarlo.

Esta vez va la buena...

Efectivamente, el cuchillo se clavó atravesando el cuero, aunque para derribar a un orco adulto necesitaría de algo más contundente. Menos mal que coordinó su ataque con los de los demás.

Sapo apretaba la mandíbula, arrugaba el ceño y hasta a veces ocultaba el rostro tras sus pequeñas manos debido a la tensión de momento. Finalmente los dos orcos cayeron y respiró aliviado mientras dejaba que el agua de la lluvia resbalara por su accidentado rostro. En la oscuridad y todo lo pequeño que era se escabulló tras los pasos de Estragón y se acurrucó tras un muro de piedra en medio del patio.

Lilith quería acercarse más al siguiente orco, pero la única manera posible implicaba moverse por en medio del patio para esconderse detrás de la torre de enfrente, muy cerca de donde se encontraba su presa. Lilith esperó un momento agachada en su posición, y observó los movimientos del orco. A ratos movía la cabeza de lado a lado, y, si un relámpago no la delataba, en cualquiera de esos movimientos, ella podría correr hasta su nueva posición. Los otros orcos no podrían verla. 

Esperó, olvidando lo molesta que le resultaba la lluvia sobre el rostro. El orco giró de nuevo la cabeza en la oscuridad, y Lilith se impulsó con los pies en un salto que la desplazó un par de metros adelante, y después corrió con su agilidad y ligereza llevadas al extremo. Logró alcanzar su escondite en el momento preciso en el que un relámpago iluminaba la noche. Se asomó por el borde de la torre. El orco no le había detectado. Sacó otra flecha y se preparó para matar.

Bueno, el cuerpo a cuerpo no va a dar resultado dado que aun contra un muro verde, no ha acertado ni a tiempo ni de forma correcta. Suspiro.

"Si hay que hacer las cosas como a uno mejor se le da..."
Con el arco preparado, se puso en la cobertura más próxima preparado para el siguiente combate.

"De momento todo va bien", pensó Jerinor, forzando la vista casi al máximo para poder vislumbrar las sombras de sus compañeros allí abajo. A algunos podía verlos con cierta claridad, pues parecía que no valoraban demasiado aquello de aprovechar las coberturas y caminaban casi abiertamente por el patio, con una temeridad tremenda, que en cierta forma, hacía que la mujer admirara al insensato....como aquel semi-orco llamado Shagar, que prácticamente iba de un lado a otro sin esforzarse por esconder o ser sigiloso. A otros los perdía de vista con demasiada facilidad..."no me gustaría tener que enfrentarme con éstos tipos en un sitio oscuro..." como al semi-orco gordo o al humano encapuchado, que prácticamente no sabía ni dónde estaban. La elfa del pelo blanco le estaba decepcionando...o realmente tampoco le importaba que los Orcos la vieran, pues estaba muy expuesta, incluso ella la podía ver con claridad..aunque claro, ella ya sabía por dónde estaba..más o menos....o el pequeñín...que correteaba por medio del patio cercano a uno de los muros con mucha prisa.

Los guardias de debajo de la torre habían caído rápidamente y con bastante sigilo, y ahora se dirigían todos hacia los guardias de la muralla sur....pero no supo si fue el pequeñín, la elfa o el grandullón del palo largo...pero se escuchó con claridad un ruído de gravilla y pasos...y los tres orcos más cercanos se giraron al unísono*

Miraron con perplejidad hacia el nutrido grupo de variopintas personas que se les acercaban por detrás, girando el resto del cuerpo con lentitud, con sus armas en las manos y con pinta de estar pensando algo parecido a "¿QUÉ COJONEZ PAZA AQUí?"

Todos, sobretodo los más cercanos, se dieron cuenta que los Orcos que se habían girado iban a dar la alarma de un momento a otro, disponían quizá de dos o tres segundos para actuar...o mataban a los tres, o la sorpresa se había ido al garete, por otra parte, cosa más que razonable, con todo el escándalo que algunos estaban montando.

Una flecha con las plumas verdes y negras, perteneciente a Lauriel, se clavó en el hombro del primer guardia, del más cercano a ellos, pero no parecía haberle dado en ningún punto vital. El orco miró la flecha y abrió la boca para emitir un grito de guerra....