Partida Rol por web

El séptimo sentido de Alice, ese sentido que permite a cualquier maga saber cuándo la poción de ojos de sapo está a punto de salirse del puchero, le aviso que Aire estaba en peligro. Nunca debes dejar a una niña sola. Y, al fin y al cabo, Aire no era más que una niña atrapada en el cuerpo de una mujer adulta. Flame, deberíamos de seguir a Aire ya sabes que tiene una habilidad especial para liarla cuando está sola. Aquí no podemos hacer nada más. La habilidad de Aire para liar las cosas cuando estaba sola era comparable a la habilidad de Alice para acertar con la ballesta a sus amigos. 

Alice y Flame encuentran a Aire junto a la niña muerta de la cama. En el fondo sabían que esto iba a pasar tarde o temprano: Aire perdería el control y usaría su peligrosa y mortífera magia para matar a un inocente. No eran quienes para reprocharle nada, ya que ellos no habían sido el mejor ejemplo. Flame había matado a Fosco, y Alice siempre disparaba los virotes de su ballesta contra sus propios amigos.

Por lo demás, aquella habitación del pasillo estaba tal cual Aire lo encontró: un dormitorio con peluches y muñecas. En una esquina, un banco para sentarse ante un aparador con espejo... En una pared, un armario... Al lado, un baúl... Y en el centro, una cama. La cama en la que estaba la niña muerta que hace nada habían visto con vida en las escaleras.

Aire estaba paralizada, sujetando con sus dedos la muñeca de la niña, que yacía muerta. Sus ojos estaban tan abiertos que no tardaron nada en resecarse, y su visión se nublaba por no parpadear y centrar la mirada. No la conocía, claro que no, pero era como si se hubiese muerto algo en ella. ¿Una niña? ¿Una dulce e inocente niña?

No fue capaz de saber cuánto tiempo había pasado desde que había llegado ella a la habitación y habían aparecido Flame y Alice. Notó sus respiraciones cortarse al ver el cadáver de la niña, en la cama, con la mancha de sangre en su pechera. Fue entonces cuando se dio cuenta de lo que había pasado. Observó a su alrededor, buscando algo que parecía sólo poder ver ella.

Flame, sienta a Ayash allí, estará cansado señaló con la mano al baúl. Pero no sólo lo señalaba. Estaba indicando que clavara al espadón en el baúl. Ella se giró hacia el armario, notó en su interior la poca magia que la quedaba, y decidió que era necesario. Alzó las manos y, susurrando unas palabras arcanas, una bola de fuego se lanzó contra el armario.

Las contraventanas estaban abiertas, y las ventanas cerradas. Y por ellas parpadeó el corto fulgor de la bola de fuego de Aire. La magia redujo el armario a cenizas, y tiznó de negro la pared a la que el mueble estaba arrimado. Solo se salvó el marco de la parte más baja. Y cuando las llamas se consumieron, un cadáver calcinado cayó al suelo.

El cadáver medía unos tres pies de altura, y el intenso calor había pegado a su piel la tela que lo vestía, y que solo había quedado reconocible en la parte que quedó mirando al fondo del armario. El estampado era similar al del pijama con el que estaba vestida la niña muerta de la cama.

En el baúl, Flame encontró zapatos de niña por duplicado. Dos pares de cada modelo.

Aire, al ver el resultado de su ataque, se golpeó la cara con la mano. Sí, había alguien escondido en el armario. No, seguramente no era el asesino de la niña. Y sí, casi con toda probabilidad, era la niña que habían visto subir. La muchacha había presupuesto que el asesino de mujeres estaba en esa habitación, que no le había dado tiempo a escapar, y que podría hacerle salir a las malas, logrando desarmarlo o matarlo con su propia arma para que se estuviese quieto. Pero no había salido nada bien.

La joven se sintió desfallecer y dio un par de traspiés antes de conseguir apoyarse en una pared. Un escalofrío le recorrió toda la espada, y empezó a hiperventilar. Los ojos se le llenaron de lágrimas, su boca se secó y, cuando se quiso dar cuenta, estaba de rodillas y vomitando lo poco que tenía en el espejo.

Tras unos segundos, su mente se despejó y, aún con el peso de la culpa que llevaría consigo siempre, se volvió a poner de pie. Le quedaba un consuelo al que agarrarse: Su ataque había sido muy efectivo, ella seguramente no habría sufrido y, además, mañana se levantaría como si nada.

Por lo menos he evitado que la violaran recitó, ansiosa, como si eso la sirviera a modo de disculpas. Se quedó en la pared. Ya había hecho suficiente. Esperaría a que las otras dos la echaran la bronca, examinaran la habitación o decidieran irse de allí.

Alice se acerco a Aire y le dio un par de palmadas de consolación en la espalda. No podía haber sucedido de una manera mejor, tranquila mañana sera un nuevo día.  Un día igual que el de hoy, pero no en sentido figurado si no literal.

La maga reviso con cuidado la habitación antes de entrar a registrarla, el asesino podía estar usando algún hechizo de invisibilidad o algún objeto mágico. A la maga no le interesaba demasiado el contenido de la sala, era una habitación infantil nadie escondía cosas importantes en esos sitios, le interesaba el tipo de herida de la niña. 

Alice destapó el cadáver de la niña, la de la cama. Tapaba con su cuerpecito un lamparón de sangre que manchaba las sábanas. Se correspondía con el estómago de la niña y otra mancha de sangre en el pijama, por encima del ombligo. Desabrochándola, una camiseta interior también empapada en la misma zona, y al quitar la camiseta, un corte de una pulgada de largo, bajo el esternón de la niña, del que aún fluía sangre.

Lo extraño era que las ropas, camiseta o chaqueta del pijama, no tenían ningún corte. Estaban intactas. Y la sangre solo había traspasado las telas tras ir empapándolas. De lo cual, se podría concluir que...

La maga dio un salto hacia atrás y miro rápidamente debajo de la cama. O era una espada mágica o el asesino la había atravesado desde debajo de la cama.

Alice encontró debajo de la cama un calcetín desapareado, un cepillo del pelo, y un par de peluches más, a parte de un poco de polvo. No había en la cama perforaciones de ningún tipo de arma de filo, con lo que el golpe fatal no se produjo desde debajo. A tenor de lo que sabían, la niña debería haber muerto antes de hoy, ya que las ropas no tenían orificio de entrada.

Es decir: un arma rociada con aceite de hoja maldita mató a la niña perforando sus ropas, y al caer el meteorito, sus ropas fueron restituídas, pero sus heridas no. Su hermana, la que fue quemada por Aire, está condenada a despertar cada día al lado de su gemela muerta, mientras de la herida emana sangre que al cabo de los minutos calan la ropa de la niña y empiezan a manchar la cama.

Eso también significa que no tienen ninguna prueba para concluír que el asesino está aquí ahora, invisible o escondido. El asesino podría estar en estos momentos en la otra punta del pueblo. Todo lo que han sufrido es un brote paranoico.

Ahora todos pensaran que soy una estúpida... ojala me muriera ahora ¡Tierra trágame! Pero la idea de morir ahí y ahora no era tan mala, salvo por el hecho traumático de morir. Podríamos suicidarnos aquí, para que el próximo día ya estemos cerca de la niña. Se refería a la niña que había carbonizado Aire. Puede que ella sepa algo del asesino, puede que lo haya visto. Era una pista estúpida y muy arriesgada, pero al fin de cuentas, era una pista. 

Flame negaba con la cabeza, la reacción de Aire había sido desmesurada, hasta para Flame. Pero no podía reprocharla nada, quizá ella no hubiese actuado así, pero la situación lo había requerido, y gracias a la maldición, la niña resucitaría, aunque no les tendría en mucho cariño al día siguiente. Siempre y cuando supiesen que habían sido ellas.

Al analizar el cuerpo de la niña se quedó estupefacta. Ya habían encontrado a la virgen, y además estaba muerta. Ahora tendrían que quitar la maldición que había sobre ella para poder resucitarla. Eso era trabajo de Leiath, y quizá era absurdo ir a buscarla, cuando sería más fácil que la bruja de Hala viniera hasta aquí. Alice, dijo mirando a la maga roja, aunque nos matásemos aquí, que la verdad, a mi no me apetece nada volver a morir, otra vez, nadie nos garantiza que empezasémos aquí mañana. Cada día aparecemos en un sitio nuevo, recuérdalo. Solo espero en que no lo hagamos otra vez en el cielo.

Muy bien enfadada, Aire golpeó con el osito a la pared, retumbando el ruido en la habitación Perfecto, perder los nervios es lo que me faltaba. Tenemos que irnos. Tenemos un borracho en la parte de abajo con una fuerza desmesurada y que posiblemente sea el padre de estas dos niñas. Si nos ve, será muy complicado venderle sin acabar con él el matar a gente inocente debía ser parte del plan de permanecer en aquel lugar bajo la maldición Además, aunque ellas dos no hayan sido violadas y mantuviesen su pureza, me niego a utilizarlas para satisfacer a nadie con su muerte... Bueno, siendo consciente de que la estamos matando. Vayámonos de aquí dijo, aunque casi más fue una orden a las otras dos muchachas. 

En resumen: Sabían que el asesino tenía unas habilidades particulares para aparecer y desaparecer. Que habían salvado a un hombre que les había confirmado lo que ya sabían y les había dado alguna pista más. Habían hecho nuevas "amistades" y estaban casi como al principio. Sin saber nada.

Cuando vuelven a la planta baja, el Capitán Perenthelas sigue inconsciente (o muerto) junto a la pared del comienzo de la barra. El hombre al que el Capitán llamó Andreu ya ha acabado con el anterior barril, con la mayoría del vino acabando en el suelo o en sus ropas. En estos momentos, Andreu está horadando la pared de un barrilete con un cuchillo de cocina.

¡Hola, chicash! ¡Hip! ¡¿Queréish beber un traguito conmigo! ¡Hip!

Por lo demás, Andreu se mantiene tras la barra. Incluso aunque hiciese ademán de seguirlas, en ese estado de embriaguez no les costaría dejarle atrás.

¡Claro! ¿Qué es lo peor que puede pasarnos? Comento con ironía la maga. ¿Qué nos muramos por un fallo hepático? Pese a sus comentarios irónicos Alice se acercó a la barra donde se encontraba el extraño individuo. ¡Venga! Ponme una copa de vino, el mejor de la casa, y a ser posible me gustaría abrir a mí la botella.

Había dos posibles razones para beber algo con ese borracho, sacar algo de información sobre lo sucedido en el pueblo o, simplemente, beber algo de buen vino. La gente no sabe valorar las pequeñas cosas de la vida como una copa de buen vino en buena compañía. Seguro que un machote como tú sabe muchas historias interesantes para mantener entretenidas a unas chicas mientras beben algo. ¡Qué nos puedes contar sobre este pueblo? 

¿Quién neceshita botellash?

Andreu dió una última cuchillada al barrilete, y un chorro de vino salió en parábola por el agujero recién formado. El borracho puso de inmediato la boca para que el vino terminase en su gaznate, pero no tardó en girar el barrilete sobre la barra para que el chorro encarase a Alice. En un principio, el vino manchó la ropa de Alice, hasta que ésta pudiese encarrilar el chorro hacia su boca.

En cuestión de segundos, el nivel del vino bajó por debajo de la posición del agujero, y no salió más vino. En ese momento, Andreu empezó a horadar la madera un poco más abajo.

Pueeessssh... ¡Losh duendesh! Esha esh una buena hishtoria. ¡Hay duendesh a lash afuerash de Nueva Lechberg! ¡Yo losh he vishto! Nadie me cree, pero esh verdad. ¡HIP! Losh duendesh ecshishten. Piel mortecina y cabellosh lishosh, pequeñosh de ojosh shaltonesh y dientesh afiladosh... ¡Yo losh vi! ¡Ellosh me vieron a mí! Y entoncesh shalieron corriendo. ¡HIP! She lo conté a losh demásh, pero no me creyeron. Dijeron que eshtaba borracho. ¡Borracho! ¡Yo! Con el aguante que tengo...

Flame quería marcharse de allí cuanto antes, y cuando Alice decidió seguirle el rollo al borracho le sentó especialmente mal. Empezó a rechinar sus dientes y estaba molesta por lo que estaba escuchando. Pero cuando le preguntó por el pueblo y trató de sacarle algo de información, fue cuando comprendió qué es lo que estaba tramando la maga roja.

Estaba claro que la vía diplomática no era la suya, por eso agradecía que sus compañeras fuesen tan acertadas a la hora de hablar e investigar. Quizá lograsen averiguar algo más en ese intrincado rompecabezas que parecía ser la Aldea de la Locura. 

¿Duendes? Pensó Flame. Había visto muchas cosas ya, así que duendes no parecía que fueran algo fuera de lo normal. Así que había muchas probabilidades de que existiesen, así que se acercó al hombre borracho y con la escasa diplomacia de la que hacía gala Flame trató de averiguar algo más. ¿Y te dijeron algo esos duendes, o les viste hacer algo?

Algo había de verdad en todo eso siempre, que los borrachos y los niños, siempre decían la verdad. Así que era probable que esas criaturas no fueran duendes, pero sí que hubiera visto algo que quizá valiera la pena investigar.

El vino peleón de la posada no era rival para el estómago entrenado de Alice. Había tenido que trabajar como posadera duran un tiempo oscuro y turbio de su vida que prefería no recordar pero que le había dado ciertas habilidades como poder beber sin caer rendida. ¿Duendes? ¿Qué Duendes? ¿No tendría los ojos rasgados esos duendes? Cuenta, cuéntanos algo más. Me gustan las historias de duendes.... 

Ahora Aire era la antisocial. Pero después de matar a una niña con una bola de fuego, tampoco se podía esperar otra cosa. Sólo hubiese podido actuar de otra manera: Como una loca desquiciada, queriendo marcharse de allí y aporrear a todo lo que tuviera en frente, con la intención de que alguien acabase con su vida.

Cuando Alice se sentó con el borracho, Aire se enfadó y estuvo a punto de darle con Aristóteles. Gracias a que se contuvo, entendió la estrategia de la bruja. Pero seguía sin que la pareciera bien.

Miró a su alrededor sin saber muy bien qué hacer. A ella la historia de los duendes le parecía una auténtica tontería. ¡Qué iba a saber ese hombre de duendes? Se encogío de hombros mientras las otras dos intentaban sacar algo en claro, y su mirada reparó en el capitán. Se acercó a él y le puso los dedos en el cuello para comprobar si seguía teniendo pulso.

El borracho ignoraba completamente a Flame. Quién no bebía con él no tenía derecho a preguntar.

¿Ojosh rashgadosh? Naaaah... Tenían losh ojosh grandesh como platosh. She ashushtaron al verme, y she eshcurrieron entre lash rocash de la ladera noroeshte de la colina, hashta deshaparecer.

¿A quién le importa? Tengo una hishtoria todavía mejor...

Dejó un momento de urgar en la madera del barrilete con la punta del cuchillo para hablar en voz baja.

Eshta tarde va a caer un pedrushco del cielo que va a aplashtar el pueblo. Sssssh. No she lo contéish a nadie. Esh un shecreto.

Una puñalada seca en el barrilete, y un nuevo chorro de vino salió hacia la boca de Alice.

Esperaba que Alice le siguiera preguntando. No se iba a acercar hasta ese hombre, sólo su olor conseguía que se marease y viese todo borroso. A ver si con un poco de suerte la maga roja lograba sacarle algún motivo, o incluso con qué atacaron al wujen para que todo esto se desatara.

Volvió a concentrarse en el capitán, quería saber si seguía vivo