Partida Rol por web

De un tiempo a esta parte le daba la impresión que nada de lo que hicese o idease salía bien (en realidad, nunca -pensó al acordarse de aquella primera vez que se le ocurrió una idea original y la puso en práctica con el ruido ensordecedor y los caballos-). El hechizo de silencio no servía para nada, y el muro de viento solo había resulado una molestia para Vinthrael.

Mejor se limitaba a curar las heridas del grupo como una buena sanadora y dejaba las ideas para los enemigos.

Con una calma perturbadora, la bruja de Hala recogió dos trozos generosos de miga de pan del festín de héroes que aún quedaba sobre la mesa y fue a metérselo en las orejas a Alice.

No es que fuera muy sano, pero en media hora o así el pan desaparecería, dejando los oídos de Alice tan limpios o sucios como en el momento antes de introducirlos.

Le hizo unos gestos a la maga para que le permitiera ponérselos y no se asustase ante su contacto, aunque claro, ya debían estar acostumbrados a que Leiath les tocase por todos lados.

Tenía la esperanza que eso le sirviese a la pelirroja para resistir la música de la fata, aunque claro, era otra idea de esas raras destinadas a fallar.

Puede que Leiath tuviera razón. Puede que fueran incapaces de enfrentarse al vampiro. Hala no hacía más que ponerles en el camino trabas para que se dieran cuenta de su inutilidad. ¿Les estaba avisando? El revoltijo en el estómago le hizo que fuera difícil contener la arcada. lo justo para continuar tarareando aquella estúpida cancioncilla.

-Maldita escurridiza criatura, Kasder alentó a su montura a perseguirla. Rodeó la barra y se dispuso a vengar su afrenta.

El monje dio por perdida la cuchara y se volvió hacia la posada para enfrentarse de nuevo a la criatura. Esta vez atacó con su pierna, a la altura de la cadera de la fata tras rodear la barra, pero en el último momento su rival se movió y la pierna falló por varios centímetros.

¡¡Maldita sea, quédate quieto!!

Pues a Alice con un +8 en voluntad le interesa taparse los oídos. Ahora tiene un 36% de probabilidad de fallo, con los tapones sería un 20%.

Muchas gracias por la idea.  

La espada de Kasder hirió a la fata en el muslo. Se pasó los dedos por la herida y miró el color verde de su sangre.

Hierrrro fríoooo...-dijo mentalmente, como con rabia.

Banshrae dio una cabriola para pasar por encima de la barra y cayó junto a la posadera. Amelia se cubrió la cabeza y tembló en el suelo, pero el intruso no la atacó a ella. Pasó de largo, volviendo a rodear el extremo de la barra para rodear y coger por la espalda a Vinthrael y Kasder.

¡Cono de dardos!

En lugar de atacar directamente, volvió a poner su flauta a modo de cerbatana. Escupió múltiples veces, creando una ráfaga de dardos contra el monje... el mediano y su perro... y contra las botellas de licor en las estanterías del muro. Los cristales estallaron y cayeron junto al alcohol hasta hacer un pequeño charco de bordes afilados entre el Banshrae y sus dos rivales.

Mientras las langostas seguían picando a los fundadores del Aquelarre en el centro de la sala (incluso a Onfale, que tuvo que ver a los insectos revolotear sin problemas alrededor de la mesa tras la que se había escondido), la fata volvió a tocar su tonadilla...

Titiritiritiuuuutitirituituuuu...

Al eunuco la fata le estaba tocando los cataplines y eso era muy difícil dada su condición. Apretó las mandíbulas, poseído por la rabia e hizo de tripas corazón para salir de aquella nube de langostas. Salir de la protección que le daba la mesa frente a la cerbatana del Banshrae le dejaba totalmente expuesto, pero al menos dejaba átrás la plaga de insectos.

Podía ver a la fata toreando al monje y a su pequeño nuevo compañero. Sin embargo sonrió al ver que la fata sangraba e inmediatamente vio refulgir el arma de hierro frío de Kasder.

Vaya, dicen que los mejores perfumes siempre vienen en frascos pequeños.

Onfale se reposicionó pegado a la pared. De siempre le había gustado cubrirse las espaldas, por lo que pudiera pasar. Desde allí untó la yema de los dedos en uno de sus afeites, los frotó y se dejó embarga rpro sus aromas. Realizó el mudra  que desatarían la Divina Esencia para conjurar uno de los conjuros más poderosos que había aprendido. ¿Tendría suerte? Se relamía sólo de pensar en si fuera así.

- Vammm svadhisthana svarūpaḥ.

La nueve de langostas hizo que Alice se sintiera indispuesta y no pudiera conjurar. La maga comenzó a caminar hacia una esquina, tratando de librase de la plaga a manotazos. 

La lluvia de dardos dejó esparcidos cristales por todos los lados y parte de Kasder y lo que es peor dejó malherido a Agus.

Esto no lo podía permitir, el paladín insufló nuevas energías a su compañero y le indicó que se cubriese debajo de la barra, estaba claro que esta esquiva criatura no iba a dejarlo tranquilo.

Luego avanzó pesadamente arrastrando los pies para no clavarse los cristales hacía la criatura.

La bruja se fue en busca de su cuchara de silencio. 

Vinthrael intenta esquivar los proyectiles según salen de la flauta de su enemigo, pero no consigue apartarse nada y acaba siendo golpeado por su ataque. No desanimado, rueda por la barra y se coloca, tras su rival, a ver si el pequeño hombre podía atacar desde ese lugar y lograban herir a la criatura, pero parecía que los hados o el destino habían decidido que esa mañana no era capaz de colocar un golpe donde debía.

¡Os lo advertí!-gritó telepáticamente el Banshrae-: si os alejabais de la plaga de insectos, la tomaré con el niño.

Las langostas se movieron hasta la esquina junto a las escaleras y empezaron a morder al pequeño Mikhail y a su padre Petya. El niño perdió la consciencia. Mientras Petya tarareaba la canción del Banshrae, lágrimas corrían por sus ojos. Por mucho que se alejara, la plaga le perseguiría a él y a su hijo. Por mucho que tratara de protegerlo con su propio cuerpo, las pequeñas langostas siempre encontraban un camino.

De pronto, la piel del Banshrae se empezó a poner verde como la de un sapo, y una boca desdentada empezó a aparecer en su desdibujada boca.

¡Crooaaaaaac!-soltó.

Pero se controló, haciendo que su piel volviera a ser pálida y su boca de batracio desapareciese. El conjuro de Onfale había fracasado por poco.

La fata miró a Kasder. Era tentador sacar un frasco de fuego griego de su zurrón para dejarlo caer sobre el charco de alcohol. Que el mediano se quemase hasta las cenizas, por haber osado herirle con esa maldita espada. Sin embargo, Vinthrael le flanqueaba. Quedarse allí era peligroso. De una cabriola pasó por encima de la barra, la rodeó y tomó al monje por la espalda.

¿Conoces la técnica de la cobra?-preguntó a Vinthrael-. Ladeas el cuerpo para ofrecer un menor blanco a tus enemigos, y atacas con la punta de los dedos como si fueran los colmillos de una serpiente.

El golpe no era normal, pulsó la espalda a la altura del corazón. Vinthrael notó cómo, por unos segundos, su corazón dejaba de latir. No fue lo suficiente para matarlo, pero si para abotagarle. Después, el Banshrae se alejó tan rápido como llegó, hacia la puerta. Desde allí, volvió a tocar su flauta...

Tiririturiruriruiiii...

En el exterior, Leiath también empezó tarareando, pero al cabo de un par de pasos dejó de escuchar la melodía. La cuchara seguía allí, entre las Brumas, invitando a la sacerdotisa a que la siguiera...

El impacto del Bansharae deja inmóvil al monje. Estaba sufriendo su propia medicina y frustrándose cada vez más. Agitó su cabeza y trato de serenarse y encontrar de nuevo su camino.

Leiath se puso a buscar la cuchara, no tenía que ser muy dificil una vez hubiese entrado en el area de silencio. Pero claro, primero había que dar con la zona y vete a saber por donde estaba.

Pese a no estar afectada por el encantamiento de la flauta de la Banshrae, la bruja fue entonando una tonada por las calles de barovia. Cuando se quedase sin voz significaría que había encontrado la cuchara!

Desde su posición observaba los movimiento del Banshrae. Escurridizo se quedaba corto como adjetivo para calificarlo. El eunuco trataba de buscar entre sus conjuros alguno que pudiera hacerle más fácil el trabajo a Vintharel, que ahora parecía recomponiéndose de uno de los certeros golpes de la fata. Por un momento creía haber ganado la batalla cuando el cuerpo de su enemigo empezó a transformarse en el de un batracio, pero sólo había sido una ilusión, otra prueba más de Hala para comprobar si su fe era fácil de quebrantar.

No, demasiado riego.- Pensó. No le quedaba duda ya sobre la resistencia mental de la fata. Quizá, aunque poca cosa, era hora de hacerle algo de daño. Era un conjuro sencillo, pero muy socorrido, y sobre todo, infalible. A no ser que estuvieras tarareando una canción...

- Raaaaam manipura shaktí.- No, esta vez había podido controlarse a los encantos musicales de la fata.

La maga pudo conjurar esa vez un hechizo, un gran rayo eléctrico comenzó a temblar en su manos y salió disparado contra la fata. Este impacto con un gran estruendo, y luego pequeños rayos salieron del cuerpo de la fata tratando de alcanzar la nube de insectos, pero estos estaban demasiado lejos.

A Kasder no le quedó otra que ir detrás de la escurridiza criatura con la vana esperanza de acabar pillándola.

Leiath tropezó en la niebla, sin ver nada. Vinthrael trataba de recuperarse de la parálisis muscular. Alice, se equivocó al decir las palabras mágicas y no logró conjurar al rayo. Los proyectiles de Onfale no eran suficientes para matar al Banshrae.

¡Noooooooo! ¡Mikhail!

El niño había muerto en brazos de su padre. Mientras ellos se distraían con el flautista, la plaga acabó con la vida del pequeño.

El Banshrae lanzó un último mensaje telepático.

Disfruto mucho de este combate, pero Strahd no me ha mandado a por vosotros. Amelia, tú eres la causante de este dolor: eres la Sonrisa de Barovia, siempre tan alegre y positiva. Pero no hay lugar para la esperanza en los dominios de Strahd, y su deseo es llevarse tu felicidad. Esta vez el precio ha sido la vida de ese niño, puedes darte por afortunada.

Que tengan un brumoso día.

Hizo una reverencia muy exagerada y terminó de salir de la posada. Al atravesar el muro de viento, no se preocupó de su flauta. El viento la arrancó de sus manos y salió volando un par de pulgadas hasta desvanecerse en el aire. No quedó rastro de la música del flautista, y si Alice se quitaba los trapos de los oídos, también ella podría conjurar con normalidad. Pero quedaba aún una plaga de langostas de la que ocuparse, la que estaba devorando vivo a Petya y muerto a Mikhail.

Petya se alejó de la esquina, cojeando por las heridas, sangrando, en dirección a Amelia. Enojado, sacó la navaja de su bolsillo. Iba a por ella.

Leiath se había perdido en las brumas buscando su cuchara. Es lo que tenía no ser una vistana y que te hubiera mirado un tuerto.

En un momento le pareció ver una figura.

- Perdone señor, podría indicarme dónde está la posada?