Partida Rol por web

Smoralek chilló tratando de espantar con el sonido a aquellos inacabables insectos... Agitó los brazos a diestro y siniestro, e incluso sopesó la idea de tirarse al río... pero como buen kobold no le gustaba el agua.

- ¡Efto efff affquerozoo...! - Exclamó mitad indignado mitad enfurecido.

Se notaba débil por la pérdida de sangre... Ya había recibido un buen porrazo de la ogra y ahora aquella magia funesta de Papá Picacarne... Smoralek debía dosificar si quería sobrevivir para luchar en otras batallas y lo sabía. No tenía nada mejor a mano así que rasgó un pedazo de tela de su capa y lo enrolló alrededor del brazo donde había recibido más picaduras, confiando en que fuera suficiente para cerrar esas heridas.

- ¡Ahora veraff... ogro de mierdddfaaa! - Aulló agitando el puño libre.

Rashud maldijo entre dientes, no logró salirse con la suya y ahora una maldita plaga de langostas rondaba por la zona. Dispuesto hacerselo pagar al ogro, decidió darle donde más le doliera... terminando con las esperanzas de ver recuperarse a su hija. Un rayo estalló sobre el cuerpo caído de la mestiza.

-¡Ahí te jodas!

Fue cuanto dijo antes de volver a subir al tejado, esperando ganar tiempo.

¡Nooooooooooooo...!-el "no" en giganto es bastante comprensible porque se dice parecido en muchos idiomas, salvo en élfico que tiene un "no" que se parece más a un mugido de vaca.

El rayo de la muerte de Rashud, por primera vez, y sin que sirva de precedente, realmente fue un rayo de la muerte. El cuerpo de Mentecata saltó en trocitos de carne azulosa que quedaron pegadas a la pared. Realmente, a Papá Picacarne la muerte de Mentecata no le dolió tanto como que se estropeara el estampado del papel de la pared. El malvado Rashud sabe dar dónde más duele.

El ogro empezó a transformarse en un murciélago gigante, y cruzó miradas de odio con Rashud antes de que este se alejase de la ventana en dirección al techo.

El murciélago ogro padre picador de carne alzó el vuelo y aterrizó en el tejado, junto a Rashud, preparándose para la matanza.

En cuanto a la furia del enjambre, que trataba de no revolotear cerca de la llama de la espada flamígera, también lanzó miradas de odio a Smoralek cuando se alejaba mientras Cú-cú rebuscaba la poción en su mochila. Los chorros de poción de tiritas salieron de los agujeros del cuerpo perforado de Cú-cú mientras los insectos seguían hiriéndole con los espolones y mareando la perdiz. Una perdiz llamada Cú-cú, que volvía a estar herida.

¡pero bueno! ¿cuantos de esos bichos tenía que comer para que le dejaran en paz? Cansado de esos bichos se acercó al humo del gallinero mientras masticaba esos bichos para hacer una pasta y taparse los agujeros, pero al parecer la pasta de bichos masticados no acababa de engancharse, tal vez se viera obligado a usar la otra poción de tiritas leves, y guardar la de tiritas gemas grandes para una emergencia.

Por el momento cú-cú se puso a bailar en la hoguera la danza del humo ven que estos mosquitos son molestos como langostas.

¡Joder!

-¡JODER!

¡Pero quien coño era ese puto ogro! Por si mismo, ser un ogro ya era cosa mala, pero es que este además tiene todo un maldito zoo en la granja, lanza conjuros y se transforma... 

Para ganar tiempo, para encontrar alguna idea para afectar al maldito bicho, Rashud retrocede con precaución hacia fuera del tejado, bajando unos pasos por la pared para alejarse de esos colmillos tan grandotes. Para hacer algo de provecho tenía que mantener una saludable distancia con el ser este.

Smoralek respiró hondo una vez estuvo algo alejado de aquella plaga de insectos. Miró a Cú-cú y deseó que su compañero pudiera librarse de ellos... de hecho sintió algo de envidia cuando vio las pociones de tiritas de su compañero. Smoralek estaba bastante maltrecho y dudaba que pudiera aguantar un nuevo impacto del ogro o una arremetida de semejante horda de voraces insectos.

- ¡Al agua! - Gritó a Cú-cú. - ¡Si te siguen incordiando tírate al agua! - Exclamó como si fuera la mejor idea del mundo. Desde luego a él no le gustaba el agua, como a casi todos los kobolds, pero era mucho mejor mojarse un poco y que los insectos no te picaran. Había comprobado en ocasiones, cuando era joven y se divertía en el pantano, que los insectos no se acercaban casi ni a la superficie del agua... a lo sumo revoloteaban un poco y luego se largaban.

Abrió los ojos desmesuradamente cuando el ogro se convirtió en una especie de monstruoso murciélago gigante. ¿Cómo era posible? ¿Además de ogro era brujo?

- ¡Aléjate de esa cosa, Rashud! - Gritó a su compañero mientras se llevaba una mano a un saquito del cinto y se llevaba luego una trufa a la boca. Tras ello se colocó junto al río, dispuesto a saltar si los bichos volvían a acercársele.

En algún lugar de algún país remoto, un mago lanzó un conjuro de convocar enjambre. Con sus antenitas, las langostas lo percibieron. Así que ni cortas ni perezosas, dejaron a Cú-cú en paz, hicieron las maletas y se marcharon con la fiesta a otra parte. Las plagas de ratas o de arañas lo tienen más sencillo, porque están en todas partes, pero solo hay una plaga de langostas en todo el mundo, que tiene que ir de invocación en invocación, y es una lata.

Una vez la nube de insectos se disipó, Cú-cú estaba desangrándose vivo, apoyándose en la pared del corral para no caer por la pérdida de sangre. Mientras, Smoralek descubrió que las trufas explosivas, de dónde quiera que haya sacado la suya, ya que es muy sospechoso que hasta ahora los demás no le viesen con una, picaban un montón.

Y un poco más arriba, en la cornisa de la casa, el murciélago descendió desplegando sus alas, y se puso a aletear para mantenerse a la altura de Rashud para tratar de morderle. No era personal... ¡Espera! ¡Sí que era personal! ¡Rashud había matado a su única hija!

Ya volvía a estar echo polvo, si es que eso de beber y perder agua y sangre por partes iguales era un asco, normalmente hubiera estado un rato sin hacer nada para curarse con calma y de paso desperdiciar un valioso tiempo como que "las prisas no iban con el", pero al ver un murciélago gigante con cara de ogro tan cerca, se acojonó a base de bien. Cogió la segunda poción de tiritas pequeña as y se la bebió apoyando su mano "de no comer" en la cintura, como un crío tomándose un refresco tras su ducha de langostas habitual.

Solo creyó que era mejor aprovechar en ese instante para curarse a base de bien, pues ya no tenía a su mami kobold para curarle con sus escupitajos enganchosos y palmadas que dejaban hojas enganchadas. "Ais que tiempos aquellos".

¡Maldito bicho!

Rashud, poco amigo de los combate cuerpo a cuerpo, y menos amigo aún de ogros cambiantes con poderes arcanos, se alejó un poco hacia abajo, tal vez lograra meterse entre los cimientos de la cabaña y allí el monstruo tuviera más dificultades para atacarle. En cualquier caso, si usaba los brazos para volar, no le podría atcar con ellos. En cualquier caso tras bajar un poco descargó un rayo en todo los morros para ver si lo distraía...

Smoralek vio cómo Cú-Cú seguía con vida y se tomaba de nuevo otra poción de tiritas de ésas tan maravillosas. Ahogó un suspiro de alivio, pues cuantos más fueran mejor para ellos… Pero al contener el suspiro estuvo a punto de atragantarse por el picor provocado por aquella maldita trufa.

Apretó los dientes y avanzó en silencio procurando esconderse de la vista del murciélago gigante, que al menos parecía concentrado en Rashud.

Smoralek se fue acercando buscando coberturas, la valla, o la propia pared del refugio.

Esperaría escondido su oportunidad y cuando tuviera a la criatura a tiro le escupiría las llamas que producían ese ardor insufrible en su estómago.

Es la hora de un entretenido y ameno... ¡FLASHBACK!

Hace un par de minutos, en la habitación de Papá Picacarne...

¡GUEFO! ¡PAPA, GUEFO! ¡GUEFO TUT CASITA GUAU-GUAU!

Papá Picacarne abrió un ojo, tumbado en su montón de paja como estaba, alertado por las voces que daba su hija desde el exterior. No había quién durmiese esa noche.

 ¿Guefo? ¡Uy! Papá Picacarne bufearse Restir Enguergía Guefo, porsy akaso...

En estos mismos instantes... (también llamado fin del flashback).

Smoralek escupió un picante y seco fuego por su garganta, como uno de esos cutres imitadores de kóbolds llamados dragones. El fuego alcanzó de lleno al murciélago gigante, pero cuando las llamas se difuminaron, el pelaje de la bestia no estaba para nada ennegrecido ni chamuscado. No había hecho efecto, y realmente cuesta aceptarlo... el fuego es tan bonito que siempre debería ganar a todo.

Cú-cú se bebía otra poción de tiritas bastante reconstituyente. Ya solo le quedaba una poción de tiritas-tiritas (o "++" según la etiqueta), algo así como una poción de curar heridas moderadas, pero sin el sabor a jarabe de ésta última, pero por lo menos ya había dejado de sangrar como una humana en celo.

Pero volvamos a lo realmente importante: a la historia de la venganza de Papá Picacarne contra el malvado asesino de su única hija. Rashud siguió la misma técnica que contra el conejo, que tan buen resultado le dió, y volvió a minar la moral del murciélago con otro rayito de marras. El murciélago se abalanzó sobre Rashud, mala idea si te puedes dar contra la pared, y se golpeó chistosamente contra la fachada de la casita, y cayó al agua. El murciélago no se hizo daño, porque aleteó al caer, y porque el agua más o menos templada (como ya habíamos visto) amortiguó el aterrizaje. Aún en su forma de murciélago, Papá Picacarne agitaba las alas para tratar de salir del arroyo, no se sabe muy bien si nadando o volando.

-MuahahaHAHAHA

Rashud no pudo evitar reírse a carcajadas por la suerte del ogro mientras le lanzó un nuevo rayo en la chola, explosionando en un montón de chipas moradas.

-No te ha gusatdo eso de morder kobold, ¿¡Qué esperabas acaso!? JajajajajaJAJAJAJAJA

Riéndose aún, el lagartuno brujo ascendió un trecho de la pared para alajarse un poco más del ogro murcielizado y continuar lanzando rayos.

Smoralek no perdió el tiempo y señaló con uno de sus ganchudos dedos la poción etiquetada con "++" de Cú-cú.

- ¡Dame! ¡Dame! - Gritó, pidió, imploró mientras daba pequeños saltitos y se llevaba la otra garra al lastimado costado. Allí donde había recibido el golpetazo de la ogra que casi le partió por la mitad.

Agarró sin pensárselo la poción, casi arrebatándosela a Cú-cú de las zarpas y se la bebió de un trago sin mirar la etiqueta... Quizá Cú-cú tuviera más pociones pero Smoralek necesitaba una de tiritas y estaba cegado por el dolor...

Pero si funcionaba y se recuperaba, podría arremeter contra el murciélago-ogro... y quizá entre todos pudieran con él.

A cú-cú le había caído el mundo encima, había reservado su gran calabaza de dragón para una situación como esa, y resultaba que el ogrocielago era inmune, además estaba más atento que un perro de cinco patas que parecía a una muchas patas.

Dejó que el guerrero kobol le cogiera su poción de tiritas grandes y pasó al modo "barman", pues "batman" tenía derechos de autor.

Imitando al murciélago cogió el borde de su capa y la hizo volar sobre su hocico empezando una cancióncita que sin duda sería un éxito en los 80 en el mundo humano - Barmannnn ninoninoninonioninoni~ barbannnnn ninoninoninoninoninoninoninoniii,... y sin dejar de lado esa musiquita se acercó creyéndose oculto por las estrellas, y con muy malas intenciones.

Cú-cú fue muy osado intentando sorprender a un murciélago con sentido de sónar. Por supuesto, fracasó miserablemente en su intento de esconderse a plena vista bajo su propia capa, pero el murciélago no le atacó. En lugar de ello, uso todo su esfuerzo en salir caminando del arroyo con sus cortas patitas... justo a tiempo para recibir otro rayo de la muerte de Rashud, que no matan, pero desmoralizan un montón. Y con Smoralek prácticamente recuperado por completo, la batalla volvía a partir de cero... para los kóbolds, porque para el malvado ogro murcielántropo, la cosa solo podía ir a peor.

Rashud se sentía victorioso, ya sentía las mieles de la victoria en la boca, las ovaciones del pueblo, estaba un paso más cercano para lograr hacer realidad su sueño de convertirse en un señor todo poderoso... tan atarado estaba acartronando sus calzoncillos que el rayo salió terriblemente desviado...

-Va... va... Vamos, a por él, ¡antes de que escape!

El pequeño cú-cú bordeó el gallinero para aportar una estrategia de flanqueo en colaboración con Rashud, tuvo que dar la vuelta al gallinero, pues el muercielogro daba miedito que no veas, casi parecía que huía de él, si no fuera porque acabó topándose con el igual tras bordear el gallinero.

Tal vez le intimidaba y quiso huir, y al final se desoriento y solo dio la vuelta al gallinero, aunque el aseguró al narrador que no estaba huyendo y que solo tomó posiciones (el lector crea lo que quiera), se preparó para lo que venía, un durísimo combate de titanes, pues los kobolds podían ser pequeños pero su valor (¿valor?) era sabido (¿de verdad?), o al menos, eso dicen.

Viendo al ogro a una cierta distancia, llamó su atención con un discurso para que fuera a por él, con intención de que al arrimarse pudiera arrearle una mazazo de "porque si" y porque puedo.

- Somos kobolds, orgullosos y poderosos seres capaces de dar lecciones a esas lagartijas aladas que comen ogros cada día, somos más sabios, más fuertes, y corremos mogollón, pueden quitarnos nuestras presas, pero no nos quitaran ¡LA LIBERTAAAADDDD! joer como molo ¿que no?

Smoralek vio al murciélago gigante salir del arrollo y se quedó casi paralizado de terror…. Aunque para cualquier observador avispado en realidad era una táctica kobold para volverse invisible a los ojos de sus enemigos.

El guerrero preparó su espada flamígera y se quedó muy muy quieto hasta que Cú-cú llamó la atención de aquel ser tras dar la vuelta al cobertizo. Muy bien, ésa era la señal convenida. La táctica kobold funcionaba.

Smoralek apretó los dientes, dio un paso al frente, cerró los ojos y trató de golpear con todas sus fuerzas… Era una criatura resistente pero a lo mejor podía hacerle algo de pupa si le pillaba por la espalda…

Si no le hacía mucho, y sobrevivía… seguramente tendría que usar la táctica de salir corriendo y hacerse una bola pequeña para esconderse.

El rayo de la muerte de Rashud se curvó mientras se elevaba hacia el cielo. Después explotó iluminando la noche como si fuese día, y un montón de pequeños fragmentos de rayo de la muerte cayeron como una lluvia de meteoritos.

Una de esas chispitas, igual de mortal que el rayo entero (o sea, más bien poco mortal), cayó en la colita de Rashud, caliente y humeante... La chispita, no la colita. Mientras, la verdadera batalla continuaba a ras de suelo. Cú-cú dió un enorme rodeo, y al pasar por el gallinero en llamas se dió cuenta de que ya no olía mal, que los huevos podridos ya debían de estar escalfados con tanta llama. En cuanto a Smoralek, pegó un tajo pequeño en el murciélago, pero su superespada flamígera de la hostia no quemaba por el mismo motivo que no afectaba al murciélago gigante el calor de la trufa explosiva.

El murciélago negó con la cabeza, decepcionado. Se agachó... Abrió la boca... Cerró la boca sobre Smoralek... Masticó un poco... Chupeteó... y finalmente volvió a escupir a Smoralek a tierra firme, un poco más babado, ensangrentado y dolorido.

Habiendo experimentado el dolor de su propia energía, espoleó al lagartuno brujo para terminar cuanto antes contra el muerciélago... eso y ver que acababa de hacer el montruaco con Smoralek. Así que se centró y descargó una fuerte oleada de energía arcana. Y esa vez grandota y derecta a la chola del murciélago.

El siempre cambiante Rashud experimentó otra vez una gran sensación de grandeza interior.

-Ya eres nuestro, ogrillo de pacotilla, jajajaJAJAJAJ