Partida Rol por web

Cinco pequeños kóbolds, y un gran sapo, atravesaban incautos las marismas. En ocasiones, el agua les llegaba hasta las rodillas... de Bodo, pero porque iba a lomos del Comerranas. Los demás burbujeaban con la cabeza por debajo del nivel de las aguas, solo para volver a emerger un poco más allá. Abría el paso el enjuto Slorb, portador del mapa, como si supiera entenderlo. Con la de vueltas que fueron a dar, no tanto como para caminar en círculos, pero sí lo suficiente como para caminar en una decadente espiral helicoidal de desatinos y desvíos, la falta de atención de los kóbolds se hizo más patente buscando saciar curiosidades y pasar el tiempo.

Una serpiente descendió de una rama, sibilante, abriendo las fauces para devorar a uno de ellos. A dos, si se quedaba con hambre. Los kóbolds se preguntaron cuántos dientes tenían las serpientes, así que sujetaron las fauces abiertas, y metieron la cabeza dentro para poder contar: setenta y dos dientes, incluídos los que había pegados a cráneos en el interior de su estómago. Después de contar, el Comerranas soltó su lengua, la enroscó en la serpiente y se la metió en la boca. No sabrían qué había sido de esa serpiente hasta que el bendito sapo hiciese popó una semana después, ya tras finalizar la expedición y volver con los fuegos artificiales. Hoy por hoy, era una curiosidad más. Ningún kóbold metió la cabeza en la boca del Comerranas porque pasó una mariposilla feliz y se pusieron a perseguirla.

Atravesaron el círculo druídico de Ethamon, ahí, con todos esos pedruscos dolménicos cubiertos de musgos, sentándose en la roca sagrada de Gaudí (lo cual era difícil, porque era una roca de diseño, y no se amoldaba a los culos corrientes), lo cual activó el portal que conectaba la marisma de Tocón de Salmuera con los pantanos de Kha-Ovhar... Pero no fueron a ver, porque según Slorb, el mapa no les llevaba por ahí.

Miraron en el interior del tronco retorcido de un roble... Pero no había nada interesante. Solo el esqueleto del legendario ladrón Gobo, tras robar el Ojo de Faust de la secta sacrílega de Alhermann para intercambiar por la libertad de su preciosa amada, cautiva por un dragón. El Ojo de Faust era una poderosa reliquia demasiado vieja para tener algún valor a los ojos de un kóbold, y la flecha clavada en las ropas de Gobo, que le hizo desangrarse hasta morir, tenía la punta torcida e inservible.

Llevaban ya un rato caminando, cuando... pliqui-pliqui... dos suaves golpecitos en el hombro de un kóbold que apartó de un manotazo. Pliqui-pliqui... ¡qué pesados! Ya estaba todo dispuesto a cantarle las cuarenta, cuando al girarse vió que era una pata de araña. Una pata de araña no es mayor problema. El problema sería si en lo alto de la pata de araña estuviese el cuerpo de una araña con las mandíbulas de una araña. Miró hacia arriba.

WHISSSSSSH...

La araña, del tamaño de un lobo, había descendido desde lo alto de las copas de los árboles hasta ubicarse en el corazón del grupo. Cuando el pequeño kóbold buscó fuerzas en los ojos bravos del resto de sus compañeros, vió que algunos ni se habían enterado: estaban demasiado ocupados forcejeando con unas telas de araña pegajosas que les impedían girarse, moverse, y en las que cada vez se enredaban más y más.

Habían tantas cosas increíbles que ver en aquel lugar, que cú-cú, tal vez como todos miraba en todas direcciones menos para adelante, justo cuando, un pelo enganchoso y encima de algún viejo bicho raro, puesto que era blanco, se le enredó por todos lados, y que molesto, pensó en morderlo, pero prefirió no culparle por estar en medio y decidió desengancharse, ese pelo era posiblemente mas en ganchoso que las escamas sucias del jefe kobold, pero no lo admitiría nunca, que deshonor para muchas tripas que alguien fuera más sucio y pegajoso...

Cuando se dio la vuelta se quedó más blanco que cualquier kobold hubiera podido llegar a ser, y se puso a contar en voz alta, dando la vuelta a aquel bicho,... - uno,... doch,... trech,... cheis,... chiste,... ocho,... - pensó un instante recordando haber olvidado algún número, y buf, menos mal que su profesor le dijo que cambiar los números de orden no variaba el resultado ¿era así no? - mmmmm, cuatro,... chinco,... - al acabar de contar respiró aireado, apoyándose en la pata de la araña gigante - por un momento m'había achustau, pero cholo tiene chinco patach chicosh tranquilosh...

Klucky avanzaba a un paso extraño, parecía caer depronto y luego levantarse en el ultimo momento. Algunos podrían intuir en él alguno de esos ritmos que se suelen llevar delante de la hoguera en la tmeporada estival, pero de una forma arisca y distorsionada capaz de destrozar por completo la palabra baile. Ademas de vez en cuando mezclaba sus habituales gorgoteos y ruidos extraños con el terrible zumbido de una especie de canción.

- du... duveeee...

Su mirada estaba clavada constantemene en el suelo. Miraba de aquí para allá y seguía vagamente el camino de los demas mientras zizagueaba, atraído ahora por una flavor, ahora por una rama, ahora por una forma extraña que le recordaba a su madre.

-ooohhh.... ooohhh...

Lo que mas le llamó la atención de todo el camino fue aquella maraña blancuzca que se le enredó en los pies y en los brazos derrepente. Nunca había visto esta especie de musgo creciendo por su cuenta en la cienaga, epro enseguida le maravilló su extraño parecido con la tela de las arañas.

-Vaya koleguiz... tengo atravezada en la cabeza una kanción dezde que nos komimos aquelloz bichoz rojoz a la zalida del poblado. Vaya ritmo en el kuerpo.- Decía mientra sintentaba con dificultad seguir con sus extravagantes movimientos -A duve duveeeeeeh.-

-¿Abeíz vizto ezte hongo tan maravillzo? Me pregunto ke tipo de propiedadez puede tener ezta coza-

-¿Abeíz vizto ezte hongo tan maravillzo? Me pregunto ke tipo de propiedadez puede tener ezta coza-

    Bodo se acercó a mirar sin pensarlo. A él le parecían telas de araña, pero si Klucky decían que eran hongos...

-Puez ez la pera de pegazozo- Comentó tratando de retirar la mano de las hebras blanquecinas.

Bodo era negro de escamas, como los Kobolds de aguas-abajo de la marisma. Los de allí no tenían tanto "aZento", pero al igual que las telas de muchazpataz, se le pegó rápido.

- Yo te iba a dezir...¡AAARZZ!- Gritó cuando vió al monstruo bajar desde las copas de los árboles. Aquello despejó cualquier duda sobre el origen de la tela de araña, pero ya era demasiado tarde.

El batidor extendió su mano para agarrar de nuevo las riendas de su montura, pero el gran sapo se negó alegando: -CROOP- Y continuó arrastrando su barriga por el barro.

-¡Cacaz de vaca paca!- Gruñó Bodo retorciéndose como una anguila.

El ágil explorador logró desenredarse de las hebras más fuertes y caer a un lado. Con la rodilla en el barro, sacó su ballesta, cargó un virote y apuntó al bicho patudo.

-Apartaroz. Darle le doy, ¡pero no rezpondo de a qué!-

¡Ah! ¡Zocorredme! ¡Eztoy atrapado en zuz redez pérfidaz! ¡Zalvadme, por loz diozez!

Como era de esperar, ninguno de los dos consejeros logró zafarse. El Comerranas tampoco. Era de esperar: los intelectuales nunca fueron buenos en los ejercicios físicos. Por contra, los tres héroes elegidos por Muchastripas con muy buen criterio, emergen triunfantes de entre la maraña pegajosa, como campeones incólumes, paradigma de hermosura reptiliana y fuerza física... o por lo menos habilidad de escaqueo.

La araña miró hacia abajo, hacia Cú-cú, como solo una araña sabe mirarte... así, de reojo... con ojos golosones, como diciendo "ay, que te como, mi pastelito". Como si fuese la grúa que pone recta al Muerdecolas, las mandíbulas engancharon al pobre, pero delicioso, Cú-cú. Cada bocado debe ser masticado treinta y tres veces para hacer una digestión correcta (Klucky no lo sabía, y míralo cómo acabó de tanta babosa toro: indigesto perdido).

Sñarm, sorb, slorm...

¡Ay, que me lo dezgracia! ¡Qué muerte tan horrible! No quiero mirar...-se lamentó Slorb, cerrando los ojos-quizáz zolo un poquito...-para después abrir uno de ellos-¡AY, QUÉ PENITA! ¡POBRECITO HECHICERO! Con lo que fue eze kóbold, y en qué ha quedao...

Ñam, crunch, grom...

Ay, ay, ay, ay... Ezo tiene que doler...

Másonomatopeyasmasticadoras...

Cú-cú luchó por zafarse, y después de tanto forcejeo, empujó hasta escurrirse por las babas de aquellas fauces hasta resbalar y tocar con los pies de nuevo el suelo, ya con la cabeza fuera de la araña.

Bluuuuuurp-eruptó la araña; lástima, con lo educada que estaba
quedado al ponerse a masticar treinta y tres veces, como una niña buena.

A cú-cú le había dolido bastante - ay ay ay mamita, si no fuera que tiene cinco patash cachi pensharía que es muchashpatash - casi notando un escalofrío, ¿veneno? Nah tonterías, de un brinco piruético saltó sobre es perro de cinco patas para demostrarle lo que había aprendido con el gorrino el día anterior. Con el gorrino estaba prohibido, pero ahí no habían normas, iba a montar con porrazo va porrazo viene hasta que aprendiera que los perros de cinco patas no tenían que morder a sus dueños...

De Dizigier se esperaba mucho, aquel Kobold que con sus propias manos había asesinado al chamán hombre lagarto y había terminado esa guerra. Pero por otro lado, tener la responsabilidad a sus espaldas le resultaba incómodo.

'Que se encarguen otros' - Sopesó la posibilidad de alejarse, observando el lado contrario al que estaba la araña -Ese bicho me come, mejor que se distraiga comiendo cu-cú mientras escapo.

Claro, lo pensó seriamente, pero como volvería a la tribu si es que los otros lograban sobrevivir?. Ya lo había hecho una vez, dos veces era poco probable...

Aprovechó que la araña estaba saboreando un cucupastelillo y se abalanzó con sus fuerzas blandiendo su espadita que bien podría servir de palillo para sacarse la carne de los colmillos a la araña, atacó por la espalda vilmente, como un buen Kobold lo haría, esperando que la arañita no se volviera contra él.

   -Cú-Cu, ¡Cierra loz ojoz!- Advirtió a su compañero mientras apoyaba su ballesta en el hombro y trataba de apuntar al galimatías de patas y kobolds. Pero fue en vano. Carasapo volvió la cabeza y solo tenía ojos para el afilado virote del batidor, apuntando muy cerca de su cabeza. -¡Noo, no me mirez que zi no me zentiré peor zi te doy!- Imposible. Cú-cú ya solo tenía ojos para Bodo, aunque la araña lo estuviera masticando a conciencia.

Bodo recordó todas las veces que había jugado con sus amigos con la ballesta. "¡Apunta a la manzana!" le decían y al final se quedó sin amigos.

-¡Vale, ya zé como no darte!- Exclamó eufórico y apuntó directamente a Cu-Cú mientras se movía hacia un lado.

Ahora su compañero cerró los ojos y escuchó un "ZSSSK" seguido de un "Clock"

Muchazpataz chilló y Cu-Cú se sintió tentado de hacer lo mismo pues no veía el virote por ningún lado....o al menos sobre su cuerpo.

-Ezto ez muy eztrezante- Se lamentó sin tener en cuenta el trago del pobre Carasapo.

¡GRIIIIIIIIICK! SSSSH...

La araña monstruosa se retorció de dolor por la flechita disparada por Bodo. Al parecer le había alcanzado las partes blandas. Cabalgando a lomos de Muchaspatas, Cú-cú descubrió que es más fácil montar a Nord el Chillón. Jinete y potro desbocado se movían sin parar, apartándose una y otra vez justo cuando Diziger estaba a punto de darle con la espada.

Finalmente, la gravedad de la herida hizo que Muchaspatas entrara en razón: es mejor chupar cabeza de kóbold, y haber perdido, que no haber chupado. La araña emprendió la retirada, con sus largas patas deslizándose por una hebra de su seda. Cú-cú se golpeó la cara con una rama, y fue desmontado a la fuerza, pero por suerte cayó encima de Bodo, así que no se hizo daño.

¡Agh! ¡No perdáiz tiempo! ¡No déjeiz que huya! Matad a eza coza. Yo liberaré al conzejero Klucky.

Slorb se apartó de la telaraña como si solo estuviese tumbado. Una mente maliciosa diría que se estaba haciendo el atrapado para no tener que luchar. Lo diría telepáticamente, porque al ser mente no tiene boca para hablar.

El caso es que con el Comerranas enredado, Slorb liberando a Klucky, Cú-cú encima de Bodo, y Diziger valientemente vigilando para no tener que adentrarse solo en la marisma persiguiendo a la araña, no quedaba nadie para cumplir las órdenes de Slorb. Tras varios minutos recomponiendo la compostura, ahora sí, salieron tras la araña en la seguridad que proporcionaba un grupo numeroso.

El sexteto llegó hasta una lengua de agua, un charco, una parte de marisma que cubría más hondo. Allí contemplaron los cadáveres de los antiguos desayunos, tentempiés, primeros platos, segundos platos, postres y cenas de la araña en los últimos tiempos. Cuerpos de los kóbolds que se perdían en la marisma, y de aventureros patilargos que trataban de cruzarla. Y los kóbolds puede que fuesen más pobres que una rata, pero a los humanos vendría bien registrarlos para su posterior desvalije.

Intereses económicos a un lado, en aquella porción de marisma también había un cadáver de araña, idéntico al que les atacó. Hasta tenía una de las flechas de Bodo clavada. Sobre esa otra araña había una cara familiar...

O cuando menos, una cara desconocida bajo una máscara familiar. En sus manos reptilianas aún sostenía la lanza ensangrentada con la que había dado muerte a la bestia. El Kóbold Enmascarado saludó misteriosamente, y después se marchó dando saltitos de rama misteriosa en rama misteriosa, tan misteriosamente como apareció.

Como una débil doncella, Cú-cú se llevó el dorso de la zarpa a la frente, al borde del desmayo. Pero no era por la emoción de ver al enigmático héroe, más bien era cosa del veneno de la araña, que le empezaba a hacer efecto. Las heridas de Cú-cú en la cabeza requerían una purga inmediata. Chupar y escupir. Los demás kóbolds se miraron unos a otros, buscando que fuese otro el que se ofreciese a succionar el veneno.

¡Klucky! Ayúdale tú, anda. Chúpale el veneno. Total... tomazte cinco babozaz toro, y zu veneno no te hizo ni mú.

En cuanto a loz demaz... ¡A RAPIÑAR!-exclamó, abalanzándose sobre el primer cadáver y registrando sus bolsillos.

Cú-cú estaba triste, mientras se tocaba la frente, no por estar como decían los demás envenenado, si no porque por un momento creyó que podría tener un perro con una pata más que el sapo de bordo, lo que hubiera molado el con su perro de cinco patas, mientras se fregaba la frente decía - losh perrosh no envenenan ¿no? Echte dolor debe cher lo que llaman añoransha,...

La falta de experiencia de cú-cú, sería clave para la supervivencia de todos, principalmente, por ir a ser el primero en caer posiblemente. Miró después a klucky preguntando si lo del chupetón en la frente iba a ser como un consuelo mágico. Y tras que lo intentara, fue mirando a ver si había algo que saquear, mientras preguntaba al consejero klucky si "podía llevarse un poco de saliva con sabor a añoranza de su perro muerto de cinco patas".

El pequeño lagarto se encontraba aletargado. Y aletargado siguió al resto por medio del bosque persiguiendo lo que él creía que era un sueño lejano. Lo que más le ocupaba su mente era la maldita canción.

-¿Era Dubi dubi? ¿o duve duve?-

Cuando el enmascarado dio un gran salto misterioso y desapareció misteriosamente Klucky pareción reaccionar derrepente.

-¡Hoztia Koleguiz! ¡Habéis vizto eza araña!-

Como si no fuera suficientemente evidente debido a la gran maraña de patas. Klucky saltó adelante dejando caer su petate y blandiendo su bastón dio un fuerte golpe a la inmóvil figura de aquel arácnido.

Slorb escribió:

Klucky pareció haber sido sacado de su sopor al haberse dado cuenta de con que tipo de animal trataban, agarró el palo que llevaba consigo y descargo un segundo golpe seco que desperdigo un poco de la mala leche de muchaspatas.

-Vale Kolegui, ezto ya ezta. A ver eze kuku ke le paza en la cabeza.

Klucky se acercó a Cú-Cú recogiendo su petate por el camino. Le ayudó a sentarse y empezó a inspeccionarle.

-Ya veráz kolegui komo te konvierto eze mareo en una coza del otro mundo-

Revolviendo en su petate encontró sus hierbajos y ungüentos. Encendió una fogata improvisada y puso en ella dos cazuelas. En la primera mezcló un poco de pólvora con algunas hierbas secas. Cuando aquello empezó a humear lo acercó a cú-cú y se lo dejo para que lo inhalara. Mientras este lo hacía se acercó al sitio donde le habían mordido y con una gran maestría extrajo escamas, sangre y veneno en un bocado que mas parecía un mordisco que un chupao.
Pero las hierbas en el incienso habían cumplido su cometido y cú-cú estaba ya casi en otro mundo. Klucky lanzó lo que extrajo de cú-cú en la marmita con un poco de agua y un poco de lavanda. Luego distribuyó un poco de ungüento sobre la herida.

Cuando la marmita hubo hervido con su contenido un brebaje de un solo trago se encontraba en ella. Se lo ofreció a cú-cú, que para ese momento aceptaba lo que le echases. A partir de aquel momento cú-cú fué claramente más feliz.

Los mordiscos que había recibido Cu-cú eran cosa seria, pero Bodo no era ni cirujano ni diplomático:

-¡Cú-cú!¡ no zalpiquez que ez de mala educazión!- Dijo echándose hacia atrás con cara de horror. Una cosa era salir de aventuras y otra ducharse en sangre. No, definitivamente ese no era el trabajo de un hérore.

Cuando se toparon de nuevo con muchazpataz y el kobold enmascarado, el batidor se quedó congelado saludando como un espantapájaros.

-Para mí que ezte algo le ha hecho a la araña- Dijo tratando de extraer el virote de ballesta.

En cuanto a loz demaz... ¡A RAPIÑAR!

De nuevo la suerte destaba de su parte: Entre chupar veneno de araña, (nada menos que de Cú-cú, que aún no había mudado las escamas) y rapiñar, le había tocado lo guay. Así que no tardó en olvidarse de la araña, el enmascarado y el moribundo Cú-cú y deambular por el barro en busca de algo de valor.

No había mucho que rapiñar, pero lo poco que había merecía la pena.

Lo que parecía el cadáver de un gnomo tenía una ballesta ligera de las buenas, con número de bastidor y sello de fabricante, lo suficientemente borrados por el paso del tiempo como para no temer sus letras en relieve. En los bolsillos del gnomo había un estuche con diez virotes, lo que sumado al virote cargado en la ballesta hacía un total de... muchos virotes.

Otro de los kóbolds registró los bolsillos de un humano. El interior de la gabardina tenía dos botellitas con una cruz roja. Cuando tienes una herida te pones dos tiritas en cruz, así que el dibujo seguramente quería decir que se trataba de medicinas para ponerse bueno. También había un paquete de caramelos y... y un montón de monedas brillantes y una perla brillante, en plan "eh, miradme, soy un humano chulazo y estoy forrao".

Buah, yo no encuentro nada. ¿Y tú, Cú-cú? Puaj, menuda herida en la cabezota... ¿Eztáz en condicionez de viajar? Mira que zi por eza arañita ya eztáz azí, imagina lo que te hubieze pazado zi noz hubieze atacado Muchazpataz en perzona.

Y esa es la historia de cómo se le dió muerte a Muchaspatas, pero no se le dió por muerto. Así, su leyenda perdurará por los siglos de los siglos, como la existencia de la Tarasca, la enana sin barba o el yeti.

-Un Gnoomo...¡Puag que azco!-  Protestó el kobold arrebatandole el arma con cuidado de no rozar tan asquerosa criatura. -Menoz mal que eztá mueto y criando guzanitos que zi no...-