Partida Rol por web

El mordisco hizo gritar de dolor a la cuasilicántropa, Flame no podía evitar sentir como su sangre se derramaba hacia el suelo, sentía el dolor punzante de quien pierde parte de su piel y músculos, pero no podía flaquear. El dolor de perder a Ayash era aún mayor que el de perder su propia vida. La extraña relación que sentía aquella mujer respecto de su espada era probable que le costase la vida, pero para ella, la vida no existía sin él.

A pesar de ello, la valiente y poco femenina Flame se opuso al potente poder de los licántropos, se negaba a dejarse contagiar por aquella horrible enfermedad, y volvió a intentar con todas sus fuerzas hacerse con su querido arma. No dejaría que un blasfemo como aquel se quedase con ella...

¡Suelta! ¡Es de plata! ¡Te vas a lastimar! Gritó Flame con la esperanza de que, quien sabe, quizá la criatura pensase que aquello era peligroso y verdaderamente la soltase...

Después dio un paso lateral sobre la muralla y descargó un nuevo chorro de ácido de su boca, con suerte no solo pillaría al que quizá aún tuviese a Ayash, sino que se llevaría a su otro compañero por delante.

El guardia llega hasta la puerta de su casa y su mano coquetea con el pomo de la puerta, sin atreverse a entrar. Del interior de la casa vienen ruidos.

¡AAAAAARGH! ¡SOCORRO! ¡NO, NO, NOOOOOOOO...!

En la torre, la sangre demoniaca de la lanza de Nikeras se mezcla con la herida abierta de uno de los híbridos. Una transformación infernal empieza a producirse, y de los costados del lobo salen un segundo par de brazos. En ese momento, la jaula de plata encierra a los dos lobos, que dan vueltas como animales enjaulados. Alice aprovecha para avasallar, con los proyectiles y la esfera cebándose con el peligroso licántropo de cuatro brazos.

Flame se aleja muralla arriba para guardar las distancias. Su aliento pestilente tumba al usurpador, y Ayash reposa en la base de la torre, a los pies de un licántropo que tuvo que frenar su carrera para saltar, y que ahora agita sus garras hacia arriba, amenazante. El otro licántropo de las cercanías coge carrerilla para saltar y alcanzar a la mujer dragón.

Klasius da muerte a su oponente, inspirando a Fosco para que deje de comportarse como un elfo idiota y se una a la gresca estoque en mano.

La magia de Leiath mata a uno de los licántropos, cuyos tímpanos sangran hasta desbordar. A otros dos los atonta, pero Fortich parece lo suficientemente rudo como para aguantar el molesto ruido.

Aprovechando que sus enemigos están aturdidos, los guardias empujan el portón arrastrando los cadáveres de los kóbolds desangrados. Otros dos guardias apuntalan el portón sur, uno de ellos se lleva un serio hachazo del híbrido de Fortich, pero ha merecido la pena. Las puertas, ahora, vuelven a estar cerradas... quién sabe por cuánto tiempo.

Pero no hay sensación de victoria, porque en ese momento el Barón Lobo Fortich muerde a Azaron...

 Nikeras, medio aturdido por la aberración del florecer de aquellos otros dos brazos, apenas logra atinar en su ataque, que sin convicción ni la destreza de un verdadero guerrero, es desviado sin problemas por aquella monstruosidad... Tal vez sería la falta de la presencia de su compañero Zicko, con quien siempre ha podido confiar cuando el peligro acechaba, y ahora su ausencia le aturde?

Esta vez sí, Babras por fin consigue desenrollar la cadena al completo y asestar con el momento del arma un golpe brutal contra la cabeza del lobo que lo acosaba.

-¡Ja, ja, ja!--ríe histérico el enloquecido enano--¡Vais a morir todos, escoria cambiaformas! 

Acabados los conjuros ofensivos que le había solicitado a su diosa aquel día, uso la varita de proyectiles mágicos que tenía aún en su mano y lo dirigió a un lobo que no parecía ser atacado por ninguno de los guerreros, pero poní aen un aprieto a los guardias que sujetaban el portón.

Y Fosco sigue pinchándole el culo a uno de los Lobos, flanqueándole. ¡Pues toma Rufus salvaje! en su rostro las lágrimas ya comienzan a brotas y sus ojos escuecen del picor.

Al ver como al licántropo enjaulado le salían otros dos brazos Onfale dio un paso atrás. No fue difícil continuar alejándose de la primera línea de combate manteniendo la concentración. Comenzaba a sentir su delicada nariz saturada por todas las esencias que habían entrado en juego en aquel escenario. Mantuvo la quimera sin saber cuánto tiempo tardarían los monstruos en adivinar que no era más que eso, una ilusión. Pero al menos había ganado un valioso tiempo para alejarse y permitir que Nikeras no sufriera sus ataques. Al ver la poca destreza que mostraba el druida en el combate le advirtió.

- ¡NIKERAS! ¡O ACABAS RAPIDO CON ELLOS O TE LARGAS DE AHI!

¿Estará viva Flame?

Por cada uno que caía, otro más era convertido, pero aún así sigo tozudamente atacando a las bestias. Esta vez mi ataque se dirige al lobo que está tumbado y la daga se clava en el muslo del animal.

Flame volvió a escupir su ácido sobre los dos hombres lobos que estaban allí cerca. Con suerte se quitaría a ambos de en medio y podría tomar de nuevo a su preciado Ayash, al menos ya había caído al suelo y tan solo tenía que acercarse un poco a él para tomarlo entre sus brazos.

Nikeras cuela la lanza por entre los barrotes, cabreando aún más a las bestias enjauladas. Fosco consigue abatir a uno de los lobos guardias, mientras que Leiath, Klasius y Babras siguen repartiendo estopa. Flame llega al suelo, a sus pies Ayash, y frente dos licántropos muy cabreados y casi calvos por culpa del ácido. Un tercer licántropo se une atraído por el movimiento en la zona. Una lluvia de garras y mordiscos caen sobre ella, de las que consigue esquivar la mayoría.

El Barón Septow y Mira Vanator huyen por la avenida norte, mezclados entre la multitud. El guardia que iba con ellos abre la puerta de su casa, pero no ha llegado a tiempo. Unas uñas afiladas le desgarran la cara. No es el mismo licántropo que se coló por la ventana: este lleva un colgante de cobre al cuello, con una medallita en forma de corazón.

¡Estela! ¡No! ¡Estela, trata de controlarte! ¡Trata de...!

Pero su amada Estela no escucha. Ha sido devorada por su lobo interior.

En el portón pasan algunas cosas interesantes. Los guardias consiguen mantener cerrada la puerta norte, pero uno de los licántropos muerde a uno de los humanos uniformados que empujaba la puerta sur. Esa distracción es suficiente para que el umbral se abra lo suficiente como para que se cuele otro lobo dentro. Sin duda una mano gigante hubiese sido de gran ayuda, peeeeero... El único que sabía conjurar manos gigantes ahora está muerto.

No conseguií impactar en el lobo mientras se levantaba pero insistí y por fin la daga de plata se clavó en su piel aunque sin hacerle mucho daño. Parecía que la invasión ya se había desatado por el pueblo por lo que pronto habría que tratar de buscar  un salida.

Quizás su compañeros, extranjeros como él, no lo vieran por estar en el meollo del combate. Pero Onfale, desde su privilegiada posición, lo veía con claridad. Ya no había posibilidad de defender Lechberg. Siguió retrocediendo manteniendo la concentración en el conjuro que encerraba a los dos licántropos que acosaban a Nikeras. Por el rabillo del ojo observaba con horror cómo  en las casas ya empezaba a extenderse la maldición. ¿Cómo iban a conseguir salvarse? Cada vez estaban peor.

La cosa se estaba poniendo pero que muy fea. Y encima aquellos que deberían de dirigir la contienda parecían únicamente preocupados por salvar su propio culo. La nobleza siempre había sido así, tampoco es que le sorprendiera. En fin... Babras trató de acabar con el lobo que tanto lo estaba reteniendo, ya demasiado.

Flame tomó el espadón del suelo para después salir de allí lo más rápido que pudiera. No podía permitir que aquellos desgraciados acabasen con su vida, no iba a ser tan fácil acabar con aquella mujer. Eso estaba claro.

Por si acaso, la escama de Flame dejó de brillar con ese tono tan óxido para tornarse más plateado, quizá ese brillo hiciese que los licántropos retrocedieran y no tuvieran que preocuparse por ella.

La puertas estaban abriendose de nuevo y plaga licántropa se extendía por la población. Dentro de muy poco estarían rodeados. Pero sus tozudos amigos seguian combatiendo. Era ella la única con cabeza del grupo? Con pocas esperanzas de ser escuchada, gritó a sus compañeros una vez más :

- SALGAMOS DE AQUI DE UNA MALDITA VEZ!

Descargó su rabia e impotencia con uno de los lobos, mandandole un proyectil mágico de su varita.

Fosco con los ojos como platos silba para llamar a su adorado perro mientras va a por su arco. RUFUS, MIERDA, VEN PA'CA!!!! gritaba el mediano mientras recogía su arco...

 La situación era desesperada pero no por ello había que entrar en pánico. Nada de aquello acabaría bien si se dejaba dominar. Lamentanado que Zicko no estuviera presente, el druida blandió de nuevo la lanza de fresno contra aquella aberrazción de cuatro brazos.

 Esa vez la lanza, asida con las dos manos, se coló limpiamente entre los barrotes encontrando el cuerpo de la criatura antes de salir y prepararse para lanzar una nueva lanzada.

Azaron nota el mordisco y maldice al asqueroso licántropo, temeroso de poder haberse convertido en una de aquellas bestias. Al no notar nada extraño continúa con su combate, esperando acabar con el monstruo que estaba a su vera.