Partida Rol por web

El tercer esclavo, un portentoso mul se gira ahora y habla.

- No todos somos tan ágiles como estos dos,- dice señalando a sus dos compañeros-, Hemos de suponer que tenéis compañeros esperándo vuestra agua. No podemos ayudaros de otra forma que robando el agua de esos sucios esclavistas. Según parece, por la noche sólo hay seis hombres de guardia, nosotros somos cinco contando con vuestra ayuda y parecéis muy capaces.

El mul se muestra serio pero bastánte solícito. Al parecer tendréis que elegir, ayudar a los esclavos y esperar a la noche o volver con vuestros compañeros y las manos vacías.

 Dependen de nuestra ayuda. Susurra el adepto igneo.

Arthor lucharemos por el agua... o moriremos sin ella.

Seguidamente mira al mul. Contad con nuestra ayuda.

El clerigo se sentó ligeramente apartado mientras meditaba en su decisión.

Sabia que algo iría terriblemente mal, nunca confió demasiado en sus músculos y mucho en su carisma. En un mundo como Athas y más concretamente en los paramos, había que ser despiadado y poderoso.

Si su famila lo necesitaba Khossur debía cambiar, aunque le asustaba transformarse en algo que odiaba.

Ay ay ay esto duele...

La mul consigue echarse hacia atrás con las espinas aún clavadas en la piel.

- En fin al menos no voy a acabar seca...

Dice cortando los extremos de las púas para que la sangre no fluya hacia la planta. 

Los tres compañeros se ven ampliamente ilusionados al poder contar con vuestro apoyo. Mientras Kollus y To-gahl vigilan desde el risco, Marista se despreocupa y os invita a alejaros un poco para no ser descibiertos.

- Parecéis hambrientos, ¿Puedo ofreceros un poco de carne y miel?

Mientras charláis con los ex esclavos, el kank que os ha llevado hasta ellos desaparece.

Una vez Thais se separó de la planta vampirizadora, Habib le dijo a la mul:

Espera, vas a seguir atacando? Es muy peligroso. Yo creo que puedo mover las botellas hasta el agua con mi poder, llenarlas y trerlas de nuevo. Al menos tendremos agua para seguir el viaje. O podemos intentar acabar con la planta, pero ya ha muerto Alief y no vale la pena arriesgar la vida de alguien más.

Con las manos, le hacía gestos para que recapacitase y tomáramos una decisión. No había prisa.

No creyó que Thais tuviera ganas de seguir atacando. Aún así por primera vez parecía realmente inquieto:

- ¡No, no vamos a seguir atacando la planta! No obtendremos ningún beneficio de eso. Así que utiliza tu poder, Shoren, o vayámonos.

Miró hacia los demás mientras se terminaba de quitar las puas.

- No voy a seguir atacando... ya he escuchado tu plan para coger agua usando los odres. Sólo me quería terminar de liberar.

Se fue hacia atrás observando el cuerpo del caído.

- Necesitamos al clérigo para quemar la maleza. Ojala no hayan tenido nuestra mala suerte. 

Con fuego no duraría nada esta planta chupasangres. Me quedaré sin poder después de esto. Pero vale la pena el riesgo ante nuevos peligros. Necesitaré todas las botellas. Dádmelas, por favor.

El psiónico tomó aire por un momento. La muerte de Alief le había impresionado. No era el momento de expresarlo, según su forma de pensar, pero el corazón le latía fuerte por el esfuerzo de contener una gran pena.

- Asi como mos ayudo esa magia asi desaparece. no se puede confiar demasiado en ella aunque relamente es util -

- No te preocupes por ese aminal, era un espiritu o algo asi. - le digo con tono conciliador a Marista - Te agradeceria mucho si nos invitaras a esos manjares, lo ultimo que hemos comido a sido una lagatija cruda que he cazado -

Dio un paso adelante:

- Un momento, Shoren. Nuestro compañero merece un ritual fúnebre, y este monstruo vegetal lo acompañará.

Buscó una página concreta en el libro de conjuros y comenzó a recitarlo: en el interior del matojo un brillo empezó a crecer conforme una esfera de fuego iba quemando sus ramas... Antes de desaparecer, movería la bola hasta el cuerpo de Alief.

El mago empezó a entonar el extraño código de la magia que solía desencadenar su poder. Una esfera de llamas se materializó en la abertura que dejaba la planta como señuelo.

Stravos, esto era justo lo que necesitábamos. Bien hecho, amigo.

Dijo sin apenas fuerza en la voz.

Ojala lo hubiera usado hace unos instantes, aunque nadie se lo podía imaginar. Pobre Alief.

Los esclavos comparten amistosamente sus provisiones con vosotros. Durante la breve pausa para comer, todos ellos cuentan historias de cómo y por qué han acabado en esa situación.

Los tres servían para la aristocracia de Urik y también os hablan sobre los rumores de la contaminación de su oasis y la más que probable guerra. Ninguno de ellos parece demasiado diestro para combatir y sus armas son más rudimentarias si cabe que las que vosotros portáis. Les llama poderosamente la atención el hombre del fuego pues nunca habían visto un ser tan peculiar.

El poder de Stravos elimina la planta por completo. La charca del centro, sin embargo parece arder por un momento junto con el resto de la vegetación extinguiéndose lentamente y dejando tan sólo una capa viscosa, quizá no había agua después de todo.

El desánimo hizo que se tumbara en el suelo y cerrara los ojos:

- Debimos seguir siendo esclavos... -comentó en voz baja para sí mismo.

Cuando pudo contemplar que la planta caía, una súbita alegría le henchía el corazón, pero duró muy poco. La decepción fue mayor al ver que todo era una ilusión. Una trampa de una planta vampirizadora. Nosotros éramos sus presas.

Nunca hubiera pensado que existieran estas cosas!

El psiónico buscó entre los restos algo interesante. Quizá otra víctima dejó algo.

- Parece que nuestra situación es un tanto apurada ya que claramente nos sobrepasan en número. Lo mejor sera esperar a lo mas profundo de la noche y acercarnos sigilosamente a robar el agua y el equipo que podamos pero sin correr demasiados riesgos. No es mi estilo habitual pero es necesario adaptarse a las circustancias - les digo mientras como las viandas - Yo soy capaz de aminar sombras y podre oscurecer un poco la zona por la que nos movamos. ¿Vosotros podeis hacer algo parecido, algo que nos ayude a pasar desapercibidos o que distraiga a los guardias? -

Consciente de la atención que atrae Khossur se lleva a la boca un pedazo de comida de forma timida.

Err... Si la aproximación nocturna es mucho mejor, aunque mis dones, tendre que confiar en mi sigilo y mis habilidades marciales ya que mis dones serían demasiado obvios en la noche.

Mientras espera Khossur tiende la mano al fuego y mascullas unas palabras.

Padre de las llamas, protegenos de todo mal. Haz que nuestros corazones ardan en la batalla y nuestros enemigos huyan. "Heji fieru akta"

¿Conoceis la historia de los soles?... Inicio el clerigo con animo de hacer pasar el rato a los oyentes