Partida Rol por web

Ni hay honor en atacar y saquear a los que son más débiles que uno mismo, ni se requiere ningún tipo de valor para hacerlo…- le dijo Bjorn a Meklas -Y sin honor ni valor, solo se puede ser un matón un bandido… pero nunca un guerrero- sentenció mientras observaba como aquellos que habían decidido no unirse a su clan se preparaban para marcharse.

Dudaba que fuese a ser la última vez que veían a Meklas y a sus hombres… aunque solo el tiempo diría si volverían para unirse a los Lávidr, o para saquear sus tierras, y en ello, mucho tendría que ver como actuase aquel clan de las montañas, los Garra de Hielo, por lo que, tras la mención de este por sus nuevos hermanos, Bjorn se puso a hablar con ellos, preguntandoles lo que sabían al respecto de dicho clan.

Un instante y casi corro hacia ese tal Melka a partirle la cabeza con mi mazo pero la idea de desatar un combate contra ellos y teniendo a varios de sus ex-compañeros entre nuestras filas no sería lo más adecuado, le dejo pasar su respuesta y escucho que Bjorn le responde.

Giro sobre mis pesados talones y enfilo hacia nuestro asentamiento para poder dedicarnos a una nueva tarea y ahora sabiendo que contaremos con guerreros para que hagan vigilancia y patrullaje. Resta saber cuan confiables son y que tan buenos en su hacer.

También que pasaría con los garras de hielo y ver si era necesario hablar con el otro clan sobre lo que podría llegar a suceder.

El frío empezaba a calar fuerte en sus huesos al caer la noche, y eso que el invierno aun no les había alcanzado, pero estaba cerca y no se demoraría. Reunidos en el gran salón, el clan Lávidr, señores de las colinas al oeste del valle, celebraran por la llegada de nuevos miembros. De momento no se podían dar un gran banquete, pero lo que había, se disfrutaba con gran gustoso y más en compañía de lo que hasta ahora parecían ser, fieles camaradas.

Habían pasado ya tres días desde el altercado en las fronteras, momentos desde el cual aquellos 12 guerreros se unieron al clan. Desde la primera noche, pero con más insistencia en la actual, los montañeses solicitaron a Embla y a todo el consejo del clan, que acudiesen al rescate de sus familias, quienes habían quedado atrás, bajo los dominios del clan de bandidos llamado Garra de Hielo. Y aunque Embla y los otros no dudaban en querer ayudarles, desde aquella primera noche, quedo claro que tarea podría ser imposible. Si aquellos montañeses no mentían (y no tenían por que), las fuerzas de aquel clan estaba compuesta por al menos 50 fieros y curtidos guerreros, más otros cuantos clanes menores que habrían de seguirles sin vacilar. Números que, aun con el clan Rotensnö como aliado, podrían conducir a dolorosas e irreparables bajas.

Por tanto, no hubo más opción que hacer más promesas e intentar esperar a que los vientos apuntasen a su favor. Y de momento, habría que mantener las esperanzas de aquellos guerreros, así como mantener sus mentes y cuerpos ocupados.

Por suerte, las noticias que Asbjörn y otros exploradores les habían traído de la montaña en aquel día, eran alentadoras. Aquella cueva, claramente era una mina abandonada, y que con gran certeza, sería sumamente productiva. De momento no conocían el por que de su abandono o porque había sido sellada, pero eso en el fondo no importaba, pues si podían extraer recursos minerales de allí, bien valdría la pena. Aunque muchos no estaban convencidos de ello.

Asbjörn que aguantaba bien el efecto de las bebidas embriagantes, en medio de un brindis iniciado por el mismo, enalteciendo los logros y beneficios de la mina, preguntó quien iría al día siguiente a hacer un reconocimiento final, previo a empezar a picar la piedra. De momento los lideres del clan que conformaban a su vez su consejo, no habían visitado la montaña, por lo que era muy coherente ir al lugar antes de decidir que hacer.

Un final desagradable. Agridulce.

"¿Honor? ¡Estoy HASTA LOS HUEVOS del PUTO Honor!"

Pero era de esperar. Por el honor ante la llegada de lo inevitable los guerreros preferían morir como "hombres" matando y robando que estar dispuestos a admitir que alguna vez no estuvieron cien por cien al control de la situación: los dioses han muerto pero los hombres siguen estando bien vivos... y sus ideas con ellos. Hipotecando cualquier destino para las familias y las sangres que les ataban porque arriesgarse al qué dirán, o al qué dirá uno mismo, era demasiado malo. Mikklas odiaba aquella clase de estupideces: nunca había sido un guerrero, y aunque ahora en su posición esto le acomplejaba también le llenaba de orgullo en situaciones como aquellas.

...

50 hombres. Y más clanes en las montañas. Alguien que se ocupaba de conseguir comida como él sabía que esto era IMPOSIBLE. Simplemente, IMPOSIBLE. No sólo en aquellas tierras, sino en cualquier otra. Había algo que se estaba escapando, tenían alguna base en aquel lugar o alguna forma de conseguir recursos, en especial cuando no estaban en buenas condiciones para comerciar con nadie. Si descubrieran de qué se trataba podrían tener mucha mayor oportunidad de atajar su resistencia. La cabecita que se asentaba sobre su gordazaco cuerpo estuvo meditando aquella cuestión durante los siguientes días, mientras realizaba las tareas, comprobaba el estado de la caravana y se ocupaba de limar fricciones/descubrir la situación de los nuevos ocupantes.

Días más tarde, al fuego del hogar...

-¡Estoy contigo Asbjorn! -levantó el pichel como los demás- ¡Hasta el final! ¡Iremos a esa mina!

Hubiera querido decir que la decisión estaba hecha en base a que había recelos entre miembros del Clan con respecto a si era buena idea reabrir la mina, y que una comitiva de los guerreros locales tranquilizaría mucho los ánimos. Y era cierto. Era una parte importante de su decisión. Pero el motivo fundamental era, lo más seguro, que el hombre estaba ya cocidito y Asbjorn había sido uno de sus compañeros en las batallas y, en pocas palabras, no podía no apoyarlo. El alcohol, que exalta las amistades y reduce las precauciones.

La presión que me producen los nuevos integrantes sobre ir a buscar sus familias me golpea el corazón, si bien nunca tuve y podré tener hijos el perder a alguien cercano me estremece. Por suerte hay otras cosas en que ocupar la cabeza y es la mina.

Todos brindando por la pronta excursión a la mina y ya está mi hermano queriendo dirigir a todos siendo un inútil. - ¡Tú no sabría distinguir entre un roca y una montaña de estiércol! - Le grito para hacerme oir entre la multitud, me levanto y me acerco lentamente a él. - Yo iré a la montaña o te perderás a dos pasos dentro del túnel. - Lo miro con firmeza a los ojos con un tono desafiante. - Es más, tú ármate un grupo y yo otro. El que vuelva con mejores resultados ganará. - Miro para todos lados buscando algo que no encuentro. - Ya veremos que ganará el que gane. - Y me quedo delante de él después de lanzarle el desafío.

Varios días habían pasado desde que nuevos hermanos se uniesen al clan Lávidr, y aunque Bjorn se alegraba de ello, dicha unión también conllevaba una nueva preocupación, la de las familias de aquellos valientes guerreros que el clan Garra de Hielo mantenía cautivas. Por desgracia, aunque Bjorn hubiese ido gustoso a liberarlas, la información que tenían sobre dicho clan hacía que, al menos de momento, el rescate fuese imposible.

Cincuenta guerreros como mínimo, eso sin contar varios clanes menores… ahora mismo, incluso con nuestros aliados, enfrentarlos sería una derrota segura, y aunque lográsemos ganar, estaríamos demasiado dañados como para sobrevivir al invierno- pensaba el segundo al mando de los Lávidr, teniendo que conformarse simplemente con prometer a sus nuevos hermanos que no se olvidarían de sus familias y que las rescatarían en cuanto la situación cambiase -Si pudiéramos contactar con esos clanes menores y volverlos en su contra…- se dijo, seguro de que aquella podía ser su única posibilidad. Siempre que supiesen como hacerlo sin alertar a los Garra de Hielo, claro estaba. Por desgracia, incluso antes de empezar a pensar en cómo lograr aquello, había temas que requerían su atención inmediata, como el tema de la mina abandonada que habían encontrado explorando la montaña.

Gunnar- llamó Bjorn a este mientras Wulfrig buscaba competir con su hermano en la exploración de la mina -Aunque me gustaría acompañarles, también aquí hacen falta manos para trabajar, y con lo ocurrido últimamente, la gente agradecerá que algunos de nosotros nos quedemos aquí- le dijo -Por eso te pido que vayas tú con ellos, se mis ojos y ayúdales. Sé que si hay algo en esa mina que nos pueda ayudar, tú lo encontrarás- le pidió con absoluta confianza en sus capacidades, ante lo cual, el hosco y silencioso guerrero no pudo sino asentir, aceptando la petición de su líder.

A la mañana siguiente, tras una ligera resaca en algunos de ellos, la marcha a la montaña inició partiendo desde el actual asentamiento del clan Lávidr. En el trayecto, un entusiasta Wulfrig siguió poniendo de manifiesto el hecho de que habrían de ir en dos grupos y competir por ver quien obtenía la mejor ganancia de la mina en aquel día; a lo que su hermano Asbjörn ya no respondió más, e intentó ignorarle, ya la noche anterior había intentado aclararle que solo habrían de ir en un papel de reconocimiento como consejo del clan, a fin de dejar en claro si era correcto emprender todos sus esfuerzos en aquella mina.

Partieron muy temprano cargando con todo lo que necesitaban y en un grupo total de 18 integrantes, la mayoría de ellos guerreros. Estaban allí Mikklas y Gunnar junto a otros dos exploradores, Wulfrig y su hermano Asbjörn junto a otros cuatro Varls que protegían al consejo, Embla como actual líder del clan junto con Gunnar y otros cuatro guerreros quienes la protegía, Fridtjof a quien ya sabían si llamar mender o brujo acompañado por su protector Hodur, y en la retaguardia Hjálmarr quien empezaba a sufrir en el ascenso pues su cuerpo no estaba hecho para aquel tipo de caminos. Cerrando la marcha, les acompañaban dos pobladores quienes cargaban con alimento y materiales necesarios para ir apuntalando la mina o bien para ir almacenando allí todo lo que habrían de necesitar en los futuros días.

El grupo dejó atrás un pequeño bosque ubicado ya sobre las altas colinas que bordeaban la falda de aquella montaña solitaria, que era a su vez, la más alta de entre todos las que se podían encontrar en sus dominios, y que incluso era tan alta como aquellas de gran altura que se podían encontrar en las montañas aun más al oeste, donde se decía reinaba aquel clan de bandidos montañeses.

Ascender la montaña fue una tarea difícil, aun cuando había un viejo paso de montaña que les llevaba hasta la mina. La dura marcha hizo que muchos agradecieran no tener que alcanzar la cumbre de la montaña, sobre todo Hjálmarr, quien con respeto miraba como esta se alzaba aun muy por arriba de la mina, la cual ya podía ver a penas pocos pero duros metros por encima de su cabeza.

Muy pronto, apenas entrar en la mina, fue claro que esta les traería muchas ganancias, pues incluso las paredes que se encontraban apenas en el túnel inicial ya dejaban clara la presencia brillosa de muchos minerales. Dejando atrás aquel túnel cuyo suelo había sido labrado muchos años atrás hasta dar forma a una escalinata ya muy desgastada por la humedad, su uso y el mero pasar de los años; se encontraba una amplia bóveda de formación natural, sobre la cual se esparcían un total de 11 nuevos túneles, todos ellos labrados a base de tiempo y esfuerzo. Cuatro de ellos estaban colapsados y tomaría mucho tiempo sacarlos adelante, dos más representaban excavaciones menores que probablemente en su momento no habían supuesto una buena opción, otros tres eran de gran tamaño y prometedores, mientras que otro más eran tan profundo que los exploradores habían llegado a una segunda bóveda y otras ramificaciones.

El último era tan grande que prácticamente podría ser tan importante como el túnel principal que llevaba a la segunda bóveda, no obstante, se encontraba sellado con una gran piedra que había sido puesta allí de alguna forma poco clara. Las conclusiones de Asbjörn y otros exploradores de las minas eran que con tres túneles prometedores y el túnel principal, se podría sacar mucho, e incluso si la mina no era prospera, al menos tendrían buena producción por uno o dos años.

No obstante, queda la duda de que hacer con aquella gran piedra que bloqueaba el último túnel. Algunos de los presentes comentaban que probablemente los Varls la habían bloqueado en el pasado para esconder un gran yacimiento de piedras preciosas, o directamente habían escondido un tesoro dentro. Otros pensaban de forma opuesta, aquella piedra había sido puesta allí para evitar que algo malo saliese, dejándolo atrapado, y por ello era mejor dejarla donde estaba.

Si bien, nada más entrar en la mina ya resultaba evidente que de aquel lugar podría obtener una buena cantidad de minerales valiosos con los que podrían comerciar fácilmente, aquello a Gunnar no le terminaba de gustar, pues, al fin y al cabo, si la mina resultaba tan provechosa… ¿Por qué había sido abandonada?

No me gusta…- se dijo el hosco guerrero, mientras se adentraba con los demás, explorando la multitud de túneles que partían de la amplia bóveda principal, hasta que finalmente dio con uno que confirmaba sus sospechas, o al menos, eso parecía.

Ahí no hay ningún tesoro, esa piedra está para impedir que algo salga- dijo, interrumpiendo con su tono seco y cortante la discusión que algunos estaban teniendo.

Pero aun así abandonaron la mina, así que quien la puso pensó que no era suficiente... no me gusta- pensó mientras observaba la piedra. No desde luego, no se fiaba de aquello, y si por él hubiese sido, se habría ido con la primera sensación de que algo no iba bien… pero Bjorn había confiado en él para aquello, y sabía que la mina era necesaria.

Si queremos usarla, tenemos que averiguar que hay ahí dentro- sentenció.

Un penoso ascenso y no hasta la cima de la montaña. Hubiese dicho de quedarme a patrullar. Pero la decisión ya estaba tomada y las playas me lo hacían saber con cada roca que me torcía un poco más y más.

Entramos y todos casi al unísono se dieron cuenta de lo valioso del lugar y eso me preocupó más que alegrarme. Gunnar expresó parte de lo que estaba pensando. Si fue tan aprovecha no tendría que haber habido otro motivo más que algo que los echara, los hiciera huir del lugar y encontraron la forma precaria de impedir que el ahuyentador acabara con ellos y fue la gran piedra. Dejarla ahí era una excelente opción y así debería quedarse.

Buscando estar entre los primeros del grupo voy marcando el paso para no demorar el llegar a la gran cueva. Al entrar veo la magnitud y me quedo un momento boquiabierto, tremendo trabajo se han dado los antiguos moradores del lugar y aun así se tuvieron que irse. La mina todavía es prometedora y debemos sacarle provecho por necesidad, por supervivencia sin opción.

Aunque al ver el ultimo túnel un escalofrío recorrió mi espalda, por algo como esto se fueron y dejaron todo. Coincidía con Gunnar y al parecer Hjálmarr pensaba similar con su silencio y mirando hacia afuera. Pero en mi caso era sacarle provecho sin molestar a los que estaban atrapados del otro lado, fuesen lo que fuesen. Mi hermano piensa que lo mejor sería ver que hay del otro lado con cuidado y podría ser la peor decisión o quizás la mejor. Pero ya tenemos muchas preocupaciones encima como para seguir agregando otras. - Dejemos lala piedra donde está y sigamos con los demás túneles y esperemos fortalecer nos para después ver que los motivó a cerrar éste túnel. Ahora sigamos o para ver la otra cueva con los demás túneles. -

Apartando de la mente el odio que comenzaba a sentir por ese maldito clan, opté por acompañar en la exploración de esa mina de la que había hablado Asjborn.

El camino fue, aunque duro, no demasiado complicado y pronto pudimos comprobar que lo que pensaban, era una realidad; Una realidad que podía llegar a más, a mucho más. De ahí podríamos obtener mucho mineral con el que poder comerciar, y de esta forma sobrevivir. Si, el mineral sería nuestra salvación.

Según fuimos avanzando, rápidamente me extrañe de que semejante riqueza estuviera abandonada. Nadie en su sano juicio lo dejaría abandonado. Sin embargo, al ver ese túnel obstruido con una enorme piedra mis temores se vieron confirmados. Algo habitaba el lugar, o había habitado. Un mal que alguien ha intentado encerrar a través de esa enorme piedra, pero ¿qué será aquello que tanto temían?

La cuestión ahora era, ¿podríamos dejar a un lado esa roca para seguir inspeccionando? ¿sería seguro dejar eso a nuestras espaldas?

Como alguno ha dicho, yo también creo que debemos de investigar antes de comenzar a picar por otras zonas. No sabemos qué hay, o había ahí dentro, pero pienso que no es muy seguro comenzar a extraer recursos ajenos a esto que tenemos al lado, y por el que tendremos que pasar continuamente.

La decisión final del grupo fue destruir la roca en ese mismo día, pero hacerlo con precaución, pues no sabían porque había sido sellado aquel túnel en una primera instancia ni quien lo había hecho. De cualquier forma, para todos era claro que, si iban a trabajar allí, era importante, saber si había algo valioso allí abajo o si bien había una amenaza que requería ser contenida.

El proceso fue lento, y solo unos pocos trabajaron en ello pues los demás estaban dedicados a apuntalar diversos túneles y preparar los trabajos de minado. Cuando lograron hacer un pequeño agujero en la parte superior que atravesaba hasta el otro lado. El aire estaba enrarecido, pero no tenía un mal olor ni daba señales de nada, por lo que el grupo siguió picando.

No fue hasta que aquel agujero en la gran roca que taponaba el túnel había llegado ya a un tamaño de unos 40cm, que uno de los mineros decidió adentrarse en aquel agujero que no tendría más de un metro de largo. Y el caos se desató.

En un principio aquel minero se adentró sin problemas, llegando incluso a mirar del otro lado. Según sus palabras iniciales, no veía nada, toda estaba oscuro, pero cuando le pasaron una antorcha, sus gritos sobresaltaron a todos, quienes no tardaron en arremolinarse en torno a la gran piedra. El minero pedía a gritos que le jalaran, pero, aunque lo intentaron, los dos mineros a su lado no lograban traerlo de vuelta pues algo lo sujetaba del otro lado. Asbjorn junto con otros Varls tomaron la iniciativa y empujando a los hombres, tomaron al minero para atraerlo con mayor fuerza, y súbitamente, lo consiguieron, pero solo la mayor parte de su cuerpo, pues su cabeza había sido cercenada. La antorcha aun alumbraba por sobre el agujero, y del otro lado se podía ver una figura clara que para los Varls provocaba un sentimiento encontrado.

Un Dredge, un inmenso Dredge, tan grande que incluso dejaba algo por debajo a los Varls. Los hombres retrocedieron al ver tal cosa, nunca habían visto a un Varls, y no esperaban que fueran tan grandes.

Poco a poco y con cuidado por lo que quiera que pudiese haber dentro, unos cuantos mineros fueron abriendo una apertura en el túnel sellado mientras el resto se dedicaba a apuntalar y asegurar la mina para poder empezar a trabajar, porlo que tomó un buen rato para poder hacer un pequeño agujero en la roca por el que uno de los mineros decidió intentar colarse para ver que había dentro…  y entonces el caos se desató.

Gritos de terror del minero, su cuerpo decapitado cuando finalmente pudieron sacarlo y, desde el interior de aquel túnel y alumbrado por la luz de una antorcha, una inconfundible figura surgida de las pesadillas

¡DREDGE!- gritó Gunnar al ver que era lo que había estado allí sellado -¡Lanzadle cada flecha, jabalina o piedra que tengáis a mano, que no se acerque!- ordenó a todos los que pudiesen escucharle, esperando con eso ganar algo de tiempo para pensar.

Era evidente que aquel dredge era el motivo por el que la mina había estado abandonada, pues aun con el túnel sellado, siempre había el riesgo de abrir otra salida mientras se extraían minerales, por lo que su única opción era abandonar la mina. Necesitaban de la mina para sobrevivir, tenían que abandonarla… eso, o acabar con el dredge.

Solo puede haber uno, si hubiesen más no habrían podido sellar la mina- razonó, aunque una gran parte de su razonamiento era más bien un deseo - De haber más, no los habrían podido retener mientras sellaban el túnel ni se habrían arriesgado a no sellar la mina- se dijo, no tan seguro como le hubiese gustado.

¡Terminad de despejar el túnel!- gritó -Necesitamos la mina… y no la tendremos mientras esa cosa viva- añadió, esperando no equivocarse con su razonamiento.

El grupo decidió casi por unanimidad que hacer con la mina desoyendo mi pensamiento, se abre un hueco que escondía una oscuridad más preocupante que la falta de luz. Una criatura que esperaba no volver a ver cercenó a uno de nuestros compañeros que no tuvo oportunidad. - Cerrad la entrada, que quede como estaba. - Les digo a todos viendo que algunos querían combatirla.

La primera reacción fue de Gunnar quien alentó a los miembros del clan a atacar con lo que tuvieran a la mano, ya fuesen jabalinas, flechas o incluso piedras. Y sus gritos no cayeron en oídos sordos, e incluso se podría decir que las piedras ya estaban volando desde antes que Gunnar lo sugiriese a gritos. El resultado fue el esperado, en Dredge retrocedió o al menos eso parecía pues todo estaba muy oscuro dentro de aquel túnel.

Las intenciones iniciales de Gunnar eran despejar el túnel y combatir contra el Dredge para despejar la mina y poder usarla sin riesgos. Pero Wulfrig y Asbjörn no estaban de acuerdo, y con el apoyo de Embla, la líder del clan, optaron por una opción completamente contraria, sellar aquel túnel para poder usar el resto de la mina con libertad.

En un par de ocasiones el Dredge intentó atacar a los mineros que sellaban la entrada, pero Embla y otros lograron contenerlo y rechazarlo en ambos casos. Con ello, el grupo de mineros logró sellar por completo la mina, reforzandola incluso para evitar que un intento de acceso al exterior fuese tarea fácil. Si aquel Dredge u otros más intentaban abrirse paso, tendrían que atravesar tanta roca, que para cuando terminasen, ya habría tropas listas para enfrentarlos.

Aquel peligro terminó con las labores de aquel día, por lo que bajo las órdenes de Embla y los Varls, trabajaron ya solo en explorar los alrededores para asegurarse de que no hubiese alguna otra salida o peligro, de tal modo que no hubiese más riesgos.

La noche llego con calma, una ligera llovizna de otoño traía algo de aguanieve, un ligero preludio al invierno que estaba cada día mas cerca. En el gran salón del clan, los héroes y sus compañeros cenaban al calor del fuego mientras conversaban sobre lo acontecido en la jornada y sobre el futuro que les deparaba.

La mina habría de ser un éxito, o al menos eso esperaban. Pero para conseguirlo, tendrían que asignar un cierto número de mineros a trabajar allí sin descuidar otras labores que pudiesen ser importantes para el asentamiento, tendrían también que pensar en el transporte de los recursos desde la mina hasta el asentamiento, y si querían evitar alguna sorpresa con algún Dredge fugitivo, deberían dejar al menos un par de guardias por las noches.

El túnel se cerró rápidamente y mi cara demostraba enfado, me guardé las opiniones hasta el momento oportuno y se dio a la noche cuando nos reunimos frente al fuego en el gran salón. Esperé que varios hablaran para poder después descargar mi enojo. - Les dije, si alguien había cerrado esa boca era por algo y no hicieron caso. Perdimos un compañero y pudieron haber sido más si hubieran seguido abriendo más el túnel. Ustedes humanos no saben lo que son los dregde, creen saberlo y no lo recuerdan. No vivieron lo suficiente como para saber lo que son. Es verdad que esa mina va a ser nuestra salvación y ahora que ellos saben que estamos ahí va a ser más peligroso. Tenemos peligro dentro y fuera de la mina por las excursiones del clan Garra de Hielo. Tenemos que liberar a las familias de la gente que está oprimida en estos momentos y para eso necesitamos recursos para crecer y dar el golpe sobre ese clan y liberar a la gente. Tenemos que hacer muchas cosas y no podemos hacerlas todas a la vez. Con respecto a la mina, sería enviar a diez varls para sacarle el mayor provecho lo más rápido posible y con una escolta de cuatro humanos para que los vigilen mientras duermen en turnos de dos para que siempre estén bien. Sería que vayan por cinco días y después de dos días volverían hasta que el invierno no les deje ir más. Para la vuelta saldrían de acá unos horseborn para escoltarlos y vigilar los alrededores, son un grupo que llegaría acompañados de un relevo de guardias, que sería de acompañamiento dado que todo varl sabe pelear. Todo sería con carretas desde la montaña hasta acá y para bajarlos desde la montaña ver si en los lugares más complicados usar poleas para descargar lo obtenido o bien tirolesas para evitar ciertas partes del recorrido. - Quiero seguir hablando pero me doy cuenta de que lo había hecho por un buen rato y seguro iba a traer tema de charla para varios.

Tenía razón: no sabía lo que eran los dredge. Y después de haber participado una comitiva entera con lanzas y piedras en alejarlo no tenía ninguna prisa en experimentarlo de primera mano.

Los comentarios sobre la mina eran positivos, puesto que parecía ser una mina rica, y no sólo en hierro o en piedra, sino en gemas que podrían comerciar con otra gente. A Mikklas no le gustaba demasiado la idea de que en otras zonas de la mina hubiera monstruos de leyenda encerrados a la hora de desatar su odio contra todo lo que es humano, pero no podía decidir en ese sentido, pues ni era el jefe del clan ni uno de los miembros de su círculo más interno como para que su palabra tuviera tanto peso. Comía algo de pan aún caliente mientras pensaba en todo aquello.

-...

Dredges. DREDGES. Los dioses se mueren, la tierra se cae, los veranos se desvanecen y las leyendas estaban despertándose de su abismo para perseguirles, y estas no eran leyendas como los horseborn. Prefirió no pensar en lo que todo aquello significaba para... bueno, pera todos... pero era difícil. Aun así tenía que intentar concentrarse en lo que tenía delante. Escuchó a Wulfric, que conocía su beicon: estaba claro que sabía de lo que hablaba. Su experiencia minera había sido más que breve en el pasado.

-Estoy de acuerdo con Wulfric. El mínimo de personas que deberíamos enviar son diez, y los varls tienen tanto afinidad por ese trabajo como experiencia con los dredges y su paso, con lo que son los mejores trabajadores: además, guerreros o no es probable que disuadan a esas... cosas... -dijo- o a los que puedan cruzarse con la comitiva de vuelta. La mencionada parece la mejor forma de llevarnos a casa los recursos que consigamos sin tener que temer a posibles oportunistas que quieran hacerse con ellos, y cuatro guardias deberían ser una situación lo bastante segura como para que no se presente ningún otro problema.

Dos guerreros deberían bastar en realidad para quitarse de problemas, pero Mikklas siempre había sido la clase de persona que prefería trabajar sobre seguro: los fallos y los desastres que conllevaban pesaban demasiado en su corazón.

En cuanto volvieron con el resto del clan, Gunnar se separó inmediatamente del grupo para dirigirse a donde Bjorn se encontraba con tal de informarle de lo sucedido. Atrapado o no, un dredge en las montañas era algo que habría que vigilar si no querían que les explotase en la cara.

Y si hubiésemos abierto el túnel por completo, podríamos habernos encargado de él en lugar de tenerlo como una amenaza constante- le contestó Gunnar a Wulfrig cuando este habló en el gran salón -Ahora tendremos que tener vigilancia constante en la mina para asegurarnos de que no escapa- masculló antes de volver a sumirse en silencio.

Lo cierto es que estaba de acuerdo con destinar 10 varls a la mina, más que nada porque en caso de que el dredge apareciese, tendrían más oportunidades de enfrentarlo que si eran 10 mineros humanos… y respecto al método de transporte, tampoco tenía más que añadir a lo dicho por Wulfrig.