Partida Rol por web

Las palabras de Eskol y sobre todo de Erik, cayeron en oídos sordos. Quien parecía ser el líder de aquella partida de guerreros se limito a sonreír, y con un gesto aun mas exagerado, indicarles que se acercaran, casi como si estuviera retándolos a hacerlo. Fue entonces cuando al desplegarse todos salvo el propio Erik, a un grito de guerra, el enemigo se lanzo al ataque.

No había otra opción, tendrían que combatir en los límites de aquel bosque contra aquel grupo de invasores. Eran ocho contra ocho, por lo que en números estaban igualados; pero en cuanto a poder de combate, ellos contaban con tres Varls, lo cual seguramente haría diferencia. Y todo ello sin contar con sus propias habilidades, que esperaban hubiesen mejorado lo suficiente. El enemigo por su parte, estaba conformado por seis guerreros, dos de ellos con grandes escudos y ubicados al centro, mientras que a su vez, dos arqueras les cubrían las espaldas desde la retaguardia.

La cautela de Aard se había convertido en cólera en cuestión de unos pocos segundos. Tras el desafío de quien parecía ser el lider de aquel grupo y el posterior despliegue de los hombres y mujeres a su mando el varl no hizo más que sentirse invitado a iniciar la carga. Empezó a movilizarse levantando su escudo y tanteando el peso de su colosal espada.

—Los hombres nos desafían. Se arrepentirán pronto de haberlo hecho.

Nuestras palabras no sirvieron para nada y los bandidos están decididos a luchar contra nosotros sin considerar que entre nuestras filas hay poderosos Varls, sin contar que la mayoría de los humanos somos veteranos de varias batallas y nuestras capacidades han sido curtidas con sudor y sangre.

Suspiro sabiendo que lo intenté y que no nos dejan otra opción. Hablo a todos en voz alta, apoyando las palabras de Aard:

 - "¡Se arrepentirán! ¡A la lucha, Hermanos! ¡Por el clan Rotensnö!"

Tomo mi arco con fuerza y me preparo para el combate, listo para enseñarles por la mala lo que se negaron a aceptar con palabras: Que los señores de estas tierras somos nosotros y todo lo que en ellas hay nos pertenece. Si quieren conservar sus vidas, tendrán que luchar por ellas pues ellos no nos han dejado alternativa.

Todo se había echado a perder demasiado rápido. Los bandidos estaba tan poco dispuestos a dialogar como tanto a intentar salirse con la suya por la fuerza. Necios. Que no supieran que se estaban enfrentado a guerreros experimentados, vale, pero la mera visión de los Varls ya debía de haberlos puesto en fuga. Aun así, insistían en plantar cara, por lo que la cuestión quedab zanjada. Pagarían por la afrenta cometida en sus tierras.

Jendalos se situó cerca del Varl Aard, en uno de sus flancos y frente a un par de los guerreros enemigos, de los que esperaba dar buena cuenta sin mucho esfuerzo. Quizás si caían en suficiente número el resto se acababan rindiendo .Aunque ya no les iba a servir de mucho.

- Ya sabía yo que no iban a cooperar...¡lo sabía! - dijo Eskol con voz malhumorada y ceniza certidumbre. - Sea, si ellos quieren así lo haremos. - murmuró. Erik, Jendalos y un nuevo Varl que hasta ahora había estado más ocupado zurrando que hablando, se manifestó y todos respondieron con ánimos y vítores. 

Eskol no iba a ser menos - ¡¡Por Rotesnö!! - 

Aard y Jendalos iban por un flanco, y él aprovechó y se colocó con ellos, dispuesto a aprovechar el entorno, fundirse y acabar con sus arqueras antes de que pudieran hacer daño a sus hermanos de Clan. 

Y como sospechaba, las intenciones de ese grupo no son muy buenas. Y es que desplegarse antes de entablar diálogo nunca es buena señal. Pero, lamentándolo por ellos, han escogido una salida que no es la adecuada. No dejarán que nadie robe sus presas ni campe por su territorio como si no fuera de nadie.

-¡Demostremos quien manda en estas tierras! ¡Qué los enemigos de nuestro clan teman nuestro nombre!

Por suerte, ya tiene su arco listo y solo busca posicionarse en un buen lugar para poder ensartar a esos enemigos con sus flechas.

El hacha, cual amiga, pocas veces se usaba en vano. Y ahora, que nos enfrentábamos a ese grupo de salvajes, me parecía lo menos idóneo aunque necesario.

Me moví lo mas rápido que pude, algo pesado tal vez por los años y la falta de práctica. Me puse en el flanco derecho* para mantenerme a distancia de mis compañeros. La división del enemigo era mejor, confiaba en nuestras habilidades. Solo quería salir de esto

- Hey! No tienen por qué pelear, les irá mal gente! - Mi grito mas que una advertencia era un aviso amistoso. Donde hemos comido algunos siempre podemos aceptar a otros refugiados mas

Las claras acciones hostiles de los invasores, desencadenaron aquella batalla en los lindes del bosque. La mayoría de los miembros del clan lo vieron así y no dudaron en lanzarse al ataque, enalteser a su clan y amenazar a los enemigos. Todos salvo Alistar, que fiel a su filosofia, seguia actuando en contra del consenso general, pues a apesar de la clara hostilidad, gritaba a los cazadores invasores que no detuviesen sus intenciones de lucha; acción que en aquellas duras tierras podría ser tomado como señal de debilidad.

El combate comienza y no es momento de quedarse atrás. Conozco la guerra, he luchado en más de un campo de batalla y no es momento de no hacer nada.

Avanzo rápidamente para ponerme al lado de Troknir, con el arco en mis manos y preparado para atacar apenas uno de los enemigos se ponga a mi alcance.

Los dos grupos de contendientes empezaron a avanzar en dirección al contrario, el enemigo avanzaba en una formación defensiva por parejas, cubriándose con los escudos de posibles ataques a dsitancia que les pudieran lanzar. Jendalos también decidió que sería mejor agruparse y se acercó hacia Aard, el Varl que tenía más cerca. Con su ayuda, no debería ser difícil acabar con los guerreros que se les aproximaban.

Las palabras habían sido dichas, pero no escuchadas. Aquellos tenían ganas de pelea, y la iban a tener. Eskol cogió su hacha con ambas manos y se mezcló entre sus compañeros, con rápidos movimientos que pronto le hicieron desaparecer en mitad de la nada, como si no existiera.

Aard apretó con fuerza el colosal mandoble que sostenía con ambas manos e inició su carga, soltó un rugido similar al de un iracundo carnero y con sobrado entusiasmo inició su carga hacia los enemigos. Su plan inicial era sencillo: Si lograba mantener ocupados a esos dos hombres el tiempo suficiente como para que Jendalos y Eskol les rodeasen la batalla estaría ganada desde un principio. Quizás hubiera sido una mejor idea comentarles dicho plan antes, pero siendo una táctica tan simple e instintiva... ¿Cómo ignorarla?

Ya estaban bastante cerca, la sangre se derramaría hoy sobre el suelo que pisaban.

Los dos bandos se despliegan para iniciar el combate. Se sitúa en una posición no muy adelantada pues de poco va a servir a sus compañeros si se posiciona en primera linea. De momento, sus adversarios están demasiado lejos para poder alcanzarles así que se mantiene en su posición, expectante, pues tiene posibles objetivos a ambos lados.

En los primeros instantes del combate, ambos bandos se desplegaron por el campo de batalla con movimientos amenazantes, pero sin que nadie diera aun el primer golpe. Las arqueras de los invasores parecian ir posicionando bien, aunque la amenaza del sigiloso Eskol estaba presente. En el flanco sur, de momento Einar parecia estar muy solo, aunque quizá la pronta ayuda de Alistar podría hacer diferencia cuando todo iniciase.

Las tropas se mueven rápidamente, tomando distintas posiciones para el combate. Intento no quedarme atrás y avanzo rápidamente con el arco en mis manos, preparado para cazar a la arquera que está más cercana a nuestra posición.

Cuando llego al lado de Troknir, levanto mi arco y, con un flecha en la posición, apunto contra la arquera antes de soltarla. Lamentablemente, mi agitación hace que falle el tiro y la mujer se salve de lo que habría sido una derrota segura.

La batalla había comenzado y todo el mundo se movía en consecuencia, así que Eskol avanzó hacia la arquera, para acabar con ella y coger por detrás a los dos hombres que amenazaban a su compañero Aard.