No, pero el "+1" que os digo es a vuestro favor: sería, Vuestra tirada (2d6)+1 vs la dificultad (que me la reservo).
Escucho un fuerte golpe de la puerta mientras estoy aplicando hielo a nuestro acompañante. Al girar veo un hacha en su mano, y la sangre se me congela.
Motivo: Voluntad
Tirada: 4d6
Resultado: 16(+1)=17
La tirada mía es con 4 dados de 6 no? al tener cuatro puntos o me estoy liando yo solo.
Y luego no posteo mucho de texto, ya que no veo la imagen que has subido
Si, es con 4, Antonio. Correcto.
Ya he corregido la imagen (mirad la pestaña anterior).
Motivo: tirada
Tirada: 2d6
Resultado: 5(+6)=11
No se le suma con el +1 lo que tengas en voluntad? o me estoy liando?
No se le suma con el +1 lo que tengas en voluntad? o me estoy liando?
Este tipo de tirada es diferente (no es para conseguir una acción estandar). Se le sumaría (en este caso) al final (al resultado, no a "volutad"). En breves actualizo, aunque recuerdo que estamos de vacaciones hasta el lunes.
Motivo: Voluntad Antonio
Tirada: 2d6
Resultado: 9(+5)=14
Motivo: Voluntad Roberto
Tirada: 2d6
Resultado: 8(+4)=12
Voy a hacer las tiradas de Voluntad yo, porque la única que esta bien es la de Sonia, ¿okei? --> Hechas.
Sonia, réstate un punto de SHOCK.
Aquel tipo, aún con el chubasquero puesto, se quitó la capucha, y pudísteis ver a un tipo con pelo lacio, algo canoso, de unos cuarenta años y gafas finas. Levanto el hacha contra vosotros (Cristovao aún estaba tendido con el pie en alto en el sillón). ¡Pareciera que lo íba a descargar contra vosotros!
¿¡¡QUIÉNES SOIS!!? -gritó el tipo como un poseso- ¿¿¡¡QUÉ HACÉIS EN MI CASA!!??
Parecía que el dueño de la casa acabada de entrar, y además llevaba un hacha, y estaba de mal humor, lo que faltaba después de la lesión de Cristovao.
Me acerco a él despacio, ya que soy el mayor y considero que tengo que entablar yo conversación con él.
- Perdona Amigo, pero es que nuestro compañero ha tenido un percance y tiene el tobillo tocado, hemos parado un momento para resguardarnos de la lluvia. Siento mucho la osadía y la intromisión. Me puse haciendo pantalla contra el hombre y los chicos, no quería que les pasara nada.
El tipo se encaró contra Antonio, poniendo el hacha de por medio. Sin duda que no le agradaba vuestra presencia... Tras mirarle detenidamente de abajo a arriba, tragó saliva, y deslizó el mango del arma por su mano, bajando la amenaza. Apoyó el hacha junto a en la puerta, se quitó el chubasquero, y tras mirar a Cristovao por la explicación de Antonio se fue directamente hacia él, observándole el pie desde la distancia y sin tocarlo.
Aguardad... un momento, ahora vengo -os dijo el tipo-.
Entonces, se perdió en la casa, dirigiéndose al el pasillo. Por lo que vísteis, entró en el baño, y cerró un poco la puerta. Luego salió con un pequeño paquete negro entre sus manos, y se os acercó. Era un botiquín.
Tomad... -le dijo a Roberto y Sonia-. Vendadle, cambiadle las vendas si las tiene mojadas... -no sabía muy bien qué remiendo les habíais hecho-. También hay ahí dentro antiinflamatorios -su nivel de español era bueno ciertamente-. Que se tome los que precise, veo el pie bastante hinchado.
Poco a poco le vendásteis, y mientras miraba se quedó pensando.
Siento haberos asustado... -continuó-. Vi huellas ahí fuera, en el porche. Con la lluvia y el barro de la entrada se distinguían fácilmente. Creí que alguien había entrado a robar en mi casa o algo así. Lo siento... -el hombre era comprensivo-. Me llamo Adamo, y ésta es mi casa, mi pequeño refugio -decía como orgulloso y nostálgico-. Ehmm... -parecía no saber cómo tratar a los invitados, osea, vosotros-, a ver, no sé si habéis visto la casa. Tengo dos habitaciones y un baño. Podéis cambiaros de ropa en la habitación y ducharos, tengo agua caliente... os puedo preparar mientras algo de cena, ¿habéis comido algo? -os preguntó tras ver el barro que habíais dejado caer desde vuestras botas en el suelo de su casa-.
Hola de nuevo. Continuamos el ritmo.
- Yo me llamo Antonio, le dije mientras le estrechaba la mano. Muchísimas gracias por su atención, el vendaje de ahora seguro que le contiene un poco el movimiento a Cristovao y no sufre tanto. Me sorprendo de lo amable que se ha vuelto, desde intentarnos atacar con un hacha a invitarnos a cenar va un largo camino.
- No se preocupe, tampoco queremos molestar, si se puede y nos deja, pasaremos la noche aquí, y mañana retomamos el viaje y llevaremos a nuestro amigo a que le atienda un profesional.
Roberto le mira al principio asustado, pero cuando el ambiente se fue distendiendo el tambien se fue relajando.
- Muchas gracias, no, la verdad es que con las prisas de buscar un lugar en el que resguardarse. Disculpe una vez mas la intromision -tiende su mano- me llamo Roberto.
Sonia aún tenía el corazón apunto de estallar por la entrada de aquel hombre. Tuvo que hacer un pequeño esfuerzo para serenarse.
Sonia- se presentó- y vaya susto de muerte que me ha dado.
Encantado -os dijo Adamo saludando-. Perdóname muchacha -respondiendo a Sonia-. No acostumbro a visitas; estas tierras antes eran parte del caserío familiar, y ahora ya no, aunque no es frecuente que me visiten si no voy yo al pueblo cercano. En fin... ponéos cómodos.
En tanto a lo cual Adamo se fue a la cocina y comenzó a encender la pequeña cocina eléctrica. Desde el fondo le veíais cómo sacaba alguna sartén y miraba en su pequeña nevera, mientras abría algunos armarios.
Si, gracias, ¡de verdad! Yo soy Cristovao-dijo el peregrino portugués desde el sillón, aun tumbado-. ¿De dónde eres? Yo de Lisboa, aunque mis padres crecieron cerca de esta región.
Sin embargo, Adamo no debió oirle, pues estaba ensimismado cocinando.
Dejo un margen para que añadáis qué hacéis antes de cenar.
Me dirijo hacía Cristovao para preguntarle que tal se encontraba, esperaba que la noche le sintiera mejor a esa esguince, y sino tocaría ir al centro hospitalario para que se la inmovilicen. Viendo como cocina el dueño del caserío pregunto a mis compañeros.
- ¿Que tal estáis? menudo susto, parece que el señor es de fiar, pero nunca se sabe.
Roberto se sienta un momento en una silla una vez Cristovao ha sido atendido.
- De momento somos huespedes y nos ha atendido como tales, no podemos hacer el feo.
Sino os importa, voy a ir al baño- dijo Sonia- ¿alguno sabe donde está?- lo dijo en voz alta, para que Adamo la escuchase.
Mientras Cristovao le respondía a Antonio asintiendo con el pulgar en alto, Adamo miró hacia el comedor, y a través de la puerta observó y escuchó a Sonia.
¡Síi! -dijo el anfitrión-: aquí a la vuelta, al principio del pasillo, a mano derecha... -hacía gestos con la mano que tenía libre (la otra asía una sartén), mientras cocinaba-.
Cuando Sonia volvió de allí, os sentásteis en la mesa. Adamo trajo un mantel, platos, cubiertos y vasos. Luego, con la sartén en la mano cogida con un guane de cocina, os sirvió unas salchicas con huevos fritos (un poco quemados). Luego os añadió una pequeña ensalada y algo de fiambre ya cortado. Cristovao se aproximó a la mesa como pudo, dando pequeño saltitos para no apoyar el tobillo bruscamente.
Tras terminar de cenar, Adamo pareció recordar algo, y susurró para sí una palabra. Se levantó y comenzó a marcharse por el pasillo. Sin embargo, se paró en seco y se giró hacia vosotros, para, con una sonrisa, pediros que fuérais a ver a sus canarios. Aunque ya los vísteis antes, Adamo iba a darles de comer (cosa que había olvidado). Llegásteis al patio trasero (que tenía un suelo enlosado) y abrio el armario que allí había, del cual sacó varias bolsitas de un paquete de alpiste. Tras añadírselos a los comederos, llenó los bebederos de agua, y se quedó observándolos un ratito, muy orgulloso de su crianza.
Bueno, pues esto está listo -decía sonriendo viendo a los pájaros alimentarse-. Venga, vamos al salón un rato -propuso-. Encenderemos la chimenea, ¡se está genial al calor del fuego con este tiempo fuera!
Acto seguido, fuísteis hasta el salón, y el propio Adamo tomó junto a la chimenea del salón unos maderos secos (los de fuera, en el porche, no podrían usarse para encender fuego, pues estaban calados y húmedos de la tormenta). Acto seguido, intentó hacer una lumbre pequeña juntando dos de esos maderos cortados y hojas secas, con cerillas. No pudo, pero Antonio, fruto de su buen hacer, le ayudó a que aquella fogata "tirara para delante" y quemara bien. Un buen fuego se formó en la chimenea e iluminó, de manera un poquito más acogedora, el salón.
¡Genial! -dijo Adamo-. Yo a veces me desespero y me pongo una estufa... ¡eres un hacha! -le dijo a Antonio-. Luego os sentásteis a disfrutar un poco del fuego y a charlar. Le contásteis vuestra intención de llegar a Santiago, aunque también le mencionásteis acerca del puente reventado por la riada cerca de allí, o como Cristovao se torció el pie. Tras un ratito charlando, Adamos se abrió un poco más hacia vosotros, contándoos un poco sobre él y sobre la casa en la que estábais:
Yo me crié en Nogueira -comenzó-, a unos 60 kilómetros de aquí. Éste caserío era de mis abuelos, y mis padres y yo solíamos venir aquí en verano. Mi abuelo cultivaba hortalizas atrás, como hago yo hoy en día, y con un ciclomotor iba a Rubiães, que no anda muy lejos, a comprar lo que necesitaba, que no era mucho, pues él y mi abuela se abastecían ellos mismos muy bien. Tenía yo quince años cuando mis padres murieron en un accidente de tráfico, y me vine a vivir aquí con mis abuelos.
Se quedó pensativo durante unos segundos, como melancólico.
Hace ya unos años que tampoco ellos están, y no quiero desprenderme de este lugar, pues pasé bastante tiempo aquí. Por eso llevo viviendo unos cinco años en este caserío, intentando que no se derrumbe..., aunque conservar ésto en pie es muy caro; incluso no tengo ni tendido eléctrico, pues las compañías no me ofrece servicio aquí. Me apaño con velas y un pequeño grupo eléctrico que cuando se descarga he de llevarlo al pueblo más cercano a recargar... Desde ese tiempo he querido convertir este sitio en un albergue para la ruta del Camino de Santiago, aunque la ruta dista un poco de esta casa... De esta forma podría conseguir alguna subvención y reformar la fachada y alguna habitación... En fin...
Se quedó algo pensativo.
Motivo: Roberto
Tirada: 2d6
Dificultad: 12+
Resultado: 3(+1)=4, 4(+1)=5
Motivo: Sonia
Tirada: 2d6
Dificultad: 12+
Resultado: 6(+1)=7 (Fracaso)
Motivo: Alberto
Tirada: 2d6
Dificultad: 12+
Resultado: 10(+3)=13 (Exito)
Motivo: Cristovao
Tirada: 2d6
Dificultad: 12+
Resultado: 8(+3)=11 (Fracaso)