Partida Rol por web

La crisis económica que asolaba el país no estaba dejando ninguna buena imagen hacia el exterior. La primera superpotencia mundial se veía muy afectada por el paro, la delincuencia y los continuos motines por parte de ciertos sectores de la sociedad. Sumándose a las bandas ya existentes de barrios marginales, comenzaban a surgir nuevos movimientos en contra del gobierno, bandas cada vez más organizadas que lograban sus propósitos a la fuerza, y muchas de ellas organizadas por hombres con mucha influencia o con extrañas virtudes. EEUU se estaba sumiendo en el más absoluto de los caos y era algo que varios países observaban con mucho detenimiento, y porque no decirlo, con una gran sonrisa en sus rostros.

Día 29 de Junio de 2011, te encontrabas sentado en la cama de tu habitación. Acababas de llegar de clase, uno de los últimos días de este año académico que se te había hecho demasiado largo. Últimamente, las tardes  habían sido más aburridas ya que, por culpa de los exámenes finales, habías tenido que dejar de lado un poco tu doble vida. Estabas en el último año de carrera y acababas de aprobar por la mañana tu último examen, solo te quedaba esperar a que llegara el fin del curso. Licenciado en Psicología, que bien sonaba. Ya por fin libre de estudios, pensabas dedicarle un tiempo a tu otro yo, y aportar tu granito de arena para ayudar a tus vecinos y amigos. Te preparaste para salir de ronda, como lo llamabas, cuando algo te extrañó. Al pasar cerca de la puerta de entrada a tu piso, pudiste observar como alguien había pasado una carta por debajo de la puerta.

Cita:

¿Qué demonios era esto?... pensaste para ti. ¿Quién se podría tomar la molestia de acudir a tu casa para alertarte de algo? Y lo que era pero, ¿Cómo conocía donde vivías?. Eran varias las incógnitas que había y, como decirlo, no perdías nada por intentar adivinar que estaba pasando.

Cogiste tus bártulos y te dirigiste a la universidad de nuevo. La noche ya había caído cuando llegaste y todo se encontraba en silencio. Acudiste rápidamente al estadio de fútbol, el cual tenía sus puertas abiertas y curiosamente se encontraba con todas sus luces encendidas, era extraño. Moviéndote entre las sombras accediste hasta el campo, donde pudiste comprobar que nadie se encontraba en él. Tan solo pudiste ver, como en uno de los banquillos, había una carpeta amarilla con el sello de “clasificado”…

La crisis económica que asolaba el país no estaba dejando ninguna buena imagen hacia el exterior. La primera superpotencia mundial se veía muy afectada por el paro, la delincuencia y los continuos motines por parte de ciertos sectores de la sociedad. Sumándose a las bandas ya existentes de barrios marginales, comenzaban a surgir nuevos movimientos en contra del gobierno, bandas cada vez más organizadas que lograban sus propósitos a la fuerza, y muchas de ellas organizadas por hombres con mucha influencia o con extrañas virtudes. EEUU se estaba sumiendo en el más absoluto de los caos y era algo que varios países observaban con mucho detenimiento, y porque no decirlo, con una gran sonrisa en sus rostros.

Tu vivías en un barrio residencial donde todos los problemas actuales pasaban un poco de largo. Tenías un buen trabajo como profesor y vivías relativamente bien. Eran los últimos días del curso y el tener que revisar y corregir todos los exámenes finales te hacían alejarte un poco de tu doble vida y permanecer más horas de las debidas trabajando en la universidad.

La noche del 29 de Junio de 2011 era allí donde te encontrabas. Examen tras examen, la vista parecía perderse entre tantas letras. No eran los mejores días de un profesor. Aquella noche aparentaba ser como cualquiera, salvo que algo extraño ocurriría.

La luz del estadio se encendió de repente. El viejo Charles, el conserje, nunca solía encenderlas después de los entrenamientos del equipo de futbol y el verlas encendidas era algo que se salía de la norma. Decidiste acercarte a ver qué es lo que ocurría y desde la lejanía vista a una persona entrar en el estadio. Aceleraste el paso y te adentraste en el estadio, aprovechando las partes oscuras e intentando no ser visto. Al llegar al campo, pudiste observar a Xabier, uno de tus alumnos de Psicologia, ojeando una carpeta de color amarillo que había tomado de uno de los bancos del banquillo…

Esto no me gusta nada.

Pensó Xavier, a la vez que avanzaba lentamente hacia aquel misterioso sobre. El olor a césped le inundaba, un olor que, quizá, en otro momento le habría resultado agradable, pero que ahora le ahogaba como si de veneno se tratase.

Con cada paso que daba, el corazón le latía mas deprisa, y podía notar como la sangre se agolpaba en su sien.

Los años habían hecho que acabase amando esa reacción, pero un peligro siempre era un peligro, y la sensación de saberse expuesto en un sitio tan grande era abrumadora.

Miró con discreción las posibles salidas que tenía en caso de emergencia. Derecha, unos vestuarios. Izquierda, una puerta que no sabía donde podía ir a parar. Si alguien quería emboscarle, ese sería el momento ideal.

Al fin, llegó hasta su objetivo. Mojándose los labios, y con las manos ligeramente sudorosas, recogió el sobre y lo abrió, desvelando su contenido.

 Avanzo tranquilamente hacia Xavier y al estar a prudente distancia le saludo con la mano y con una sonrisa.

-Nada como descansar un rato al aire libre de los exámenes, ¿verdad?

Xavier da un respingo al oir la voz de Vincent, y se guarda el sobre en la ropa apresuradamente.

-¡Claro!-Dice, girándose y gritando ligeramente-Tenía que descansar de tanto estres.

El muchacho se dirigió con energía hasta su interlocutor.

-¿Y tu como es que estás por aqui?

 Me siento en una de las bancas y me recuesto con tranquilidad.

-Decidí darme también un descanso. Tengo que terminar con los exámenes, sacar porcentajes, promediar calificación, subir calificación, preparar mis clases. Dios, es un lío -sonrío como recordando algo bueno- pero vamos, no es tan malo como parece. Aunque si un poco pesado.

Xavier se sienta al lado de Vincent

-Yo como ya he terminado, puedo relajarme. Licenciado en psicología-El chico acompaña la frase con un amplio gesto, como si mostrase un cartel enorme-La vida de profesor debe ser agotadora.

 Un poco, pero me gusta. Ademas, sabiendo administrar nuestro tiempo da para muchas cosas. pero vamos, es una sorpresa el encontrarte hoy aquí, ¿has decidido entrar a la maestría?.

No...no creo que me meta a profesor.

Xavier se recostó un poco en su asiento.

Montaré una clínica. Aunque no creo que las cosas vayan a ser faciles al principio, espero que me de para comer.

El muchacho se quedó sonriendo al profesor, sin saber muy bien que decir o hacer. Su visita le había cojido totalmente por sorpresa, y aun estaba demasiado nervioso como para pensar racionalmente.

 Con una breve y gentil risa me reincorporo.

Xavier sonrie.

-No, social no, era psicología clínica. Ya sabes, para estar todo el día con los pacientes, cara a cara, contandome sus problemas.

El chico rie ligeramente.

¿Le apetece dar una vuelta por la universidad? A esta hora casi no hay gente, y por lo menos se puede respirar.

 Siempre es una buena idea el caminar por el campus, y lo de psicología social lo decía precisamente por la influencia del medio en la formación de las persona y en el desarrollo de su personalidad, así como los diversos trastornos generados por... A todo esto. ¿sabes porque  prendieron las luces?

-Claro, los trastornos-Carraspeó, avergonzado por haber malinterpretado al profesor.

-¿Las luces? Pues...-Era cierto, no había reparado en las luces. Que alguien le estaba esperando ya lo sabía, que posiblemente le vigilaba también, pero con las luces llamaba la atención, y eso no le beneficiaba precisamente-puede que se las dejasen encendidas sin querer. ¡Vayamos a la sala de mandos! A lo mejor ha pasado algo.

Detrás de esa proposición tan inocente se escondían los propios intereses del chico. Allí estaba pasando algo, y Xavier iba a descubrir que era.

Esperemos que al viejo Charles no les halla ocurrido nada.

Temiendo que aquello fuese de verdad me apresuro a ir a la caseta de mandos.

Xavier sigue al Vincent apresuradamente.

Te acercaste al banquillo y tomaste en tus manos el dosier amarillo que habían dejado ahí.  Solo te dio tiempo a ojearlo un poco por encima antes de ver al Profesor Vincent. En su página principal, pudiste ver estas siglas… “H.U.M.A.N.S.”.

Era extraño que las luces estuvieran encendidas por la noche, el viejo Charles no acostumbraba a encenderlas nunca, salvo cuando había entrenamiento o partido. Extrañados por aquella situación, decidisteis acercaros a conserjería, donde seguramente encontrarais explicación a lo que ocurría.

Pero nada de eso fue lo que ocurrió, al llegar a la entrada hacia los vestuarios del estadio algo os hizo detener. Dos hombres armados con rifles de asalto avanzaban por el pasillo apuntándoos. – Quietos!!!! – comentó uno de ellos. – No mováis ni un musculo. -

 Respiro profundo y levanto las manos.

Xavier se queda quieto y en tensión. Ya se había enfrentado muchas veces a esa situación, pero nunca con un civil a su lado.

¿Que podía hacer para que Vincent no saliese herido?

Al verle levantar las manos, el muchacho hizo lo mismo, pero, en su caso, se fue acercando poco a poco a ellos.

-Tranquilos, ¿No veis que somos un estudiante y un profesor? No hagais nada de lo que podais arrepentiros-Dijo, con voz calmada, aunque por dentro se encontraba terriblemente nervioso.