Partida Rol por web

Turno 205

Temudyin se escurrió tras los matorrales en cuanto fue perdido de vista por sus compañeros, y por tanto del rostro que creyo ver.

Se movía sigiloso entre las ramas, procurando no hacer ruido ni tropezar con nada de lo que había en el suelo. El murmullo del agua apagaba los chapoteos de sus pies contra el barro. El bosquimano creía estar bien a cubierto, pero no era asi. Pese a su silencioso avance, el camino elegido le dejo al descubierto en algunas ocasiones.

Se acercaba a la cara misteriosa cuando la vio nítidamente. Era un hombre, vestido de una forma conocida por Temudyin, la de un explorador Sagath, pero este había camuflado sus ropas y piel, con barro para pasar mas desapercibido aun. El buen ojo del tuerto le había descubierto, pero el oriental también lo había visto pese a sus intentos por esconderse. Salio corriendo hacia el norte.

Turno 205

Mientras Temudyin se alejaba, el resto comenzó a preparar el lugar de acampada, cerca de un pequeño peñasco y varios robustos robles que crecían cerca de el. No se le podía llamar claro, pero al menos había menos desnidad de matorrales.

Desde donde estaban, vieron en un par de ocasiones a Temudyin, lanza en mano, apartar algunas ramas. Iba agachado, como buscando un lugar adecuado donde evacuar, uno que no le ortigase sus posaderas.

Turno 205¿?

Al igual que el día anterior, revisó los caballo, y tras ver el compañero rebuscar en los matorrales, recordó que tenía que ver los alrededores. - Chicos, dijo a los enanos y demás, voy a dar una vuelta de perímetro, por si acaso. Me apunto a la primera guardia como ayer, añadió mientras empezaba a andar, sacando su arma.

Quería hablar con su amigo. Necesitaba eliminar la incertidumbre, sobre todo tras la advertencia. De todas maneras empezó con su vuelta de reconocimiento como días anteriores. Dejó un margen de seguridad por si tenía que aliviarse, pero le extrañaba que buscase sitio para cagar de esa manera. O algo ocultaba o algo había descubierto.

Turno 205

Freagulf me despertó cuando me tocó el turno de guardia.

La noche era fría, pero el refugio que nos habíamos apañado cumplió bien su objetivo, y apenas sentí las corrientes gélidas de Rhovanion.

Me puse las grebas y los Brazales con premura, y le hice un gesto al Algratha y a Tulak para que se fueran ya a descansar.

Temudyin, al que todos llamábamos Chakka a petición expresa del propio oriental, ya se encontraba alerta.
Sentado en un viejo tronco frente a la hoguera, observaba absorto la espesura, mientras los diminutos corpúsculos de ceniza incandescente bañaban su rostro angulado confiriéndole un aspecto severo y meditabundo.
Por momentos algunas briznas llameantes salían despedidas hacia su mostacho y el se lo atusaba despreocupado.

Me senté a su lado y sondeé su rostro con cautela. Su único ojo escrutaba la oscuridad del Bosque con una determinación admirable, y pude conjeturar de su movimiento involuntario que el bosquimano se valía mas de su intuición que de su propia vista para interpretar los cambios en el paisaje...aquello me fascinó en gran medida.

Los Hombres tienen una vista relativamente pobre a la luz de la luna o las estrellas, pero por lo visto, algunos de ellos suplían tales carencias con bastante eficiencia, aún cuando no disponían de ambos ojos.

Le acerqué un vaso con vino que había sobrado de la cena y mientras echaba mano de la botella de cerveza que llevaba conmigo, le di algo de conversación.

_ Veo que conoces la espesura Chakka, y respeto ese conocimiento. Nos has guiado bien entre las zarzas y la selva hasta ahora, y si alguien aquí comprende los hábitos de eses orientales que podrían acecharnos tras esas ramas, sin duda eres tu.._ Digo elevando la vista hacia la espesura intentando intuir que aguarda mas alla_...y por ello te pregunto: ¿Cual es tu opinión sobre nuestra travesía?
¿Deberíamos, seguir como hasta ahora y dedicar mas tiempo a esas batidas? tal y como aconseja el Montaraz, ¿o tal vez apurar nuestro paso para salir cuanto antes de la espesura?...Soy consciente de las palabras de Kolli...y reconozco que la misma duda me asalta cuando imagino Luces en la noche..._ apunto apesadumbrado, y tras dar un sorbo lento a la botella continuo_¿Pero no es acaso cierto también que podemos esperar menos vigilancia por parte de esos salvajes durante la noche?...Salvo que me haya perdido algo, los hombres siguen siendo una raza diurna, y usarán la noche para dormir y hacer guardia...en cualquier caso, el riesgo no seria mayor que el de una partida buscando activamente a plena luz del día...y la selva es densa e intrincados su caminos, la luz de las antorchas no alcanzaría muy lejos...

Hago una pequeña pausa y continuo _...Pero lo cierto es que no se que pensar...muchas voces se alzan en contra de mi idea , lo que me hace ver que tal vez este equivocado..._ Me revuelvo un poco en el tronco antes de terminar_...y aunque no me gusté reconocerlo, no me siento cómodo en la espesura, es posible que eso nuble mi buen juicio...¿es así Chakka?_ Y con esta pregunta en el aire, cogí una rama cercana y me dispuse a remover las brasas para reavivar el fuego

Turno 205 C

La estrategia de Temudyin había dado sus frutos. Una mueca de satisfacción se reflejó en la cara del bosquimano al descubrir a una figura delante suya que espiaba escondido entre la maleza. Reconoció para si mismo que el camuflaje que usaba era realmente bueno. Embarrado de pies a cabeza pasaba desapercibido entre la foresta. Su cara y ropas se mimetizaban perfectamente y sus ropas pasaban desapercibidas.

Entonces fue cuando reconoció a la figura que observaba. Aquellas ropas le eran inconfundibles y recuerdos lejanos le llegaron de repente nublando su criterio con una ola de ira y rabia. La sed de venganza incontrolada por todo lo vivido y lo perdido le cegó. Su cara se transformó de una mueca de satisfacción a un gesto de odio exacerbado en un milisegundo. La respiración se aceleró y el corazón empezó a bombear con fuerza la sangre. Y esto perdió al bosquimano que dando un paso guiado por la inconsciencia y el ansia desbarató todo el elemento sorpresa, alertando con ello al explorador sagath. Este, al verse descubierto, salió corriendo en dirección norte.

Chaka no se lo pensó ni un segundo. La ira y el odio le guiaban. Reaccionó tensando todos los músculos del cuerpo y saltó a la carrera detrás de la embarrada figura abriendo la capa de golpe y preparando la lanza para el combate. Su único objetivo era dar muerte al explorador y cegado olvidó a sus compañeros, tanto los suyos como los del oriental al que perseguía. No era consciente del peligro al que podía enfrentarse alejándose por el bosque con la noche a punto de caer y envolverlo todo.

Turno 205

Haelembor estaba algo cansado, a pesar de sus largos paseos por el bosuqe, acompañado de algún amigo, nada podía compararse con las jornadas de viaje que estaban acometiendo. Cuando llegaron al lugar donde acamparían, se dispuso a hacer la cena, esta vez le tocaba a el. No le apetecia demasiado cansado como estaba, pero sus compañeros confiaban en cenar algo decente por primera vez.

Turno 205

El Sagath corrió todo cuanto pudo en cuanto vio a Temudyin. Sabia que había sido descubierto. Lo hizo hábilmente, como si un ciervatillo huyese del cazador que lo acecha.

RESOLUCION TURNO 205
Asalto 1

La lluvia, ese nuevo compañero de viaje que terminaba por empapar cuanto tocaba. El viaje fue duro, zarzas y matorrales dibujaban el camino en lugar de dejar que los viajeros lo hicieran por si mismos. Un intrincado laberinto en el que esquivar hoyos escondidos, ramas bajas y  grandes charcos. No había sendero alguno, ni tan siquiera uno de esos que hacen los animales con el paso del tiempo. Era bosque puro lo que les esperaba delante, y lo que habían comenzado a recorrer. El frio era intenso, blanquecinos halos de aliento salían de los ollares de las monturas y también de las bocas de los viajeros. El aire, no hacia si no acrecentar esa sensación.

Se acercaba la noche, y con ella, un nuevo campamento. Cuando llegaron al lugar que creyeron adecuado, no quedaba demasiada luz, la suficiente para dar una rápida batida. En el sitio elegido había una pequeña formación rocosa, nada que pudiera ocultarlos de miradas curiosas, junto a tres grandes robles. Los anchos troncos de los arboles ofrecían una buena defensa contra el viento que comenzaba a levantarse.

Haelembor comenzó, con la ayuda de Tulak, a hacer la cena. Cogió algunas acelgas, patatas y añadió algunos frutos secos. Sería un guiso sin carne, aunque eso no tenía que significar un peor sabor. Entretanto, Temudyin y Freagulf se fueron a dar una vuelta de reconocimiento mientras la luz aguantase, cosa que no duraría más de diez o veinte minutos.

El tuerto se separo de Freagulf, sabia lo que buscaba, y con cautela dio un rodeo para sorprender lo que creía haber visto. Una cara, unos ojos observándolos…

Agachado y con sumo cuidado fue avanzando, era muy silencioso, tanto, que descuido el ocultarse por completo.  Fue descubierto por la presencia, y esta, de inmediato, echo a correr. Temudyin trato de seguirle, pero parecía que raíces y tierra no estaban por la labor de ayudarle en esa tarea. Primero resbalo con el barro, luego casi cae al golpear una raíz, pero siguió corriendo en pos del hombre que habia visto.

Era sin duda un sagath, una de las tribus que siempre habían sido rivales de los aisdragas, con la que el tuerto habia convivido. Ahora unidas contra el oeste, actuaban como compañeras. Era un explorador, con una liviana armadura de cuero y los ropajes típicos. No llevaba el yelmo característico como era de suponer. Estaba cubierto de barro, todo el, incluso cara y brazos. Eso hacía que fuera casi indetectable entre los árboles. Pero el bosquimano lo vio. Ahora se veía envuelto en una persecución en la que claramente el enemigo ganaba terreno. Se había separado mucho, tanto que lo habia perdido de vista. No sabia que dirección tomar.

RESOLUCION TURNO 205

La lluvia, ese nuevo compañero de viaje que terminaba por empapar cuanto tocaba. El viaje fue duro, zarzas y matorrales dibujaban el camino en lugar de dejar que los viajeros lo hicieran por si mismos. Un intrincado laberinto en el que esquivar hoyos escondidos, ramas bajas y  grandes charcos. No había sendero alguno, ni tan siquiera uno de esos que hacen los animales con el paso del tiempo. Era bosque puro lo que les esperaba delante, y lo que habían comenzado a recorrer. El frio era intenso, blanquecinos halos de aliento salían de los ollares de las monturas y también de las bocas de los viajeros. El aire, no hacia si no acrecentar esa sensación.

Se acercaba la noche, y con ella, un nuevo campamento. Cuando llegaron al lugar que creyeron adecuado, no quedaba demasiada luz, la suficiente para dar una rápida batida. En el sitio elegido había una pequeña formación rocosa, nada que pudiera ocultarlos de miradas curiosas, junto a tres grandes robles. Los anchos troncos de los arboles ofrecían una buena defensa contra el viento que comenzaba a levantarse.

Haelembor comenzó, con la ayuda de Tulak, a hacer la cena. Cogió algunas acelgas, patatas y añadió algunos frutos secos. Sería un guiso sin carne, aunque eso no tenía que significar un peor sabor. Entretanto, Temudyin y Freagulf se fueron a dar una vuelta de reconocimiento mientras la luz aguantase, cosa que no duraría más de diez o veinte minutos.

Comenzaron a cocinar, al rato regreso Freagulf. Fuen entonces cuando de repente algo se movió entre los árboles. Todos miraron hacia allí  alarmados y entonces  vieron a Temudyin correr, no muy grácilmente, hacia la espesura. El bosquimano y el etheod, se habían ido por el sur del campamento. Freagulf acaba de regresar, no habia visto nada fuera de lo normal en su vuelta, pero Temudyin corría hacia el norte.

Con la cena a medio hacer todos se extrañaron de lo que le podría pasar al tuerto.

Turno 206A

Espada en mano, Freagul buscaba a su amigo. ¿Ted, que pasa? Se había escaqueado del resto del grupo para dar una vueltecita.  Algo le escamaba y su amigo le había advertido. ¿Tenemos traidodres o espias?

Turno 206

No había hablado mucho más durante el resto del camino. El comentario de Erik sobre que yo fuera montado al día siguiente no había sido acertado en absoluto, pero creí entender que lo decía con toda su buena intención, así que le sonreí y asentí con la cabeza, agradeciéndoselo.

En realidad, había sido precisamente el primer tramo de cabalgata sobre la silla de montar lo que me había destrozado... estaba acostumbrado a caminar, incluso a correr al lado de los caballos salvajes de la Carroca, pero ir todo el tiempo sentado en esos incómodos —tanto para el animal, como para mí— aperos de monta había hecho que mi cuerpo y mi espalda acusasen un fuerte cansancio. Por ello agradecí también a Tülak que decidiese suplirme en la guardia, para poder descansar un poco más. Era cierto que al medioenano se le veía despierto y totalmente activo, así que, aunque no me gustaba que tuviera que hacer aquello por mí, sabía que en el fondo lo iba a agradecer. 

Mientras los demás se disponían a montar el campamento, me dediqué a seleccionar algunas verduras para el guiso que iba a intentar cocinar y me puse manos a la obra. Visto lo visto, ninguno de nosotros sabía hacerlo mejor y si por mí hubiera sido, me habría dedicado a darle bocados a un par de frutas y a comer algunos frutos secos, pero mis nuevos compañeros de viaje necesitaban alimentarse bien para empuñar sus armas, así que intenté hacer un guiso. 

En medio de la faena me hallaba cuando vi que Temudyin, a lo lejos, salía de pronto disparado desde unos matorrales alejándose de nosotros. ¿Habría visto algo? ¿Habría detectado algo? ¿O era que simplemente se sentía muy mal del estómago, como llevaba pareciendo todo el camino? Mi primera reacción fue llamarlo, pero me detuve un instante antes de gritar. Si había algo peligroso, lo último que quería hacer era alertarlo, así que me giré hacia el resto de compañeros y les señalé al bosquimano; mi mirada preguntaba si debía correr tras él o me quedaba allí —porque a li mejor alguno de ellos entendía mejor que yo qué le sucedía— mientras alcanzaba mi bastón y me erguía, entornando los ojos y aguzando el oído para ver si lograba distinguir algo en la distancia, en la dirección por la que él había desaparecido. 

Turno 206

Los demás hacían la cena mientras Kolli y yo montábamos la tienda cuando Freagulf regresó de su reconocimiento.

Lo miramos un momento, curiosos, esperando quizás que nos trajese alguna novedad sobre los alrededores y de paso rompiese el insoportable silencio contenido del bosque.

Nos hizo un gesto con la cabeza, dando a entender que no había encontrado nada.

De modo que volvimos a la faena. Ya casi habíamos terminado, cuando de repente, sin previo aviso, algo se movió tras unos arbustos, no muy lejos de donde nos encontrábamos.

Instintivamente lleve mi mano al Martillo de Guerra.

Todos nos giramos sobresaltados para observar desconcertados como Chakka el oriental corría sin mediar palabra rumbo al Norte. Lo hacía pesadamente y su cuerpo mostraba una postura  torpe y poco elegante…parecía indispuesto.

No era sin embargo propio del bosquimano deambular como un botarate por el bosque, más aún cuando tratábamos de pasar desapercibidos.

Podía percibir que a Haelembor lo dominaba mi  misma inquietud, pero todos parecían indecisos, de modo que les hice un gesto a Freagulf y los demás señalando hacia el sur, de donde Chakka había aparecido, dándoles a entender que si huía de algo, o alguien, sería buena idea que los más ligeros rodeasen la zona para ganar la espalda de quienes desde allí avanzasen. No sabía si me harían caso, pero fue cuanto se me ocurrió en el momento. Acto seguido, le di un empujón a Kolli y le dije en voz baja: _yo voy tras él, ¿Vienés?_

Embracé mi escudo, y Martillo en mano, en el mayor Silencio que me fue posible, eché a correr tras el Oriental.

La adrenalina regreso a mi como la ola solitaria que irrumpe sin avisar contra las peñas de un acantilado…rompiendo contra el núcleo de mi pecho y reverberando en mi interior hasta atronar con fuerza en mis extremidades, activando mis músculos. Podía sentir el hormigueo de la sangre recorriendo mis dedos...

Intuía próxima la hora de la batalla, y entre jadeos y vaivenes, por un momento, una ligera sonrisa se dibujó en mi rostro.

Turno 206

El constante repiqueteo del agua contra las distintas capas de hojas que nos cobijaban de lo peor de la tormenta hacía parecer que la gran tromba continuaba en el cielo, sobre el milenario bosque, pero, a decir verdad, y aunque de un modo dificil de evitar, el caso es que no demasiadas gotas caian sobre nosotros, mientras Freagulf y Chakka reconocían los alrededores, y el resto nos afanabamos por dejar lo mejor preparado posible el campamento ante la inminente llegada de la noche.

Me encontraba troceando una mas que notable variedad de tuberculos que el gran beornida había preparado para el guiso que constituiría la cena de hoy, cuando Freagulf llegó de vuelta al campamento, meneando la cabeza ante la mirada de todos, que paramos nuestros quehaceres, haciendonos saber que todo estaba normal. Iba a preguntar por el bosquimano cuando de pronto un ruido nos sobresaltó, de bosque bajo crujiendo ante el avance de algo o alguien. Al levantar la cabeza, vemos que se trata de Chakka que, corriendo algo desgarbado, se dirige al norte de nuestra posición, con evidente prisa, sin dar la voz de alarma, pero dejando un regusto de tensión en el aire. Erik hace un gesto, invitandonos a rodear la posición desde la que apareció el oriental desde el sur, mientras, de un codazo, hacia lo propio a Kolli, para que le siguiese en pos de Chakka.

Haciendo un gesto de espera a mis compañeros, mientras me agacho junto a mis armas, agarrando el Martillo de Guerra, me concentro en utilizar la energía que los Valar metieron en lo hondo de mi ser, y empiezo a dejar fluir mis sentidos hacia lo que nos rodea, conociendo cada detalle, cada raiz, cada hoja. Si todo sale como debería, si mi concentración es lo suficientemente buena, y mi sintonía con el Bosque total, en breve mi silueta se desdibujará, fundiendose con dicho entorno.

Turno 206, Asalto 2

El murmullo continuo de la lluvia se mezclaba con el sonido de la respiración forzada y los latidos profundos del corazón de Temudyin golpeándole las sienes. Había salido corriendo detrás del sagath pero quizás por el cansancio de haber estado todo el día andando o lo poco habituado que estaba a aquel entorno, que varias veces había resbalado al pisar una roca cubierta de musgo e incluso se había tropezado con una de las miles de raíces que cubrían el suelo. Se maldecía dentro de si mismo por su torpeza. La rabia iba creciendo a la par que la distancia que lo separaba de su objetivo. Pronto lo perdió de vista y la ira lo envolvió haciéndole apretar su mandíbula con tanta fuerza que sus dientes rechinaron. No podía dejarlo escapar. No debía dejarlo informar a sus compañeros. Debía alcanzarlo como fuese. Esos pensamientos daban vueltas en su cabeza mientras intentaba descubrir al oriental que perseguía o el camino por donde había huido.

RESOLUCION TURNO 206
Asalto 2

El olor a comida empezaba a impregnar el ambiente, los compañeros de Temudyin preparaban la comida. La lluvia había cesado, al menos momentáneamente, si bien de las hojas seguían cayendo goterones del líquido que aun guardaban las copas y que con el viento escurrían hasta ir en busca del suelo.

 Temuyin había visto claramente a un explorador sagath, vigilaba al grupo, camuflado entre los árboles. Pero a pesar de sus intentos, fue descubierto y el enemigo salió corriendo. El bosquimano trato de seguirlo saliendo a la carrera tras él. Pero aquel oriental, pronto desapareció ante sus ojos. Su carrera era mucho más grácil que la de Temudyin, que esquivando ramas y saltando raíces, había ralentizado su habitual velocidad. El tuerto trato de adivinar por donde se había ido, y siguió corriendo no sin dificultades. Pronto se vio solo mientras corría, sin saber por dónde ir.

RESOLUCION TURNO 206
Asalto 2

El olor a comida empezaba a impregnar el ambiente, la lluvia había cesado, al menos momentáneamente, si bien de las hojas seguían cayendo goterones del líquido que aun guardaban las copas y que con el viento escurrían hasta ir en busca del suelo
 El ailgratha había regresado sin Temudyin. Se había separado para abarcar los alrededores rodeando el campamento por distintas direcciones. Fue una vez volvió Freagulf, cuando vieron como su compañero, Temudyin, corría. Todos se alarmaron. Haelembor se giro y señalo al lugar donde corría el bosquimano. Era como si buscase permiso para ir tras él. No estaba siquiera seguro de ser el indicado para hacerlo.

Erik, se giro hacia Kolly, y le incito a seguirlo en pos del tuerto. Freagulf, ya se había adelantado, sin esperar ninguna invitación. El enano cogió su escudo y su martillo y echo a correr. Todo fue muy rápido. Freagulf ya estaba adelantado, aunque no había iniciado su carrera cuando Erik sí que comenzó su correr, pero se entretuvo cogiendo sus escudo y desenvainando el arma demasiado como para lograr dar alcance a Temudyin. Kolly se quedo junto a los cocineros, aguardando y mirando alrededor.

Temuyin había desaparecido entre los árboles en su carrera alocada. Lo habían perdido de vista entre árboles y arbustos. Haelembor se quedo junto a Kolly y Tulak, que al ver el alboroto comenzó a recitar algunas letanías entre susurros mientras agachado sujetaba su arma.

Turno 207

Poco a poco el bosquimano fue recobrando la razón y a la vez deteniendo sus pasos hasta pararse totalmente. Era una persecución sin sentido, estaba claro que él no había avanzado tanto como el sagath a quien perseguía. Respirando fuertemente y con el pulso acelerado permaneció de pie unos segundos con el ceño fruncido y una mueca de rabia mientras de entre sus dientes apretados salían grandes bocanadas blancas de aliento. No estuvo mucho rato quieto. No había tiempo que perder, tenía que avisar a los demás al igual que el maldito oriental haría en breve.

Miró a su alrededor. Vegetación por todos lados, no había señales de nada más, aunque el aire traía el olor de una fogata y de comida preparándose. No estaba muy lejos de sus compañeros, pensó y agachándose, para intentar esconderse entre las zarzas y arbustos de posibles ojos curiosos, empezó a retroceder con cautela hacía el grupo. Debía darse prisa, pero temía que otro maldito sagath estuviese cerca, por eso no corrió, solo andaba con cautela y mirando a todos lados, en silencio y con todos los sentidos alerta.

Turno 207
Percepción

Temudyin no veía nada sospechoso, ni escuchaba nada anormal mientras regresaba.

TURNO 207A

El ailgratha vio que la velocidad del compañero era demasiado alta para el paso que en este momento mantenía, si quería ponerse a su altura. ¿Si ha visto algo, por qué no ha intentado avisa? Una pizca de preocupación corría por su alma, pero mayor era el sentimiento hacia su amigo, y que si requería su ayuda, allí estaría presto para lo que fuera. Corría cegado. Tenía intención de ponerse a su lado y directamente preguntarle qué sucedía. Se apoyaba en su arma, que empuñaba desde hacía rato. Apartaba ramas con ella y alguna incluso era mutilada con presteza para que su velocidad no se mermase gran cosa, aunque intentaba ser lo más discreto posible. Lo bueno era que la humedad de las precipitaciones de las últimas horas, habían empapado todo, y esto lo hacía menos proclive a crujir o hacer otros ruidos.