Partida Rol por web

Escape from Kong Island

CAPÍTULO 1: LA HUÍDA

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22/05/2019, 21:50
Sextus Cadawallader

Hola, soy el traductor, me han enviado a hablar con él Japones. El mando de inteligencia cree que puede ser la clave para montar un contraataque efectivo.

Miraba a los ojos al médico, y pudo ver qué no estaba para bromas, quizás le pareciera poco importante su misión así que hizo hincapié en el posible resultado.

Sugieren que de tener información sobre el enemigo, puedan contrarrestar los ataques, eso salvaría las vidas de…

No fue capaz de precisar una cifra, y el silencia incomodo entre ellos dejo claro que ambos valoraban las vidas de muchísimas personas.

Espero una respuesta y empezó a sentir un pulso enérgico en su mejilla derecha, la herida, el raspón, no era grave, pero poco a poco iba dándose cuenta, de que quizás no tenia el aspecto que le hubiera gustado tener para emprender esta misión.

Y le sumo el escozor del sudor corriendo por la piel dañada, que le ponía nervioso.

Notas de juego

4/4

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22/05/2019, 21:50
Enfermera

La enfermera estaba ayudando al doctor O'brian con otro de los enfermos, pero había tanto trabajo que no tardó en desviarse de su destino y ayudar a todos cuantos encontraba a su paso.

Las palabras que habían oído a través de los altavoces habían creado, durante un instante, un silencio ensordecedor, pero mientras continuasen llegando heridos, había poco que hacer o que decir.

En ese momento, pasó por delante de uno de los heridos japoneses y no se dio cuenta de lo que ocurría hasta que no fue demasiado tarde. Sintió como un brazo rodeaba su cuello y tiraba hacia atrás, mientras en la otra aparecía un bisturí. El japonés la atrajo hacia él mientras comenzaba a hablar en voz alta y en su propio idioma, en todas direcciones.

Dare mo ugokanai! Watashi wa dokodesu ka? WATASHI WA DOKODESU KA?

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22/05/2019, 21:54
Zenji Abe
Sólo para el director

Notas de juego

Si, perfecto! Jaja

Después de cenar intervengo de ser necesario. ;)

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22/05/2019, 23:08
Jack O'brian

Cita:

-¡Morfina! ¡Enfermera, morfina!-No nos queda, doctor. Gastamos lo último que teníamos hace diez minutos -

Aquella masculina y profunda voz que tan bien conocía sonó atronadora a lo largo y ancho de toda la sala, ni siquiera los gritos de agonía de los soldados ni las explosiones tan cercanas consiguieron acallarla. Pertenecía al Doctor Beckman, mi compañero en aquel infierno en la tierra, me sacaba diez años de experiencia y no se inmutaba ante nada, le había visto abrir el pecho de un hombre como si fuera un melón fresco para realizarle un masaje cardíaco directo y gracias a eso aquel soldado sobrevivió. Era un modelo a seguir sin duda y en el poco tiempo que llevaba allí me había enseñado mucho, desde luego teníamos muchos pacientes con los que practicar...sonaba frío y cruel, pero era la pura verdad.

La enfermera había dado en el clavo, nos habíamos quedado sin morfina y estábamos operando a esos hombres con un poco de anestesia local, para ellos era un literal tortura, pero era aquello o morir. Aunque sabía que Beckman estaba a punto de usar la sierra y con una sola enfermera no sería suficiente, yo no podía ayudarle ya que tenía mis propios problemas. Mi paciente era un hombre de mediana edad calculé que unos 35, no era ningún pimpollo y tenía cicatrices en la cara, pero lo que le había traído ante mí era algo bastante peor, un francotirador le había volado media mandíbula y cuando llego a mi mesa, lo que antes era la lengua pendía por el vacío que había dejado la mandíbula inexistente. Intentó balbucear algo, pero era imposible entenderle-No se preocupe soldado, saldrá de aquí, aunque no le dejaré tan guapo como antes-dije con un gesto tenso mientras movía mis manos febrilmente sobre el tejido destrozado inspeccionando la herida, era un amasijo de músculo, restos de mejilla y retazos de piel todo ello teñido de un color rojo vivo no sabía ni por dónde mierda empezar. En realidad era poco probable que pudiera salvarle, los daños eran masivos y demasiados vasos importantes habían quedado dañados, necesitaba cirugía especializada y con el material que nos quedaba allí lo único que podía era remendarle lo mejor posible y rezar porque lo trasladasen a tiempo a un hospital en condiciones si es que no moría en el trayecto.

Si, le mentía, como un jodido bellaco pero cuando estás herido de gravedad lo único que quieres es vivir y que alguien te dijera con seguridad que ibas a salir de allí te llenaba de algo llamado esperanza y en una situación como aquella la esperanza era lo que te mantenía con vida-Vale...empecemos por aquí, enfermera, gasas por favor- solicité con urgencia mientras intentaba organizar en mi cabeza el orden de cómo coser aquel desastre. Comencé a suturar con velocidad y aunque seguía manando sangre, al menos conseguiría ralentizar la hemorragia que era lo que realmente me preocupaba-necesito más gasas, rápido- insté concentrado con mis dedos volando con la aguja e hilo, la enfermera se esfumó, supuse que había seguido mi orden, pero algo pasaba ya debería de estar de vuelta-¡Enfermera, esas gasas YA!- grité pero en vez de volver a mi lado escuché por megafonía aquel terrible mensaje, nos quedábamos sin tiempo-Mierda mierda- mascullé, notaba como el sudor me caía en un ojo y sentí el escozor, algo que jamás podía ocurrir-Enfermera, maldita sea ¿dónde está?-me desgañité y harto de esperar giré en redondo encontrándome con una escena que no me podía creer-¿Pero qué coño?- musité estupefacto, aquel japonés esposado al que había amenazado hace tan sólo unos minutos se encontraba de pié sujetando con fuerza y por el cuello a mi enfermera-Maldito japo...sueltala...- mascullé mirándole con hostilidad manifiesta y andando hacia él con cuidado guardando un escalpelo en mi mano, desde luego él tenía las de perder, pero cómo le hiciese algo a aquella pobre mujer, haría de doctor Frankenstein con él.

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23/05/2019, 09:41
Hermana Claire

Las cosas se estaban descontrolando. Se estaban descontrolando y mucho, demasiado. La jodida guerra ya estaba dentro del hospital y iba a arrasar con todo y con todos, ya fueran aliados, japoneses o fuera quien fuera. Para más inri, uno de los prisioneros de guerra, un maldito amarillo acababa de soltarse y había agarrado a una de las enfermeras. La hermana Claire no sabía demasiado sobre técnicas de combate y no iba a aprender en ese momento, pero si sabía utilizar una radio.

Había una en el hospital, en lo alto de un viejo torreón. Ella conocía su ubicación, ya llevaba un tiempo sirviendo en aquel lugar y conocía todos los recovecos de aquella institución. No le quedaba otra, tenía que ir a pedir ayuda a los suyos. Necesitaban desalojar el lugar a la de ya. Si esperaban más tiempo sería inútil. Todavía seguían llegando heridos, pero no iban a poder ayudarles. No si el bombardeo destruía el hospital hasta sus cimientos y eso era precisamente lo que estaba a punto de pasar.

Debemos pedir un transporte. - Dijo entonces la hermana y salió a toda prisa en dirección al torreón comenzando a subir las escaleras torpemente.

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23/05/2019, 09:50
Hermana Claire

- Verdammt noch mal! Nein, nein, nein, das war nicht in meinen verdammten Plänen! Sie sollten hier sein... - Gruñó aquella mujer mostrando por primera vez la desesperación en la que realmente estaba sumida y abandonando aquel halo de tranquilidad que demostraba su alter ego, la hermana Claire.

Gretchen subió las escaleras ágil como un conejo. Aunque su apariencia era la de una mujer vieja y pasada de peso, ahora demostraba bastante más destreza de la esperada. En realidad Gretchen no estaba gorda, ni era una mujer torpe, sino todo lo contrario. Eran las ropas que portaba y años de adiestramiento para simular una edad más avanzada, los que provocaban aquella impresión en la gente. No era especialmente guapa, eso si que era evidente y no lo podía cambiar, pero en realidad eso poco importaba.

En unas pocas zancadas llegó a lo alto del torreón. Allí estaba aquel equipo de radio. Por suerte parecía que estaba en buen estado. Tenía poco tiempo hasta que redujeran el torreón a escombros. Pero tenía que intentarlo. Debía contactar con su comandante. Rolf Holmberg le había prometido que tendría un transporte listo para cuando las cosas se pusieran feas y más feas que en ese momento no podían estar. De esa forma desvelaría su coartada si alguien la reconocía a través de la emisora, pero poco importaba ya. Singapur iba a ser destruido y el hospital también y nadie iba a sobrevivir.

Se sentó frente a la emisora de radio. En pocos momentos hizo las conexiones adecuadas y agarró el micrófono. Tragó saliva, se puso los cascos y apretó el interruptor para enviar un claro y conciso mensaje.

Eisfuchs, für Oberkommando...- Dijo una vez. - Eisfuchs, für Oberkommando... - Repitió. 

No, algo ni iba bien. Aquello no... no funcionaba. Rápidamente se agachó y miró las conexiones a la toma eléctrica. El cable estaba deshilachado. Ratas... las ratas se habían comido los cables de la toma eléctrica. ¡Ni eso sabían hacer esos jodidos aliados! ¡Putos inútiles! Ahora su única vía de escape esta agotada. Y entonces un gran estruendo. 

Notas de juego

1: ¡Maldita sea! ¡No, no no, esto no estaba en mis jodidos planes! Ya deberían estar aquí...

2: Zorra de hielo, para alto mando.

 

En cuanto me des pie con la explosión meto un nuevo turno bajando así como puedo del derruido torreón a la sala de enfermos...

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23/05/2019, 10:15
DIRECTORA

Las explosiones no se producían por casualidad. Varios aviones Zero estaban bombardeando el muelle y también la ciudad, asi que mientras intentabas establecer contacto, te diste cuenta de dos cosas.

La primera de ellas, que los cables estaban cortados. Estabas hablando sola.

La segunda, que dos aviones se dirigían directamente hacia el hospital y soltaron sendas bombas muy cerca del recinto. 

Apenas tuviste tiempo de agacharte, antes de que la explosión hiciera volar por los aries todo lo que estaba en el interior y provocara que toda la estructura del torreón temblara, dando la sensación de que en cuestión de segundos se acabaría desplomando. 

Agachada bajo la mesa, sentías como podías acabar tus días en medio de aquella estúpida batalla, rodeada de aquellos inferiores amarillos y los malditos ingleses, con sus aires de superioridad y la arrogancia que les había llevado a extender por todo el mundo su bandera y su insoportable té con pastas.

Cuando la onda expansiva terminó de atravesar el torreón y te pusiste en pie, todo el suelo se movió de un lado para otro. Estaba claro que estaba a punto de derrumbarse.

Notas de juego

jajajajaja

Pues ya lo tienes. Voy a escribir la explosión en el general.

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23/05/2019, 10:22
DIRECTORA

Mientras el japonés creaba una nueva situación conflictiva en mitad del hospital, entre muertos y enfermos, médicos y enfermeras, la guerra continuaba librándose en el exterior.

A través de los ventanales, de los cuales ninguno mantenía cristales, podía verse el humo que provenía de los muelles y el resto de la ciudad, pero sobre todo, era fácil ver como los aviones sobrevolaban y bombardeaban la zona.

Precisamente, eso es lo que vio uno de los soldados que estaba situado justo enfrente, de los mismos, cerca del jodido japonés. A pesar de sus heridas, sus ganas de vivir eran todavía lo suficientemente altas como asustarse.

-¡JAPOOOOOOOOOOS! -gritó, al ver como dos aviones hacían una pasada muy cerca del hospital.

Segundos más tarde, todo el hospital quedaba conmocionado debido a dos enormes explosiones, que hacían volar uno de los muros que todavía permitían mantener la integridad del edificio. 

Restos de ladrillos caían desde el techo sobre el suelo, pero sobre todo, sobre los enfermos, dado que había tantos, y existía tan poco espacio libre, que era casi un milagro que lo hiciese en un lugar en el que no hubiese nadie.

La misma onda expansiva que hizo desaparecer el muro, provocó que todos los que estaban de pie perdieran el equilibrio, incluido el maldito japonés, que se vio obligado a soltar a la enfermera y quedar completamente vencido ante cualquiera que quisiera derribarlo... si es que él mismo no terminaba en el suelo.

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23/05/2019, 10:31
Vance McCoy

William... Tu nombre no lo olvidaría jamás. Cerré sus ojos con las yemas de mis dedos en señal de respeto.

Ahora toca pirarse de aquí. ¿Dónde estará mi petate? Ahí tengo todo lo que necesito. No puedo marcharme sin él. Estas jodidas enfermeras, no me han dado ni un solo cigarrillo desde que llegue aquí y encima me esconden mis efectos personales. Hay armarios por todas partes joder, si me pongo a registrarlos uno por uno tengo más posibilidades de acabar hecho trozos que de cualquier otra cosa. Esto va a ser arriesgado, pero no pienso largarme sin mis cosas.

-¡ATENCIÓN! Soy piloto, y tengo un avión en las proximidades. Puedo llevar a unos cuantos de vosotros. ¿Criterio de selección? El que encuentre y traiga mi macuto viajará en primera clase. Os doy dos putos minutos.

Me puse en marcha a toda prisa, ataviado con unos ropajes dignos de la mayor de las vergüenzas, pero si quería poder disfrutar de un buen trago de whisky en mi amada Inglaterra, no me quedaba otra opción.

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23/05/2019, 10:42
Hermana Claire

No tenemos dos putos minutos... - Dijo la monja que acababa de aparecer junto a aquel improvisado piloto de forma súbita. Se llevó la mano a la boca y se santiguó ante la palabrota que acababa de soltar por la boca.

¿De donde cojones había salido? Daba igual, estaba allí y por primera vez desde que llegara a aquel hospital, mostraba un expresión diferente a la más estricta parsimonia. Su rostro mostraba una mezcla entre preocupación y terror.

¡Los aviones japoneses están bombardeando los alrededores! - Exclamó. - ¡Tenemos que salir ya! ¡Ahora! ¡Ni un minuto ni dos, ya! - Ordenó. - ¡Vengo del torreón! ¡Ya lo han alcanzado! ¡Lo próximo será el cuerpo central del edificio!

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23/05/2019, 15:45
Sextus Cadawallader

El doctor entendió lo que le decía y le dio las indicaciones para llegar allí.

Solo debía de caminar por el cuerpo principal del recinto y luego girar a la derecha en un amplio cruce de caminos.

Sextus anduvo, esquivando gente que se movía atareada, y cuerpos tapados con sabanas, y otros que hubieran estado mejor ya muertos.

Percibía dos cosas con claridad. La primera era que el edificio había sido bonito, y hasta lujoso, y de eso seguramente no hiciera más que unos pocos días. Era increíble como cualquier lugar, por bonito y cuidado que fuera, se convertía en un estercolero.

La deshumanización que hacia falta para soportar a los enfermos y moribundos siempre le pareció impresionante, pero era casi intolerable.

La personas allí reunidas estaban al borde de la muerte, en más de un sentido. No había miradas llenas, ni sonrisas, ni tan siquiera actitud de vivir. Todo el que estaba en los pasillos parecía remar a contracorriente sabiendo que como el salmón, morirían en el desove.

Llego a la intersección que le habían indicado, y una corriente de aire caliente paso por un ventanal destrozado recordándole lo frágil que era la estructura. Y en ese preciso momento descubrió el significado de desesperanza.

Se quedo de pie, casi petrificado cuando dieron el aviso por magafonia, los acaban de condenar a todos al olvido con una frase tan lapidaria como buena suerte, y que dios les acompañe.

Pero qué demonios, empezó a andar algo estupefacto aun, una neblina de frustración, ira, miedo, y confusión se instalo en su mente, y tuvo que pararse un segundo para tomar dos bocanadas de aire.

Nuevamente la vida le indico cuales eran las prioridades, don estallidos mas acabaron por destrozar otro poco el hospital. Una estaba deshaciendo el torreón del sur, la argamasa había pedido integridad, y colapso sobre si misma lanzando hacia todo lados una nube de polvo.

A su espalda la estructura principal del hospital había desaparecido, solo quedaban escombros, y ya no se oía a nadie llorar ni lamentarse, ni mucho menos el trajín de salvar vidas. El 60 % de la estructura ya no existía.

Justo el pasillo que tenia delante, había vencido en varias partes, es mas. Si no hubiera frenado para asimilar lo que pasaba ahora estaría debajo de una pared de ladrillos.

Más adelante se escuchaban voces. Era la zona donde podía estar el nipón. Así que ahora corría como podía para llegar allí.

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23/05/2019, 22:16
Diana Hoffman

ME sobnresalté cuando oi ese acento Alemán, que provenía de la monja.

- Das ist richtig- Asentí.- Bremen.- No dije mucho mas, pues aquella palabras de la monja me hicieron llevar instintivamente la mano al pecho, allí donde, por el otro lado, en el interior, reposaba la carta.

Era curioso poder hablar mi idioma natal en aquella zona. Era un peligro hablarlo, desde luego, pero yo nunca había tenido problemas y era discreta. Igualmente me desenvolvía perfectamente hablando Francés o Ingles. Quizá por eso Frank quiso que cumpliera yo su misión. O porque no tuviera a nadie mas dispuesto a luchar por los valores de una Alemania limpia y pura.

- Yo también.- Cambié a hablar en inglés, refiriéndome a la carta, y la miré algo desconfiada.- Aunque también esperaría que me dijera que es usted una monja de clausura. Ya sabe, de las que hacen voto de silencio.- ¿Podía confiar en ella o sería de las que a la mínima me entregaría a la guardia de los aliados?

Mi duda quedo en entre dicho cuando comenzaron a caer las bombas.

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23/05/2019, 22:27
Diana Hoffman

Las bombas empezaron a caer.

Cada vez mas y mas cerca, hasta que pronto partes del hospital quedaron reducidas a polvo y escombros. Entre los cascotes y el cielo ahora abierto, se veían algunos aviones, lo que confirmaban el ruido de los motores al pasar sobre nuestras cabezas.

Si, eran los Japoneses, tal y como algunos gritaban por allí. Y todo el mundo enloqueció, como es de esperar cuando alguien teme por su vida. Los cadáveres empezaron a amontonarse en el camino y la sangre a correr por los pasillos. La gente huía y gritaba y dejaba a sus heridos, amantes o hijos tirados en las esquinas presas de pánico, para salvar la vida.

Yo me encogí en un rincón, viendo como los gritos desesperados ensordecían el ambiente. Me tapé los oidos y agaché la cabeza ligeramente, mientras miraba de reojo algún sitio por el que salir o esconderme. Pero no había nada seguro. Incluso un japones herido había cogido de rehén a una enfermera y el médico le gritaba que la soltara.

Maldita guerra!

Algo llamó mi atención cuando un hombre habló a la vez que destapaba mis oidos. ¿Un avión? Genial! Y la monja discutía sobre que la hora de irnos había llegado ya. Lo mejor de todo es que era la verdad! Una nueva detonación hizo caer al Japones herido y a ratificar que era el momento. No mas tarde ahora.

- ¿Puede sacarnos de aquí?- Pregunté avanzando entre los escombros al hombre del avión.- ¿A que esperamos!?

Mi mirada se fijó en el japones, herido. ¿Alguien le socorrería? Chasqueé la lengua como si eso me fuera a retrasar.

- No podemos dejarlo ahí tirado...- Me quejé ligeramente mientras miraba al hombre con pena.

 

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23/05/2019, 22:51
Zenji Abe

Con la enfermera fuertemente sujeta con su brazo izquierdo y el cuchillo muy cerca de la yugular, Zenji Abe no dejaba de gritar en alta voz en japonés preguntando donde se encontraba. La situación se volvía cada vez más tensa y las múltiples explosiones se escuchaban cada vez más cerca. Cuando vio a un tipo gritándole, con un escalpelo en la mano y acercándose lentamente, el japonés no dudó en ir acercando más y más el bisturí hasta casi cortar la piel, gritar con más rotundidad y hacer gestos rotundos indicando que no dudaría en acabar con la vida de quién fuese, si nadie le hacía caso. Estaban en una jodida guerra y eran los enemigos.

- Chikadzukanaide! Watashi wa kanojo o koroshimasu! WATASHI WA KANOJO O KOROSUMA...!

Y entonces Boooomm!

Una fortísima explosión hizo que toda la estructura se viniese abajo, enterrando entre los escombros a la inmensa mayoría de gente del hospital. Las muertes se contarían por decenas y durante unos segundos una enorme polvareda cubrió el lugar, impidiendo que nadie pudiese ver a nadie. Se escuchaban algunos tenues lamentos, tos de los pocos supervivientes que trataban de movilizarse y desenterrar a la gente que quizá estuviese viva, y Zenji Abe se encontró de pronto tirado en el suelo, viendo las vendas rodeando el abdomen empapadas de sangre, todo cubierto de polvo y con la enfermera que momentos antes había estado entre sus brazos, con la cabeza fracturada, abierta como un melón maduro que cae al suelo, completamente muerta. 

Durante unos instantes fue incapaz de reaccionar y a penas sentía tener fuerzas para moverse, pero levantó la vista hacia el firmamento y vio  a sus queridos compatriotas sobrevolando con una escuadrilla de bombarderos en picado Aichi D3A Val, de la cual en esos instantes deberia ser él el que los liderase en otras circunstancias. No sin esfuerzo se levantó con lentitud, apartando en su camino sin darse cuenta a una joven rubia que se había acercado a socorrerle, ignorándola por completo y dando tumbos de derecha a izquierda, probablemente por tener la mente en otro lugar o estar aturdido, y subiéndose a un montículo de escombros, empezó a agitar los brazos como un poseso, gritando ánimos a sus camaradas y celebrando, aunque ninguno fuese consciente de que estaba allí.

- ¡Banzai! ¡Banzai!

Y de pronto, algunos de esos aviones empezaron a disparar con la ametralladora ráfagas que hacían saltar las piedras y que se acercaban peligrosamente a la posición del nipón, que solo en el último instante fue consciente de que iban a matarlo y empezó a correr junto a un grupo de extraños, entre ellos el médico loco del bisturí. Surrealista cuanto menos, pero era correr o morir, hasta parecían amigos uno al lado del otro, y la rubia unos metros delante.

Notas de juego

- Chikadzukanaide! Watashi wa kanojo o koroshimasu! (No os acerquéis!!! La mataré!!)

- Banzai! (Viva!)

 

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23/05/2019, 23:51
Jack O'brian

Aquel maldito amarillo seguía empuñando aquel escalpelo amenazando a todo el que tenía delante, al menos eso era casi seguro aunque de japonés sabía tanto como de cultivar rosas silvestres. Me seguí acercando hacia él y con suerte en unos pocos pasos lo tendría a tiro de piedra para atacarle, al fin y al cabo tenía a demasiada gente rodeándole y no tenía ojos en la nuca.

Un hombre se pronunció como piloto y eso me dió algo de esperanza, aquella que casi había perdido, quizás podíamos salir de allí al fin y al cabo, pero entonces comentó su "criterio de selección" y casi me da por reir -¿en serio estás diciendo eso? ¿aceptarás la tripulación si te ayudan a buscar tu macuto?-solté un bufido mirando de forma desagradable al supuesto piloto y en ese momento entró en acción una monja que ya había visto das la extremaunción a más de un soldado-tiene la razón la anciana, no tenemos tiempo para esas chorradas...pero si nos sacas de aquí te regalaré una botella de whisky escocés gran reserva-mascullé mirando al piloto con una media sonrisa.

Pero entonces, vino la debacle, primero, el grito del soldado anunciando lo que se nos venía encima y acto seguido, las bombas se sudecieron, las explosiones ensordecedoras acallaron cualquier otro sonido y el edificio no aguantó más, las paredes caían y trozos del techo se desprendían. A toda la cacofonía de sufrimiento y dolor ya existente, se sumaron los agudos gritos de las pocas mujeres allí presentes intentando escapar de aquella matanza, unos metros más allá vi a un soldado que aunque amputando de un brazo intentaba ponerse en pié para salir de allí pero un enorme pedazo de techo cayó sobre él y le machacó el el pecho muriendo en el acto. Aquello hizo que volviese a clavar mis ojos en aquel jodido nipón, mis ojos ardían y calculé mentalmente lo que me quedaba para alcanzarle, pero aquellos pensamientos se esfumaron cuando una de las bombas impactó más cerca todabía tirándonos a todos al suelo convirtiendo aquel edificio en casi un solar.

Abrí los ojos y miré directamente a la posición del japonés que se encontraba en el suelo me lancé a por él para buscar el escalpelo, pero lo había perdido debido al impacto, con gusto le habría rajado el cuello pero no había tiempo para eso, además la herida del abdomen era bastante fea y con suerte moriría en poco tiempo, otra bomba podía caer y ver a la pobre enfermera que me había ayudado tanto durante aquellos días con el cráneo abierto, me amargó por dentro y aparté la vista asqueado, buscando mi pequeño maletín de urgencia, siempre lo llevaba conmigo y aunque estaba tumbado y manchado de polvo, se mantenía intacto, mi padre se dejó medio sueldo en él, un regalo al terminar la carrera de medicina, le tenía mucho aprecio y no pensaba dejarlo allí.

Al momento vino una mujer rubía llena de polvo que se puso a hablar el piloto, ignoré al japo que no hacía más que gritar Banzai y luego la miré-¿Dejarlo tirado? si está saltando como un mono de feria, más le valía morirse ahora mismo...me acerqué a él y cogiéndole de la pechera le dí una colleja[B]-Vamonos o te dejo aquí tirado para que te pudras-le grité señalando con el dedo uno de los muros caídos siguiendo los pasos del piloto y sin mediar más palabras corrí tras él, allí no podíamos hacer nada más. Aún había gente viva allí, pero si me quedaba sería un muerto más y aún tenía que hacer muchas cosas en mi vida.

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24/05/2019, 08:26
DIRECTORA

No había otra. El hospital se estaba cayendo a pedazos con vosotros dentro y si no queríais formar parte de la historia reciente de la victoria japonesa en el Pacífico, debíais salir de allí... ¡pero YA!.

Empujados por las balas y las bombas, y ante la vista de lo que os esperaba más allá del que había sido el muro, salisteis todos siguiendo al piloto* que había asegurado disponer de un avión para largaros de allí. Era una extraña comitiva aquella, formada por una monja, una rubia, un amarillo herido y malhumorado, y tres tíos que pensaban que debían estar en otra parte, como por ejemplo, tomando un lava lava en Hawaii mientras tomabais el sol sobre una toalla en la playa, y rodeados de hermosas nativas.

Lo peor de todo fue que en cuanto pusisteis un pie fuera del hospital, dos nuevas bombas cayeron... esta vez, impactando de lleno en el hospital, haciendo que camas, heridos, enfermeras y médicos saltasen por los aires o quedasen sepultados bajo toneladas de piedra procedentes del ya ausente tejado.

Vosotros mismos podíais haber estado allí.

Algunos de vosotros tuvisteis una última visión, como si a cámara lenta se produjera, de una enfermera acercándose a un herido en cama, un médico gritando para que le ayudaran, y un hombre gritando por su vida mientras ésta se escapaba de su cuerpo sin que pudiese hacer nada por evitarlo.

Era el sonido de la guerra.

Pero estabais fuera. El avión, dijo aquel tío, estaba cerca. Y no iba a ser nada fácil llegar hasta él. Delante de vosotros aparecía una ciudad devastada y completamente rota, con más edificios en el suelo que elevándose sobre él, cadáveres por todas partes, gente corriendo en todas direcciones, y aviones haciendo vuelos rasantes, ametrallando indiscriminadamente a todo hombre, mujer y niño que veían.

Notas de juego

Me he tomado la libertad de sacaros. Espero que os parezca bien.

Bien. Vamos a hacerlo por tandas. Vais por orden. Lanzad en OCULTO 1D10+BONUS DESTREZA. Para el que no lo sepa, en oculto significa que no sabréis lo que os ocurre. Narrad vuestras impresiones en un post, o como huis, y según lo que obtengáis (que vosotros no sabréis, je je), completo yo.

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24/05/2019, 08:51
Jack O'brian

Notas de juego

Por mí perfecto jefa! ;)

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24/05/2019, 09:23
Hermana Claire

Tener que salir corriendo no era algo que entrara en sus planes, pero no le quedaba otra. Cuando aceptó viajar a Singapur nunca esperaba que en el momento de la verdad, quien le había propuesto aquel destino, le dejara tirada de aquella manera. Aunque también era cierto, que nadie podía esperar un destino tan funesto para los habitantes de aquella isla. Los japoneses habían sido rápidos y contundentes. Las defensas no habían podido hacer nada para aminorar el desastre.

No obstante, no iba a morir allí. Al menos no lo iba a hacer sin luchar por su vida. A una monja no le importaba morir, pues creía en que tras la muerte, viajaría a otro lugar mejor, donde se reuniría con su creador. Pero en el momento de la verdad, aquella teoría no era tan bonita. La hermana sentía miedo, estaba realmente aterrada. Lo estaba más que en toda su vida y eso que, debido a su oficio, había tenido que sufrir y ver cosas que desgarrarían el alma de la mayoría.

Pero ella era una mujer fuerte. Al menos eso creía hasta el preciso momento en que se vio corriendo entre ruinas, muerte y destrucción, mientras las bombas japonesas caían a su alrededor y los aviones de guerra descargaban sus ametralladoras contra militares, sanitarios, enfermos y civiles por igual. Fue en ese momento cuando temió realmente por su vida. Su condición, no le libraría en esa ocasión de la muerte si es que entraba en punto de mira de alguno de aquellos artilleros nipones.

Mientras corría mantenía su mirada fija en el suelo que pisaba. Alzar la mirada solo le serviría para entrar en pánico, más aún, y para tropezar con algún cascote, alguna zanja o algún cadáver. Pues el suelo estaba minado de todo ello. Aquello era como el mismísimo infierno en la tierra. Correr con aquellos zapatos no era tampoco la mejor de las ideas. Tenían un poco de tacón, no demasiado, al fin y al cabo era una monja, pero aunque era un tacón con bastante base, seguía dificultando su carrera. 

Y entonces... algo cayó cerca de su ruta hacia la salvación. Una gran honda expansiva provocó que acabara en el suelo arañándose las rodillas con la gravilla. Había quedado ensordecida y estaba algo desconcertada. No veía nada a su alrededor, pues una nube de humo y polvo se había levantado entorno a su posición. Lo que si pudo escuchar fueron unos gritos lejanos, que posiblemente fueran muy cercanos y el ruido de las ametralladoras disparando muy cerca de donde se encontraba. Estaba aturdida y dolorida, pero debía continuar si deseaba vivir. Se puso en pie y siguió corriendo en la dirección adecuada, esperaba al menos que así fuera...

- Tiradas (1)
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24/05/2019, 12:07
Sextus Cadawallader

Una idea estaba presente en la mente de Sextus y pareciera que no tenia intención de abandonarle de ningún modo.

Llegar para morir.

Tristemente, su vida estaba casi extinguida en aquel hospital. Ni interrogatorio, ni nada por el estilo se dijo. La isla había caído.

Se sintió tentado de dejarse caer derrotado, pero los gritos de ¡viva! ¡viva!, no, no era eso, era ¡banzai ¡banzai!, él nipón estaba allí.

Siguió esa voz, y luego otras, y corrió detrás de un grupo de personas, que sin motivo aparente, mas allá que huir del edificio, corrían por campos y calles. Intento mantenerles el ritmo.

Era un invitado silencioso, el ultimo en llegar a una fiesta. Y como tal, no sabía exactamente que se estaba cociendo.

- Tiradas (1)
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24/05/2019, 14:22
Diana Hoffman
- Tiradas (1)