Partida Rol por web

La hermana observó atentamente en dirección al extraño murmullo. Localizó la dirección de inmediato. Posó si mirada de ave rapaz sobre el punto correcto y entonces lo vio tan claro como el agua de un manantial cristalino.

Entre la vegetación ves, sin lugar a dudas, varios pares de ojos que os observan. En algún caso distingues hasta sus rostros. Son indígenas y teniendo en cuenta en dónde estáis, empiezas a pensar que pudieran ser los mismos que os estuvieron lanzando flechas. 

Estáis casi rodeados.

- Nos observan... - Dijo resignada la hermana Claire. - Indígenas por todas partes. Estamos rodeados... - Habló con una tranquilidad inusitada. - Esto no va bien... Nada bien... - Miró hacia el cielo. - Gracias señor por toooooda la ayuda que estamos recibiendo de tu padre. Toda una vida dedicada a ti, para acabar en esta pesadilla... - La religiosa agarró de nuevo su pistola apuntó hacia el cielo y mirando directamente a los ojos de uno de los indígenas disparó hacia el cielo.

Los minutos que emplearon para reducir la fatiga y el cansancio fueron más que bienvenidos, y Zenji no dudó en mojar su camisa en el agua de la cascada para limpiarla lo mejor posible, y acercarse con ella hasta Diana para limpiarle la suciedad en su rostro después de todo lo vivido. Había visto el beso que el médico y la pelinegra se habían dado, y él no podía negar su deseo de besar a la joven nuevamente, pero con más delicadeza y tacto.

Después de todo lo compartido, de salvarle la vida y haber establecido un fuerte vínculo con la joven, Zenji esperaba que Diana se mostrase más amable y cariñosa, por lo que tras retirar la suciedad se la quedó mirando fijamente, y no tardó en besarla con dulzura. Probablemente esta vez sí que lo esperaría, y confiaba en que fuese de su agrado y no llevarse un nuevo bofetón, pero fuese como fuese, tuvo muy claro que palabras susurrar cuando sus labios se separaron.

- Diana... Te quiero...

Pero aquel momento se vería interrumpido por los murmullos, gruñidos y sonidos extraños provenientes de la espesa selva, que la monja no tardó en explicar de qué se trataba, pese a que no entendió el significado de sus palabras. ¿Indígenas? ¿Que significaba aquello? Zenjí trató de percibir de que se trataba aguzando su vista... 

Entre la vegetación ves, sin lugar a dudas, varios pares de ojos que os observan. En algún caso distingues hasta sus rostros. Son indígenas y teniendo en cuenta en dónde estáis, empiezas a pensar que pudieran ser los mismos que os estuvieron lanzando flechas. 

Estáis casi rodeados.

Cogi mi ropa y la de Jack y anudandolas y tirandolas vi que no nos permitian bajar lo suficiente como para no matarnos en el intento.
Esto es una locura le dije a mi compañero viendo como los animalillos de encima nuestro seguian graznando con ansia devoradora La ropa no nos da lo suficiente como para conseguir bajar, aun asi creo que es mejor solucion que subir...

Asi que intente atar la cuerda improvisada, ver que fuera lo suficientemente resistente para aguantar nuestro peso tirando de ella y bajar.
Quieres bajar primero?? le pregunte con una amplia sonrisa

Ambos comenzamos a bajar por la cuerda improvisada y aunque al principio el dolor atenazaba mi cuerpo y mi alma poco a poco fui acostumbrándome a él y recordando cuando en mi entrenamiento me hacían subir y bajar por la cuerda con lo que cuando nuestra cuerda se termino el seguir bajando por aquel lugar no fue nada para mi.

Jack por el contrario no despeina de mi entrenamiento y aunque el principio de la cuerda lo realizo bastante bien, he de reconocer, la segunda parte en la que nos quedamos sin cuerda parecía que le era mas difícil e incluso hubo un momento en el que aprecio que se caia al acantilado, pero por suerte para él yo estaba allí y antes de que se cayera conseguí agarrarle.
-Tu no vas a ir a ningún lugar le dije mientras le sostenía y le ayudaba a acabar de bajar los metros que nos faltaban Aun tienes que acabar de curarme le dije cuando estuvimos abajo

La situación era jodida, mucho, en aquella isla llena de monstruos, las bestias aladas que había sobre nuestras cabezas, heridos, agotados, mojados, con peligro de muerte inminente...¡Y yo mirándole el culo y las tetas a Carter! Joder no podía ser! pero aún con aquellas magulladuras, heridas y arañazos, me parecían una mujer tremendamente sexy y aunque yo ahora me encontraba solo vestido con unos calzoncillos, botas militares y calcetines el peligro vencía a la excitación y mi entrepierna se mantenía dormida, sino habría sido un problema...

Me concentro en anudar las prendas lo más fuerte que puedo junto a la morenaza para construir una especie de cuerda decente y rezando porque fuera suficiente para llegar abajo aunque se me antojaba una distancia tremenda la que recorrer.

-Las damas primero-dije con una cansada sonrisa, pero al final divertida. Carter comenzó a bajar con una destreza incomprensible, como un jodido Ranger ¿Pero de dónde viene esa mujer?. Niego con la cabeza anonadado y cuando calculo una distancia prudencial, comienzo a descender. La ropa soporta nuestro peso de forma admirable, por un momento tomo más confianza y esperanza ahí vino mi fatal error, resbalé, me vi aplastado contra el duro suelo de roca convertido en pulpa roja pero en cambio noté como alguien me cogía evitando mi muerte, era Carter-¡Joder, gracias Carter!-dije recuperando la cuerda lo más rápido que podía-Me has salvado la vida, te debo una- exclamé mientras seguíamos bajando.

Una vez en el suelo me agaché y besé el frío suelo de roca-Tierra firme, como te quiero-dije soltando una pequeña risa, para luego incorporarme y mirar a Carter acercándome hasta ella-Muchas gracias, si no es por tí, ahora estaría muerto...-dije mirándola fijamente para luego reparar en su cuerpo semi desnudo, aunque ahora de modo profesional-¿Cómo están tus heridas? Déjame que mire..- pregunté palpando sus costillas ahora desnudas-Nos hemos quedado sin ropa, al menos tenemos el calzado..joder parecemos unos salvajes, pero hay que ponerse en marcha..-dije mirando la guisa que teníamos.

Tu me la has salvado a mi en mas de una ocasión y... la mano de Jack se poso en mis costillas mirando como se encontraban mis heridas, en aquella pose tan profesional y tal y como nos encontrábamos ahora incluso se podía decir que estaba sexy. Si no fuera por ti ahora no estaría aqui le dije de manera sincera sujetando su mano con la mía y mirándole a los ojos.

Cita:

Intentemos buscar algún lugar seguro en el que poder descansar le dije soltando su mano Necesitamos algo de tranquilidad

Según nos había indicado Sextus no podíamos ir hacia la empalizada pues los indigenas nos volverían a servir a aquel simio como aperitivo y si íbamos al mar también acabaríamos mal Por cierto... dije pensando un momento en que la monja también se encontraba desnuda y al volverla a ver ya tenia ropa De donde sacasteis la ropa para la monja??

Tal vez el lugar en el que habían conseguido aquellas cosas era mas seguro que donde nos encontrábamos y si habían vuelto, posiblemente habría sido para encontrarnos pero si volvíamos y marcábamos una buena señal... los demás pudieran encontrarnos o la monja pudiera guiarlos hacia aquel lugar de nuevo; nunca se sabia pero no se podía perder la esperanza.

Los disparos al aire de la hermana Claire ahuyentaron a una buena cantidad de indígenas que había a vuestro alrededor y que solo ella y el amarillo habían visto. Empezaron a gritar y a moverse, confundidos, chocando unos con otros y preguntándose qué había sido eso.

Era vuestra oportunidad para salir corriendo y conseguir algo de ventaja sobre ellos, porque en cuando se dieran cuenta de que no era nada, sin duda se lanzarían sobre vosotros.

El mar estaba puede que estuviera cerca, pero vosotros solo veíais selva y más selva.

Sextus había aprovechado el corto descanso, cerro los ojos, medito sobre lo que había visto y razono cómo un hombre de bien que clase de aventura insana estaban vivienda.

Pero aquella calma, solo podía ser sucedida por una tormenta. Y en cuanto la eclesiástica anuncio indigenas, Sextus supo como terminaba la historia.

En lo alto de una piedra atado de manos y pies esperando al simio gigante. Su cuerpo se activo. Estaba convencido de que no podría dar dos pasos sin caer de bruces, pero el descanso había obrado un milagro, para que negarlo, y antes de que la vieja chiflada alertara a todos los bichos de aquella selva con un disparo al aire en flacucho empezó a correr.

Seguidme, por aquí se llega a la costa.

No es que estuviera del todo seguro. Pero según sus “viajes” solo podía estar en aquella dirección.

Tras aquel beso que le entregó a Diana desde lo más profundo de su ser, el disparo de la monja y todo el griterio posterior le hizo percatarse de que estaban siendo rodeados por los indígenas que momentos antes les habían tratado de asaetear desde lo alto de la empalizada. Zenji intuía que si los apresaban no iban a tratarlos con demasiada cordialidad, por lo que tirando de Diana para hacerla avanzar junto a él, no tardó en iniciar la carrera tras el enclenque e inepto Sextus, que ya se estaba largando del lugar.

Al parecer, el descanso había sido mínimo, pero mejor eso que nada. La parte buena es que el disparo de la hermana Claire había asustado bastante a los caníbales esos, la contraparte, que no tardarían en reaccionar e ir tras ellos. ¿Lograrían llegar hasta el mar? ¿Les esperaba al fin una embarcación de la cual huir y largarse con vida? Estaba por ver.

- Debemos correr, no detenernos Diana. - le susurró Zenji en plena carrera, aunque no podía dejar de pensar que terminaría por responderle la joven rubia a su declaración de amor. ¿Sería algo correspondido? ¿Que sentía ella por el apuesto nipón?

Tocaba salir por patas. El disparo había conseguido el efecto deseado. El fuerte estruendo había disipado el mar de rostros que les hostigaba ocultos entre la maleza. Eso les daba una oportunidad.

La hermana comenzó a mover las piernas de forma enérgica. Sabía que su artimaña no iba a ser eterna y que los indígenas, tarde o temprano volverían a estar encima suyo. Era oportunidad que necesitaban para tratar de llegar al mar y Claire no pensaba desperdiciarla.

Poco a poco fue ganando velocidad y como si se tratara de una corredora olímpica de carrera de obstáculos, fue saltando ramas, sorteando piedras en el camino y evitando ser golpeada por el ramaje. Era un espectáculo ver a aquella peculiar monja de batalla huyendo a través de la densa selva.

- ¡Correr, corred! - Dijo mientras se alejaba y sus gritos se escuchaban cada vez más lejanos.

Cai de rodillas viendo como ese mono gigantesco se alejaba con Carter y Jack entre la espesura del bosque.

Mi voz me había salvado y, al parecer, nos había alejado de la furia del gigante. Si no dulcificado, al menos, tranquilizado lo suficiente como para patear el trasero a Sextus, únicamente, y no haber descargado su furia con todos. Aun así tenía el corazón en un puño al ver como nuestro número decrecía.

- No...- musité con lágrimas en los ojos al ver a aquellos dos alejarse en las zarpas del mono.

No podíamos hacer mas. Tan solo descansar un rato mientras Sextus explicaba algo extraño que no lograba a entender sobre donde estábamos. Zenji se quito la camiseta para lavarla y mientras tanto, viendo que el traductor tenía ciertas rencillas con el amarillo (mas bien al revés) pensé que lo mejor era intentar separalos y hacer de intermediaria.

Con un palo intenté dibujar en el suelo lo que Sextus explicaba ¿Vórtices dimensionales?¿Grietas temporales? Sonaba como las novelas de ciencia ficción que mi mánager Frank me había traído de algún sitio. H.G. Wells y su maquina del tiempo ¿Era posible? Julio Verne y sus viajes al interior de la Tierra con seres perdidos u olvidados...¿Tan raro era? Demasiadas coincidencias. Y todo explicado como bien pudiera al japonés, con cierta destreza en el arte de dibujo en la tierra. (Mas bien poca)

Y después...el beso que me regaló en agradecimiento.

Este no me pilló por sorpresa, como la primera vez a la que respondí con un guantazo. En este momento, nuestros rostros estaban tan juntos, mirando los dibujos que acababa de hacer en la tierra que tan solo fue levantar la mirada y, me medio de una sonrisa, sus labios se pegaron a los míos. Cerré los ojos y respiré entrecortadamente hasta que la Hermana Claire nos llamó la atención y rompió el tiempo que duro el beso.

Nos separamos y miré al resto de mis compañeros sonrojada, bajé la vista ligeramente viendo como nos poníamos en pie nuevamente ¿Indígenas? La detonación de la pistola de la monja espantó a alguno e hizo que me encogiera instintivamente.

Salimos corriendo, cual alma que lleva el diablo, solo por si los indígenas querían cogernos pero, lamentablemente. tropecé y cai al suelo de bruces en medio de la carrera.

- Ufff- cai y al hacerlo tiré del mas ercano a mi para intentar equilibrarme.*

El pobre Zenji, que tanto se preocupaba de mi, cayó conmigo, arrastrado por mi peso, que no era mucho, pero si torpe.