Partida Rol por web

Empieza a anochecer, y la ladera de la montaña se eleva a ambos lados de la carretera. Vuestro camino os lleva por un tortuoso sendero cada vez más escabroso; finalmente, veis una tenue luz más adelante que se intensifica conforme os aproximáis, y pronto os hayáis frente a una especie de asentamiento situado en el centro de una amplia colina. Seguís avanzado hasta deteneros ante un tosco muro hecho de piedras amontonadas y pedazos de sílice negro. Por toda la parte superior del muro hay hogueras de vigías, y observáis que de las almenas improvisadas asoman numerosos cañones que se recortan sobre la luz de las llamas. 

Cuando os acercáis más, un par de pesadas puertas de acero y tela metálica se abren de par en par y una figura alta os sale al paso, envuelta en un manto oscuro y con un rifle colgado a la espalda. Empuña un hacha en ristre. Os indica con un gesto que detengáis el vehículo y descendáis de él. Aristarchus os ordena que obedezcáis, y añade que es mejor no realizar movimientos bruscos.

Una vez en el suelo, el hombre se aproxima a vosotros y os escudriña atentamente. Parece meditar durante unos instantes, luego os dedica una fluida y profunda reverencia mientras dice: Bienvenidos, siervos del Emperador. Soir libres de entrar.

Caín no se sorprendió por el recibimiento. En realidad se sintió más tranquilo. Los guardias no eran perezosos y sí muy precavidos. Los extraños debían ser examinados en un lugar como aquel, y ellos eran un grupo extraño, especialmente por lo variopinto de su composición. El hombre del hacha era algún cabecilla, puede que incluso el líder del asentamiento.

La Inquisición es bien recibida por aquellos que no tienen nada que ocultar.

Poco a poco su mente se iba moldeando al trabajo que realizaba. Aún era joven, quizá pudiera progresar lo bastante en este oficio, pese a los irregulares resultados de su primera misión. NO tenía intención de ser él el que iniciara la conversación. Apartándose el pelo de la cara y con pasos lentos procuró ganar tiempo para las presentaciones.

Albrek desciende del camión y observa con detenimiento a la figura que sale a recibirles, mas le parece oportuno hacer caso de la recomendación del vidente, asi que prefiere aguardar a que sea este quien haga las presentaciones correspondientes, sin duda sobrevivir en aquel lugar y erigir una catedral no era un trabajo facil, asi que el desconocido podría ser mas peligroso de lo que aparentaba en realidad.

Aristarchus asiente diciendo: Gracias, seguiremos en buscad del abad Skae.

Regresáis al vehículo y avanzáis por lo que parece la avenida principal del asentamiento. Sopla un fuerte viento impregnado del olor calcáreo del polvo y un rancio aroma a humanidad. El cielo está despejado y las estrellas brillan con intensidad, una imagen inquietante para los nacidos en colmenas. A ambos lados del camino tiendas de campaña, cobertizos y casuchas fabricadas con diversos materiales distribuidas sin planificación alguna dejan escapar una tenue luz por entre las cortinas, luz apoyada por la llamas del los bidones de prometio ardiendo. En cuanto os adentráis un poco llegan a vosotros también olores de humo y de las comidas cocinadas.

El asentamiento tiene todo el aspecto de un campamento de refugiados pero se observan varios edificios de bloques de sílice, desde simples refugios individuales hasta moradas unifamiliares de mayor tamaño. Todas estas construcciones están dispuestas en círculo alrededor de una colina rocosa y desnuda sobre la cual incluso de noche puede verse el contorno de un gran edificio con cúpula.

De pronto oís una fuerte voz que os llama desde un lado del camino. Un hombre fornido y sonriente vestido con una túnica oscura se acerca con una lámpara de seguridad cerrada en la mano. Tras echar una penetrante mirada a las armas que lleváis, esboza una amplia sonrisa y os guiña su brillante ojo azul.

- Saludos , forasteros. Semejante muestra de fe y preparación resulta admirable. Son ustedes la ayuda que ha solicitado el abad ¿verdad? Ciertamente no nos han olvidado. Soy el hermano Lamark, uno de los clérigos de esta misión. Bienvenidos a Desesperanza, el abad desea fervientemente reunirse con ustedes en el priorato mañana por la mañana, cuando hayan tenido ocasión de descansar. Lamentablemente, ahora mismo está ocupado y se disculpa por no recibirles en persona.

La fe y la preparación es todo lo que un siervo del Emperador necesita -responde el asesino. Su interlocutor parecía más dispuesto a hablar que las personas que hasta ahora habían conocido en Iocanthos- Me alegra encontrar aliados en este planeta. Si es tan amable de indicarnos donde podemos descanar.

Y tal vez informarnos de primera mano sobre lo sucedido.

El lugar apestaba a militarización y a una indefinida temporalidad. Debía de llevar varias años como campamento provisional. Ahora se había convertido en un asentamiento en toda regla.

Por más que quisiera acabar con lo que había venido a hacer lo antes posible, nada puedo hacer en contra de las circunstancias que nos obligaban a retrasar nuestra audiencia con el abad. Sin embargo hay algo en el ambiente que rodea el emplazamiento que me hace volver a sentirme más cerca del Emperador que durante el largo trayecto hasta aquí por lo que mi cuerpo agradecerá de buena gana su descanso.

Permanezco esperando instrucciones.

Se sube al camión y le dice al conductor: Siga recto y antes de la colina a la izquierda. Hemos dispuesto varias habitaciones en La Clota Llorona, nuestra casa de huéspedes y posada local. No es gran cosa pero son mejores que una tienda de campaña.

Sin duda son mejores que algunos habitáculos de las naves espaciales. ¿Es usted de aquí? ¿Cómo es la vida? Hemos oído rumores. Rumores inquietantes: luces, gritos, accidentes...

Intento relajarme, más viendo que mis compañeros tomaban la iniciativa. Nunca me había sido fácil tratar con la gente, pasé demasiado tiempo solo, aislado de cualquier signo de vida decente en años luz a la redonda. Digo decente porque los alienigenas no cuentan...

Ahora habíamos llegado a otro planeta, y era todo muy raro. Tener una misión normal no entraba dentro de nuestros planes, no estabamos al servicio de nuestro inquisidor para ir de vacaciones. Pero ya me estaba cansando de tener siempre la misma cantinela... Pero... ¿acaso era mejor la alternativa? Al menos aqui tendría medios para defenderme, y compañeros en los que apoyarme.

¿Denfenderme de que?

Dejo que me lleven mis pensamientos junto al resto, hacia lo más parecido a un hotel que esta mierda de planeta podía ofrecer...

Permanezco toda parte del camino callado, mirando la ubicaci'on de las casas las entrada al campamento, el armamento escaso a primer vista de los guardianes. Permanezco callado, a la espera de ordenes o de un objetivo claro, Nunca se me dieron demasiado bien el trato con los desconocidos. Por lo que me quedo en una segunda linea, intentando descubrir si hay alguien entre la oscuridad que nos observa y que todo est'a bajo control. 

Este asentamiento tiene cierto encanto, casi me recuerda a los de mi tierra natal. mientras avanzo por el pueblo inspiro fuertemente aire por la nariz tratando de alcanzar el olor de la comida caliente. Quiza comida interesante de verdad. No como la de este polvoriento viaje y las latas de la nave imperial...  

- Ha habido algunos sucesos extraños que esperamos ustedes puedan esclarecer, el abad en persona les informará mañana. El asentamiento lleva trabajando todos estos años para el día de San Drusus, pasado mañana cuando se consagre la catedral, hace una señal y paráis el camión. Os indica que cojáis vuestras cosas y le sigáis a pie.

- Y ustedes ¿han tenido algún percance para llegar hasta aquí? Los señores de la guerra a veces llevan sus conflictos a zonas de tránsito comercial y pueden ser un problema pero es lo que hay, no soy de aquí pero ya nos hemos acostumbrado.

- Sin incidentes destacables - contesté al hermano ante su pregunta.

Por más dudas que pudiera tener acerca del Vidente, era un siervo respetable del Emperador y no sería conveniente el sacar a relucir el suceso de la otra noche con tanta gente a nuestro alrededor. El responder aquello fue lo único y más rápido que se me ocurrió para salvaguardar la confidencialidad.

Hemos visto algún cadáver, y algunas marcas de enfrentamientos. Pero sin problemas. Ha dicho usted que mañana se consagra la catedral ¿eso quiere decir que las obras ya han concluido? ¿Pese a los incidentes?

También me gustaría preguntar si Desesperanza puede sufrir algún ataque, pero podría ser interpretado como miedo.

Mirando a la catedral, detenidamente. Fija'ndome en su estructura y la enorme cu'pula que destaca en las sombras de la noche escucho atentamente las palabras de Cain, ma;ana no, pasado ma;ana, levanto una ceja esperando la respuesta del ayudante del abad, ya que Ca'in siempre suele tener tacto a la hora de realizar preguntas y sonsacar informaci'on. Transcurridos unos segundos, aparto la mirada de la catedral y me dirijo a nuestros aposentos, con paso decidido. Este no es buen sitio para empezar una presentaci'on , casi mejor ir dentro. Cuando llego al umbral de la puerta de mi habitaci'on reparo en la 'unica cosa que no tiene sentido de lo que nos ha contado el hermano sobre la situaci'on de este enclave. el día de San Drusus? Como que llevais varios a;os trabajando para ese d'ia? Los Santos no suelen tener su d'ia una vez al a;o? no tiene sentido para mi, que un santo tenga su celebracio'n de una forma que no sea anual.

Como las inauguraciones de cualquier cosa. Se abre el día señalado, estén listos o no.