Partida Rol por web

El agente de la Corrección ya terminaba de sacar las tablas que de dejaban entrar ni salir de la taberna a ningún ser vivo... ni muerto, cuando el silencio de hizo patente en el interior de la Taberna de Bremie.

La última tabla se había retirado y seguía sin haber ni un sonido.

-¿Van a entrar?- preguntó el viejo desde atrás del atrás. Ya la mujer no se encontraba en el lugar, pero Iodinie aún se mantenía en su posición.

A callar viejo o te utilizare de carnada! 

Asiento con mi cabeza a Grind, saludando a mi compañero de armas y largo una mueca de diversión. -Invita la cerveza el que mate más de estas criaturas. Será un honor pagarte el trago veterano- 

Ingreso al salón, sintiendo como mi cuerpo reacciona ante la amenaza, esto me gusta!     

El gladiador entró a la taberna donde aún crepitaba un fuego importante y las velas colgadas en diferentes lugares aún llevaban luz a las sombras... donde esperaban las criaturas.

Dos de ellas, que parecían haber dejado de ser hombres y se habían convertido en esa cosa sin casi carne ni músculos, estaban comiendo de un cadáver. Otras dos, estaban acuclilladas sobre otro... pero la quinta criatura no la vio venir.

Saltó desde detrás de la puerta e intentó desgarrar al incauto gladiador, pero gracias a la armadura, y a un acto reflejo entrenado en las arenas de combate, Rarkan salió ileso del ataque.

Al ver a la criatura que atacaba al hombre del hacha, Tádeok no lo dudó... 

El mandoble penetró en la cabeza de la criatura y la separó totalmente del cuerpo con un movimiento fluido.

Había uno menos, pero los demás ya habían levantado la cabeza y tenían una mirada feroz en sus ojos.

Anton se quedó al margen viendo como las moles de músculos arremetían con furia contra las criaturas demoníacas... no hacía falta entrar en nada aún.

Esperé junto a Anton, de todas formas parecía que lo tenían todo controlado y que no haría falta mi presencia en el combate. No era de miedoso ni mucho menos, él sabía combatir y no tenía ningún reparo en entrar, pero realmente lo veía como un estorbo frente a tres moles con espadas y hachas y escudos bloqueando una puerta de la taberna. Si hacía falta, entraba.

-Avisen si necesitan ayuda...- les dije a la vanguardia espontánea.

Los necrófagos se lanzaron contra los dos hombres que habían entrado en la taberna, y en sus ojos se veían dos cosas: oscuridad y sed de sangre... de más carne humana.

Dos necrófagos se lanzaron contra el gigante colorado y sus garras y dientes se estrellaron contra la recia cota de malla. Ni un rasguño había recibido el hombre, pero se notaba que era gracias a la fuerza que tenía ya que con un movimiento de su escudo corrió a ambos atacantes.

Los otros dos se lanzaron contra el gladiador. Un zarpazo fue esquivado por poco al agachar todo el cuerpo con la agilidad de un verdadero campeón de la arena de gladiadores... pero una mordida de la otra criatura se clavó en la armadura desgarrando el cuero de ésta. Poco más le quedaba para proteger la piel de Rarkan, pero aún faltaba la devolución del hombre lleno de cicatrices que demostraban su veteranía.

La frenética ganas de matar llegaron, y no pude contenerla.  La ira colmo mi cuerpo y dejé salir lo peor de mi ser. La carcajada resonó en el salón, y el hacha en el cuerpo de una de las criaturas. El campeón surgió! 

El gladiador tira un golpe certero, pero el demonio esquiva el potente golpe. En sus ojos solo se ve el reflejo de la carne.

Era un combate más, como cualquier otro. Los monstruos trataban de matarte y uno trataba de evitarlo, la única diferencia es que por armas usaban garras y mordiscos... aunque más de un gunear había intentado morderme en una situación desesperada antes de que mi espada segara su vida.

Pero este era mi momento de actuar. Di un par de largos pasos hacia el interior justo a la derecha de Rarkan, con el escudo en alto y la espada lista para lanzar una profunda estocada al interior de una de esas criaturas.

Cuando por fin estaba listo y lance una profunda estocada, en una muestra suprema de agilidad no-viva el monstruo esquivo la arremetida con una maniobra terriblemente ágil. Bufe con fastidio pero estaba seguro de que la próxima lo haría mejor, mientras tanto, me dedique a estudiar el entorno y la disposición de mis amigos y enemigos, para sacarle el mejor partido posible.

El combate había comenzado. Aun no había teminado de sacar las tablas de la puerta, cuando ya todos habían entrado a la posada a combatir contra los adefesios que habían aterrorizado a los pobladores.

Cuando Arnald entró a la sala, parecía un campo de batalla en menor escala, pero no por eso menos emocionante: Rarkan y Grind habían arremetido contra el enemigo, mientras que aquel sujeto gigante, que manejaba una espada gigante como si estuviera endemoniado, se cargaba a uno de los monstruos. Arnald sintió que estaba quedándose atrás con sus compañeros de ruta... y a él no le gustaba ser menos.

Cargó contra uno de esos bichejos con toda su furia, pero no logró golpearlo: le había esquivado su ataque.

El gigante, luego de haber cercenado la cabeza de uno de los necrófagos, se encaró hacia uno de los que lo habían atacado, después de todo, parecía que el gladiador podía arreglárselas solo.

Con el escudo apartó las garras que lo amenazaban, y con una estocada del mandoble ensartó a uno más de sus contrincantes.

-¡Vamos! ¡A ellos!

Los muertos vivientes no parecían desmoralizarse por las arremetidas de Tádeok, por lo que continuaban con los objetivos que ya habían elegido en un primer momento.

Los necrófagos que se enfrentaban a Rarkan sólo se encontraron con aire entre las garras, ya que el gladiador parecía que les estaba tomando el ritmo a sus enemigos... aunque no sin un alto costo.

Anton no pudo guardar la sonrisa que apareció en su rostro. Esos tres gigantes claramente tendrían la situación controlada... ni un rasguño estaban teniendo, y el colorado parecía ser una máquina de matar.

Espero nunca tener que combatir contra él... parece un demonio...

Tuvo el reflejo de guardar la espada, pero prefirió esperar y ver, tal vez, un revés del combate hiciera que su presencia fuera necesaria... pero sinceramente esperaba que no.

Cuando vi cómo caían como hojas al viento, vi que mi espada no era necesaria allí. Ellos, con un hacha, un mandoble y una espada larga. Nosotros, con espadas de fino acero dormenio. No nos necesitaban...

El acometimiento estaba de nuestro lado, esos individuos arremetían contra las criaturas de formas impensables. "menos mal que se encontraron todos combatientes, menos probabilidades de que lastimen a mi amado, y más rápido concluirá esto.”

Miré fijamente el contorno del edificio y comencé a hacer un rodeo.
con mi hija y mi valor avancé hacia el lado que más cerca me quedaba, iba viendo un poco, tratando de observar alguna irregularidad, un hombre quizá ,una mujer, un objeto, algún sello extraño. Todo podía ser. Incluso quizá, puede que hasta hubiese algún no muerto.

-voy a darle un rodeo a la posada. Si necesitan algo de mi, lo que sea, griten.- dije con voz de seguridad mientras estaba avanzando y ya no miré atrás. “por favor, guíame”

El calor del combate terminó de apagar lo poco de cordura y autocontrol que queda en mi. Como un lobo tras su presa, mi cuerpo sin mente juega con su comida y el instinto domina mis movimientos. Gritos y carcajadas se oyen en el salón...

Sus garras piden a gritos mi carne, pero mi juego impide su meta. Mi oportunidad se dio en el ataque fallido de una de las criaturas, mi hacha corta el viento y se penetra en el pecho de mi víctima, alzándola con fuerza para revolcar sus restos en el suelo..  

Los monstruos no cejaban en su ataque, pero en ves de distribuir sus esfuerzos entre todos sus enemigos, atacaban ciegamente a las presas que primero habían elegido. Tendría que tomar en cuente esto, y poco a poco íbamos aprendiendo más de nuestro enemigo.

Ahora tocaba aprender que tan dura era su piel a comparación de mi espada y la fuerza de mi brazo... pero no, el espacio era estrecho dentro de la posada y el tajo salio algo lento y débil, haciéndole fácil al monstruo hacerse a un lado.

"¡Malditos adefesios! ¡Ahora verán!"

Aún sabiendo que el combate frontal no era lo suyo, no le agradaba la idea de no hacer nada. Se lanzó a atacar a uno de esos monstruos. Y aunque puso toda su voluntad en ello, no logró atinarle a las criaturas.

"Lo siento, compañeros... Parece que no podré serles muy útil ahora..."

El gigante se dio vuelta al oír la voz de su amada y verla dar la vuelta a la posada.

-¡Detente, Lállebron!- gritó desesperado ya que si había algo del otro lado, ella no podría defenderse...

Sin esperar nada más, Tádeok se dio vuelta y fue en busca de su amada...

-Ocúpense ustedes de los que quedan...- dijo sin prestarle atención al necrófago que parecía estar ensañado en alimentarse del colorado.

Ellos pueden contra dos criaturas así... no me necesitan, pero ella sí...

Cuando vi que el gigante salía de la taberna en busca de su mujer, sentí que tenía que actuar.

Entré con mi espada por delante e intenté ensartar a la criatura que parecía seguir al colorado. Éste recibió mi hoja en el ojo izquierdo, y penetró hasta detrás de la cabeza gracias a la inercia del movimiento.

-¡Queda uno!