Partida Rol por web

¡Hola a todos! Os voy a hacer un par de preguntillas para ir orientando ya la partida, y que se acumule el hype.

Sabiendo que estaremos en un entorno de espada y brujería, decidme el nombre de vuestra tierra y algo bueno y algo malo por lo que es conocida, ¿ok?

Después, decidme el nombre de vuestro personaje y
a) algo que lo hace típico de su tierra, y
b) algo que lo diferencia de los habitantes típicos de su tierra.

No os extendáis: con tres o cuatro frases vamos servidos ¡Ya tenéis deberes!

Provengo de un territorio desértico repleto de nómadas y ciudades estado. Los shemitas somos de piel morena y vivimos en las arenosas inmediaciones del candente desierto. Allí nos dedicamos al pastoreo y a la artesanía, por eso otros pueblos nos consideran gente pacífica.

Yo soy Dunas, cortesana de la diosa Derketo y fugitiva de la ley por degollar a un alto sacerdote estigio con la punta de una flecha. A pesar de que los archi-sarcerdotes de Set están en contra de los rituales que practico, no podrán detenerme.

Nací en Jaspe, la ciudad de los susurros, gobernada desde su zigurat sin ventanas por la reina-diosa Meantiis, cuya voz nunca se escucha con los oídos. En la oscuridad del zigurat se cultiva la plantagris, que se intercambia por todo lo que la ciudad necesita para existir. Sus ciudadanos vagan por las calles esperando su turno para trabajar en el templo-zigurat y no morir de hambre. Mientras los cazadores de hombres de Meantiis se encargan de que ninguno de ellos escape de sus murallas.

Mi nombre es Darkiir, soy un sombrío cazador de hombres marcado por traición con el hierro de la reina-diosa, la muerte es mi negocio y no regresaré jamás a Jaspe.

¡Exóticos parajes, compañeros!

Vais bien, así que una nueva pregunta: dime el nombre y solo el nombre de (elige 4)

- tu espada;
- tu escuela o clan;
- tu amor;
- tu espíritu familiar;
- el rito de paso a la edad adulta que estás atravesando;
- tu maestra;
- el habitante de tus pesadillas;
- la magia que practicas;
- la enfermedad que consume algo que te importa;
- la diosa que te patrocina;
- tu rival más honorable;
- el dios al que ofendiste

... o cualquier otra cosa que te importe o que te guste y que merezca su propio nombre

Darkiir traicionó a su reina y sus hermanos cazadores permitiendo huir de Jaspe a la hermosa Zarima, ella fue la causa de la "marca del traidor" que porta. Las runas de su martillo Hiendehuesos es lo último que suelen ver sus presas antes de que aplaste sus cráneos. Cuando huyó de la ciudad de los susurros robó las valiosas "semillas de plantagris", que se pueden cosechar sólo durante el eclipse total de sol, la única ocasión que la reina-diosa emerge del zigurat para que la contemplen sus súbditos esclavos. Para recuperarlas a toda costa la reina ha encargado a su mejor cazadora Riaknaar Muertelenta que persiga a Darkiir hasta el confín del mundo si fuese necesario.

Me llaman Perdiz y nací en alta mar. Desde que tengo uso de razón he navegado, mi padre es el capataz de un tratante de esclavos y nuestro trabajo siempre ha sido el de recibir la mercancía y llevarla hasta su destino cruzando los mares. He conocido muchos puertos donde debes ser astuto si no quieres terminar con un puñal clavado en la tripa por algunas monedas, así que no te quieras hacer el listo conmigo ¿Eh?

Cuando transportaron un cargamento hacia las desérticas tierras de Sahir pasaron sucesos un tanto curiosos. Una de las esclavas se había encaprichado con el atractivo joven y se había vuelto como loca cuando estaban desembarcando para llevarlos con su nuevo dueño, le suplicaba que la llevase con el, que no quería abandonar aquel navío conocido como NAUTILUS, que quería convertirse en su mujer... Aquellas declaraciones sorprendieron al muchacho, quien entre carcajadas se burlaba de la desdichada. Lo último que escuchó de ella fueron unas palabras inentendibles y la promesa de que se arrepentiría por no aceptarla. En ese viaje también recibió un regalo de su padre, un estoque que a pesar de lo antiguo que era parecía de excelente manufactura, "TAHKUM" rezaba un grabado en la empuñadura, el viejo nunca reveló de donde lo había sacado. Además conoció a la hija de uno de los nobles a los que llevaban la mercancía, Lizeth, aquella joven lo había embelesado con su mirada enigmática y exótica belleza. El tiempo sigue pasando, pero desde que abandonaron aquel puerto Perdiz sueña cada noche con ella, sueños eróticos que terminan convirtiéndose en pesadillas por algún motivo.

Sé lo que me vais a preguntar. ¡Oh, sí! Lo veo en vuestros ojos codiciosos, en la vuestros labios húmedos, en vuestras manos crispadas sobre la mesa.

Es cierto. Vengo de Amaricia, la verde. La ciudad perdida en las profundidades de la jungla de Shot-la, construida antes de que el hombre pisara la tierra. La fuente del jade eterno.

Jade eterno. Eso que todos los magos y hechiceros del mundo codician, aquello por lo que Reyes y Sacerdotes entregan a las más hermosas concubinas del mundo y pagan su peso en carne y sangre.

No, puedes ahorrarte la oferta. No tengo ninguna intención de llevaros a Amaricia. De hecho, quisiera mantenerme tan lejos como fuera posible de ella, así que podéis adentraros a vuestra voluntad en Shot-la, es una forma tan buena como cualquier otra de morir. Posiblemente más horrible pero quién soy yo para juzgaros.

¡Vaya! ¿Con qué esas tenemos? Lo cierto es que preferiría seguir bebiendo este insulso vino tranquilamente antes que derramar vuestra sangre.

¡Soy Mhyrr de Amaricia, la verde! Hermano de tercer grado de la fratía Niruya. Dancemos.

Nosotras, LAS INICIADAS DE DERKETO somos la verdadera alternativa a las estrictas devociones de Set, LA GRAN SERPIENTE. De no ser por la oposición de mi amado ANOUK y otros nobles de toda Estigia, los sacerdotes de Set no habrían dudado en destruir nuestros templos hasta convertir nuestra religión y nuestros ritos en algo mucho más residual y decadente. Por suerte cuento con mi arco, le llamo RAPAZ, y como un águila no pierde el tiempo escuchando las críticas de las culebras.

¡Muy bien! Ahora que tenemos el origen y las Cosas Que Merecen Nombre (faltan las de Mhyrr), pasemos a las Hazañas:

A cada uno le voy a proponer una situación con la que se encuentra su personaje: todo lo que tienes que hacer es contar cómo resolvería tu personaje esa situación en tono Jovial y cómo resolvería esa misma situación en tono Sombrío. Atención: la situación es ficticia, no es algo que le haya ocurrido a tu personaje en su pasado, en su canon, y nos sirve para ver cuál es su estilo para hacer las cosas.

Para saber qué es eso de los Tonos tendrás que leer al menos el principio de las reglas de juego. Solo recuerda que Jovial y Sombrío no tienen que ver con que el personaje tenga éxito o no: puedes narrar una victoria o una derrota a tu gusto, pero siempre según el tono que corresponda.

¿Para qué sirven las Hazañas a nivel mecánico? En cualquier momento del juego podrás gastar la Hazaña Jovial o la Sombría para evitar lanzar los dados, y podrás narrar en ese tono mientras lo que cuentes tenga algo que ver con esa Hazaña.

Venga, las situaciones:

Dunas- Una tormenta de arena se ha levantado y escuchas el balido de las reses, azotadas por los cristales de arena púrpura del desierto. Marcas, tu hermana, corre al exterior para no perder ninguno de esos valiosos animales y pronto se pierde en la nube, como sus gritos ahogados por el vendaval. ¿Qué ocurre después?

Darkiir- En tus manos, encerrada en un pañuelo perfumado, está la raíz de plantagrís, pisoteada y olvidada por la comitiva de monjes de Meantiis, que deben de haberla perdido de uno de sus inciensarios. Está maltrecha no crecerá, pero es más dinero del que vería nadie en un año de trabajo, y todos en el mercado te han visto recogerla, incluidos esos hombres de mirada hambrienta...

Perdiz- El navío se hunde. La madera cruje y lo que antes era un suelo seguro, orizontal, ahora es una pendiente resbaladiza de agua que parece querer volcarse sobre ti. Tus compañeros han lanzado los botes al agua y abandonan la carga y el barco a la rocas. Los esclavos, encadenados a sus puestos, encerrados en sus jaulas, tienden sus manos enloquecidos por el terror. ¿Cómo acaba todo?

Mhyrr- La piara de mercaderes, guardias y esclavos no ha dejado de quejarse desde que pusieron pie en Shot-la. Los lloriqueos, las acusaciones, las palabras en idiomas guturales que seguro que son insultos han sido la cantinela interminable de estos días. Amarok, la guía, comparte tu asco y tu fastidio y te lanza divertidas miradas de soslayo cuando envía a esos estúpidos a por ti con sus exigencias. Habéis hecho noche en mitad de esa jungla maldita y parece que no piensan callar nunca... Amarok viene hacia ti con pasos cortos: de su boca cae un torrente de sangre y en su pecho se abre una flor de carne herida. ¿Cómo saldréis de Shot-la?

Jovial: Contemplo la valiosa raíz envuelta en el paño y me resulta tan ridícula como el perfume que olfateo, es valiosa en cualquier lugar menos aquí. En esta ciudad es una sentencia de muerte. La aprieto en mi puño grande y de nudillos peludos. Introduzco el paquete en mi fajín dedicando una mirada desafiante a los que me observan, lo hago sin pensar, como parte de mi protocolo profesional. Que me teman es mi deber. La mayoría desvían su mirada al suelo para no airar a un cazador de hombres de mi reputación. Arrojo a los hombres de mirada hambrienta, después de dar un sonoro mordisco, la manzana traída de muy lejos que había adquirido en uno de los puestos justo antes de mi hallazgo. Arrojarles algo más que las sobras habría sido darles unas esperanzas que les acarrearían más sufrimiento que beneficio. Les doy la espalda para dejarlos atrás en mi memoria y abriéndome paso sin dificultad gracias a mi tamaño, alcanzo a la comitiva del templo en un instante. Utilizo el mango de Hiendehuesos para golpear ligeramente el  hombro del monje que camina en último lugar. Está prohibido tocarles y ellos no deben hablar. "Esto pertenece a mi reina", le digo muy despacio cuando se gira tendiéndole el paquete con mi mano libre, "si se os vuelve a perder uno de sus tesoros, la próxima ocasión no seré tan delicado al recordarte a quién debes tu existencia". Como no va a responder no espero su reacción y el paquete cae a sus pies. Regreso al gentío, busco un hombre que no ha acudido a su turno en el zigurat, pero sonrío pensando que cuando Meantiis lea el pensamiento de su sacerdote mudo verá mi rostro, y quizá me recompense como sólo ella puede.

Sombrío: En la palma de mi mano la raíz no parece gran cosa. Pero lo que sostengo es una vida cómoda en cualquier lugar, muy léjos de la sombra del Zigurat. La manzana que masticaba instantes antes mientras escrutaba la multitud del mercado buscando a mi presa rueda olvidada hasta los hambrientos que me observan. Será lo mejor que coman en días. Por su aspecto enfermo no creo que sean admitidos para trabajar en el zigurat. Sólo les esparan trabajos aún peores y que nadie salvo los deseperados aceptarán. La raíz para ellos sería una muerte segura bajo el peso de mi Hiendehuesos, la manzana al menos permitirá a uno llevarse algo comestible a la boca. Los tipos discuten y se empujan por echarle mano. Le dedico una mirada a los curiosos que me observan, "volved a vuestros asuntos!" les espeto, y el miedo les hace desviar su atención hacia sus quehaceres. Camino obserbando al raíz entre mis dedos olvidando mi cacería, imaginando un plan de fuga con el que cruzar las murallas y llevarme la plantagrís muy lejos... pero me tropiezo de frente con una comitiva del templo. El sonido del gong con que acompañan sus silenciosos pasos me saca de mis pensamientos. No debo tocar a un monje de la reina. Avergonzado de mis pensamientos, asustado como un niño sorprendido espiando, sólo atino a mirar las sandalias sobre el pavimento del sacerdote mudo. Levanto el paquete donde está envuelta la plantagrís con ambas manos sin alzar la mirada, como quien presenta una ofrenda. "pertenece a mi reina" es cuanto digo. Noto que me liberan de la carga y sin levantar la mirada escuho el sonido del gong alejarse. Cuando no hay rastro de ellos, enfurecido, aprieto el mango de Hiendehuesos hasta que mi nudillos se blanquean por la presión. Imagino a la Reina leyendo la mente de su monje, riéndose de mi plan de fuga y de mi miedo. Me abro paso entre la multitud a empujones, deseando encontrar a ese trabajador fugado para romperle las rodillas y escuchar sus lamentos.

Jovial.

-¡Oh vamos!... ¡Marcas, no salgas ahí ahora!... ¡Ese es trabajo para los hombres!... ¡Siempre tenemos que hacerlo todo nosotras!... ¡No pienso salir a buscarte si el viento te arrastra de esas orejotas!- Advirtió en tono jocoso desde el marco de la puerta de su cobertizo justo después de que Marcas desapareciese en una ventosa nube de arena.

-¡¿Marcas?! ¡Está bien! ¡Te ayudaré pero dame un momento o se me llenará de arena hasta el ojo del culo!- Gritó para después cubrirse con telas y pañuelos para protegerse de una arena que escocía la piel.

-¡¿Sabes Marcas?! ¡Deberíamos olvidarnos de esos malditos animales y tomar de ejemplo a los pueblos negros, no he cuidado durante meses a esos animales para perderles por una tormenta mientras esos hombres siguen roncando en sus chozas! ¡Me comeré a ese gordo y holgazán que tienes como pretendiente el primero si no viene a ayudarnos! ¡Y no me digas que está mal el canibalismo! ¡Ya sabes que me pongo de mal humor con el estómago vacío!-

Después de poner a los animales a resguardo la tormenta de arena amainó. El pretendiente de Marcas la sorprendió y preguntó a Dunas -Oye ¿Qué estabas gritando? Con la tormenta no hemos podido entenderte- A lo que Dunas respondió -Nada, hablaba con Marcas, le decía que las tormentas de arena me quitan el hambre jeje- Dunas no sabía dónde meterse.

Sombrío.

-¡Marcas! ¡No salgas ahí, es peligroso!- Gritó Dunas después de que la tormenta de arena se tragara a Marcas. Había oído todo tipo de supersticiones acerca de las tormentas de arena y las preparó en su mente como excusa para no ayudar a la pobre Marcas.

Se quedó en la choza para terminar de asar a un lagarto para la cena y esperó despreocupada a que volviese la mujer. A su vuelta la tormenta había amainado y Dunas se interesó por los animales. -¿Cómo? ¡Qué hemos perdido a tres de ellos! ¿Y qué han hecho todos esos holgazanes? ¿A qué esperaban para ayudarte? ¿Es que tengo que hacerlo todo yo? -Dijo enfurecida y decepcionada. -¡Ahora déjame en paz, y ve a lavarte, estás llenando mis cuencos de arena y no me apetece cenar lagarto arenoso, la arena entre los dientes es casi tan molesta como tú y el inútil de tu pretendiente! Vete con él y dile que hemos perdido tres animales, convéncele para que salga a buscarlos, yo necesito acostarme un rato, vuestra incompetencia me da dolor de cabeza.- Espetó sin ningún tacto.

¡Buen trabajo, vognar! Exactamente lo que quería ver.

Puesto que has sido el primero en acabar, sé el primero en escoger un Truco en la sección de las Reglas de juego. No te vuelvas loco si no entiendes algo: tú escoge algo que te resulte sugerente.

Los demáss también podréis elegir vuestros propios Trucos después, pero siempre de entre los que no haya cogido nadie antes, ¿ok?

No sé por qué te cuento todo esto, Lirana, quizás porque eres callada y menuda, por tus ojos color canela... sinceramente, no lo sé. Mas he de irme, pequeña. No sé cuándo volveré. Anoche sentí los tentáculos de los Yagor en mi mente, flotaban en el éter, llamando. Debo ponerme en camino otra vez. Alejarme. Ojalá nunca hubiera hecho el juramento, recuerdo el sabor acre de las flores de Shot-la, la mirada ardiente de Vikra cuando cogió mi brazo, mis venas se abrieron como fruta madura, sangré y me consagré a la fratía. ¿Qué pensará de su alumno? Quizás me está esperando en un callejón oscuro, ¿quién sabe?

Bien, me marcho, Lirana. ¡Basta ya de lamentaciones! Eso es otra cosa que me gusta de ti: nada de lloros. Todo bien empaquetado y listo. ¡Ajá! Incluso esencia de tabárska. Me ayuda a dormir, ¿sabes? No, no me mires así, ya sé lo que piensas de ella pero piensa en mis sueños, en las pirámides de Amaricia alzándose contra un cielo que ningún hombre ha visto.

Tranquilo, el ritmo es medio :)

Jovial:

El cielo se partió en dos cuando un rayo lo atravesó. Espesos nubarrones opacaban la luz del sol mientras las gotas que caían pesadamente eran consumidas por el bravo mar. El fuerte vendaval rasgó las velas del Nautilus mientras éste se esforzaba por mantenerse a flote en medio de aquella tormenta. Los marineros corrían de aquí para allá, los esclavos gritaban horrorizados en sus jaulas cuando un rayo impacto en el mástil mayor. Ahora un infierno se desató en cubierta, el mástil ardía mientras las llamas amenazaban con consumir el barco, el fuego se avivaba con el viento y se consumía al mismo tiempo con la fuerte lluvia. No había oportunidad para el navío. La tripulación empezó a lanzarse  por la borda presa del pánico y en medio de todo este caos estaba Perdiz. Su corazón bombeaba acelerado mientras la adrenalina recorría su cuerpo. "¡A donde van malditos cobardes!" Gritó al ver como un par de marineros soltaban uno de los botes y se lanzaban al mar. Chasqueó la lengua enojado mientras se limpiaba el agua que cubría su rostro. No había señal del viejo por ninguna parte, ¿Seguiría en el timón? Ya habría tiempo para cerciorarse de aquello, ahora mismo lo que necesitaban eran manos para ayudar a apagar el fuego, sin pensarlo mucho se dirigió a las jaulas mientras tomaba unas llaves que colgaban de su cinturón. "¡Salgan de ahí y vengan a ayudar si no quieren terminar siendo comida para peces!" Ordenó a los esclavos cuando un fuerte "CRANK" confirmó lo que el joven temía, la quilla se había roto. Con una fuerte sacudida Perdiz voló para después caer por la borda mientras era consumido por las feroces olas, el improvisado zambullido provocó que tragara gran cantidad de agua mientras era revolcado por los remolinos formados por aquella feroz tormenta. Lo único que alcanzó a ver fue un par luces incandescentes que asemejaban los ojos de un Demonio. "Ahora me perteneces... Tahkum" Escuchó en su mente justo antes de desfallecer.

Sombrío:

Las pesadillas provocaron que Perdiz se levantara agitado y con la frente perlada por el sudor. Estaba tan sumido en aquel sueño que ni siquiera se había percatado en la situación en la que estaba, el Nautilus se mecía violentamente intentando salir indemne de una feroz tormenta que se desataba fuera. Dolorido se levantó de la esquina de su camarote, ni siquiera el golpe al caer de su catre lo había despertado. Desorientado caminó golpeándose con las paredes mientras se esforzaba por mantenerse en pie hasta que consiguió salir a cubierta. Sus ojos se abrieron como platos y su corazón se atenazó al ver el mástil ardiendo y como los rayos surcaban el oscuro cielo. Era la misma imagen de sus pesadillas. Con el corazón en un puño tocó la empuñadura de su estoque. "He venido por ti... Tahkum" se escuchó en su mente al mismo tiempo que veía como el barco se partía en dos y la jaula de los esclavos eran consumidos por las feroces olas.

Escojo el truco: Destreza.

Los monjes de Meantiis no pueden hablar pues hacen voto de silencio de por vida, llegando algunos a mutilarse la lengua para evitar la tentación de hablar. A cambio de este voto  la reina-diosa les enseña cómo escuchar los susurros de los pensamientos y a susurrar con su propia mente en las cabezas de los hombres. Darkiir, elegido y criado desde recién nacido para ser parte de los cazadores de hombres del zigurat, ha aprendido de manera rudimentaria esta habilidad... aunque desde que abandonó la ciudad de los susurros cada vez los escucha con mayor dificultad y a costa de más esfuerzo, como si alejarse de Meantiis debilitara esa destreza a cada legua de distancia que lo separa de ella.

Jovial

-¡Sombra de Yagor! –Exclama Mhyrr abriendo los brazos para sujetar a Amarok en su caída. La guía escupe sangre y mira con ojos desorbitados la herida de su pecho, en la que se remueven unos zarcillos.

-Irimán –acierta a susurrar la mujer antes de sufrir una última convulsión que la hace vomitar un nuevo esputo sanguinolento.

-¡Despertad malditos gandules si queréis conservar la vida! –Aúlla Mhyrr empuñando sus espadas- ¡Estamos en el claro de un Irimán!

De un tajo corta los bejucos que salen del cuerpo ya exangüe de Amarok y corre a golpear a los dormidos comerciantes, esquivando las raíces que bullen en el suelo, como si fuera un mar vegetal azotado por la tormenta.

Un guardia le corta el paso, corre enloquecido mientras trata de arrancarse los zarcillos que lo envuelven, varios ya han penetrado bajo la piel observa Mhyrr al apartarle de un revés con la espada.

El claro se llena de gritos según los comerciantes, esclavos y guardias van despertándose. Algunos no lo hacen jamás, pues las semillas del Irimán ya han dado cuenta de ellos, alimentándose de su sangre y entrañas, aflorando brotes sanguinolentos y obscenas flores rojizas de sus pechos abiertos y de sus bocas.

Mhyrr evita unas raíces que reptan hacia el centro del claro, las machetea con sus espadas mientras sigue gritando:

-¡Manteneos en la linde del claro! ¡Hacia la espesura, no!

A la carrera coge del hombro a uno de los comerciantes, ronco de gritar, destroza los pedúnculos que lo retienen y lo arrastra hasta la linde, donde les espera uno de los esclavos, el único que no ha huido enloquecido.

Sin aliento, junto a los dos aterrados supervivientes, que se pegan a él como dos polluelos a su madre, observa cómo las flores del Irimán inundan el claro, siseando, completamente rojas de sangre. En la espesura se oyen los gritos apagados de otros miembros de la expedición. No durarán mucho.

-Señor –apenas un hilo de voz-, vuestra pierna...

Con profundo asco, Mhyrr arranca el zarcillo quebrado que, clavado en su pantorrilla, ondula como una serpiente.

-Nos mantendremos aquí hasta que amanezca –declara átono-, para entonces el Irimán estará saciado y podremos recuperar algunas de vuestras valiosas posesiones.

Ante la mirada horrorizada del comerciante superviviente, no se ha tomado la molestia de aprender su nombre, sonríe.

-Estamos a unas pocas horas de Amaricia, estás tocando el jade eterno con la punta de los dedos, todavía lo quieres, ¿verdad?

Sombrío

-¡Amarok! –Exclama Mhyrr sujetándola por los hombros. La guía escupe sangre y cruza su mirada con él. Desconcierto y dolor. Lentamente se desploma al suelo dejando un rastro sanguinolento en las ropas de Mhyrr.

El hombre contempla con horror los zarcillos que afloran del pecho de la mujer; verdosos, empapados en sangre, con espinas aguzadas que crecen a ojos vista mientras se desarrollan capullos que florecen en apenas segundos.

El relincho aterrado, luego dolido, de una de las mulas le saca de su ensimismamiento.

-Irimán… Sombra de Yagor-musita entre dientes. Entonces grita: 

-¡Estamos en el claro de un Irimán!

Uno de los guardias, envuelto en zarcillos, las espinas profundamente engarfiadas en la piel, choca contra Mhyrr haciéndole tambalearse. Entonces, por fin, reacciona y empuja al guardia con violencia al tiempo que se aparta del cadáver de Amarok.

-¡Despertad, corred por vuestras vidas! –Aúlla mientras empuña sus espadas.

En el claro reinan los gritos y la confusión. El suelo bulle atravesado por raíces espinosas y bejucos que reptan en pos de comerciantes, esclavos, guardias y animales de carga. Varios de ellos permanecen inmóviles en el suelo, cubiertos por raíces y plantas tumescentes terminadas en rojizas flores carnosas que se inclinan ávidas sobre los rostros aterrados de los prisioneros, algunos están todavía vivos.

Mhyrr echa a correr hacia los comerciantes, evitando los bejucos que serpentean por el suelo del claro. De pronto, un agudo dolor le detiene en seco. Mira hacia abajo y contempla asqueado el zarcillo que envuelve su pierna y ha atravesado la bota. Lo corta de un tajo. Vuelve a mirar a su alrededor.

La expedición está perdida.

Algunos supervivientes corren hacia la espesura, donde se perderán irremediablemente, otros intentan arrastrase fuera del claro pero los bejucos les tienen aferrados y las semillas del Irimán ya florecen en su interior.

Sin pensarlo más, da media vuelta para escapar al camino antes de que sea demasiado tarde para él. Choca con un esclavo, aparentemente indemne. Duda por un instante y luego lo agarra del hombro, llevándolo hasta la linde del claro.

-Mira cómo mueren, escúchalos. El precio de sangre y carne que reclama Shot-la. Al amanecer serás libre y rico, cuando recojamos sus posesiones. Luego entrarás en Amaricia, la verde y comprarás jade eterno.

A pesar del calor de la jungla, el esclavo tiembla al escuchar el rencor en la voz de Mhyrr.

No hace falta que espereis para coger el truco, pero no os repitais. Recordad que los trucos son una herramienta para que introduzcais cosas que os apetezca ver en la historia, tanto en momento en curso como semilla para flashbacks y demás, asi que coged uno que os llame la atencion y os resulte sugerente.

Por lo demás, muy prometedoras estas hazañas ¿verdad? :)