Partida Rol por web

-Como dijo Paloma, con escombros. Eso ayudará a reforzar la barricada.- Comento a Fernando, entre idas y venidas, escucho levemente y a cachos la conversación de Elena y An...

-Mi padre es un facha aburgesado...- Digo parandome junto a ellas secandome el sudor de la frente. -... Y no dudó ni un segundo en denunciarme por rojo. Todos tenemos nuestros fantasmas, me pareces una chica muy valiente y me siento muy orgulloso de tí An. Eres nuestra camarada, y no te dejaremos tirada. Eso te lo juro...- La digo a An acariciandola la cara en un gesto cariñoso. Luego miro a Elena y la sonrio calidamente, pues valoro mucho su actuación con An.

Miro a José, devolviéndole la sonrisa. Es duro, como nos ha tocado a todos serlo en esta historia. Que tu propio padre te denuncie..... Algo en mi me dice que mi admiración por él está subiendo demasiado deprisa.

En épocas de soledad, las almas bravas se buscan- Solía decir mi padre. Quizás, quizás sea eso.

Me senti terriblemente bien cuando Jose me dijo que se sentia orgulloso y que no iba a dejarme tirado. Su caricia no hizo mas que hacer la cosa mas agradable. Despues mire a Elena, al mirarla, nuevamente senti ese temor de pillarle cariño y perderla, no era una hermana mayor y mucho menos una madre, pero sentia que ella podria e iba a ser un gran apoyo, no me separaria de ella y cuidaria que no le pasara nada mientras pudiera evitarlo. - José - dije antes de que se marchara - Vistete anda que desconcentras e Elena - dije sonriendo y bromeando, mire a Elena y puse cara de inocente

Estallo en una carcajada ante la salida de Ana....

- Si, si, vístete José, pero me parece que no es a mi a quien pones nerviosa. Chincho a la joven, con ojos burlones, aunque me inclino para besarle la mejilla.

Sonrei a Elena - Soy demasiado inocente para fijarme en esas cosas, no le heches la culpa de tus fantasias a una pobre chiquilla - me defiendo mirando con ilusion a Elena, esta me dio un beso en la cara, mire a Jose y me encoji de hombros

Fernando no pudo evitar reirse, dejó las armas en un rincón junto a las de otros milicianos.

-Jose, no distraigas a las compañeras, a ver si van a decir que tu torso es contrarevolucionario- dice sonriendo.

Las risas estaban bien, en el frente no había mucho tiempo para reir, pero era necesario para no perder la humanidad. Cuando terminó la broma se puso a acarrear escombros para levantar una pequeña estructura y asegurarla con los sacos.

Fernando se "unio" a la broma. Me parecia un chico serio y dedicado a la causa, posiblemente conocedor del tema mucho mas que muchos de los presentes, pero haber entrado al tramo habia demostrado que era ante todo una persona normal con sentido del humor - yo no digo nada - levante las manos como si fuera inocente y volvi a llenar el saco de arena. Una vez cargado intente cogerlo a peso sin mucho exito

- ¿Dónde vas tú sola a levantar eso, mujer? Espera, que entre las dos seguro que podemos.

Me acerco al lado de Ana, para entre las dos alzar el saco. Efectivamente asi es más fácil. Dirijo una sonrisa a Fernando cuando entra en la broma, pero no hay mucho tiempo.

Se me suben un poco los colores con las bromas de las chicas y Fernando. -Pero, me lo estais diciendo en serio? No creo que mi torso sea contrarevolucionario...- Comento arrascandome la cabeza con una sonrisa vergonzosa. -No me la pienso poner, que no quiero que se manche más, pues es la unica muda que tengo ahora... Eso si, os prometo acabar pronto, asi me la vuelvo a poner...- Digo sacando la lengua al final a las chicas.

- Gracias - le digo a Elena cuando me ayuda con el saco, pues si que pesaba ... - Hey, yo lo decia por Elena, a mi ... no me molesta - de nuevo pongo cara de inocente - y creo que es todo lo contrario a contrarevolucionaro, alguna que otra montaria una revolución contra tu camiseta para que desapareciera misteriosamente - rio haciendo un esfuerzo por aguantar el peso del saco y llevarlo hasta la barricada

-Ah si?- Pregunto ante la afirmación de An mirando a Elena con una sonrisa, ayudo a An con el saco, cogiendolo yo y llevandolo a la barricada.

-Una revolución dentro de otra revolución?- Añado divertido, soltando una pequeña carcajada...

Julia se acerca a la barricada y sin dudar lo más mínimo comienza a llenar sacos con arena. Ocasionalmente se aparta un poco del grupo para ayudar a otras personas con su trabajo pero, en general, se mantiene cerca de la gente con la que ha llegado y, aunque no habla mucho, sonríe con las conversaciones.

Se ríe abiertamente al ver la inocencia de la más jovencita. ¡Qué descarada!, dice riéndose, ¡Esas cosas no se dicen hasta que no te han pedido matrimonio!. Se seca el sudor de la frente con el antebrazo, llenándose aun así la cara con polvo, dándole un aspecto algo más desenfadado. Mientras sonríe es como si se le hubieran quitado varios años de encima de repente, como si estuviera más tranquila. Aún con la sonrisa en los labios, vuelve azarosa al trabajo.

- Bueno- miro a José con ojos divertidos- la verdad es que no tiene mal gusto la niña, ni anda muy descaminada. No, José, mejor no te la pongas, que asi se mueven los sacos con más rapidez.

Casi estallo en carcajadas. Será una niña, pero va a encajar aqui perfectamente.

La voz de Julia llama mi atención:

- No digas eso mujer, que suenas a discurso burgués. Aunque sigo riéndome más suavemente. Ana y yo volvemos por otro saco.

- Vaya, quién nos iba a decir que una camiseta podía iniciar una revolución entre las lineas revolucionarias... Qué ironias tiene la vida. Anda, dale a la pala otra vez Ana. Sonrio mirándola, tomando la otra pala para llenar otro saco más.

- Yo nunca me voy a casar - le digo a Julia - Creo que si ... quieres a la persona, estar a su lado es suficiente, ¿de que vale el matrimonio? - me encoji de hombros - ademas, tampoco creo yo que eso fuera a funcionar, cada vez que veia a mi hermano con su novia darse un beso ... - arrugue la nariz - era como ver una batalla de sapos - sonrio y sigo llenando el saco con Elena - dudo que ningun hombre-sapo consiga que le bese - afirmo

Veo que Ana y los demás estan hablando es una parte de la trinchera. Voy andando hacia ellos y los saludo con la mano.

-¿Que tal todo por aqui? He estado ocupado en una trinchera de unas calles mas abajo. ¿Donde puedo dejar mis cosas?

Les sonrío amablemente y hago intencion de dejar mi mochila y mis bártulos.

Las palabras de Ana me hacen reir aún más:

- ¿Pero a ti quién te ha educado de una forma tan liberal? Aunque estoy de acuerdo contigo en que el amor no tiene que pasar por vicaría... y menos tal y como está la vicaría hoy en día. El recuerdo de don Saturnino hace que apriete los labios, pero de nuevo Ana me hace reir: ¿Sapos? ¿Hombres sapos? Madre mia...

Luisín se acerca dónde estamos y miro con algo de ironía de Ana:

- ¿Y todos te parecen sapos, Ana?

Julia baja la mirada, avergonzada. ¿Discurso burgués? Se queda unos segundos como ida, apenas presta atención al trabajo y sólo se despierta cuando el saco, mal cerrado, derrama todo su contenido a sus pies. Oh..., masculla y se muerde el labio, mirando momentáneamente a su alrededor.

El matrimonio... que de qué vale el matrimonio..., comenta, mientras recoge el estropicio. Se detiene unos segundos para mirar el pequeño aro dorado colocado en su mano derecha, ahora llena de arena y polvo. Es un símbolo... tan sólo..., se levanta y se sacude el mono mientras habla, pero corta la explicación al ver al hombre que se acerca.

¡Luis! Luis se llamaba usted, ¿no? ¿Qué tal se encuentra?, le sonríe, encantada de ver que se ha recuperado, y le invita con un gesto a unirse a ellos en su tarea.

- ¿Quien me lo enseño? pues mis padres y mis hermanos - suspire apartando el recuerdo de ellos de mi cabeza - Mi padre siempre decia que nunca iba a casarme y que nunca seria mayor de edad - le recorde con cariño - y "ella" - recalque con dolor y enfado - que el matrimonio solo valia para enriquecer a aquellas personas que no se lo merecian, pero que cuando se tenian hijos era un bien necesario y que las cosas eran mas faciles asi - me encoji de hombros - Y bueno, en realidad si, todos me parecen sapos porque ... los hombres en general son un poco babosos - pare de llenar el saco un segundo para secar el sudor de mi frente - Cuando las novias de mis hermanos llegaban a casa ellos se comportaban normales, pero cuando ellas se quitaban el abrigo, ponian esa mirada de ... oh un trozo de carne al aire, que ganas de babearla - nege con la cabeza fuerte - no quiero que ningun hombre babe ningun trozo de mi cuerpo - puse cara de asco - ¿acaso hay sapos agradables? - deje en duda.

Entonces llego Luisin, sonrei y deje caer la pala para ir junto a el, Julia le pregunto algo que no escuche porque iba de camino, pero al estar cerca de ellos entre en la charla - Vaya y yo que pense que habia encontrado en ti a un compañero de batalla perfecto - sonrei y alarge la mano para situarla a unos cm de la herida, sin tocarla pero para cerciorarme de que se encontraba bien - ¿Te quieres unir a la revolución dentro de la revolución? solo tienes que desnudarte - le susurre

Escucho a Julia cuando habla, sintiéndome de pronto algo culpable... Yo no sé nada de esta mujer, ni de su historia. ¿Quién soy yo para haberle dicho eso?

Pero Ana se ha desatado a hablar, y la escucho con atención. Hasta que le dice a Luis que se desnude... La mandíbula se me afloja y la miro con ojos desorbitados...

- ¡Ana!

- Que, era broma - me escuse a Elena y luego a Luisin con una sonrisa - Voy a seguir con lo mio, he nacido para llenar sacos de arena - cierta alegria asoma en mi voz, en parte por estar con esa gente que me ha acogido tan bien a pesar de que todos somos extraños y en parte porque al fin me siento util en un lugar, no era una niña pequeña incapaz de hacer absolutamente nada, era una mas, con algo mas de esfuerzo, pero una mas.